Los infantes cuarentones

Los infantes cuarentones se llaman Isdris y Nurialai. Isdris tiene 7 años y parece de 5 y Nurialai tiene 9 pero parece de 7. Viven en Arzan Quimat (una vereda de Kabul) y son los clásicos niños afganos. Resulta que un día estaba yo montándome al carro para devolverme a la casa, cuando se me arriman dos peladitos. El más chico tenía una cortada en la cara de aproximadamente tres centímetros y toda la camisita llena de sangre. (A los niños afganos desde los 2 años los visten con ropa de adulto pero miniaturizada, o sea de camisa con botones y puños, larga hasta las rodillas, pantalones y chaleco). El grande, Nurialai (mejor dicho, el menos chiquito) me dijo supremamente tranquilo: «Vengo a traerlo para que me lo cosan», y el chiquito (Isdris) me dijo: «Vengo para que me cosan la cara». Asombroso. Sin el más mínimo dramatismo, sin una lágrima, sin ninguna muestra de temor. En la tranquilidad total. Yo les pregunté de inmediato dónde estaba la mamá y me dijeron: «En la casa». Entonces le pregunté a Nurialai: «¿Pero ella sabe que están aquí?», y él me dijo: «No, porque nosotros vivimos muy lejos». Los entré a urgencias y antes de yo decir nada Nurialai le dijo a Isdris: «bishi», o sea «siéntese». Isdris se montó de un brinco en la camilla y sin siquiera un quejido se dejó lavar y anestesiar. Le suturé la carita en el silencio más absoluto, le puse un microporo y entonces Isdris me miró y me preguntó: «¿bass?, ¿jalas?» (o sea ¿suficiente?, ¿terminamos?). Le dije que sí. Se bajó de un brinco de la camilla, se organizó el chalequito ensangrentado y se paró al lado de Nurialai. De pronto, este se sacó un billetito del bolsillo y me dijo: «¿Cuánto le pago?». (Obviamente la clínica es gratis). Le dije «nada» y sin preguntar más envolvió a Isdris en un patu, se puso el patu propio y salieron por la puerta como si nada. Estos niños no son niños, son cuarentones desde que nacen. Y me pregunto yo: ¿Qué tan dura tiene que ser la vida de Isdris y Nurialai para que a esta edad sean tan independientes y tan estoicos? ¿Cuántos dolores tiene que aguantar un niño para volverse de palo? ¿Qué tan fuerte es el sentimiento de hermandad entre estos niños que se cuidan los unos a los otros hasta asumir roles paternales? Lo peor de todo es que el mundo parece estar lleno de Isdrises y Nurialaies.