La utilidad de Dios

Ahora sí entiendo por qué los humanos tuvieron que inventarse un Dios. Desde hace varios días, y luego de ver lo que he visto y compartir la cotidianidad con quienes la he compartido, he llegado a la conclusión de que aquellos primeros hombres que habitaron el planeta no tuvieron otra opción que inventarse un Dios y un cielo para poder mirar siempre hacia adelante y soportar lo que tenían que soportar.

No es que súbitamente me haya cogido un ataque de religiosidad sino que, por el contrario, en este momento puedo comprender con más claridad por qué los humanos (supuestos seres racionales) adoptan ideas tan absurdamente ilógicas y tan poco demostrables. Es muy fácil no creer cuando uno lo tiene todo: familia, agua, control sobre el cuerpo, control sobre el ánimo, control, aunque sea, sobre los hijos que parirá. Pero cuando uno no tiene nada, no le queda otra opción que soñar e inventarse cosas para creer que uno tiene por lo menos algo de control. Si no tengo cómo proteger a mis hijos, por lo menos puedo rezar para que alguien más lo haga. Pero es completamente lógico aferrarse a un supuesto ser superior cuando tu hijo sale por la noche a entrar las ovejas y se lo puede comer un lobo. No es chiste. El 24 de diciembre a las 2 a.m. oíamos los lobos aullando en Bamiyán. Todavía hay en este planeta seres humanos a los que se los comen los lobos. Estas personas no tienen sino cuchillos para defenderse de ellos, no tienen sino telares para hacerse ruanas y protegerse del frío, no tienen sino un cuerpo bien diseñado para resistir a los elementos. Si estás en la montaña y te da una apendicitis, estás muerto. Hay grandes poblaciones en este país que se tienen que quedar confinadas en los valles durante todo el invierno porque los pasos a través de las montañas se cierran con toneladas de nieve. Entonces, ¿cómo no aferrarse a un Dios? Si por cuatro meses estás a merced de los elementos, ¿cómo pedirle a una mente diseñada para la supervivencia que se quede quieta, que no piense, y que se resigne a lo que pueda pasar? Claro que también forman grupos, también se ayudan entre sí, también tratan de conseguir pólvora y aspirinas, pero cuando se vive en una cueva (nuevamente no es una metáfora sino una realidad) en el subdesarrollo extremo no tienes otra opción que aferrarte a cualquier idea para sentir que tienes algo que hacer para mantenerte a ti y a los tuyos vivos.