La Luna aparecerá esta noche, lo cual marca el inicio oficial del Ramazán (Ramadán). Nunca se sabe exactamente cuándo ocurrirá, ¡así que fue una sorpresa para nosotros saber que no teníamos que ir a trabajar mañana! Parece que por tres días vamos a estar libres (casi libres, porque al fin del mes siempre tengo que hacer un chorro de estadísticas). Durante un mes la gente no come nada durante el día y nosotros nos tenemos que esconder para no ofenderlos con nuestra glotonería. Claro está que ya corrompimos a la mitad de los afganos que trabajan para nosotros, así que nos meteremos a comer en los carros.
El invierno comenzó anoche. Aquí un día uno se levanta y el clima cambió completamente. Por ejemplo, hoy tengo puesto mi atuendo tipo don Chinche: calzones fucsia, brasieres blancos, ciclistas azules, camiseta roja, pantalones negros, camisa negra, chaqueta café, guantes grises y pañoleta verde. Soy una vergüenza. Cuando me desnudo para bañarme, parezco una casa vieja a la que le ponen papel tapiz nuevo sobre el viejo anterior, sucesivamente, por años y años, y luego un día el nuevo dueño trata de arrancarlo para poder repintar. Mi cama se ha tornado progresivamente en una milhoja porque cada que puedo compro otra cobija. Tengo una japonesa supergruesa, a la cual llamamos «la cobija de diez kilos» porque se compran por peso en el bazar. Tengo una de lana escocesa, hermosa, que sobró de una donación británica, y tengo mi cobijita con borde de satín que compré antes de venirme (la llamo «cobija de emergencia»). Antenoche me levanté a las cuatro de la mañana, muerta del frío a pesar de mis múltiples capas de ropa y cobijas. Le pregunté a una compañera francesa si se había congelado y me explicó que lo que sucede es que yo no tengo la técnica apropiada. Me la enseñó y funcionó perfecto. Resulta que para uno no congelarse se debe envolver «tipo empanada». Primero extiendo la japonesa, luego una capa de la escocesa, luego el relleno (o sea yo), luego la cobija de emergencia y luego cierro la japonesa. Me quedo tan quieta como me es posible porque cualquier milímetro de piel que toca una parte nueva de la sábana se congela y me despierto.