Oggi

Oggi (uno de mis conductores) es un hombrecito chiquito y enjuto, de aproximadamente 60 años. Lleva doce años trabajando para MSF. Usa un gorrito blanco y se pone unas ultramodernas gafas oscuras marca Oakley que algún expat le regaló. Parece como si una máquina del tiempo lo hubiera transportado desde el 1002 al 2002, y él se hubiera puesto las gafas para llevarse como recuerdo del futuro. (No se les olvide que el presente de Kabul es el pasado del resto del planeta). Maneja una Toyota que se llama Lima Yak. Ha estado con nosotros a lo largo de muchos períodos políticos y nunca nos ha abandonado. Cada vez que tenemos que hacer evacuaciones de emergencia se pone el gorrito y nos lleva a través de las balaceras hasta los aeropuertos y las fronteras para que podamos escapar. Luego, espera pacientemente hasta que nos vuelvan a reincorporar a las misiones, nos recoge en el aeropuerto y nos vuelve a dar la bienvenida.

Un día, durante el régimen talibán (y les recuerdo que MSF estuvo todo el tiempo aquí metido denunciando y tratando pacientes) a Oggi se le ocurrió invitar a un expat a su casa a almorzar. Fue tan de malas que los talibanes lo pillaron, entraron a su casa y se llevaron a Oggi, a Shariff (el administrador que estaba sirviendo de intérprete en el almuerzo) y al expat para la cárcel. Resulta que como la infraestructura carcelaria en Afganistán es muy pobre, los recursivos talibanes resolvieron adaptar como cárceles transitorias los containers vacíos de la carga que viene en barcos. Pues resulta que esto fue en el puro invierno (temperatura aproximada: -15°C) y metieron a mi pobre Oggicito en un container con Shariff y el expat (y otros delincuentes), no sin antes haberlo flagelado con un cable de teléfono (grueso y bífido) hasta que le sacaron sangre. Al expat lo liberaron a las cuatro horas y no lo golpearon porque no es musulmán y no había roto ninguna regla.

La acusación formal que presentaron en la comisaría los policías decía que Oggi había convertido su hogar en un prostíbulo porque le había permitido al expat mirar a sus mujeres, y que Shariff era un pecador porque conocía los secretos de estos malditos paganos. Se llegó la noche y la temperatura empezó a bajar. Oggi empezó a temblar y temblar y se estaba congelando. Entonces, a Shariff (que es un gorila peludo y completamente masculino) se le ocurrió sentarlo entre él y otro grandulón, y lo abrazaron para que no se les muriera de frío. Este par de mamá-gallinas lo mantuvieron caliente por tres noches y lo salvaron de morirse en el container. Finalmente, la policía los liberó porque la intención era sólo asustarlos y no encarcelarlos para siempre. Oggi salió, se puso el sombrerito, se vino para MSF, cogió las llaves del carro y arrancó a trabajar.