Tristemente, anoche casi se nos muere Fátima, la esposa de Khan, el cocinero. La historia es larga, pero básicamente Khan tiene dos esposas: Marialai, con quien se casó por amor y con la que tiene cuatro hijos, y Fátima, que es la viuda de un hermano que desapareció hace ocho años. Como lo ordena la ley sagrada, Khan casó con Fátima, y ahora viven los tres en la misma casa. Fátima tenía dos hijos del hermano, otros dos de Khan y estaba esperando el tercero. Tenía ocho meses de embarazo y anoche le dio un abruptio de placenta y casi se muere. La ley actual dice que después de las doce de la noche nadie puede salir en la ciudad. Las calles las patrulla el ISAF, el ejército internacional, que agarra a tiros a cualquiera que salga después de esa hora. A Khan le tocó salir para el hospital muerto del miedo y con Fátima sangrando y, claro, lo pararon mil veces. Ella llegó con 4 de hemoglobina (lo normal es 12) y con el bebé muerto. Aún no se lo han contado. Cuando fui a visitarla al hospital me encontré con Marialai, la primera esposa, quien estaba deshecha porque aparentemente se lleva muy bien con Fátima y comparten la crianza de los hijos. Parece que Fátima va a estar bien.
Después me fui para Arzan Quimat —una de mis cliniquitas— y ahí otra cosa me partió el alma. En la sala de espera vi a una niña de aproximadamente 13 años con una cara hermosa y unas aretas con cascabeles. Le dije que tenía las aretas más lindas de Afganistán, y ella se rio. Como dos horas más tarde, la hermanita vino corriendo, me entregó las aretas y salió a toda carrera. Yo la llamé y le regalé las mías para que se las llevara. Así de generosa es la gente de Afganistán.
Luego estuvo excelente el día en las clínicas. Las pacientes son súper queridas y, además, entre mujeres no hay ningún secreto. Los hombres que vienen como médicos están fregados porque sólo pueden conocer la mitad de la realidad, pero a las mujeres expats los hombres nos tratan como hombres y las mujeres como mujeres.