Iba allá por el restaurante Floridita, por la vida de los burdeles, la ruleta en todos los hoteles, las máquinas tragamonedas que derramaban regueros de dólares de plata, el teatro Shangai, donde, por un dólar y veinticinco centavos, se podía ver un espectáculo de desnudos de suma obscenidad y, durante los entreactos, las películas porno más porno del mundo. Y de pronto se me ocurrió la idea de que en esa ciudad extraordinaria, donde todos los vicios estaban tolerados, todos los tráficos eran posibles, estaba el verdadero decorado de mi comedia.
GRAHAM GREENE sobre
Nuestro hombre en La Habana
El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.
ERNEST HEMINGWAY, El viejo y el mar