Pasa corriendo la DONCELLA, mientras IRINA permanece sentada, pensativa. Entran KULIGUIN y OLGA en compañía de VERSCHININ.
KULIGUIN.— ¡Vaya, vaya…! Pues ¿no habían dicho que iba a haber Fiesta?
VERSCHININ.— ¡Qué raro! ¡Cuando me fui, hace media hora, se quedaban esperando a las máscaras!
IRINA.— Se han ido todos.
KULIGUIN.— ¿MASHA también?… ¿Adónde ha ido?… ¿Y qué hace Protopopov abajo, esperando en su troika?… ¿A quién espera?
IRINA.— ¡No me hagas preguntas! ¡Estoy cansada!
KULIGUIN.— ¡Bueno…, caprichosa…!
OLGA.— ¡Ahora termina el Consejo! ¡Estoy rendida…! ¡Nuestra directora ha caído enferma, y ahora soy yo la que tiene que reemplazarla…! ¡Me duele la cabeza…! (Sentándose). ¡Andrei perdió ayer, jugando, doscientos rublos…! ¡La ciudad entera habla continuamente de ello!
KULIGUIN.— Sí…, yo también salí cansado de la Junta. (Se sienta).
VERSCHININ.— ¡Pues a mi mujer le dio la ocurrencia de asustarme, y por poco se envenena…! ¡Todo acabó bien, y ahora estoy contento y descansando…! Conque, entonces, ¿hay que marcharse?… Permítanme que les desee una buena noche… ¡Fedor Ilich! ¿Nos vamos a alguna parte?… ¡No puedo estar en mi casa! ¡No puedo! ¿Vamos?
KULIGUIN.— ¡Estoy muy cansado…! Me siento incapaz de acompañarle. Y mi mujer…, ¿se fue a casa?
IRINA.— Seguramente.
KULIGUIN.— (Besándole la mano). Adiós. Mañana y pasado tenemos todo el día descanso… Que les vaya bien… (Disponiéndose a salir). ¡Tenía muchas ganas de tomar el té, pensaba pasar la velada en grata compañía y…, pero «fallacem hominum spem[10]»…! Caso acusativo si es con exclamación…
VERSCHININ.— Me voy solo, entonces. (Sale, silbando ligeramente, seguido de KULIGUIN).
OLGA.— ¡Me duele la cabeza…! ¡Andrei perdiendo en el juego…, y toda la ciudad hablando de ello…! Voy a echarme un poco. (Poniéndose en movimiento). ¡Mañana tendré el día libre! ¡Pasado mañana, también libro…! ¡Oh, Dios mío…! ¡Qué agradable…! ¡Mañana el día libre…! ¡Me duele la cabeza! (Sale).
IRINA.— (Sola). ¡Todo el mundo se fue! ¡Aquí no queda ya nadie! (Se oye el sonido de un acordeón que tocan en la calle y la canción que canta la niñera).
NATASCHA.— (Atravesando el salón envuelta en una pelliza, tocada de un gorrito y seguida de la doncella). Dentro de media hora estaré en casa. Solo voy a dar una vuelta. (Sale).
IRINA.— (Sola y con tristeza). ¡A Moscú…! ¡A Moscú…! ¡A Moscú…!