VIII

NATASCHA entra en escena con una vela en la mano.

NATASCHA.— (Mirando primero detrás de una puerta, después detrás de otra y pasando, sin detenerse, ante la de su marido). Ahí está Andrei… Que siga leyendo… ¡Perdone que venga en traje de casa, Vassili Vassillevich, pero no sabía que estaba usted aquí!

SOLIONII.— ¡Qué más da! Adiós. (Sale).

NATASCHA.— ¡Pobre niña mía! ¿Estás cansada? (Besando a IRINA). ¡Si te acostaras tempranito!

IRINA.— ¿Se durmió Bobik?

NATASCHA.— ¡Se durmió, sí, pero con un sueño intranquilo…! ¡A propósito, querida…! Hace tiempo que quería decírtelo; pero siempre ocurre que o tú no estás en casa o yo estoy ocupada… ¡La habitación que Bobik tiene ahora me parece muy fría y húmeda…! ¡La tuya, en cambio, sería tan buena para el niño…! ¡Querida…! ¡Preciosa…! ¡Trasládate por ahora al cuarto de Olga…!

IRINA.— (Sin comprender). ¿Adónde? (Se oyen los cascabeles de una troika que se acerca y se detiene ante la casa).

NATASCHA.— Tú y OLGA estaréis en la misma habitación, y la tuya se la dejarás a Bobik… ¡Es un encanto…! Hoy, diciéndole: «¡Bobik es mío…! ¡Mío!»…, fijó sus ojitos en mí. (Un timbrazo). Será, seguramente, Olga… ¡Qué tarde viene! (Entra la DONCELLA, se acerca y le dice algo al oído). ¿Protopopov?… ¡Ay, qué gracia…! ¡Es Protopopov, que viene a invitarme para dar un paseo en troika! (Riendo). ¡Qué especiales son los hombres! (Otro timbrazo). Llega alguien… No sé… Quizá me vaya a dar un paseo de un cuarto de hora… Di que ahora mismo vengo. (Timbrazo). Están llamando. Será seguramente Olga. (Sale).