Boone está de pie junto a la furgoneta.
Dentro hay tres cadáveres: dos Niños Locos y Jones. Conejo le arroja un chándal.
—Mejor te cambias esa ropa húmeda, hermano.
—Ropa húmeda.
—A Eddie no le gustaría que pillaras frío, da kine —dice Conejo.
—Da kine.
Boone se quita la ropa húmeda y se pone el chándal. Le sienta bien. Eddie el Rojo es un microgestor detallista de una astucia asombrosa, lo cual resulta mucho más impresionante, teniendo en cuenta la cantidad de droga que fuma.
—Empiezas a chochear, Boone —dice Conejo—. ¿Cómo vas a entrar así, todo tranqui, en tu chabolo?
—Chocheas —coincide Eco—. Te haces mayor.
Los dos se despreocupan de los cadáveres que hay en la furgoneta.
«¿Y por qué no? —piensa Boone—. Con la guerra que se está librando por el control de los carteles, tres cadáveres en una furgoneta es menos de la media diaria habitual del recuento de cadáveres.»
—No sabía que me estaban buscando —dice, aunque se da cuenta de que suena poco convincente.
Menos mal que Eddie el Rojo lo sabía.
Conejo explica que Iglesias le había pedido permiso para llevarse a Boone, sabiendo que era de la incumbencia de Eddie y estaba dentro de su jurisdicción. Eddie no dio su aprobación, sino que dijo que no tocaran a Boone, pero Iglesias no le hizo caso, lo cual puso a Eddie en mala posición, porque no podía permitir que le faltaran al respeto.
Por eso, Eddie envió a sus muchachos para que estuvieran alerta. Se sorprendieron al ver salir a Boone por la ventana y les costó un poco seguir el rastro de la barca, pero, en cuanto atracó en el pequeño puerto deportivo de National City, supieron de inmediato hacia dónde se dirigía la furgoneta.
—Ya habían usado antes este lugar.
—Lo habían usado antes. La costumbre mata.
—Lo que mata es el speed.
—El speed mata —dice Eco— y la costumbre también.
Boone oye unos gritos procedentes del edificio de acero. Abre la puerta y ve a Monkey en el suelo, atado de pies y manos.
Tiene un aspecto muy chungo, como si le hubieran dado una buena paliza.
—Monkey —dice Boone—. ¡Joder, Marvin! ¿Estás…?
—Que te den, capullo.
Boone piensa que Monkey probablemente sobrevivirá.