109

El Optimista levanta la mirada del escritorio cuando entra Boone.

—Llegas temprano.

—Pues sí —dice Boone—. Alguna vez hay que crecer.

—Tienes muy mal aspecto.

—Y me siento peor aún —dice Boone—, pero he aprendido mogollón sobre la negligencia.

—Siempre has sido un experto en negligencia —dice el Optimista.

—Quiero decir que ahora sé sobre la negligencia con mayúscula —dice Boone.

Le cuenta lo que ha aprendido durante la sesión con Petra que ha durado toda la noche, aunque sin entrar en la parte del coitus interruptus o, para ser más exactos —piensa—, el Becky interruptus.

—Lo que no sabemos —dice el Optimista— es lo que iba a decir el informe de Schering, porque no vivió lo suficiente para presentarlo, pero, si facturaba a la aseguradora, lo más probable es que lo hubiesen contratado para alcanzar un resultado determinado y que ese resultado fuese que no había habido negligencia en la cadena de acontecimientos, con lo cual se librarían de pagar.

—Tal vez —dice Boone— o que había habido una negligencia clara que pudieran subrogar sin dificultad.

—Si mataron a Schering por esto —dice el Optimista—, es que alguien sabía lo que iba a decir su informe y suponía suficiente peligro como para que lo mataran para impedirle que prestara declaración.

Boone no tenía idea de cómo era posible que alguien lo supiera. ¿Acaso Schering habría hablado al respecto, lo habría comentado por adelantado, habría redactado un informe preliminar? ¿O…?

—¿Se estaría vendiendo al mejor postor? —pregunta Boone.

—¿Que su opinión dependiera de quién le pagara más?

—Eso podría querer decir que el peor postor tal vez hubiese decidido que no estaba dispuesto a perder —dice Boone.

—O, si no —propone el Optimista—, que el mejor postor había decidido que no estaba dispuesto a pagar.