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Corey Blasingame se ha apoltronado en una silla frente a Boone.

—No tengo…

—Ahórratelo.

Corey se encoge de hombros y alarga la mano derecha para coger la botella de agua de plástico que tiene al lado, pero Boone llega primero y la coloca fuera de su alcance. Cuando Corey estira el brazo para llegar hasta la botella, Boone lo coge por la muñeca y la sujeta contra la mesa.

A continuación se inclina hacia él y le sube la manga.

Ve el tatuaje con el número cinco.

Le suelta la muñeca. El chaval recoge el brazo con brusquedad y sonríe a Boone con suficiencia.

—Lo maté —dice Corey— porque pensé que era un negrata.