Resulta que es un eslogan acuñado por un picapleitos de San Diego, Alex Curtís, en el juicio que le hicieron por violar los derechos civiles. Boone recuerda vagamente todo el episodio. Curtis era un hijoputa del East County que tenía una página web de la que se podían descargar archivos de audio y de vídeo con sus memeces. Era un gran defensor de la táctica del lobo solitario, según la cual los racistas debían actuar solos cuando no cumplieran la ley y tenían que salir solos a matar judíos y negros y el resto de los «mexicanos roñosos».
Curtis fue a la cárcel allá por… ¿2006, tal vez?… y se convirtió en una especie de mártir y héroe de culto para los racistas y, según lo que contaba la página web, las palabras que pronunció en el tribunal —«No tengo nada que decir»— pasaron a ser un eslogan.
Se codificó en el número cinco.
«Bien, Corey», piensa Boone.
Fantástico.
Creo que has encontrado algo con lo que identificarte.