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Tierra, aire, fuego y agua.

Son los cuatro elementos, ¿no es cierto?

Dejemos de lado el aire por un instante —excepto en Los Ángeles, es algo que podemos dar por sentado— y no vamos a hablar del fuego, al menos por ahora.

De modo que nos quedan la tierra y el agua.

Tienen más en común de lo que uno cree.

Por ejemplo, la superficie de las dos puede dar la impresión de que son estáticas, pero por debajo siempre ocurre algo. Al igual que el agua, la tierra se mueve constantemente. No siempre lo vemos, es posible que no lo percibamos, pero, de todos modos, ocurre. Bajo nuestros pies, las placas tectónicas se desplazan, las fallas se agrandan y los temblores se preparan para bailar el rock and roll.

Es decir, que el suelo sobre el que estamos, lo que llamamos «tierra firme», de firme no tiene nada.

Se mueve bajo nuestros pies.

Nos toma el pelo.

Reconozcámoslo: nos guste o no, siempre estamos surfeando.