Notas

[1] Swift es, efectivamente, un precursor de la demolición de la crítica, a la que desnudó con humor y ferocidad. Su actitud sobre esta materia se puede apreciar mejor en Una digresión concerniente a los críticos, intercalada en la Historia de un tonel. Allí los compara, entre otras cosas, con «asnos cornudos» y señala que un «verdadero» crítico tiene algo en común con las prostitutas y los regidores: que nunca cambian de título ni de naturaleza. En esta Digresión, Swift describe tres clases de críticos: dos extintas y una verdadera. Señala, asimismo, citando a Ctesias, que son serpientes incapaces de morder, pero que envenenan vomitando. Etcétera. <<

[2] De El prefacio del autor a La batalla de los libros. <<

[3] La presunta misantropía de Swift es una invención deshonesta, tanto como la de su locura, y está destinada a invalidar sus denuncias. El tema ha sido ampliamente debatido, y en su discusión abundaron las opiniones estúpidas o deshonestas. Resultan muy ilustrativas las páginas dedicadas al asunto por Norman Brown, o las del Jonathan Swift editado por Denis Donoghue (Penguin Critical Anthologies, 1971). Gerg Lukács en su prólogo a Werke, vol. VI, 1964, señala claramente que Swift no es antihumano, sino que se limita a describir «lo que hoy en día se conoce como condition humaine». En nuestros días, afirma Lukács, sólo Kafka hizo algo parecido. <<

[4] En Algunas reflexiones sobre el estado actual de los asuntos, 1714. <<

[5] El texto completo del epitafio de Swift, que redactó él en latín, dice: HIC DEPOSITVM EST CORPVS / JONATHAN SWIFT, S.T.D. / HVIVS ECCLESIAE CATEDRALIS DECANI / VBI SAEVA INDIGNATIO / VLTERIVS COR LACERARE NEQUIT. / ABI, VIATOR, ET IMITARE, SI POTERIS, / STRENVVM PRO VIRILI / LIBERTATIS VINDICEM. / OBITT ANNO MDCCXLV / MENSIS OCTOBRIS DIE 19 / AETATIS ANNO LXXVIII. De este epitafio, Lord Tennyson produjo una versión en versos ingleses. La sigla S.T.D. significa Sacrae Theologiae Doctor. <<

[6] Los «mortales no inspirados» vienen a ser, según la teología cristiana, todos aquellos infelices seres que nacieron y murieron en la Tierra antes que Jesucristo, el Hijo de Dios, apareciera en nuestro mundo para ofrecernos la Salvación. Por lo tanto, y como la Justicia Divina (del mismo modo que las leyes represivas) no puede aplicarse con retroactividad, esos «mortales no inspirados» constituyeron durante largo tiempo una escandalosa incomodidad para los teólogos; algunos, generosamente, les reservaron a los más virtuosos una ubicación en el Purgatorio, si bien no tenemos noticias de las ideas que tiene al respecto Dios, «cuya misericordia —según Swift— es muy grande, aunque los teólogos de toda clase la disminuyen demasiado». <<

[7] Los «filomáticos» eran, en tiempos de Swift, y más o menos genéricamente, quienes se dedicaban al ocultismo. <<

[8] John Gadbury, otro astrólogo inglés de renombre, fue maestro de Partridge, aunque lo atacó después en su Nebulo Anglicanus. <<

[9] Guillermo III de Inglaterra, murió en 1702. <<

[10] El partido whig, como el tory, constituyen en Inglaterra dos organizaciones políticas que divergen tanto en sus expresiones oratorias como coinciden por lo general en los fines que parecen perseguir: que no suceda en aquel país nada importante, lo que pudo haber contribuido en gran medida al llamado «humor flemático» de los británicos, aunque no al de los irlandeses. Fue tal vez por estas razones que Swift —un irlandés— sirvió ocasionalmente como propagandista a uno y al otro. Denis Donoghue (Op. cit.) define a ambos términos como «ambivalentes». <<

[11] En el fracaso de Tolón culminó una tentativa de invasión de Francia, realizada por orden del duque de Saboya, en 1707. <<

[12] Sir Cloudesley Shovell, famoso almirante inglés que se lució en Gibraltar como adjunto de George Rooke, murió en alta mar durante el sitio de Tolón, el 22 de octubre de 1707, cerca de las Islas Scilly. <<

[13] En esta batalla, librada en campo español, el 25 de abril de 1707, fue muerto un primo de Swift. <<

[14] Lo que vulgarmente llamamos accidentes: Vale la pena recordar una frase de Adolfo Bioy Casares: «Azar es una palabra económica: ahorra largas explicaciones». <<

[15] En efecto, el año de los astrólogos comienza con Aries. <<

[16] Se refiere a una secta religiosa fanática, de la que un buen número de integrantes se habían refugiado en Inglaterra. Además de profetizar, intentaban la resurrección de los muertos. En ese mismo año 1708, Durfey los ridiculizó en su pieza Los profetas modernos. <<

[17] Alusión a Luis Manuel de Portocarrero, cardenal y arzobispo de Toledo, consejero de estado, jefe del partido «francés». <<

[18] Esto es sólo otra burla delicada. Swift casi nunca dejó de ofenderlos. <<

[19] Desde luego, esta revolución ya se había producido. <<

[20] Esta es una de las más antiguas referencias a lo que hoy se ha dado en llamar «acción psicológica». <<

[21] Obviamente, Correos. La costumbre de detener o quemar libros en las oficinas de Aduanas o de Correos subsistió hasta el día de hoy, en muchísimos casos. <<

[22] También obviamente, Portugal. Parece que esto no es una invención de Swift, y que los inquisidores portugueses efectivamente incineraron sus escritos. Por otra parte, Portugal tuvo gobiernos de carácter inquisitorial prácticamente hasta nuestra época. Estando en prensa este libro, el añoso gobierno dictatorial de Portugal fue derrocado por militares y uno de los exgobernantes encontró asilo y ocupación en Brasil. Ocupación irónica, por otra parte: de dictador se convirtió en profesor de derecho. Con respecto a Brasil, he omitido —no sólo por repetida— la acostumbrada frase calificativa de «república hermana». República no parece, y sobre su fraternidad caben muchas dudas. <<

[23] Históricamente real, y golpe solapado a la política inglesa de la época. <<

[24] El célebre filósofo contemporáneo de Swift. Gottfried Wilhelm Leibniz (sin la t del texto), nacido en Leipzig en 1646, muerto en 1716. <<

[25] Calle cercana a MoorFields (donde fija su residencia el firmante de este proyecto), hoy llamada Milton Street, en la que pululaban toda clase de escritores y gente relacionada con el comercio del arte. Swift se burló despiadadamente del barrio y sus habitantes. En la Carta a un joven poeta dice (refiriéndose a la vida literaria de Dublín, Irlanda): «Seriamente, entonces, he lamentado durante muchos años la falta de una Grubstreet en nuestra gran y civilizada ciudad (a no ser que ella toda deba ser considerada como tal). Y esa carencia me ha parecido un defecto imperdonable de nuestra constitución desde que tengo opiniones que puedo llamar propias. Cualquiera sabe que Grubstreet es un mercado para el comercio minorista en ingenio, y tan necesario —comparándolo con los canales de evacuación de la mente humana— como lo es la nariz sobre el rostro de un hombre. Tenemos aquí una Corte, un Colegio, un Teatro, y hermosas señoras, y finos caballeros, y buen clarete, y abundancia de plumas, tinta y papel (libres de impuestos), y toda otra circunstancia para provocar ingenio, y sin embargo no tenemos un lugar para evacuarlo, lo que constituye una situación muy injusta… Yo creo que nuestro aire corrompido y nuestras frecuentes y espesas nieblas se deben en gran parte a la exposición común de nuestro ingenio, y que con un buen manejo nuestros vapores poéticos podrían ser llevados por un desaguadero, y caer en un solo barrio de la ciudad, sin infectar a la totalidad, como sucede ahora para gran ofensa de nuestra Nobleza, nuestra Gente Bien, y otros de narices delicadas…». <<

[26] Una burla dentro de una burla. Lo que señala Swift es verdadero literalmente, y también verdadero con referencia a las cosas supuestamente más importantes. Por consiguiente, se trata de una afirmación de doble lectura. La encubierta sería: «Pero es una virtud de Jonathan Swift volver ridículas las cosas supuestamente más importantes». Véase, por ejemplo, el caso Partridge; o, por ejemplo mayor, los Viajes de Gulliver. <<

[27] Este «médico francés» es François Rabelais (1494-1533), uno de los espíritus revolucionarios mayores que haya producido la literatura (o que haya producido literatura), y cuya obra causó honda impresión en Swift. John Traugott, en su interesante ensayo sobre A Tale of a Tub (incluido en el Swift de C. J. Rawson, Sphere Books, 1971) señala bastante bien «qué es lo que hay de Rabelais en Swift, y qué es lo que no hay». Aquí basta señalar que la sedición y la seducción verbal y burlesca iniciada por el autor de Gargantúa y Pantagruel, adquirió el vestido del idioma inglés a través, precisamente, de Swift y, pasando por Lewis Carroll y James Joyce, honró al alemán mediante Christian Morgenstern y Franz Kafka. Vale la pena destacar, también, que Rabelais redactó «almanaques» a la manera de Partridge, o más bien de Bickerstaff: Almanach de 1533, Almanach de 1535, etc. <<

[28] Swift se divierte un poco a costa de los ayunos católicos. <<

[29] Por primera vez antes de Marx o Mao Tse Tung se hace alusión a la existencia del campesinado como clase oprimida. <<

[30] Absolutamente cierto, y tal vez más cierto hoy que en aquella época. Como siempre, Swift estremece al lector mediante sencillas comprobaciones de las que es imposible eximirse, por insensible que sea el espectador. <<

[31] En el siglo XX esta situación no había desaparecido. Valga como ejemplo el sistema de los «vales» implantado en los obrajes del norte argentino por los grandes monopolios. <<

[32] Catóptrica es la parte de la óptica que trata de la reflexión de la luz. Menos científicamente se llama catoptromancia al «arte» de adivinar por medio de los espejos, aunque —mediante un uso normal— los artistas de tal arte sólo deberían adivinar su cara. <<

[33] Esto suena a lo que se llama en política «razón de Estado», la que no tiene razón alguna. <<

[34] Tan verdadero es esto, que hubo en la historia política casos (los más numerosos) en que se convenció a algunos pueblos con mentiras y otros en los que la verdad tuvo que ser impuesta. Esta acotación es vaga por razones obvias, y el lector, que es inteligente, puede aplicarla según su juicio. <<

[35] Clarividencia extraordinaria si se tiene en cuenta la época en que vivió Swift. La mentira política es normalmente llamada propaganda. Vale la pena citar lo que dice Erich Kahler en su Historia universal del hombre (extraña traducción del título de su original de 1943, llamado Man the Measure) hablando de Hitler: «Desarrolló, conscientemente, esa habilidad. Los métodos de propaganda, de atraer a las gentes, son los únicos que ha estudiado y que ha llegado a dominar por entero. Aprendió de la propaganda de los aliados en la Primera Guerra Mundial, del tratamiento de los seres humanos por la iglesia católica y los jesuítas, de la publicidad americana. Aprendió y utilizó todos esos métodos, que son los verdaderos cimientos de su política. Las únicas contribuciones originales de su libro, tan pobre en todos los demás aspectos, son los brillantes párrafos referentes a la propaganda. Estos constituyen un valioso aporte y un suplemento a El Príncipe, de Maquiavelo. El axioma, por ejemplo, de que se deben contar solamente mentiras grandes, porque nadie cree en las pequeñas, está enteramente de acuerdo con la obra de Maquiavelo a que nos hemos referido. Hitler actuó en perfecta consonancia con sus axiomas. No sólo mintió y engañó en escala grandiosa y especuló con la cobardía, indolencia y negligencia de todos; sabía que una acumulación de crímenes y atrocidades no agudiza, sino que más bien embota las reacciones universales contra ellos. Al principio se resisten las gentes a creer que tales cosas puedan ser verdad porque son incapaces de imaginarlas. Cuando, finalmente, se ven forzadas a creerlas, están ya acostumbradas a aceptarlas como inevitables. Si Hitler tiene algo de genio, es esa capacidad de llevarlo todo a cabo hasta el fin, el grado metafísico de su criminalidad, el abandono deliberado de todos esos restos de inhibiciones y preocupaciones morales que el criminal ordinario conserva aún. Su innovación, que hace época, no es el haber cometido los mayores crímenes —en ello ha tenido incontables precursores en la historia—, sino el haberse entregado al crimen como otros se entregan a la fe, el haber hecho del crimen una norma, el haber puesto en práctica el nihilismo incondicional. Sin embargo, su osadía en el crimen está aún ligada con la cobardía del pequeño burgués, con sus histéricos temores, está viciada por los sádicos síntomas de una vida sexual sofocada que se vio constreñida por la policía y por las conveniencias morales de muchas generaciones y explota ahora en excesos imposibles de creer; y, sin embargo, no es poca cosa para un pequeño burgués el aventurarse a romper así con los fundamentos de su sociedad. Que eso haya sido posible en un hombre de su trasfondo mental y social, que eso pudiera alterar el carácter de todo un país, que eso fuera reconocido oficialmente, durante un largo período por las potencias mundiales y consagrado mediante pactos y acuerdos de todo orden, todo eso revela la corrupción de la civilización de la clase media. En Hitler, el acto político en gran escala, el intento de conquistar al mundo, se ha convertido en crimen puro y simple y lleva el sello de las características del crimen. En ese sentido las palabras que Thomas Mann profirió en una ocasión refiriéndose a Hitler son exactas: que, junto con otros valores, ha deshonrado también la idea del genio». <<

[36] Sin tener en cuenta, desde luego, la segunda posibilidad planteada por Swift, existe una especie de aceptación implícita, y tal vez utópica, de que la verdad en materia de política llevaría una mejoría económica a la gente. Extrañamente, existe un número casi infinito de «verdades» políticas. <<

[37] Es la fábula de Pedro y el lobo. <<

[38] Pseudología o, si se quiere modernizar, seudología, viene a ser, evidentemente, el arte de la mentira. Es una palabra creada por Swift para designar algo de notoria existencia. Es una excelente prueba de que la pseudología existe, el hecho de que «pseudología» no figure en los diccionarios. <<

[39] Esto, que en el arte de la guerra puede resultar una necesidad, mostró tanta eficacia que su uso se ha extendido a casi todos los otros campos. Por otra parte, hay unas verdades tan increíbles… <<

[40] El hecho de que Swift en buena parte de su obra se refiera con asiduidad al ano ha dado lugar a que muchos comentaristas se escandalicen con furia sospechosa. Prescindiendo del hecho bastante notorio de la existencia del ano, prescindiendo aun de los puritanos que sólo parecen aceptar esa existencia cuando se les enferma, resulta inconcebible que hayan sido psicoanalistas quienes hayan catalogado de enfermo a Swift, a quien en verdad podrían reconocer como un muy adelantado precursor de Sigmund Freud. Porque está bastante generalizado el conocimiento de que el ano (no el de Swift) es importantísima fuente de dogmas y recursos para los psicoanalistas. Afortunadamente para la inteligencia, un revisionista del psicoanálisis (quien por otra parte recordó que Lutero recibió su inspiración en el retrete) salió al paso de los acusadores, dedicando un capítulo entero de su Eros y Tánatos (Life against Death) al problema. Leamos algún fragmento: «Los psicoanalistas expertos concuerdan con los críticos en que Swift estaba loco y que sus obras deben leerse sólo como documentos de la historia de un caso. No sólo la cuarta parte de Gulliver y las “composiciones nocivas” sino todo Swift. Porque si gritamos “loco” ante las partes inconvenientes de Swift, con toda honestidad debemos presentar el caso a los psicoanalistas. Pero después del minucioso análisis psicoanalítico, no ha quedado nada de Swift que no sea inconveniente. No debemos subestimar la capacidad de los psicoanalistas para revelar el significado verdadero de los símbolos. Por ejemplo, un comentario psicoanalítico sobre Gulliver como un hombrecillo en una pequeña canoa en la isla de Brobdingnag dice que “el simbolismo común del hombre en la canoa como el clítoris, sugiere la identificación con el falo femenino que se considera característico del macho disfrazado”. De un modo semejante, el psicoanálisis deja el carácter del Dean sin una pizca de integridad. “Si Swift mostraba señaladas características anales (su extrema pureza personal, su reserva, su intensa ambición, el placer por lo menos obviamente sucio [es decir, la sátira], su inflexibilidad en las causas justas), que indican claramente que en sus primeros años el control de la función de excreción fue obtenido bajo una gran tensión y quizá demasiado pronto”.

»Ante tales afirmaciones el sentido común se rebela. Si la pureza personal, la ambición, y la defensa de las causas justas son rasgos neuróticos, ¿quién escapará a la flagelación? Indudablemente ningún genio escapará si este tipo de psicoanálisis se aplica a los textos literarios. El sentido común nos hace reaccionar contra Huxley, Murry y los psicoanalistas. ¿Con qué derecho despachan certificados de locura?, ¿en virtud de su propia preeminente cordura? Juzgados con cordura y veracidad, Los viajes de Gulliver soportarán la comparación con las obras de Murry y de Huxley. Sólo Swift podría hacer justicia a la ironía de Huxley que condena a Swift por deformación misantrópica en un volumen de ensayos consagrado a destruir la integridad no solamente de Swift, sino también la de San Francisco y de Pascal. Tampoco la cordura de los psicoanalistas —y sus interpretaciones de lo que significa un hombre en una canoa— está absolutamente fuera de duda. Sólo Swift podría hacer justicia a la ironía de los psicoanalistas, cuya capacidad de encontrar el ano en los lugares más inconcebibles es notable, que condenan a Swift por la preocupación obsesiva de lo anal. Por fortuna el mismo Swift no está mudo ante estas acusaciones de locura: “Dio los pocos bienes que poseía / para construir una casa para tontos y locos”.

»En el manicomio del doctor Swift hay un cuarto para Huxley y para Murry; sus excentricidades religiosas están prefiguradas bajo el nombre de Jack, el prototipo del entusiasmo religioso en A Tale of a Tub. Porque a Huxley, como a Jack, le llegó a ocurrir que “se supo de buena fuente que había perdido el juicio. Poco tiempo después apareció entre la gente, y confirmó la noticia cayendo en las más singulares extravagancias que jamás concibiera un cerebro enfermo”. Swift preparó también un cuarto para los psicoanalistas con su complejo anal; porque, ¿no se anuncian de modo profético como “ciertos adivinos de Estados Unidos que saben un modo de leer el destino del hombre echando una ojeada a sus posaderas”?

»La discusión termina de este modo en una confusión babélica que llena el aire con acusaciones mutuas de locura. Si resistimos la tentación de taparnos los oídos y salir corriendo, si conservamos un interés psiquiátrico y una distancia clínica, sólo podemos concluir que todas las acusaciones son justificadas; todos ellos están locos. Y el meollo de su locura es su insistencia orgullosa en que todos excepto ellos mismos —Huxley, Murry y los psicoanalistas— están locos. Sólo podemos salvamos de su locura admitiendo que todos estamos locos. El psicoanálisis merece las más severas críticas, porque debería haber ayudado a la humanidad a desarrollar este tipo de conciencia y este tipo de humanidad. […] Sería tedioso enumerar los paralelos a Swift existentes en la literatura psicoanalítica. Los psicoanalistas, ay de ellos, creen que pueden prescindir del ingenio en la exploración del inconsciente. Fenichel en su enciclopedia de la ortodoxia psicoanalítica se refiere a “la naturaleza erótico-anal del lenguaje” sin tratar de ser chistoso». <<

[41] Un buen testimonio de la subalimentación de los irlandeses. Vale la pena señalar que en un trabajo sobre Los fertilizantes (1898, t. I), publicado por A. Muntz y C. Girard, profesores del instituto Nacional Agronómico de París, se incluyó, aunque con distinta finalidad, una observación de parecido tenor, en la que se analizaba el contenido de agua, nitrógeno, fósforo y potasio en las «deyecciones» de obreros y burgueses. De acuerdo con esos análisis, los burgueses ganaron en todo, menos en agua, de la que hubo una diferencia ínfima a favor de los obreros. Tras tales resultados, los sabios afirman: «Comparando el valor de esos abonos con los precios que hemos atribuido a las materias fertilizantes, nos encontramos con: por cada tonel de desechos de obreros, un valor de 9 francos con 74, y por cada tonel de desechos de burgueses, 15 francos con 47». <<

[42] Enrique el Grande, rey de Francia. <<

[43] Se trata de Raveillac, que apuñaló a Enrique el Grande en su coche. <<

[44] El autor citado es el poeta latino Tito Lucrecio Caro y los versos son el 1048 y el 1055 de De Rerum Natura (De la naturaleza de las cosas), IV. Ampliamos el fragmentó: «Esta semilla se despierta en nosotros cuando principia la edad adulta a robustecer nuestros miembros. Y, como cada objeto es impresionado y solicitado por una causa particular, de allí que sólo la influencia de un ser humano hace salir del cuerpo humano a la semilla del hombre. La cual, en cuanto es removida del sitio donde se hallaba, se separa de la totalidad del cuerpo dirigiéndose a través de miembros y órganos a ciertos centros nerviosos, y excita las mismas partes genitales del cuerpo. Los lugares irritados, entonces, se hinchan de semilla, con lo cual cuerpo y alma se aúnan en el deseo de proyectarla sobre el objeto al que se dirige la desgraciada apetencia, y por el que ha sido la mente lastimada de amores. Porque, así como la mayoría de los heridos se doblan sobre el lugar de la herida y la sangre salta en dirección de donde vino el golpe, de modo que, si está cerca, el rojo líquido inunda al adversario; de la misma manera, quien ha sido herido por los dardos de Venus, sea un muchacho de femeninos miembros o una mujer que respira amor por todo su cuerpo quien los haya arrojado, de donde se recibe la herida, hacia allí tiende uno y está impaciente por ayuntar y echar el humor que sale del cuerpo: porque este mudo deseo es presagio de la voluptuosidad». <<

[45] Estas palabras son de Horacio (Sat. I, III): «Odiosa causa de la guerra». <<

[46] «Esto —acotó el mismo Swift— se refiere al rey de Francia». <<

[47] Otra nota de Swift: «Paracelso, que fue tan famoso en Química, intentó un experimento para hacer del excremento humano un perfume que, una vez llevado a la perfección, llama Zibeta Occidentalis o Algalia Occidental, porque las partes traseras del hombre (de acuerdo con la división mencionada por el autor) están del lado Oeste».

Acotemos que la civeta o gato de Algalia posee entre el ano (ver nota 40) una bolsa con glándulas secretoras de una sustancia intensamente aromática usada desde antiguo en perfumería. <<

[48] Debo advertir que los títulos escogidos para estos fragmentos y los siguientes no pertenecen a Swift. Me pareció adecuado el «Gulliver informa…», porque precisamente tal cosa es la que hizo el mismo Swift en sus Viajes: informar a la humanidad, sin clemencia alguna, sobre la realidad de la humanidad. Tal vez todavía, cuando la información se ha transformado en casi todos los casos en un instrumento del mal, sea posible rescatar para el concepto de «información» su estirpe auténtica: «informar» debería ser decir la verdad. Por consiguiente, Swift a la vez que informa, denuncia. <<

[49] En un sentido estricto, esta referencia a los «defensores de la justicia» es irrefutable, ya que los mecanismos de la justicia implican, necesariamente parece, a abogados profesionales capaces de tomar a su cargo, mediante paga, a cualquier defensa o acusación, interpretando la ley del modo más conveniente a quien les paga, y más allá de la ética, todo lo cual está permitido por la ley. Existen, desde luego, las honrosas excepciones. <<

[50] Verdadero, otra vez. Aun en los contados casos en que un individuo no perteneciente a la sociedad del derecho pueda ejercer su «derecho a peticionar ante las autoridades», suele verse impedido por su desconocimiento de «las formas y formalidades» correspondientes. Paradójicamente, mientras «va contra todas las reglas de la ley que a un hombre se le permita hablar por sí mismo», son innumerables los casos en los que se lo obliga a hablar contra sí mismo. No fue Swift, verdaderamente, quien inventó la picana eléctrica y otras delicias de la tecnología del siglo XX. <<

[51] Estos llamados circunloquios, además de dilatar los juicios, se dilatan en el papel, que cada vez cuesta más y que, por lo general debe llevar «el sellado de ley», que es un impuesto. Tal es la razón por la cual, mientras no existió la máquina de escribir, siempre tuvieron más posibilidad de conseguir empleo los escribientes de caligrafía diminuta, en tanto que hoy hay abogados que optan por redactar sus escritos en máquina de «tipo chico». <<

[52] La jurisprudencia es, más o menos, la ciencia del derecho, la «enseñanza doctrinal que dimana de las decisiones de autoridades gubernativas o judiciales», la «norma de juicio basada en precedentes, que suple omisiones de la ley». Es decir que, como indica Swift, cualquier fallo constituye, o puede llegar a constituir «jurisprudencia». Con el obligado respeto, reproducimos a continuación uno de esos fallos, a título de ejemplo, que fue elegido en la creencia de que hubiera divertido al mismo Swift y porque puede servir también para demostrar que la justicia no carece de humor. Fue publicado en La Ley, en Buenos Aires, el jueves 20 de marzo de 1969. Eliminando nombres, dice así:

«62.088 - C1a. PENAL TUCUMÁN, abril 8-968. - 2a. Instancia. - San Miguel de Tucumán, abril 8 de 1968. - Considerando: Que la imputación consiste en que la apelante, en un pasillo interno, frente a un departamento, se levantó la pollera mostrando la bombacha, y señalando la parte posterior del cuerpo que esta prenda cubría le dijo al denunciante: “toma para vos, viejo pu…” y otras frases no menos agraviantes, lo que habría sido visto y oído por dos vecinas y una menor de 10 años. Que si bien el lugar es semipúblico y el hecho habría sido presenciado por terceros, cuya presencia no podía dejar de advertir la imputada, la conducta en proceso es atípica dentro del capítulo de los ultrajes al pudor, al tratarse de una grosería —todo lo injuriante que se quiera— pero no de un acto lascivo u obsceno. Así, sin perjuicio de las acciones pertinentes que pudiera ejercitar el denunciante, se resuelve revocar el auto apelado de fecha 19 de febrero de 1968 que califica de exhibiciones obscenas en perjuicio de [……], el delito por el cual se procesa a [……] - [Firman los jueces.]». <<

[53] Lo que se ha dado en llamar en la jerga jurídica, algo así como el bisturí de los abogados, ya que no puede ser manejada por los legos. A veces deja algo que desear en lo que hace a la gramática y en otras incurre, hay que decirlo respetuosamente, en imposibilidades. Por ejemplo, todas las partes que pugnan en los juicios acostumbran terminar sus escritos con la frase «Será justicia». Lo cual, de acuerdo con la justicia misma, tiene que ser falso para quien pierda el juicio (legal). <<

[54] Compartir esta osada afirmación de Swift sería un delito, un grave atentado contra la dignidad de la justicia y la independencia de los jueces. Hay quien la comparte. <<

[55] Este pasaje de Gulliver resulta mucho más irritante en su país de origen, donde la nobleza subsiste, o cree que subsiste. <<

[56] La lucidez swiftiana vuelve a anticiparse a los descubrimientos de los sociólogos modernos; aquí hace su aparición «el chivo emisario». <<

[57] Entre las muchas cosas a las que Swift se refiere en este pasaje figuran las luchas entre el catolicismo romano y sus muchas heterodoxias. Lichtenberg, gran admirador de Swift, sostuvo más tarde irónicamente que «nada hay más propicio para la tranquilidad del alma que carecer en absoluto de opiniones». <<

[58] Las guerras de expansión territorial o de mercados, por ejemplo. <<

[59] Por lo general, de lo que son liberados tales desgraciados es del socorro, raramente de la miseria. <<

[60] Inns of Court se llamaban los cuatro edificios de Londres (Inner Temple, Middle Temple, Lincoln’s Inn y Gray’s Inn) pertenecientes a las asociaciones legales que ejercen el derecho de admitir personas para la práctica en el foro. <<

[61] Corte de Justicia. <<

[62] Juego de naipes, entonces muy de moda en Londres. <<

[63] El vocablo inglés que aquí se traduce por «cascarrabias» se refiere únicamente a las mujeres, en tanto que en castellano cascarrabias pueden ser también los hombres. La única palabra que se me ocurrió en su reemplazo, y que deseché, porque no me consta que sea de conocimiento general, es «Sisebuta», nombre de una conocida cascarrabias de una tira cómica. <<

[64] Ver nota 25. <<

[65] El cálculo es verdaderamente muy sencillo, pero su resultado apareció equivocado en la primera edición del texto y se repitió equivocado en varias de las siguientes. <<

[66] Templarios eran denominados los abogados y otras clases de leguleyos que ocupaban dependencias en el Inner y el Middle Temple. <<

[67] Se ha dicho, acerca de la persona que juega, que se trata de un idiota que gasta dinero real con la esperanza de conseguir dinero irreal. <<