Pero para seguir con otras enormidades: toda persona que pasea por las calles se ve obligada a contemplar la inmensa cantidad de excrementos humanos en las puertas y umbrales de las casas desocupadas y a los lados de cada pared abandonada; a lo cual el Partido descontento ha asignado una causa muy falsa y maliciosa. Ellos afirman que esos montones fueron depositados allá secretamente por traseros británicos, para hacer creer al mundo que nuestro irlandés vulgar come y bebe diariamente, y que, en consecuencia, el clamor de pobreza entre nosotros debe ser falso, procediendo sólo de los jacobitas y papistas. Confirmarían esto mediante la pretendida observación de que un ano[40] británico está más estrechamente perforado que uno de nuestro propio país, y de que muchos de esos excrementos, rigurosamente inspeccionados, semejan un copete coronado por una punta, como un cono o pirámide, siendo distinguidos fácilmente de los irlandeses[41], que descansan mucho más llanamente y con menor continuidad. Comuniqué esta conjetura a un médico eminente, bien versado en esas profundas especulaciones, quien ante mi súplica tuvo el gusto de experimentar con cada uno de sus dedos, introduciéndolos en los anos de diversas personas de ambas naciones, y declaró que no pudo encontrar entre ellos la diferencia que esa gente mal dispuesta alega. Por el contrario, me aseguró que el mayor número de cavidades estrechas era de origen irlandés. Menciono esto solamente para mostrar cuán listos están los jacobitas para agarrarse de cualquier cosa con tal de expresar su malicia contra el gobierno. Casi había olvidado agregar que mi amigo el médico pudo, oliendo cada dedo, distinguir el excremento irlandés del británico, y no hubo más de dos errores en un centenar de experimentos. Sobre lo cual piensa publicar muy pronto una erudita disertación.