CAPÍTULO OCHO

JUEGOS DE REUNIÓN

Las reuniones y fiestas son para los pasatiempos, y los pasatiempos son para las fiestas y reuniones (incluyendo el período anterior a la reunión oficial del grupo); conforme van naciendo las amistades, empiezan a surgir los juegos. El «Schlemiel» y su víctima se reconocen mutuamente, tal como lo hacen el «Gran padre» y la «Pobrecita de mí»; todos los familiares aunque despreciados procesos de selección se ponen en movimiento. En esta sección se considerarán cuatro juegos típicos en situaciones sociales comunes: «¿No es terrible?», «Defecto», «Schlemiel» y «¿Por qué no…? - Sólo que…».

1. ¿No es terrible?

Tesis

Éste se juega en cuatro formas significativas: pasatiempo Paternal, pasatiempo Adulto, pasatiempo y juego Niño. En los pasatiempos no hay desenlace ni ajuste de cuentas, aunque sí mucho sentimiento indigno.

«Hoy en día» es el pasatiempo del Padre inflexible, punitivo o hasta depravado. Sociológicamente es común entre cierto tipo de mujer madura que tiene pequeñas entradas independientes. Una mujer de éstas se retiró de un grupo de terapia cuando su primer movimiento se recibió en silencio, en vez de con la animada aprobación a que ella estaba acostumbrada en su círculo social. En este grupo más elaborado, acostumbrado al análisis de juego, no hubo la reacción que White esperaba cuando dijo: «Hablando de no confiar en la gente, no es sorprendente que no se puede confiar en nadie hoy en día. Estaba revisando el escritorio de uno de mis huéspedes y no me creerán si les digo lo que encontré». Ella tenía las respuestas para la mayoría de los problemas de la sociedad actual tales como la delincuencia juvenil (padres demasiado blandos hoy en día); divorcio (esposas sin suficiente trabajo para estar ocupadas hoy en día); crimen (extranjeros viniendo a vivir en vecindarios de blancos hoy en día); subida de precios (comerciantes demasiado codiciosos hoy en día). Ella aclaró que, personalmente, ella no era blanda con su hijo delincuente, ni tampoco con sus inquilinos delincuentes.

«Hoy en día» se diferencia del chisme por su estribillo «No es sorprendente». El movimiento inicial puede ser el mismo («Dicen que Flossie Murgatroyd»), pero en «Hoy en día» hay dirección y fin; puede ser ofrecida una «explicación». El chisme simplemente divaga o se desvanece.

«Piel partida» es la variación Adulta, algo más benévola, con el estribillo «¡Qué lástima!» aunque las motivaciones latentes son igualmente morbosas. «Piel partida» trata primordialmente del derramamiento de sangre; es, esencialmente, una conversación clínica informal. Cualquiera puede presentar un caso, mientras más horripilante mejor, y los detalles son ansiosamente considerados. Golpes en la cara, operaciones abdominales y alumbramientos difíciles, son aceptados como temas. Aquí la diferencia con el chisme común estriba en la rivalidad y los conocimientos quirúrgicos. Anatomía patológica, diagnóstico, pronóstico y estudios de casos comparativos, son sistemáticamente revisados. Un buen pronóstico está probado con el chisme, pero en «Piel partida», un punto de vista siempre optimista, a menos que obviamente no sea sincero, puede provocar una junta secreta del Comité de Credenciales porque el jugador es non particeps criminis.

«Tomar agua», o «La hora del café», es el pasatiempo Niño, con el estribillo «Mira lo que nos hacen ahora». Ésta es una variante de organización. Puede ser jugado en la noche en la forma política o económica más suave, llamada «Bar». Es un pasatiempo de tres en realidad, y el as lo tiene, con frecuencia, una figura borrosa llamada «Ellos».

Como juego, «¿No es terrible?» encuentra su expresión más dramática en adictos a la policirugía, y sus actuaciones ilustran sus características. Éstos son los aficionados a las intervenciones quirúrgicas, gente que activamente busca la cirugía aun contra la oposición médica. La experiencia en sí, la hospitalización y la operación, traen sus propias ventajas. La ventaja interna psicológica, viene de la mutilación del cuerpo; la psicológica externa está en evitar las relaciones íntimas y las responsabilidades, excepto la completa entrega al cirujano. Las ventajas biológicas están representadas por los cuidados y atenciones del sanatorio. Las sociales internas las proporcionan los médicos y enfermeras, y otros pacientes. Después de que el paciente es dado de alta, gana ventajas externas, sociales, provocando conmiseración y temor respetuoso. En su forma extrema este juego es practicado profesionalmente por individuos defraudadores e irresponsables que se someten a los riesgos de un tratamiento erróneo, de modo deliberado, lo que les sirve para ganarse la vida. Demandan no sólo conmiseración, como los jugadores no profesionales, sino indemnización. Así es como «¿No es terrible?» se convierte en juego cuando el jugador, aunque expresa dolor abiertamente, está secretamente encantado por las satisfacciones que puede sacar de su desgracia. En general, la gente que padece infortunios, puede dividirse en tres clases.

  1. Aquellos que ni desean ni advierten su infortunio. Pueden o no explotar la simpatía que tan fácilmente se les ofrece, lo que sería muy natural en su caso. Puede tratárseles con la natural cortesía.
  2. Aquellos en quienes el sufrimiento es inadvertido, pero gustosamente recibido por las oportunidades de explotación que ofrece. Aquí el juego no es deliberado, sino pensado después; una «ganancia secundaria», según Freud.
  3. Aquellos que buscan el sufrimiento, como los adictos a la policirugía, que van de médico en médico hasta que encuentran a uno dispuesto a operar. Aquí, el juego es la consideración primordial.

2. Defecto

Tesis

Este juego es la fuente de un gran porcentaje de desavenencias en la vida diaria; es jugado desde la posición depresiva de Niño de «Soy malo», que es transformado a la protectora posición Paternal de «Ellos son malos». El problema del jugador, entonces, es probar esto último. Así, los jugadores de «Defecto» no se sienten a gusto con una persona, hasta que descubren su defecto o falta. En su forma más inflexible puede convertirse en un juego político totalitario jugado por personalidades «autoritarias», y entonces puede tener graves repercusiones históricas. Entonces su íntima relación con «Hoy en día», es evidente. En la sociedad suburbana se obtiene la positiva tranquilidad jugando «¿Qué tal lo hago?» mientras que «Defecto» provee la tranquilidad negativa. Un análisis parcial podría hacer más claros algunos elementos de este juego.

Esta premisa puede recorrer desde el más trivial («El sombrero del año pasado»), hasta el más cínico («No tiene siete mil dólares en el banco»), el siniestro («No es 100% ario»), el esotérico («No ha leído a Rilke»), el íntimo («No puede sostener la erección») o el sofisticado («¿Qué es lo que trata de probar?»). Psicodinámicamente está basado, por lo general, en la inseguridad sexual, y su propósito es ser tranquilizado. Dinámicamente hay vigilancia o morbosa y atenta curiosidad, con el Padre o Adulto enmascarando caritativamente la satisfacción del Niño. Tiene la ventaja psicológica interna de alejar la depresión, y la ventaja psicológica externa de evitar la intimidad sexual que podría hacer notorias las propias faltas o defectos de White. White se siente justificado rechazando a una mujer falta de elegancia, a un hombre sin estabilidad monetaria, a uno que no es ario, a un iletrado, a un impotente, o a uno con insegura personalidad. Al mismo tiempo, la investigación rinde acción social interna, con ganancias biológicas. La ventaja social externa es de la familia «¿No es terrible?» del tipo amigable.

Un detalle interesante es que, la selección de premisa de White, es independiente de su capacidad intelectual o de sus conocimientos aparentes. Así, un hombre que tenía un puesto de responsabilidad en el servicio diplomático de su país, dijo en público que otro país era inferior porque, entre otras cosas, los hombres usaban las mangas de los sacos demasiado largas. En su estado Adulto del ego, este hombre era muy competente. Sólo cuando jugaba algún juego Paternal como «Defecto», decía semejantes desatinos.

3. Schlemiel

Tesis

La palabra «Schlemiel» no se refiere al héroe de la novela de Chamisso[1], que era un hombre sin sombra, sino a una palabra popular, yiddish, ligada a palabras alemanas y holandesas para significar astucia. La víctima de Schlemiel, que es alguien así como el «Good Natured Fellow» (buena gente) de Paul de Kock[2], es llamado familiarmente el Schlemazl. Los movimientos en un juego típico de «Schlemiel», son los siguientes:

  1. White dice: «Lo siento».
  2. Black gruñe o grita su perdón, aumentando así su ilusión de que ha ganado.
  3. White procede entonces a causar más estropicios en las propiedades de Black.

Quiebra cosas, derrama bebidas, y otros desórdenes de varias clases. Después de quemar el mantel con la ceniza del cigarro, de romper la cortina de encaje con la pata de la silla y derramar la salsa en la alfombra, el Niño de White se siente alborozado porque ha disfrutado con estas acciones, por todas las cuales ha sido perdonado, mientras Black ha dado una agradable exhibición de sufrido control sobre sí mismo. Así, ambos se han beneficiado con una situación desafortunada y Black no está necesariamente ansioso de terminar la amistad.

Como en la mayoría de los juegos, White, quien ha hecho el primer movimiento, gana de todas maneras. Si Black muestra su coraje, White puede sentirse justificado mostrándose resentido. Si Black se refrena, White puede seguir adelante disfrutando sus oportunidades de hacer más estropicios. Sin embargo, la verdadera recompensa o ajuste de cuentas de este juego, no es el placer de destruir, que es simplemente una ganancia adicional para White, sino el hecho de obtener el perdón. Esto lleva directamente a la antítesis.

Antítesis

Anti «Schlemiel» se juega no dando el pedido perdón. Después de que White dice: «Lo siento», Black, en vez de gruñir: «No importa», dice: «Esta noche puedes avergonzar a mi esposa, arruinar los muebles y echar a perder la alfombra, pero por favor no digas “Lo siento”». Aquí, Black cambia de Padre benevolente a Adulto que, objetivamente, se arroga toda la responsabilidad por haber invitado a White.

La intensidad del juego de White quedará revelada con su reacción, la cual puede ser muy explosiva. El que juega anti «Schlemiel» corre el riesgo de las represalias inmediatas, o, en todo caso, de hacerse de un enemigo.

Los niños juegan «Schlemiel» en una forma abortiva en la cual no siempre están seguros de ser perdonados, pero, al menos, tienen el placer de hacer estropicios; sin embargo, conforme van aprendiendo a comportarse socialmente, pueden aprovechar sus mayores conocimientos para obtener el perdón, que es el principal objetivo del juego tal como se juega en los correctos círculos sociales de los adultos.

Análisis

4. ¿Por qué no…? - Sólo que…

Tesis

«¿Por qué no…? - Sólo que…» ocupa un lugar especial en el análisis de juegos, porque fue el estímulo original para el concepto de juegos. Fue el primero en ser analizado fuera de su contexto social, y ya que es una de las materias más antiguas del análisis de juegos, es uno de los mejores entendidos. Es, también, el que más se practica en las reuniones y grupos de todas clases, inclusive los de psicoterapia. El siguiente ejemplo servirá para ilustrar sus principales características:

White: «Mi marido siempre insiste en hacer todas las reparaciones de la casa, y nunca hace nada bien».

Black: «¿Por qué no toma un curso de carpintería?».

White: «Sí, sólo que no tiene tiempo».

Blue: «¿Por qué no le compras unas herramientas?».

White: «Sí, sólo que no sabe usarlas».

Red: «¿Por qué no llamas un carpintero?».

White: «Sí, sólo que nos saldría muy caro».

Brown: «¿Por qué no aceptas entonces que haga las cosas tal como las hace?».

White: «Sí, sólo que corremos el riesgo de que todo se derrumbe».

Semejante intercambio es seguido de un silencio típico. Es roto finalmente por Green, que puede decir algo como, «Así son los hombres, siempre tratan de demostrar lo “eficientes” que son».

«¿Por qué no…? - Sólo que…» puede ser jugado por cualquier número de jugadores. El agente presenta un problema. Los otros empiezan a presentar soluciones, cada una de las cuales principia con un «¿Por qué no…?». A cada una de ellas White objeta con un «Sí; sólo que…». Un buen jugador puede aguantar a los otros indefinidamente, hasta que todos se dan por vencidos, y entonces gana White. En muchas ocasiones puede verse obligada a manejar más de una docena de soluciones para llegar al abatido silencio que significa su victoria, el que deja el campo abierto para el siguiente juego, del paradigma siguiente, en el cual Green cambia a «Asociación de padres de familia», del tipo «Marido delincuente». Ya que las soluciones son, con muy raras excepciones, rechazadas, es aparente que este juego debe servir para propósitos ulteriores. «¿Por qué no…? - Sólo que…» no se juega por su propósito ostensible (un Adulto en la búsqueda de información o solución), sino para tranquilizar y satisfacer al Niño. Visto por encima, puede parecer Adulto, no obstante, en carne viva, puede observarse que White se presenta como Niño inadecuado para enfrentarse a la situación: por lo que los otros se transforman en sagaces Padres ansiosos de otorgar su sabiduría para beneficio de ella.

Esto queda ilustrado en la Figura 8. El juego puede seguir su curso porque en el nivel social tanto el estímulo como la respuesta son Adulto a Adulto, y en el nivel psicológico también son complementarios con el estímulo Padre a Niño («¿Por qué no…?») obteniendo la respuesta Niño a Padre («Sí; sólo que…»). El nivel psicológico es, generalmente, inconsciente en los dos lados de «¿Por qué no…? - Sólo que…», pero los cambios de estados del ego (Adulto a Niño «inadecuado» por parte de White, Adulto a Padre «sabio» por parte de los otros) pueden ser descubiertos por el observador en los cambios de postura, en la voz y en el vocabulario.

Para ilustrar las complicaciones, es instructivo seguir con el ejemplo dado arriba.

Terapeuta: «¿Sugirió alguien algo que usted no hubiera pensado ya?».

White: «No. La verdad es que ya he puesto en práctica casi todo lo que me sugirieron. Compré algunas herramientas a mi marido y ya ha tomado un curso de carpintería».

Aquí White demuestra dos de las razones por las que los procedimientos no deben ser tomados por su valor aparente. En primer lugar, White es tan inteligente como cualquier otro del grupo, y es bastante difícil que le sugieran alguna solución que ella no haya pensado ya. Si alguno saliera con una sugestión original, White la aceptaría agradecida si estuviera jugando limpio; esto es, su Niño «inadecuado» cedería si alguno de los presentes tuviera una idea lo bastante ingeniosa para estimular su Adulto. Mas los jugadores habituales de «¿Por qué no…? - Sólo que…», como muestra White, casi nunca juegan limpio. Por otra parte, una aceptación demasiado rápida de sugestiones, nos haría preguntarnos si el «¿Por qué no…? - Sólo que…», no está sirviendo para enmascarar un latente juego de «Estúpida».

El ejemplo dado es particularmente dramático, porque ilustra claramente el segundo punto. Aun cuando White haya ensayado algunas de las soluciones presentadas, todavía las objetará. El propósito del juego no es el de recibir sugestiones, sino el de rechazarlas. Aunque casi cualquiera jugaría este juego en las circunstancias apropiadas, por su valor para emplear el tiempo, un cuidadoso estudio de personas que favorecen particularmente este juegos nos revela varios rasgos interesantes.

Primero, es característico que cualquiera de los dos bandos juegue con igual facilidad. El cambio de papeles es inherente a todos los juegos. Los jugadores casi siempre prefieren un papel a otro, pero pueden cambiarlos, y están dispuestos a desempeñar cualquier otro papel en el mismo juego, si por alguna razón eso es lo indicado. (Comparen, por ejemplo, el cambio de Alcohólico a Salvador, en el juego de «Alcohólico»).

Segundo, en la práctica clínica encontramos que la gente que favorece «¿Por qué no…? - Sólo que…» pertenece a esa clase de pacientes que eventualmente piden alguna inyección hipnótica para acelerar su tratamiento. Cuando están haciendo su juego, su objeto es demostrar que nadie puede darles una sugestión aceptable, o sea que no se rendirán nunca; mientras que, con el terapeuta, piden un procedimiento que los ponga en estado de absoluta rendición. Resulta evidente que el juego de «¿Por qué no…? - Sólo que…» representa una solución social al conflicto de rendirse.

Aún más específicamente, este juego es común entre personas que tienen temor de ruborizarse, como lo demuestra el siguiente intercambio terapéutico:

Terapeuta: «¿Por qué juega usted “¿Por qué no…? - Sólo que…”, si sabe que es una farsa?».

White: «Si hablo con alguien, tengo que estar pensando qué decir, si no, me sonrojo, excepto en la oscuridad. No puedo aguantar la conversación. Lo sé, y también lo sabe mi marido. Él siempre me lo dice».

Terapeuta: «¿Quiere usted decir que si su Adulto no está constantemente ocupado, su Niño aprovecha la oportunidad para saltar con algo que le hace sentir avergonzada?».

White: «Eso es. Así que, si puedo seguir haciendo sugestiones a alguien o consigo que alguien me las haga a mí, me siento protegida. Mientras mi Adulto pueda seguir controlado, puedo posponer el avergonzarme».

Aquí White indica claramente que teme el tiempo sin programación. Su Niño está bajo control mientras ella pueda mantener ocupado a su Adulto en una situación social; y el juego brinda una adecuada programación para el funcionamiento del Adulto. No obstante, el juego debe estar adecuadamente motivado para mantener su interés. Su selección de «¿Por qué no…? - Sólo que…», está influenciada por un principio de economía: rinde el máximo de ventajas internas y externas a los conflictos del Niño acerca de la pasividad física. Ella puede jugar con igual facilidad y gusto ya sea el astuto Niño que no puede ser dominado, o el sagaz Padre que trata de dominar al Niño de otro, pero falla. Ya que el fundamento básico de «¿Por qué no…? - Sólo que…» es el de que «ninguna sugestión es aceptada, el Padre nunca tiene éxito».

Resumiendo: mientras cada movimiento es, podríamos decir, divertido para White, y trae su propio pequeño placer al rechazar la sugestión, el verdadero objetivo es el silencio, o el silencio enmascarado que sigue cuando todos los demás se han exprimido los sesos y se han cansado de pensar una solución aceptable. Esto significa para White y para ellos, que ella ha ganado al demostrar que son ellos los inadecuados. Si el silencio no es enmascarado, puede durar varios minutos. En el paradigma, Green corta prematuramente el triunfo de White, en su ansiedad por iniciar un juego suyo, y eso fue lo que impidió que participara en el juego de White. Más tarde, en la sesión, White demostró su resentimiento contra Green por haberle cortado su momento de victoria.

Otra característica curiosa de «¿Por qué no…? - Sólo que…», es que los juegos internos y externos se llevan a cabo exactamente en la misma forma, con los papeles invertidos. En la forma externa, la que observamos clínicamente, el Niño de White sale para representar el papel del inadecuado buscador de ayuda, en un juego de muchos. En la forma interna, en el juego más íntimo de dos, jugado en casa con su marido, el Padre sale como el sagaz y eficiente brindador de sugestiones. Sin embargo, esta inversión es generalmente secundaria, ya que durante el noviazgo ella juega el lado del Niño desvalido, y sólo cuando ha terminado la luna de miel empieza a aparecer su autoritario Padre. Puede haber habido algunos descuidos conforme se fue acercando la boda, si bien su novio los habrá pasado por alto en su ansiedad por establecerse con su bien escogida esposa. Si no los pasa por alto, puede romperse el noviazgo por «buenas razones», y White, más triste aunque no más sabia, reanudará la búsqueda incesante de su pareja adecuada.

Antítesis

Es evidente que aquellos que responden al primer movimiento de White, la presentación de «su» problema, están jugando una forma de «Sólo trato de ayudarte». De hecho, «¿Por qué no…? - Sólo que…» es el inverso de «Sólo trato de ayudarte». En este último hay un terapeuta y varios clientes; en el primero un cliente y varios «terapeutas». La antítesis clínica de «¿Por qué no…? - Sólo que…» es, entonces, no jugar «Sólo trato de ayudarte». Si se inicia en la forma de, «¿Qué harías si…?», la respuesta sugerida es: «Ése es un problema difícil. ¿Qué es lo que piensas hacer tú?». Si es en la forma de, «X no trabajó bien», la respuesta debería ser: «Cuánto lo siento». Ambas respuestas son lo bastante correctas como para dejar a White sin saber qué hacer, o cuando menos para producir una negociación cruzada para que su frustración se haga manifiesta y pueda ser explorada. En un grupo de terapia, es buena idea, para los pacientes susceptibles, abstenerse de jugar «Sólo trato de ayudarte» cuando se les invita a ello.

Entonces no sólo White, sino también los otros miembros, pueden aprender del anti «¿Por qué no…? - Sólo que…», que no es mucho más que el otro lado del anti «Sólo trato de ayudarte».

En una reunión social, si el juego es amistoso e inofensivo, no hay razón para no participar. Si es un intento para explotar los conocimientos profesionales, puede requerirse un movimiento antitético; pero en tales situaciones esto despierta resentimiento, debido al desenmascaramiento del Niño de White. La mejor política en esas circunstancias, es escapar del movimiento inicial y buscar un estimulante juego de «Rapo» de primer grado.

Relativos

«¿Por qué no…? - Sólo que…» debe distinguirse de su opuesto, «Porque sí. - Sólo que…» en el cual es el Padre quien gana, y el Niño, a la defensiva, quien eventualmente se retira confuso, aunque también aquí la relación parezca literal, verdadera, racional, y Adulto a Adulto. «¿Por qué no…? - Sólo que…», está estrechamente relacionada con «Además».

El reverso de «¿Por qué no…? - Sólo que…» se semeja, al principio, a «Campesino». White hace que el terapeuta le ofrezca sugestiones que ella acepta inmediatamente, en vez de rechazarlas. Sólo después de verse bien envuelto, se da cuenta de que White se está volviendo contra él. Lo que parecía «Campesino» termina como un juego de «Rapo» intelectual. La versión clásica de este juego es el cambio de transferencia positiva a negativa, en el curso de un psicoanálisis ortodoxo.

«Porque sí. - Sólo que…» puede ser jugado como una inflexible forma de segundo grado, como «Hazme algo». La paciente rehúsa hacer las tareas domésticas, por ejemplo, y se produce un juego de «¿Por qué no…? - Sólo que…» todas las noches, cuando el marido llega a casa. Pero sea lo que sea lo que él diga, ella rehúsa, hoscamente, a cambiar su proceder. En algunos casos la hosquedad puede ser maligna y entonces se requerirá una cuidadosa evaluación psiquiátrica.

El aspecto del juego también debe tomarse en cuenta, ya que surge la cuestión de por qué el marido escogió tal esposa, y cómo contribuye él a mantener la situación.

Análisis