ANÁLISIS ESTRUCTURAL
La observación de la actividad social espontánea, más productivamente llevada a cabo en ciertas clases de psicoterapia de grupo, revela que de tiempo en tiempo la gente muestra cambios notables de postura, de punto de vista, de voz, de vocabulario y de otros aspectos del comportamiento. Estos cambios de comportamiento van casi siempre acompañados de cambios en el sentimiento. En un individuo dado, ciertos patrones de comportamiento corresponden a un estado de ánimo, mientras que otra serie de patrones de comportamiento se relaciona con una diferente actitud psíquica, frecuentemente incompatible con la primera. Estos cambios y diferencias dan paso a la idea de «estados del yo».
En lenguaje técnico, un estado del yo puede describirse fenomenológicamente como un sistema coherente de sentimientos, y, funcionalmente, como una serie coherente de patrones de comportamiento. En términos más prácticos, es un sistema de sentimientos acompañados de una serie de patrones afines de comportamiento. Cada individuo parece tener a su disposición un repertorio limitado de estados del yo, que no son representaciones sino realidades psicológicas. Este repertorio puede ser clasificado en las siguientes categorías:
Técnicamente se les llama, respectivamente, exteropsíquicos, neopsíquicos y arqueopsíquicos. En lenguaje más accesible, sus manifestaciones son llamadas Padre, Adulto y Niño, y, excepto en las discusiones más formales, estos términos son los que se emplean.
Entonces la situación es que, en cualquier momento dado, en un grupo social, cada individuo exhibirá un estado del yo Paternal, Adulto o Infantil, y que las personas pueden pasar de un estado del yo a otro, con diferentes grados de facilidad. Estas observaciones dan paso a ciertos diagnósticos. «Ése es tu padre», significa: «Estás ahora en el mismo estado de ánimo en que solía estar tu padre (o madre, o sustituto paterno), y estás respondiendo como lo haría él; con la misma postura, el mismo vocabulario, los mismos ademanes y sentimientos, etc.». «Ése es tu Adulto», significa: «Acabas de hacer una apreciación independiente y objetiva y estás hablando de los problemas que percibes, o de las conclusiones a que has llegado, sin prejuicios». «Ése es tu Niño», significa: «La forma como has reaccionado es la misma como lo hubieras hecho cuando eras un niño (o niña)». Las conclusiones son:
En este punto es apropiado dibujar la Figura 1 (a), llamada diagrama estructural. Representa, desde el presente punto de vista, un diagrama de la personalidad completa del individuo. Incluye sus tres estados del yo, el Paternal, el Adulto y el Infantil. Están cuidadosamente separados entre sí, porque son completamente diferentes y, con frecuencia, incompatibles. Al principio las características pueden no ser claras para el observador neófito, pero pronto se vuelven interesantes para cualquiera que se tome el trabajo de aprender diagnosis estructural. Será conveniente, de aquí en adelante, escribir con mayúsculas Padre, Adulto y Niño, cuando nos refiramos a los estados del yo, y, con minúsculas, cuando se trate de personas. La Figura 1 (b) representa una forma conveniente y simplificada del diagrama estructural.
Antes de dejar el tema del análisis estructural, debemos mencionar algunas complicaciones.
Rara vez resulta necesario para el análisis del juego, ir más allá de lo que hemos expuesto en lo que a personalidad estructural se refiere. Los estados del yo son un fenómeno psicológico normal. El cerebro humano es el organizador de la vida psíquica, y sus productos quedan organizados y guardados en forma de estados del yo. Ya hay concreta evidencia de esto en algunos descubrimientos de Penfield y sus asociados.[1], [2] Hay otra distribución de sistemas de clasificación, a varios niveles, tal como en la verdadera memoria, pero la forma natural de la experiencia, en sí, está en los cambiantes estados de la mente. Cada tipo de estado del yo, tiene su propio valor vital para el organismo humano.
En el Niño residen la intuición[3] y el impulso creativo y de placer.
El Adulto es necesario para la supervivencia. Es el que piensa objetivamente y computa las probabilidades que son esenciales para tratar efectivamente con un mundo adverso. Él también experimenta sus propias contrariedades y satisfacciones. Por ejemplo, el cruzar una carretera, requiere una compleja serie de conocimientos y cálculos acerca de la velocidad; la acción queda suspendida hasta que las computaciones nos indican un alto grado de seguridad de alcanzar el otro lado, a salvo. Las satisfacciones obtenidas por el dominio de estas computaciones, las debemos al Adulto. A este dominio debemos algunos de los placeres de esquiar, volar, navegar, y otros deportes móviles. Otra tarea del Adulto es la de regular las actividades del Padre y del Niño, y de servir de intermediario objetivo entre los dos.
El Padre tiene dos funciones principales. Primero, capacita al individuo para actuar efectivamente como padre de sus hijos, fomentando así la supervivencia de la raza humana. Su valer a este respecto se demuestra por el hecho de que las personas huérfanas desde la infancia parecen tener más problemas para criar a sus hijos que aquellos que contaron con sus padres hasta la adolescencia. Segundo, hace que muchas reacciones sean automáticas, lo que ahorra gran cantidad de energía y tiempo. Muchas cosas se hacen «Porque así es como deben hacerse». Esto libera al adulto de la necesidad de tomar innumerables decisiones triviales, para poderse dedicar así a cosas más importantes, dejando los asuntos de rutina al Padre.
Así, los tres aspectos de la personalidad tienen un alto valor de supervivencia, y sólo cuando alguno de ellos se desequilibra es cuando están indicados el análisis y la reorganización. De otra manera, cada uno de ellos, Padre, Adulto y Niño, tiene derecho a igual respeto y a un lugar legítimo en una vida completa y productiva.