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Qhuinn se relamía observando el espectáculo.

Blay estaba sentado en la cama que había contra la pared al fondo de la habitación; su torso perfecto se inclinaba hacia delante para poder tomar de la vena de la Elegida mientras sus manos, esas manos fuertes, capaces y bien entrenadas, sostenían delicadamente la frágil muñeca contra su boca, como si, aun en medio de la agonía de alimentarse, siguiera siendo un caballero.

Su pecho se inclinaba, sus costillas bajaban y subían con cada respiración y la cabeza se movía levemente con cada trago.

Qhuinn casi no podía permanecer donde estaba. Ansiaba con desesperación encontrarse también sobre ese colchón, retorciendo ese cuerpo un poco más hasta poder penetrarlo por detrás. Quería morder a Blay en la garganta, mientras él tomaba de la Elegida. Quería follarlo durante doce o quince horas seguidas cuando los dos terminaran.

Después de todo el drama con Luchas, ese breve e intenso respiro le proporcionaba un alivio glorioso y culpable: sencillamente era demasiado bueno poder concentrarse en algo tan placentero; su mente cansada y su cuerpo exhausto estaban listos para recibir toda esa energía que le daría el impulso necesario para volver a la realidad fuerte y decidido.

Dios, su hermano…

Qhuinn sacudió la cabeza y se entregó a propósito a una imagen erótica. Cuando vio que Blay se metía la mano entre las piernas y acomodaba algo a la altura de su bragueta, confirmó que su amigo estaba completamente excitado.

Como si ese delicioso aroma no fuera lo bastante evidente.

Y justo cuando Qhuinn estaba a punto de perder el control, Blay levantó la cabeza y dejó escapar un gemido de satisfacción. Luego lamió los pinchazos que había hecho.

A la mierda con la idea de alimentarse, se dijo Qhuinn. Lo único que él necesitaba era a Blay…

—¿Y usted, excelencia? —preguntó la Elegida.

A la mierda. Probablemente sí debía hacerlo.

Además, era obvio que Blay se encontraba en medio de ese letargo que se producía después de alimentarse, con el cuerpo lento, la mirada borrosa… y Qhuinn aprovechó la situación y se metió entre el guerrero y la Elegida para sentarse sobre la cama. Al hacerlo, restregó su trasero contra la polla de Blay, que dejó escapar un gruñido al sentirlo.

La hembra le ofreció su muñeca y Qhuinn la tomó con avidez. Blay estaba tumbado junto a él y le resultó muy fácil… Se levantó la camiseta y cogió la mano de su amigo para metérsela por debajo de los pantalones.

Qhuinn ocultó un gruñido mientras chupaba con fuerza de la vena de la Elegida, pero el siseo que dejó escapar Blay resonó por todo el cuarto.

Quizás la Elegida supondría que…

Qhuinn entornó los ojos cuando Blay empezó a acariciarlo y la fricción amenazó con hacer que se corriera allí mismo, lo cual no era algo que quisiera hacer en presencia de Selena.

Pero, ay, joder, eso era…

Qhuinn se metió la mano por debajo de los pantalones y detuvo el movimiento.

Así que Blay les dio un buen apretón a sus pelotas.

Llegó al clímax un segundo después y el orgasmo se escapó de su control antes de que pudiera pensar en algo que lo distrajera. Sencillamente el placer era tan intenso que sintió que se desmayaba dentro de su propia piel.

La risa que eso le produjo a Blay fue más erótica que el diablo.

En todo caso, ya tendría tiempo de desquitarse, pensó Qhuinn.

Pero resultó que, en realidad, no podía esperar. Así que retiró sus colmillos y dejó de chupar antes de tiempo, porque su deseo de apropiarse de algo más lo superó por completo y pensó que ya había llegado la hora de enviar a Selena de vuelta a su casa.

Sacar a Selena de allí, de manera gentil pero expedita, fue algo que hizo con el piloto automático. No tenía ni idea de qué estaba diciendo, pero al menos ella sonreía y parecía contenta, así que seguramente había hecho lo correcto.

Por otro lado, sí recordó que debía cerrar la puerta con llave.

Y luego, al dar media vuelta, se encontró con la imagen de Blay acostado en la cama y masturbándose, mientras sus manos subían y bajaban por su polla. Todavía tenía los colmillos largos y sus ojos brillaban bajo pesados párpados y, puta mierda, estaba tan sexy…

Qhuinn se quitó las botas. Los pantalones. La camisa.

Blay llegó al orgasmo aun antes de que Qhuinn se dirigiera a la cama, así que pudo ver cómo su amigo arqueaba el cuerpo y gemía, al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás sobre la almohada y sacudía las caderas.

Como si la imagen de Qhuinn totalmente desnudo fuera demasiado para sus sentidos.

El mejor cumplido que le habían hecho.

Qhuinn atacó la cama echándose sobre Blay y buscando aquella suave boca de la cual se apoderó en segundos. Después le arrancó la ropa, y los botones de la bragueta de los pantalones de cuero de Blay saltaron por el aire y aterrizaron en el suelo de linóleo como si fueran monedas, mientras la camisa quedaba hecha trizas. Luego quedaron los dos desnudos, sin que nada los separara.

Mientras se restregaban el uno contra el otro, Qhuinn supo lo que quería hacer. Pero estaba demasiado desesperado y ansioso para pedirlo con educación… o para hablar sobre ello.

Lo único que pudo hacer fue despegarse de aquella boca, quitarse de encima de Blay, dar media vuelta y estirar la mano hacia atrás para llevar la polla de su amante hacia él mientras levantaba una pierna.

Y Blay tomó el control a partir de ese momento. Sabía con exactitud lo que tenía que hacer…

Qhuinn sintió entonces cómo lo acomodaban con manos bruscas y, antes de que se diera cuenta, estaba a cuatro patas, con la cara contra el colchón y respirando pesadamente por la boca. Todo eso era tan extraño, dejar que otro tomara el control… y sentirse tan vulnerable en medio del deseo…

—¡Ay, mierda! —gritó cuando Blay lo poseyó. Las sensaciones de dolor y placer, ensanchamiento y ajuste se mezclaron en un cóctel que lo hizo correrse con tanta potencia que vio estrellas.

Y luego Blay empezó a moverse.

Qhuinn apoyó los brazos y se echó hacia atrás, mientras resistía el embate de su amigo y todo ese rollo de la virginidad se evaporaba para siempre.

Ay, joder, era una sensación increíble y cada vez se ponía mejor. Al sentir que Blay le pasaba un brazo por el pecho y hacía más presión, el ángulo cambió y la penetración fue más y más profunda, más y más rápida, mientras la cama se mecía y empezaba a golpear contra la pared, y los jadeos que sentía en su oído se volvían cada vez más desesperados…

Cuando llegó el momento culminante, Qhuinn experimentó el ardor más fabuloso que había sentido en la vida y que fusionó no solo su propia eyaculación sino la de Blay, mientras todo su cuerpo se contraía, su pelvis se preparaba para recibir la semilla de Blay y sus brazos se preparaban para sostenerlos a los dos…

Cuando Blay se corrió, el bombeo se volvió tan fuerte que Qhuinn empezó a darse golpes en la cabeza contra la pared, aunque no le importó. Y luego aquella polla empezó a sacudirse con violencia…

Y Qhuinn se sintió totalmente poseído por otra persona, por primera vez en su vida.

Era… todo un milagro.

‡ ‡ ‡

Naturalmente, Blay se demoró un rato hasta quedar satisfecho. Y a Qhuinn no pareció molestarle.

Cuando se produjo por fin una pausa que duró más de minuto y medio, Qhuinn se relajó y se dejó caer sobre la cama, acostándose de lado. Al parecer Blay también estaba exhausto, pues su cuerpo siguió el ejemplo del de su amigo y se estiró detrás de él.

Pero el brazo de Blay se quedó donde estaba.

Y lo que importaba ahora, más allá de toda la experiencia, era el peso de ese brazo sobre su pecho. Porque el hecho de que se quedara ahí los convertía no en dos machos que acababan de follar y estaban acostados uno junto al otro… sino en amantes.

En realidad él nunca había tenido un amante, y no solo porque esta hubiese sido la primera vez que lo penetraban. Había tenido muchas experiencias sexuales, sí. Pero nunca había habido nadie cuyos brazos quisiera sentir alrededor de su cuerpo después del acto sexual. Nunca había habido nadie a quien quisiera abrazar.

Sí… Blay era su primer amante de verdad.

Y aunque había perdido la oportunidad de tener ese honor con él, le parecía que era así como tenía que ser, que era lo más apropiado que Blay fuese su primer amante. Nadie podía quitarte jamás tu primer amante y por eso se consideraba afortunado. Había oído rumores de que muchas veces esa experiencia era realmente dolorosa para las hembras, o algo tan caótico que era imposible recordar los detalles.

En su caso no había sido así. Aquello era algo que él recordaría siempre.

Detrás de Qhuinn, Blay seguía respirando profundamente, irradiando un delicioso calor que mantenía unidos sus cuerpos.

Y Qhuinn quería aprovechar ese espacio de paz. De modo que, moviéndose muy despacio —como si pensara que así tal vez Blay no lo notaría—, cubrió el brazo de Blay con el suyo… y puso su mano sobre la de su amigo.

Luego cerró los ojos y rezó para que el otro no se apartara. Para poder quedarse así durante un rato.

Mierda, el súbito temor que lo invadió fue toda una tortura y lo hizo pensar en la naturaleza del valor.

En el valor que le había faltado cuando se trataba de su relación con Blay.

De repente recordó cómo le había dicho una vez a Blay que solo se veía en el futuro con una hembra. Y que esa era la razón por la que no podía aceptar lo que él le estaba ofreciendo. En esa época se lo había dicho muy en serio, pero qué poco le había durado esa convicción.

Se había portado como un cobarde.

—Dios, me siento en carne viva —susurró Qhuinn.

—¿Qué? —respondió Blay con tono somnoliento.

—Me siento…

—Expuesto.

¿Y si Blay se levantaba y se iba en ese momento? Qhuinn se volvería añicos y nunca podría reponerse.

No lo hizo. Solo resopló y movió el brazo, pero para apretar más a Qhuinn contra él, no para apartarlo.

—¿Tienes frío? Estás temblando.

—¿Me calientas?

Se oyó un ruido y luego una manta cayó sobre los dos. Después se apagaron las luces.

Blay respiraba tranquilo y parecía contento de quedarse allí. Qhuinn cerró los ojos… y se atrevió a entrelazar sus dedos con los de su mejor amigo, formando un sello entre los dos.

—¿Estás bien? —preguntó Blay con voz ronca. Como si solo quedara una pequeña luz encendida en su cerebro, pero aun así se preocupara por él.

—Sí. Solo tengo frío.

Qhuinn volvió a abrir los ojos en medio de la oscuridad. Lo único que veía era la línea de luz que se proyectaba bajo la puerta, a nivel del suelo.

La respiración de Blay se fue haciendo cada vez más lenta a medida que lo invadía el sueño. Qhuinn siguió observando la oscuridad, aunque no podía ver nada.

Valor.

Había pensado que tenía todo lo que necesitaba, que gracias a lo que había vivido durante la infancia se había vuelto más fuerte y más duro que los demás. Y su forma de trabajar, corriendo hacia el interior de edificios en llamas, o pilotando un avión que parecía un milagro que pudiera levantar dos palmos del suelo, lo demostraba con creces. Que su manera de vivir, esencialmente aislado, implicaba que era muy fuerte. Que estaba a salvo.

Pero la verdadera medida del valor todavía le era desconocida.

Después de demasiados años, por fin le había dicho a Blay que lo sentía. Y luego, después de demasiados dramas, por fin le había dicho que le estaba agradecido.

Pero ¿tendría el valor de decirle que estaba enamorado de él? ¿Aunque Blay tuviese otro amante?

Eso sí marcaría una gran diferencia.

Y, maldición, estaba dispuesto a hacerlo.

No para acabar con la relación de Blay y Saxton, no. Y tampoco para agobiar a Blay.

Lo haría porque necesitaba hacerlo. Aunque arriesgaba mucho, aunque no tenía muchas esperanzas, debía lanzarse. Sería como saltar de un avión sin paracaídas, trabajar en el trapecio sin red.

Blay lo había hecho no solo una sino varias veces. Y Qhuinn deseó dar marcha atrás en el tiempo y volver a alguno de aquellos momentos, y castigarse por no haber entendido entonces la oportunidad que se le estaba ofreciendo.

Por desgracia no podía hacerlo. Las cosas no funcionaban así.

Ya era hora de que demostrara en qué consiste el verdadero valor, la entereza… y, probablemente, también había llegado la hora de soportar el dolor que sentiría cuando fuese rechazado, sin duda con mucha más amabilidad que la que él había tenido con su amigo en las mismas circunstancias, cuando lo rechazó sin contemplaciones.

Qhuinn se llevó los nudillos de Blay a la boca y los besó con delicadeza. Luego cerró los ojos y se entregó al sueño, abandonándose a la inconsciencia, pero sabiendo que, al menos durante las próximas horas, estaba a salvo en los brazos de la persona más importante en su vida.