El agua sigue subiendo. Ya no se ven espigas sobre la superficie. Sobresalen aún algunos árboles, las cortinas primeras a medio cubrir y las rocas junto a la carretera que asoman sólo la punta. Hay una extrañeza en todo. Parece notarse en las rocas, en los árboles, en todo el contorno, que el paisaje no está hecho para tener en medio un mar. A lo lejos, sobre el agua, el paredón blanco de la presa cerrando el valle.