A mis queridísimas Lucía, Silvia, Chini y Esperanza que ya no están.
A los amigos de siempre, con los que espero seguir disfrutando en la vejez.
A cuantos me ayudaron con sus reflexiones sobre el paso del tiempo.
A todos los que comparten conmigo el mismo paisaje todos los veranos.
A mi hermano, sus hijos, las madres de sus hijos y sus nietas, porque aún nos reímos juntos en las fiestas.
A mis complacientes y detallistas editores.
A los poetas, novelistas, filósofos, pintores, músicos, científicos y cineastas que me acompañan en estas páginas y a lo largo de la vida.
Y también a los amigos de mis hijos, para que de vez en cuando se acuerden de mí.
Fin