Frutos prohibidos

En la literatura erótica el sexo oral recibe a veces el nombre de frutos prohibidos, pero no es el caso analizar aquí las incongruencias del lenguaje y la pacatería. Basta recomendar como estupendos afrodisíacos tanto los frutos prohibidos como otros permitidos, que a continuación enumeramos por puro afán preciosista.

Almendra. En la mitología la almendra surge de la vulva de la diosa Cibeles, pero no creo que eso sea motivo de alarma. Almendra, leche, miel… ¿no evoca Las mil y una noches y al Cantar de los cantares? Se asocia con pasión y fertilidad, es el componente más sensual de la pastelería árabe. En Italia se usaba como medicina y excitante amoroso, tal vez de ahí proviene la costumbre de ofrecer almendras antes de la comida para acompañar el cóctel. Su aroma, penetrante, persistente, a veces ligeramente amargo, se supone que excita a las mujeres y por eso se usa con deleite para cremas, jabones y lociones de masaje.

Avocado. En algunas partes se considera un vegetal, pero en realidad es un fruto que los aztecas llamaban «ahuacatl», que quiere decir testículo. Es, sin embargo, un fruto «femenino», de textura suave y sabor delicado, que evoca sensualidad más en las mujeres que en los hombres. Fue llevado a Europa por los conquistadores españoles, quienes se encargaron de propagar su Jama de estimulante al punto que los sacerdotes católicos lo prohibían a sus feligresas en el confesionario. Contiene tantas calorías, que prefiero usarlo para decorar los platos, para máscaras de belleza y para algunos juegos traviesos.

Banana. Se asocia con energía erótica en el Tantra y es el símbolo fálico por excelencia, aunque no sé a qué hombre le gustaría tenerlo amarillo con manchas. Creo que de afrodisíaco sólo tiene la forma, pero eso es mejor que nada…

Coco. En India se cree que aumenta la calidad y cantidad del semen y cura enfermedades de las vías urinarias. A una bebida hecha con leche de coco, miel y especias, se le atribuyen propiedades estimulantes, pero pueden ser las especias, más que el coco, las responsables de tal efecto.

Dátil. Contiene muchas vitaminas y calorías, un puñado de ellos equivale a una comida completa, da energía y aumenta la potencia viril y la coquetería en las mujeres, razones de sobra para ser uno de los pilares de la dieta de África y el Medio Oriente, donde nunca falta en las alforjas de las caravanas de camellos por el desierto. Con el jugo fermentado de la corona del árbol del dátil se prepara un licor afrodisíaco llamado vino de palma.

Durazno y albaricoque. Tal vez las más sensuales de todas las frutas, por su perfume delicioso, su textura suave y jugosa y su color encarnado, representación elocuente de las partes íntimas de la mujer. El durazno es originario de China, donde se cultiva desde hace más de dos mil años. Shakespeare conocía su mágica reputación y en Sueño de una noche de verano las hadas lo usan como afrodisíaco.

Ciruela. Como el durazno, se usa en el arte chino como símbolo de las partes íntimas de la mujer.

A pesar de que la he olvidado

continúo comiendo una ciruela tras otra…

—Haiku de James Tipton

Fresa y frambuesa. Delicados pezones frutales que, en el código del erotismo, invitan al amor. Son el complemento ideal de la champaña en los rituales del cortejo, como decía la bella y frívola Paulina Bonaparte.

Granada. Llegó a Europa junto con la invasión de los árabes. En algunos textos eróticos de Oriente se le atribuyen virtudes afrodisíacas y se asocia con ceremonias de fertilidad, de allí proviene la tradición de usar los granos en fiestas nupciales, tal como en Occidente se usa arroz. En Grecia era la fruta ceremonial en los ritos dionisíacos, junto con uva e higos.

Higo. En la antigua Grecia esta fruta era uno de los alimentos sagrados asociados con la fertilidad y el amor físico. En China se regalaba a los novios y en Europa se considera afrodisíaca por su forma y color; en algunas partes llaman higo a la vulva, en otra a los homosexuales.

Mango. Como tantas otras frutas tropicales, es de olor y sabor intenso. La pulpa anaranjada, rica en vitaminas, es la base de muchos platos en Asia y Polinesia, donde se considera un alimento masculino, por su forma de testículo, asociación algo exagerada, teniendo en cuenta el tamaño de los mangos.

Manzana. Es el símbolo de la tentación.

Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Génesis 2:16-17

Pero la serpiente convenció a la mujer y ésta a su compañero y ambos comieron y ahí empezaron los problemas de la pareja humana. No dice la Biblia, sin embargo, que el fruto fuera una manzana. Se supone que los padres de la Iglesia —célibes y misóginos— escogieron la manzana como el fruto prohibido porque al cortarla por la mitad aparecen las semillas dispuestas en forma de vulva, parte de su anatomía que la malvada Eva usó para tentar al bueno de Adán. Más adelante en la historia la Sulamita le canta a Salomón:

Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas, porque estoy enferma de amor.

Cantares 2:5

De todos modos, la fama de la manzana en las lides del amor es universal. Se usaba en muchas pociones mágicas filtros y encantamientos. Los licores de manzana, como el calvados y la sidra, son estimulantes y se cree que rejuvenecen.

Membrillo. Junto con la manzana y la granada, es la fruta simbólica de Afrodita, la diosa del éxtasis sexual y la juventud.

Pera. Favorita del arte erótico por su forma de cuerpo femenino, contiene vitaminas y iodina. La ensalada de peras en lonjas finas, berros frescos y nueces peladas es una forma interesante de comenzar una cena amorosa, entre otras cosas, porque puede comerse con los dedos y tiene un olor delicioso.

Uva. Ninguna orgía que se precie de serlo puede carecer de uvas, la fruta asociada con el placer, la fertilidad, Dionisio, Príapo, Baco y cuanto dios alegre existe en todas las tradiciones, porque de la uva se hace el vino y sin vino cualquier intento de orgía se torna en fastidio colectivo.

Pistacho. Es un pequeño fruto muy popular en toda Asia, que se menciona en la Biblia y en escritos persas y árabes. Las mujeres en los harenes consumían con determinación pasteles de almíbar con pistacho para mantener sus formas redondas y sus hoyuelos, que entonces eran apetecibles y hoy lamentablemente son pura grasa y celulitis.

Sé lo que está pensando, abnegado lector o lectora: ¿por qué esta lista interminable? ¿No puede esta mujer acaso resumir en un solo etcétera? No, no puedo. Usted puede saltarse la enumeración, si así lo decide, pero el rigor científico me obliga a ser exhaustiva. Si un día este libro se publica, pretendo alcanzar fama de primera autoridad mundial en afrodisíacos. Vendrán de todos los rincones de la Tierra a consultarme y si me quedo viuda, no me faltarán pretendientes.