BOUILLABAISSE

Esta sopa se prepara en la costa, porque se necesitan seis clases de pescado, todos recién sacados del mar, que serán lavados y cortados en grandes trozos sin el menor respeto, descartando las colas, las cabezas y otras partes que parezcan poco apetecibles al ojo pudibundo. En una olla de hierro, negra y fea, deberá freír tres dientes de ajo picado en dos tercios de taza de un buen aceite vegetal. Agregará de un solo gesto tres tomates grandes pelados y picados, una pizca de azafrán y una cucharadita de azúcar, por pura superstición, porque el sabor no se nota. También sal y pimienta, por supuesto. Vertirá ocho tazas de agua y una de vino blanco seco, de buena calidad (no crea que porque lo diluye en caldo puede usar cualquier brebaje de ínfima categoría). Esto deberá hervir a todo fuego. Echará enseguida dos tercios de taza más de aceite y los trozos de pescado, comenzando por los de carne más firme, que hervirán unos diez minutos, y luego los más blandos, que no requieren más de cinco de cocción. Finalmente servirá esta rústica sopa afrodisíaca en grandes platos de cerámica. En Marsella el caldo se sirve separadamente con croutons, pero es un lío: ponga todo junto y acompañe con un buen pan campesino o la inefable baguette.