XI

CONFESIONES DE UN COMEDOR DE GOFIO CUBANO

Sobre el opio:

Cita del Monje de los Seis Dedos (Selelo, Dinastía Ch’ingA II):

«El opio es la religión de los chinos».

De Marx (¿me preguntó si Marx habría leído a Hegel? Groucho. Groucho Marx, no Groucho Hegel):

«El trabajo es el opio de los pueblos».

De Gregory LaCavia:

«El cine es el opio de los espectadores».

De Silvestre Servidor (dinastía C’in’E):

«El opio es el cine de los ciegos».

Cuatro siglos antes de Sartre, Christopher Marlowe:

Faustrus (dijo así, luego se corrigió en serio): Faustus: Where are you damned?

Mephistopheles: In hell.

Faustrus: How comes it then thoubart out of heel?

Mephistopheles: Why this is hell.

Días-Faustos:

Hay muchas exégesis de El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde: unas inteligentes (Borges), otras populares (Víctor Fleming), otras todavía desconcertantes (Jean Renoir). Fíjate que te hablo de la literatura y del cine y de la televisión. La cultura actual. Debe haber muchas más que se me escapan, antes, pero no creo que ninguna de las interpretaciones —Arsenio De Cuency comenzaba a opinar de cualquier cosa. Los titulitos pertenecen, por supuesto, al anotador, mágicas o psiconalíticas o racionalistas— desvele el único misterio (Pausa. Arsenio Wolfang Cuéthe dramatizaba sus palabras, segunda copa en mano). La corta novela de Stevenson. Silvestre es, anota, otra versión del mito de Fausto.

El Arte y los Discípulos:

«Neither the lunar nor the solar spheres,

Nor the dry land nor the waters over earth

Nor the air nor the moving winds in the limitless spaces Shall endure ever:

Thou a’one art! Thou alone!

Rag Majh Ki Var

The Sacred Writings of the Sighs

Cuévafy:

«¿Y qué será de nosotros sin los bárbaros?

Esa gente era como una solución».

Mansportret:

«The condom is a mechanical barrier used by the male».

Elizabeth Parker, M. D.

The Seven Ages of Women

¿Qué dirá de esto Fileteo Samaniego, escondido autor de Uminña?

Una pregunta que me hacen siempre al oído, tarde en la noche, una voz con acento italiano: ¿Existió alguna vez Vittorio Campolo?

Los ingleses en el baño:

Las bañaderas Eurcka (Shanks Co., Ltd., Barnhead. Scotland: ver hotel Siracusa en la playa del Caney) habrían facilitado considerablemente la labor creadora de Arquímedes (¿O se trata de una prueba más del incontenible humor de los fontaneros ingleses?).

La Nada es el otro nombre de la Eternidad:

Hay más nada que ser. La nada está siempre ahí, latente. El ser tiene que hacerse expreso. El ser sale de la nada, lucha por evidenciarse y luego desaparece otra vez, en la nada.

No vivimos en la nada, pero de alguna manera la nada vive en nosotros.

La nada no es lo contrario del ser El ser es la nada por otros medios.

Musa paradisíaca o la hoja que corta el nudo de Cué atado:

Los descubridores tomaron nuestro manatí por la sirena: las mamas, la cara casi humana y la manera de hacer el coito, facilitaron la analogía. Pero se les escaparon otros símbolos más cubanos porque son vegetales.

La palmera, con su tronco femenino y la cabellera verde del penacho, es nuestra medusa.

El tabaco (el cigarro, puro de marca para aquellos extranjeros que ves en el rincón oscuro) encendido es otra ave fénix: cuando parece apagado, muerto, la vida del fuego surge de entre sus cenizas.

El plátano es la hidra tropical: se le corta la cabeza frutal y surge enseguida otra suplente y la planta cobra nueva bida, nueba vida.

Cantata del té, Nocturno del café, Fuga del mate:

El café es un estimulante sexual. El té, intelectual. El mate es una borra amarga, primitiva, de una madrugada lunfarda de 1955 en Nueva York. (Hablo para mí y un poco para ti, Silvestre. No me importa lo que digan los científicos. Por esto pongo el ejemplo privado y lejano).

Un café en 12 y 23, al alba, amaneciendo, el aire de la mañana y del Malecón en la cara, golpeando con mis sentidos y la velocidad (lo que tiene de embriagador la velocidad es que convierte un acto físico en experiencia metafísica: la velocidad transforma el tiempo en espacio —yo, Silvestre, le dije que el cine transforma el espacio en tiempo y Cué me respondió, Ésa es otra experiencia más allá de la física), la velocidad, yo mismo, pegado de frente y de perfil a esa aura mañanera, el estómago vacío y el cansancio haciéndote conciente del cuerpo, con la feliz lucidez del insomnio por delante y por detrás una noche, una-noche-toda-de-murmullos-y-de-música-de-fondo, grabando, es entonces que el café —un simple café de tres centavos— negro, solo, tomado cuando El Flaco, esa sola sombra larga, deja su guardia nocturna, después de haber escandalizado a los noctámbulos, a los obreros que van temprano al trabajo, a los serenos fatigados, a las putas mojadas por el rocío y por el semen, a todos ellos, a la fauna del zoológico nocturno que está a las puertas del cementerio de Colón, a esos, con Chaicovski o con Prokoffiev o con Stravinski (y dejen que su melomanía llegue a Webern y Schoenberg y, ¡dios mío!, lo lincharán, a Edgar Varése), nombres que El Largo, flacamente, apenas puede pronunciar, sonándolos en 23 y 12 (y fíjate que 23 y 12 suman 35 y 3 y 5 suman 8 mientras que las sumas respectivas de 2 y 3 y por otra parte de 12 arrojan 5 y 3, que es también 8: esa esquina está condenada a tener que ver con los muertos: 8 es muerto en la charada, como sabes: eso explica por qué estando el cementerio en Zapata y 12, a una cuadra larga, 12 y 23 es sinónimo popular y habanero de cementerio) en su tocadiscos portátil y miserable y con música rayada —esa media taza de agua y aroma y negrura se transforma (dentro de mí) en una urgencia de ir a buscar, Eribó de las actrices, a N o a M o a M o a N, a su casa y despertarlas de su sueño de grandeza escénica y entre su somnolencia torpe y mi afilada vigilia y el calor turgente de la mañana del verano eterno, hacer el amor hacer el amor hacer el amor— acerelamor, aceralamo, acelera, acere.

El té siempre me hace trabajar, pensar, querer hacer, intelectualmente hablando.

Tiene que haber alguna explicación científica, algo relativo a la excitación lobular o a la actividad de la circulación sanguínea o lo que los frenólogos llamarían una perfusión bajo la corteza craneana y también la titilación, por simpatía, del plexo solar. Pero no quiero conocerla, que no quiero verla, no quiero saber está hipótesis. No me la digas, Silvestre. Que no.

Lo siento por Macedonio Fernández, por Borges y tal vez por Bioy Casares, aunque estoy dispuesto a alegrarme por Derrota Ocampo: el mate no hace una cultura. Godspeed:

Te burlabas de oír a Palestrina sentado en un jet. Sí, el padre Vitoria es mi copiloto y todo eso. Pero has pensado en el efecto que tiene que tener la velocidad sobre la literatura. Piensa por favor, nada más que en este fenómeno: un avión que viaja entre Londres y París, llega cinco minutos antes de la hora en que salió cuando el jet hace el vuelo de regreso ParísLondres. ¿Qué pasará cuando el hombre viaje a 5 o 6 mil kilómetros por hora y compruebe que piensa más lentamente que se desplaza? ¿Es ese hombre la misma caña pensante que creía Pascal? Y todavía, a veces, te parece que manejo muy rápido.

Por qué no escribo:

Me preguntas a menudo por qué no escribo. Te puedo decir que porque no tengo sentido de la historia. Me cuesta el esfuerzo de un día entero pensar en el día siguiente. Jamás podré decir, imitando a Stendhal, Seré leído hacia 2,058. (Que suma 15 o 33, que los dos suman 6, número par que tiene una imagen impar en el espejo: el 9.) Domani e troppo tardi.

Además, no siento ninguna veneración ni por Proust (dijo, claramente, Prú), ni por James Joyce (Cué pronunció Schame Choice) ni por Kafka (sonaba kaka en su voz bien cuidada). Trinidad Santísima, sin adorar la cual parece imposible escribir en el Siglo XX y como no podré escribir en el Siglo XXI.

¿Es mi culpa si Bay City me dice más que Combrai? Sí, supongo que sí. ¿A ti también? Tú lo llamarías el Síndrome de Chandler

¿Hablando de Laura Cton?:

El joder corrompe, el joder total corrompe totalmente.

Way of Livink:

Vivo entre lo provisorio y el desorden, en la anarquía. Este caos tiene que ser de todas-todas otra metáfora de la vida.

¿Quién será mi ventrílocuo?

The Time Killer:

La duquesa de Malfi perdonó a sus verdugos porque otro tanto haría el catarro. ¿A qué tanto odiar a Hitler? La mayor parte de las gentes que mató estarían muertas ahora. Hay que hacer una campaña, en la ONU, dondequiera, para declarar genocida al tiempo.

Ejemplos de Caos metáforico o vital:

Fábula de Helio y Gábalo: Estuve trabado en lucha incierta con Juan Blanco, alias Jan DeWitte, autor de Canción Triste, que compuso con el nom-de-plume de Giovvani Bianchi. Bajamos de su casa a las ocho de la noche a Paseo y Zapata. Juan pide batido de chocolate, yo jugo de tomate. Él, helado de guanábana, Arsenio Cué: fresas con crema. JB: jugo de piña y detrás un V-8 —el otro, una frita—. Juan se come un pan con bisté, porque sabe que llegó la era de los sólidos. Yo pido un arroz con leche: hay tiempo de vivir y tiempo de morir, tiempo del entrante y tiempo postrero. Juan Blanco masca un pudín de pan, yo huelo un cheeseburger. JoB pide masarreal, moi pastel de guayaba. (Se nos acaban la lista y la vida, ¡coño!). Iván un litro de leche, siberianamente fría, sibaritamente ingerido. Al verlo le hago señas de ¡voy!, y salgo corriendo lívido, cerúleo, para el baño mortal. Claro que perdí la batalla. My kingdom for a cow! Cuando regreso, Juan, Sean, Johannes, John, Joao, toda esa gente toman el alkaseltzer de Segovia. Pero el litro, hélas, está vacío. Lo conservarán, fundido en platino e iridio, en el museo del pesevres. Ave Ioannis Vomituri te Salutant. SPQIB.

Subirnos de nuevo a su apartamento. Esta noche se lle na con alumnas del conservatorio. Vienen a oír por tercera vez, Dios mío, la Novena, sinfonía de ese «monstruo encadenado», como llamó una ninfa musical el otro día, aquí mismo, a Beethoven. No te alarmes, Silver Tray, que otra insistía en apodarlo el Ciego de Bonn. Y como todavía es muy temprano para el Sordo y muy tarde para las Duses, hubo otra (se dan por degeneración espontánea) muchacha líbida que me llevó al balcón, yo frotándome las manos del cuerpo. Pero todo lo que hicimos fue comprobar, una vez más, la teoría de la relatividad. Me enseñó una luz, Venus, me dijo, el Lucero del Alba. Lo grave no es que fuera al anochecer ni el fiasco erótico, sino que miré y vi solamente un bombillo brillando amarillo y soez en una azotea. Todo se vino abajo, pero no dije nada, creyendo en Brecht, que dice que la verdad no se debe decir a todo el mundo.

Esta noche de la batalla nabal bajamos de nuevo a medianoche, todos, a comer algo después del maratone. Las muchachas insistían, melómanas, en que no se debe comer sólido después del alimento espiritual que nos depararon el alma torturada de Luis Van y los bien pagados ingenieros de la Víctor. Asentimos, con cara de convencidos y ocultamos los eructos tarareando.

Ah oscarwilderness:

«There is a land full of strange flowers and subtle perfumes… a land where all things are perfect and poisonous». La carga de los 666.

Volvió con los números, que era su carga de los 666. Arsenio Cué estaba tan enamorado de los números como de sí mismo o viceversa.

El 3 era el Gran Número, casi el Número Uno, porque era el primer número primo, los que no se dejan dividir más que por sí mismos y por la unidad. (Cué dijo la Unidad).

¿No te parece curioso que el 5 y el 2 sean números tan diferentes y tan iguales? (No le dije que no y él no me dijo por qué sí).

El número 8 es otra de las llaves del Misterio. Está hecho por dos ceros y es el primer continente de un cubo. El Gran Paso, es decir, el 2, es su raíz cúbica y a su vez 8 es el doble de 4, el número geométrico o pitagórico por excelencia. Vertical es todo esto y más en la charada cubana significa muerto, y 64, en esta misma charada, es muerto grande, el Gran Muerto. 8 x 8 = 64 como creo que sabes. (Le dije que sí con la cabeza de la poya). En la antigüedad era el número dedicado a Poseidón, ese Neptunono que en Cuba tiene calles y estatuas y farolas, a quien tú quieres tanto. La calle, no te olvides, nace en el Parque Central.

Ese mismo número se fatiga y se acuesta, se alarga, no tiene fin, es el infinito. (O su símbolo, que es lo único cierto que sabemos de él, le dije. No me oyó). El espacio es un Lecho de Procusto.

El cinco (perdón, Cué, viejito, el 5) es un número mágico en la mitología numérica china: ellos inventaron los cinco sentidos, los cinco órganos del cuerpo, etc.

El 9 es otro número con un comportamiento «extraño». Es, por supuesto, el cuadrado de 3, que es el primer número impar verdadero, ya que el 1 es la unidad, la base, nuestra madre. (¿Y el cero?, le pregunté). Es una convención árabe, me dijo. No es un número. (Pero es nuestro infinito, le dije. Partimos de él y en él terminamos. Se sonrió. También me hizo un cero con los dedos, ese mudrá popular que indica además que todo va o fue bien o que no hay nada). 9 sumado por sí es 18 y multiplicado por sí mismo es 81. Al revés y al derecho, el número en el espejo. Como puedes ver, sumados cada uno de sus dígitos nos volvemos a encontrar con el 9.

¿Sabes que los números primos son extraños ante los números pares y los impares? (No lo sabía). Sí, su serie es discontinua y arbitraria y todavía no está completa. Ni se completará jamás. Solamente los grandes matemáticos y los grandes magos encuentran números primos o pueden encontrarlos.

(¿Dónde, entre ellos, estaría Arsenio Cué?).

Te voy a enseñar el verdadero número perfecto. (Se detuvo y me miró). ¿No te parece extraño que en casi todas las máquinas de escribir, en la tuya es así, me consta, el signo de número queda encima del 3, como diciendo que ése es el Número? Es el gran cuadrado.

(Cogió con gran aparato una servilleta de papel y sacó mi pluma del bolsillo. Empezó a pintar números).

...4... ...9... ...2...

(Se detuvo. Pensé que iba a sumar).

...4... ...9... ...2...
...3... ...5... ...7...

(Dejó de dibujar números y me miró. Todos números primos, me dijo).

...4... ...9... ...2...
...3... ...5... ...7...
...8...

(Esperemos que no esté él tan borracho como tú, le dije. O a la menor provocación, como dice Eribó, estaremos lidiando con el infinito).

...4... ...9... ...2...
...3... ...5... ...7...
...8... ...1...

(Estabilidad para ti, me dijo, sonriendo, y para mí).

...4... ...9... ...2...
...3... ...5... ...7...
...8... ...1... ...6...

(Miró al papel, triunfante, como si hubiera inventado o estuviera inventando este cuadrado numérico). Ahí lo tienes. El cuadrado mágico. Vale tanto como un círculo, me miró esperando que le preguntara por qué. (¿Por qué?). Porque como quiera que sumes tendrás el número 15. Vertical, horizontal, y diagonalmente da 15. Fíjate también que la suma de estos dígitos, 1 y 5, da 6, que es el número final y restados uno del otro tienes el primer número del cuadrado, el 4.

Como ves, falta el O. Históricamente te puede indicar que el cuadrado es anterior a los árabes, porque antes se hacía con letras, que eran los números. Para mí éste es el cuadrado de la vida.

(Quise decirle que era un euclidiano tardío, pero sabía su respuesta de pitagórico temprano).

Niega a tu nada. Al 0.

Literatura aleatoria

(Critiqué aquí —yo entre todas las personas: pero siempre soy así: reacciono contra lo que tengo enfrente, aunque sea mi imagen del espejo—, le censuré que se llevara de tal manera por los números y me respondió recitando:).

Sólo confío en las cosas inciertas

Sólo las cosas claras están para mí turbias

No abrigo dudas más que en la certeza

Y por azar el conocimiento busco

Y cuando gano todo, perdiendo me retiro

François Villon

Ballade du Concours de Blois

(Eso es literatura. ¿Le dije?).

No, literatura es esta Obra Maestra Posible: Habría que escribir Rojo y Negro de nuevo, página tras página, línea a línea, frase por frase, palabra sobre palabra, letra a letra. Habría, inclusive, que poner los puntos y las comas sobre puntos y comas, en el mismo sitio, evitando los puntos y comas originales con sumo cuidado. Habría que colocar los puntos de las íes (y de las jotas, dije yo) sobre las íes, sin desplazar los puntos de origen. Quien hiciera esto y escribiera un libro radicalmente distinto, igual pero diferente, tendría la Obra Maestra. Quien firmara este libro (Pierre Menard, interrumpí, Arsenio no se contrarió sino que dijo: ¿Tú también creíste que era eso?). Con el nombre (hizo una pausa borgiana) de Stendhal, tendría la Obra Maestra Total.

(Es un blue-print dibujado con tinta simpática).

No. Ni un programa. La única literatura posible para mí, sería una literatura aleatoria. (¿Como la música?, le pregunté). No, no habría ninguna partitura, sino un diccionario. (¿Pensé en Bustrófedon?, porque enseguida rectificó:). O mejor una lista de palabras que no tuvieran orden alguno, donde tu amigo Zenón no sólo se diera la mano con Avicena, que es fácil porque los extremos, etcétera, sino que ambos anduvieran cerca de potaje o revólver o luna. Se repartiría al lector, junto con el libro, un juego de letras para el título y un par de dados. Con estos tres elementos cada quién podría hacer su libro. No habría más que tirar los dados. Que sale un 1 y un 3, pues se busca la palabra primera y la tercera o bien la palabra número 4 o todavía la 13 o todas ellas, que se leerían en un orden arbitrario que aboliría o aumentaría el azar. La ordenación también arbitraria de las palabras del listín, y esta misma colocación podría estar regida por los dados. Quizás tuviéramos entonces verdaderos poemas y el poeta volvería a ser un hacedor o de nuevo un trovador. Lo de aleatorio entonces no sería una aproximación o una metáfora. Alea jacta est quiere decir que se tiró el dado, como creo que sabes.

(Si, lou séi, le dije. ¿Por qué no llamarla aleataratura?).

Eso sería otra Bustrofonada.

(Mira, que él tiene una idea no tan lejana de la tuya).

¿Sí? ¿Cuál? ¿La conozco?

(¿Estaba preocupado o interesado simplemente? Se parecen, no creas. Bustrófedon piensa que se puede hacer un libro con dos o tres palabras y creo que llegó a escribir una página con una palabra sola).

Ya se le adelantó Chano Pozo, en 1946.

(¿Sí?).

Recuerda aquella guaracha Blen bien bien. Su letra es solamente:

Partitura Blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen blen

¿Qué dirá de esto Zenobia Camprubí?

¿Qué dirá Ulderica Mañas?

¿Qué dirá que dirá de todo Brigidita Frías a quien tú llamarías Frigidita Brías?

«Tú y yo juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada».

Cómo matar un elefante: modo aborigen:

En África hay pocos ríos tan hondos que obliguen a una bestia enorme como el elefante a nadar y corriente es ver las manadas migratorias vadeando corrientes. A menudo el agua no llega más allá de la rodilla (del elefante), pero a veces cubre todo el animal. Entonces caminarán sobre el lecho del río, no dejando más que la trompa fuera del agua, como periscopios respiratorios.

Los cazadores nativos no furtivos pueden sacar ventaja del elefante que cruza el río. Atan un lastre a una lanza y flechan el snorkel animal desde una canoa. El peso hace hundir la trompa y De Olifant se ahoga.

Ocho horas después (no por el reloj: hora africana) los gases en el interior de la carcasa hacen flotar al elefante, que parece entonces una ballena arponeada y los nativos cobran fácilmente la pieza.

(Era, evidentemente, una cita. ¿De dónde carajo la sacaría este Charlie McCarthy metafísico?).

Popuhilarity:

Alguien dijo que la popularidad de la palabra metafísica se debe a que sirve para todo.

Pascalma:

&La gente toma por sus virtudes lo que no es más que las Virtudes. Supersticiones éticas.

&Cuando alguien dice, Yo no adulo a los poderosos, lo que quiere decir es que no se debe adular a los poderosos. Todos regalamos adulación a los fuertes y aceptamos la adulación de los débiles. Lo último a pesar de otra declaración falsa: No me gusta que me adulen. Es el único descubrimiento extraordinario de Hegel (mueca ad hoc mía, de Silvestre), esa relación inmemorial del amo y el esclavo, tan profunda que hace olvidar que el mismo hombre dijo una vez: «Es más lo que se sabe que lo que se ignora».

&Los franceses hacen de la lucidez una virtud, cuando no es más que un vicio: la visión ideal de la vida, que en realidad es confusa. Al menos, mi vida (la única que conozco más o menos bien) es confusa.

Hay quienes ven la vida lógica y ordenada, otros la sabemos absurda y confusa. El arte (como la religión o como la ciencia o como la filosofía) es otro intento de imponer la luz del orden a la tiniebla del caos. Feliz tú, Silvestre, que puedes o crees que puedes hacerlo por el verbo.

&Es lástima que el arte se empeñe en imitar a la vida. Happy-Happy de Ulacia las veces en que la vida copia al arte.

Lo único eterno es la eternidad

&La muerte es regresar al punto de partida, completar el círculo, ir de vuelta al futuro total. Es decir, también al pasado. Es decir, a la eternidad. Si quieres añade algo de T. S. Eliot (casi dijo Teselio), como Time present and time past o esa cita de Gertrude Stein, que es tu favorita.

&La vida es la continuación de la muerte por otros medios. (O viceversa, dije yo).

&Una vida no es más que un medio paréntesis que espera ansioso la otra mitad. Sólo podemos dilatar la Gran Llegada (o la Gran Venida, para ti, Silvesyeats) abriendo otros paréntesis en medio: la creación, el juego, el estudio o ese Gran Paréntesis, el sexo. (Aquí cabe mejor tu Gran Venida, le dije. Se rió). Ésa es la ortografía de la vida.

&La muerte es la gran niveladora: la buldozer de Dios.

El tigre invisible, dicen los birmanos. Para mí es la máquina invisible no el tigre. Mi convertible invisible. Un día chocaré o me arrollará Ella o me tiraré de Ella a la calle eterna, a cien por hora.

¿Sabes el Cuento del Peludo y la Pelona, que es la versión criolla de Cita en Samaria? Un Peludo iba por la calle y vio a la Muerte sin que Ella lo viera a él, y la oyó que decía, Me tengo que llevar hoy un peludo. Entró corriendo en una barbería y le dijo al barbero, Al rape. Salió a la calle muy contento, sin un pelo. La Pelona que andaba búscate que busca al peludo, ya muerta de cansancio, dijo al ver el rapado, Bueno, como no encuentro un peludo voy a llevarme este calvo.

Moraleja: Todos los hombres son mortales, pero algunos hombres son más mortales que otros.

&Freud olvidó una sabiduría de otro judío, Salomón: el sexo no es el único motor del hombre entre la vida y la muerte. Hay otro, la vanidad. La vida (y esa otra vida, la historia) se ha movido más por la rueda de la vanidad que por el pistón del sexo.

&Ortega (José Ortega y Gasset, no Domingo Ortega) dijo, Yo soy yo y mi circunstancia. (Un hebrero diría, le dije, yo soy yo y mi circunscisión).

&Los malos siempre ganan: fue Abel quien perdió primero.

&No es cierto que Dios proteja a los malos cuando son más que los buenos. Es que los malos son los muchos buenos.

&Es mejor ser la víctima que el verdugo.

&Dice Rine, siempre llevando todo a las tablas, que el mal no compone, que los malos saben hacer un magnífico primer acto, un segundo acto bueno, pero que siempre fracasan en el tercer acto. Ésta es una versión boy meets girl/boy loses girl/boy finds girl de la vida. Los malos quedarán hechos polvo en una obra shakesperiana —por los cuatro y los cinco actos. —Pero ¿qué pasa con las vidas en un acto?

&Los vicios son más ciertos que las virtudes: creemos más veraz a Ahab que a Billy Budd.

&El bien le teme al mal, mientras que el mal se ríe del bien.

&El infierno puede estar empedrado de buenas intenciones, pero el resto (la topografía la arquitectura y la decoración) lo hicieron las malas intenciones. Y no es cualquier cosa como construcción. (Leer L’Inferno como manual de ingeniería, S).

&El mal es el último refugio del bien. (Y viceversa, se oyó que dijo una voz muy baja, borracha).

&El mal es la continuación del bien por otros medios. (Y vicehip!).

¿No estaremos todavía en el principio?

(No lo sé ni lo sabremos nunca, porque aquí me cansé de ser un Platón para este Sócrates).