Comer con tenedor

La influencia de las brillantes cortes italianas no se confirmó a los fogones, también se extendió a la mesa, al instrumental y a los modales.

Hasta entonces hombres y mujeres habían comido en mesas separadas, a veces incluso a distintas horas. En Italia damas y caballeros comían juntos, lo que contribuyó a refinar los modales. Esta promiscuidad en los manteles escandalizó a algún moralista de la corte de Isabel la Católica.

Las grandes aportaciones de este tiempo fueron el tenedor y la copa de cristal, dos innovaciones venecianas.

El tenedor apareció en las mesas venecianas en el siglo XIV, pero tardó en divulgarse por el resto de Italia y no digamos de Europa. Thomas Coyat, un viajero inglés del siglo XVII, escribe:

«Los italianos se sirven siempre de pequeño instrumento para comer y para tomar la carne. La persona que en Italia toca la carne con los dedos ofende las reglas de la buena educación (…). Yo he adoptado esta costumbre y la conservo incluso en Inglaterra, pero mis amigos se burlan de mí y me llaman furcifer».

En el siglo XIV, en España, existía una versión del tenedor, un impresionante instrumento, una broca de dos púas que los trinchadores utilizaban para inmovilizar la carne sobre la tabla de cortar. El tenedor no ganó su puesto en la mesa junto a la cuchara hasta que comenzaron a usarlo Felipe III y el duque de Lerma. Montiño, el cocinero de Felipe III, lo aconseja repetidamente en su libro:

«Cojan siempre las viandas con el tenedor». La gente común seguiría comiendo con las manos o a lo sumo con el cuchillo hasta bien entrado el siglo XIX.