CAPÍTULO XXVI — Los Abencerrajes

«LA lección y la sombra (dijo Bektasch) son igualmente agradables» y extendió su tapiz al pie de aquel muro, pero Hafez quiso rodearlo y al pronto regresó corriendo y dijo «Venid sabio Derviche, he hecho un descubrimiento maravilloso. Estos jardines pertenecen a Medgenoun, el amante de la bella Leila». «Pero (dijo Bektasch) esas personas murieron hace más de dos mil años».

«Lo sé perfectamente (dijo Hafez) pero venid y leeréis la inscripción que hay sobre la puerta». «Sí (dijo Bektasch), es el más hermoso estilo lapidario de los árabes y he visto utilizarlo en la célebre Alhambra de Granada».

«¿Habéis llegado hasta tan lejos en los confines de Occidente?, (dijo Hafez).» «Sí, sin duda (contestó Bektasch), e incluso me encontraba allí cuando la Sultana esposa del Rey Abou Abdallah fue encontrada sola con un joven Abencerraje en los jardines del Generalife, llamado Albin Hamed».

«He oído hablar de esa historia (dijo Hafez). ¿Era realmente culpable la Sultana?». «No sabría decirlo (contesto Bektasch). A los ojos de los Cegríes era un crimen tener relación con los Abencerrajes y si estos no hubieran sido masacrados en el patio de los Leones, habrían exterminado tal vez a los Cegríes. Y también el reino de Granada no tardó en pasar a poder de los infieles».