CAPÍTULO XXV — La sombra

UNA vez que Hafez hubo visto todo cuanto había que ver en Basra, partió hacia Schiraz con su amigo Bektasch y cuando se encontraban ya muy cerca de las puertas de dicha ciudad, el Caravaun-Bachi rogó a los viajeros que, teniendo que hacer cosas en las afueras, tuvieran a bien esperarle unos instantes bajo la sombra que daban unos grandes árboles cuyas ramas sobresalían por encima de los muros de un jardín y se extendían por el campo ofreciendo un refugio muy agradable. La parte superior del muro estaba rematada por una cornisa cuyo único adorno lo constituían unas líneas en caracteres Sulsi formando la siguiente inscripción: «Se parecido a esta sombra, no quieras encerrar tus buenas acciones en el cerco de lo que te rodea».