CAPÍTULO XXIII — El café

HAFEZ y Bektasch fueron a pasar la noche a un café que frecuentaban los políticos más afamados de Basra y los encontraron muy ocupados con el nuevo tratado de comercio que había sido roto casi en el mismo instante de su conclusión. Este acontecimiento daba lugar a especulaciones profundas y variadas, pero todos estaban de acuerdo en afirmar que la guerra era inevitable y que el Sultán de Hedgiage había sido ofendido demasiado a lo vivo con el asunto de las babuchas y el Attabeg de Irak con el asunto de las bruzas de pelo de camello. Pero a partir de aquí diferían mucho las conjeturas. Los unos decían que el Attabeg de Fars debía aliarse con el Attabeg de Irak puesto que para algo eran vecinos; los otros decían que eran enemigos naturales precisamente porque eran vecinos. Los unos decían que el Attabeg encontraría muchos aliados en Asia puesto que era muy poderoso y los otros sostenían que todos los poderosos se aliarían contra él, precisamente porque era poderoso. Así son de inmutables y hermosos los principios de la antigua política.