CAPÍTULO XVI — Las babuchas

NUESTROS viajeros quisieron entrar en Irak-Arabi por la ciudad de Cafah y habiendo llegado a las fronteras, fueron recibidos por un grupo de aduaneros que les preguntaron si las babuchas que llevaban en los pies habían sido fabricadas en los estados del sublime Attabeg Adhad El Doulat. Hafez contestó que compraba las babuchas en el país donde se encontraba y no en el que quería visitar. «En ese caso (contestó el aduanero) vuesas señorías no deben tomar a mal el que tomemos sus babuchas para hacerlas quemar ante la puerta de la Aduana, porque esas son las órdenes de nuestro sublime Attabeg».

Hafez ganó con los pies desnudos la casa del principal Aduanero y le preguntó por qué el sublime Attabeg hacía quemar de aquel modo las babuchas de los viajeros. «Señor (le contestó) es que se encuentra en rivalidad con respecto a este asunto con Malec El Nasser, Sultán de Hedgiage que es un mal país donde no hay más que cabras cuya piel sirve para hacer babuchas que son muy bonitas y duran mucho tiempo».

«Pero (dijo Hafez) si las babuchas de Hedgiage son bonitas y duran mucho tiempo sería beneficioso para los habitantes de Irak comprar todas las que puedan antes que quemarlas como lo hacen». «Soy de la misma opinión (dijo el Aduanero) e incluso yo no dejo de tener para mi uso, pero espíritus profundos han demostrado que los habitantes de Irak se cubrirían de vergüenza si no se hicieran ellos mismos sus babuchas y el sublime Attabeg ha ordenado que se hagan babuchas de piel de cabra, a pesar de que no hay ni una sola cabra en todo el país».

«Pero (dijo Hafez) debe ser muy complicado». «Sin duda (dijo el Aduanero), también el sabio Visir At-Al-Mulk pensó en hacer un tratado comercial y nombró a este efecto a Idris Effendy el más fino de los Kiatibs de su Calem, y este permaneció durante catorce lunas conferenciando con Mourad Effendy, ministro de Malec El Nasser: Idris Effendy al recibir las babuchas de Hedgiage, quiso proporcionarle bruzas de pelo de búfalo porque este espíritu cuya profundidad es como la del país de José se hacía el razonamiento siguiente. Cuando los árabes tengan las bruzas baratas, tomarán gusto en cepillar los camellos y no harán otra cosa y utilizarán muchas bruzas. En lugar de que las babuchas de Hedgaige duren mucho tiempo y como no se puede llevar más que una en cada pie, el consumo es necesariamente muy limitado, pero llegará. El Sultán de Hedgiage, informado por su ministro comprendió sus propósitos e hizo buscar a cualquier precio pelo de búfalo y fabricó malas bruzas y obligó a sus súbditos a comprarlas. Este procedimiento, tal como podéis imaginar, ha irritado al máximo a nuestro sublime Attabeg, las conversaciones han sido interrumpidas y ello es lo que motiva que tengamos que quemar vuestras babuchas».

«Me consuelo de esta pérdida (dijo Hafez), pero estoy sorprendido de que se obstinen en hacer bruzas con pelos de búfalo en un país donde no hay cabras». «Eso es secreto de Estado (dijo aún el Aduanero).»