Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

En la empresa de intentar imaginar Nueva York en 1906, me prestaron una gran ayuda el profesor Kenneth T. Jackson, de la Universidad de Columbia, y el señor Caleb Carr, cuyos libros El alienista y El ángel de la oscuridad recrean de forma muy vívida cómo debió de ser vivir en Manhattan a principios de siglo.

Por la detallada descripción de los orígenes y desarrollo de Coney Island y sus parques de atracciones en el mismo período, debo dar las gracias al señor John B. Manbeck, el historiador oficial de la división administrativa de Brooklyn.

Para todos los temas relativos a la gran ópera, y en especial a la inauguración del teatro de la Ópera de Manhattan, celebrada el 3 de diciembre de 1906, recurrí nada menos que al señor Frank Johnson, editor de The Spectator, quien me prestó su valiosa colaboración, pues es muy probable que haya olvidado más sobre Ópera de lo que yo sabré jamás.

La idea de intentar escribir una secuela de El Fantasma de la Ópera se deriva de una primera conversación con el propio Andrew Lloyd Webber. Fue durante posteriores e intensas discusiones que se gestó entre ambos el esbozo básico, y sigo agradecido por su imaginación y entusiasmo.