Hay un sinfín de sustantivos colectivos para los grajos. En algunos lugares la gente se refiere a ellos como una «narrativa» de grajos.
Todas las historias tienen que llegar a su fin. También esta. Las de todos. La vuestra, incluso.
Al grajo le encanta que le cuenten una buena historia. Lleva cosechándolas desde que existen, desde que hay dioses, hombres y grajos. Y tiene buena memoria.
Cuando vuestra historia llegue a su fin, un grajo la recogerá, igual que yo recogí la de William Bellman. Así que, cuando lleguéis a la última línea, serán Pensamiento o Memoria, o cualquiera de sus descendientes, quienes os estarán esperando al cerrarse vuestro libro. En marcha, sobrevolando la última página en blanco, más allá de la contracubierta, en dirección a una región desconocida, vuestro grajo recogerá la historia de cada cual. Después volverá sin vosotros. Y más adelante, llegado el momento, se elevará a la blanca página del cielo, donde participará en el ritual más importante de su especie.
Se mezclarán todos en un lago negro de tinta. Uno se elevará y, luego otros, cientos, miles, marcas negras sobre una hoja en blanco, los descendientes de Pensamiento y Memoria se enlazarán en un apasionado y espectacular baile: una historia de dioses, hombres y grajos.
Como curiosidad, os diré que también tenemos un sustantivo colectivo para vosotros: los humanos para los grajos sois un simple «entretenimiento».