XIII

CAMPANAS

Escucho las campanas de aquella torre majestuosa;

Las campanas del esplendor de Yule en una noche turbulenta;

Repicando con sorna en una hora lúgubre

Sobre un mundo sacudido por la codicia y el espanto.

Sus melodiosos tonos resuenan en miríadas de tejados;

Un millón de almas insomnes asiste al juego de los carillones;

Sin embargo su mensaje cae sobre un suelo pedregoso…

Su espíritu es cercenado por la espada del Tiempo.

¿Por qué suenan, remedando los años felices

Cuando la paz y el sosiego reinaban en la plácida llanura?

¿Por qué sus acordes familiares provocan las lágrimas

De aquellos que tal vez no vuelvan a conocer la dicha?

Hace años os conocía bien… hace muchos años…

Cuando el antiguo pueblo dormía en la ladera;

Entonces vuestras notas resonaban sobre la nieve iluminada por las estrellas

En medio de la alegría, la paz y la esperanza eterna.

Mi imaginación evoca el modesto chapitel;

El tejado puntiagudo, negra sombra contra la luna;

Los góticos ventanales, ardiendo con un fuego

Que presta la magia a los cínicos tonos.

Venerable cada seto cubierto de nieve bajo los rayos

Que añadían plata a la plata del valle;

Encantadora cada choza, cada vereda, cada arroyo,

Y alegre el espíritu del aire perfumado por los pinos.

Los pastores profesaban un simple credo;

Vivían en inocente beatitud entre las montañas;

Sus corazones joviales, sus almas honestas en paz,

Animados por las sencillas alegrías de los mortales.

Pero una horrible plaga aparece en escena;

Un fantástico nimbo se cierne sobre la tierra;

Formas demoniacas flotan por encima de los bosques,

Y ante cada puerta se alzan sombras malignas.

El Tiempo, siniestro bufón, avanza por la pradera;

Bajo su paso la alegría se extingue.

Corazones joviales se desangran con angustia inexplicable,

Y almas atormentadas proclaman su influencia funesta.

Conflicto y cambio acosan al mundo vacilante;

Pensamientos salvajes y quimeras ciegan la razón;

La confusión se apodera de una raza senil

Y el crimen y la locura merodean impunemente.

Escucho las campanas… las campanas burlonas y malditas

Que despiertan recuerdos que obsesionan y paralizan;

Suenan y resuenan sobre un millar de infiernos…

Demonios de la noche… ¿por qué no permanecéis tranquilos?