PROVIDENCE
Allí donde el río y la bahía se unen mansamente
Y se extienden laderas frondosas,
Las agujas de Providence ascienden
Hacia los cielos antiguos,
Y en los estrechos senderos sinuosos
Que trepan por pendientes y crestas
Todavía se puede encontrar
La magia apacible de días olvidados.
Un destello de abanico, un golpe de aldaba,
La visión fugaz de una vieja casa de ladrillo…
Imágenes y sonidos de tiempos pasados
Donde se refugian las quimeras.
Unas escaleras con barandilla de hierro,
Un airoso campanario,
Una aguja esbelta de clara piedra tallada,
El muro de un jardín cubierto de musgo.
Un cementerio oculto, ruinas que son pruebas
De la mortalidad del hombre,
Un muelle podrido donde agudos tejados
Hacen guardia sobre el mar.
Una plaza y un paseo, cuyos muros
Han contemplado quince décadas enteras,
Junto a caminos empedrados que los árboles cobijan
Y desdeña la multitud.
Puentes de piedra sobre lánguidos arroyos,
Casas encaramadas en la colina,
Y patios donde el alma pensativa
Se deja invadir por sueños y misterios.
Tramos en cuesta de un callejón emparrado
Donde pequeños rombos de ventanas
Brillan en el crepúsculo sobre un sembrado
Que el azar ha dejado al fondo.
¡Mi Providence! ¡Qué huestes etéreas
Hacen girar aún tus veletas doradas!
¡Qué vientos embrujados pueblan todavía
Con fantasmas grises tus viejas callejuelas!
Como antaño las campanas vespertinas
Resuenan sobre tu valle,
Mientras tus severos fundadores en sus tumbas
Siguen bendiciendo tu tierra sagrada.