XXXI

EL HABITANTE

Ya era viejo cuando Babilonia era joven;

Nadie sabe el tiempo que llevaba durmiendo bajo aquel montículo

Cuando nuestras palas inquisidoras encontraron al fin

Sus bloques de granito y los sacaron a la luz.

Había inmensos pavimentos y cimientos de muros,

Y losas y estatuas cuarteadas, donde el cincel representó

A seres fantásticos de alguna edad remota,

Más allá de la memoria del mundo humano.

Entonces vimos aquellos escalones de piedra que descendían

Por una puerta obstruida de dolomita grabada

Hasta un sombrío refugio de noche eterna

Donde amenazaban signos antiguos y secretos primigenios.

Abrimos un sendero… pero huimos en loca desbandada

Al oír aquellos pasos pesados que subían.