XXVII

EL FARO DEL ANCIANO

De Leng, donde los picos rocosos se yerguen sombríos y pelados

Bajo frías estrellas ocultas a los ojos humanos,

Brota al anochecer un único haz de luz

Cuyos lejanos rayos azules hacen gemir y rezar a los pastores.

Dicen (aunque nadie ha estado allí) que procede

De un faro alojado en una torre de piedra,

Donde el último Anciano vive solo

Hablando al Caos con redobles de tambores.

La Cosa, cuchichean, lleva una máscara de seda

Amarilla, cuyos extraños pliegues parecen ocultar

Una cara que no es de esta tierra, aunque nadie se atreve

A preguntar qué rasgos abultados hay debajo.

Muchos, en la primera juventud del hombre, buscaron ese faro,

Pero nadie sabrá jamás lo que encontraron.