LOS FAMILIARES
John Whateley vivía como a una milla de la ciudad,
Allí donde las colinas empiezan a apiñarse;
Nunca habíamos pensado que tuviese mucho juicio,
Viendo cómo dejaba echar a perder su granja.
Pasaba el tiempo leyendo unos libros extraños
Que había encontrado en el desván de su casa,
Hasta que unos surcos chocantes le arrugaron la cara
Y todo el mundo dijo que no le gustaba su aspecto.
Cuando empezó con aquellos aullidos nocturnos decidimos
Que sería mejor encerrarle para evitar algún daño,
Así que tres hombres del manicomio de Aylesbury
Fueron a buscarle… pero volvieron solos y espantados:
Le habían encontrado hablando a dos seres agazapados
Que al oír sus pasos echaron a volar con grandes alas negras.