XXVI

LOS FAMILIARES

John Whateley vivía como a una milla de la ciudad,

Allí donde las colinas empiezan a apiñarse;

Nunca habíamos pensado que tuviese mucho juicio,

Viendo cómo dejaba echar a perder su granja.

Pasaba el tiempo leyendo unos libros extraños

Que había encontrado en el desván de su casa,

Hasta que unos surcos chocantes le arrugaron la cara

Y todo el mundo dijo que no le gustaba su aspecto.

Cuando empezó con aquellos aullidos nocturnos decidimos

Que sería mejor encerrarle para evitar algún daño,

Así que tres hombres del manicomio de Aylesbury

Fueron a buscarle… pero volvieron solos y espantados:

Le habían encontrado hablando a dos seres agazapados

Que al oír sus pasos echaron a volar con grandes alas negras.