XVIII

LOS JARDINES DE YIN

Al otro lado de la muralla, cuya antigua mampostería

Llegaba casi al cielo con torres cubiertas de musgo,

Debía haber jardines colgantes, llenos de flores

Y aleteos de pájaros, mariposas y abejas.

Debía haber paseos, y puentes sobre cálidos estanques

Sembrados de lotos donde se reflejaban cornisas de templos,

Y cerezos de ramas y hojas delicadas

Contra un cielo rosado donde se cernían las garzas.

Todo debía estar allí, pues ¿no habían mis viejos sueños

Franqueado la puerta de aquel dédalo de linternas de piedra

Donde arroyos somnolientos trazan sus cursos sinuosos

Guiados por verdes sarmientos de parras colgantes?

Corrí hacia allí… pero al llegar a la muralla, sombría e inmensa,

Descubrí que ya no había ninguna puerta.