IV

RECONOCIMIENTO

Había vuelto el día en que de niño

Vi una sola vez aquella hondonada cubierta de viejos robles

Grises por la bruma que sube del suelo y envuelve y ahoga

Las formas abortadas que la locura ha profanado.

Volví a verlo: la hierba tupida y salvaje

Ciñendo un altar cuyos signos tallados invocan

A Aquel Que No Tiene Nombre, hacia quien ascienden

Mil humaredas, eones emanados, desde altas torres impuras.

Vi el cuerpo tendido sobre aquella piedra húmeda

Y supe que aquellas cosas celebrantes no eran hombres;

Supe que aquel extraño mundo gris no era el mío,

Si no el de Yuggoth, más allá de los abismos estelares…

¡Y entonces el cuerpo me lanzó un grito de agonía

Y supe demasiado tarde que era yo!