[1] La guerra civil en Huelva, Huelva, Diputación provincial, 1997, 3.ª edición; La justicia de Queipo, Sevilla, Centro Andaluz del Libro, 2000. <<
[2] Ramón Salas Larrazábal, Pérdidas de la guerra, Barcelona, Planeta, 1977. <<
[3] Véanse, sobre todo, los libros de Santos Juliá, ed., Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999 y Julián Casanova, ed., Morir, matar, sobrevivir, Barcelona, Crítica, 2002. <<
[4] Esto se puede ver tanto en los trabajos del propio Espinosa o de Cobo Romero sobre Andalucía, como en el de J. I. Bueno Madruga: Zaragoza, 1917-1936. De la movilización popular y obrera a la reacción conservadora, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000. <<
[5] Julio Escribano Hernández, Pedro Sáinz Rodríguez, de la monarquía a la república, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998. <<
[6] Según los documentos publicados por José del Castillo y Santiago Álvarez en Barcelona, objetivo cubierto, Barcelona, Timón, 1958. <<
[7] J. M. Iribarren, Con el general Mola. Escenas y aspectos inéditos de la guerra civil, Zaragoza, Librería General, 1937, p. 211. <<
[8] Julio Gonzalo Soto, Esbozo de una síntesis del ideario de Mola en relación con el Movimiento Nacional, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1937, pp. 31-32. <<
[9] Citado por Espinosa en A. Braojos et al., Sevilla, 36: sublevación fascista y represión, Brenes, Muñoz Moya y Montraveta, 1990, p. 241. <<
[10] Bandos y órdenes dictados por el excelentísimo señor D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, Sevilla, Imprenta Municipal, 1937, p. 8 (23 de julio de 1936); José María Pemán, Arengas y crónicas de guerra, Cádiz, Cerón, 1937, p. 71. <<
[11] Información de Southworth que tomó del excelente trabajo de Santiago López García y Severiano Delgado Cruz, «Víctimas y nuevo estado (1936-1940)», en José Luis Martín y Ricardo Robledo, eds., Historia de Salamanca. V: Siglo veinte, Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, 2001, pp. 219-324 (cita de p. 239). <<
[12] Jesús Mendoza, «Gómez Cantos el exterminador», en La aventura de la historia, I, 11 (septiembre de 1999),pp. 22-31. <<
[13] La plaza de toros y la matanza que allí tuvo lugar han sido recordadas en la videoinstalación. Más muertas vivas que nunca, realizada por Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto y expuesta en el MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo) de Badajoz durante los meses de noviembre y diciembre de 2002, mientras no muy lejos se levantaba ya el futuro Palacio de Congresos. <<
[14] Pierre Vidal-Naquet, Los asesinos de la memoria, Siglo XXI, 1994, p. 35. <<
[15] Francisco Cobo Romero, que ha estudiado el caso español en el contexto europeo, ha escrito que «pese a las interpretaciones sesgadas y equívocas de buena parte de la historiografía más conservadora» el final de la democracia española no se debió a la radicalización política de la izquierda ni a la generalización de la violencia en los meses previos al golpe militar (véase Cobo Romero, F., «Acerca de los orígenes agrarios del fascismo», Historia Contemporánea, 8, Universidad de Sevilla, 1999, p. 120). Parecidas conclusiones mantiene José María Ruiz Alonso para la provincia de Toledo en un artículo donde anticipa los resultados de su tesis doctoral (véase Ruiz Alonso, J. L., «Toledo escindida: La guerra al sur del Tajo», AÑIL, 24, Talavera de la Reina, Toledo, 2002, pp. 44-48). En sentido diferente cabría citar a Chaves Palacios con su trabajo sobre el Frente Popular en la provincia de Cáceres, donde la República sucumbe en medio de «una crispación política sin precedentes» y víctima de los «grupos extremistas de derechas e izquierdas», lo que no deja de llamar la atención cuando a renglón seguido se puede observar que la mayor parte de los que perdieron la vida eran socialistas y que los agresores, por lo general, eran falangistas o guardias civiles (véase Chaves Palacios, J., Violencia política y conflictividad social en Extremadura. Cáceres en 1936, Diputación Provincial de Badajoz, 2000, pp. 78-85). Para un enfoque general del problema de la violencia política en relación con la guerra española sigue siendo interesante Malefakis, Edward, «Aspectos históricos y teóricos de la guerra», en La guerra de España, 1936-1939, El País, 1986, pp. 3-16. <<
[16] Los conceptos de verdad histórica y verdad jurídica en relación con la memoria de la represión los he tomado del sugerente trabajo de Claudia Feld, Del estrado a la pantalla: las imágenes del juicio a los excomandantes en Argentina, Siglo XXI, Madrid, 2002. Sobre esta cuestión del lenguaje ya he tratado en Julián Casanova (coord.), Morir, matar, sobrevivir, Crítica, Barcelona, 2002, pp. 53-59; y en «Historia, memoria, olvido. Venturas y desventuras de un investigador», conferencia pronunciada en el ciclo Octubre Archivístico, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla en octubre de 2001 (pendiente de publicación). <<
[17] AGMA, ZN, A. 18, L. 1, C. 2, D. 1. <<
[18] Francisco Franco Salgado-Araujo, Mi vida junto a Franco, Planeta, pp. 165 y ss. <<
[19] Efectivamente, como es sabido —véase Carlos Asensio Cabanillas, «El avance sobre Madrid», en La guerra de liberación nacional, Universidad de Zaragoza 1961, p. 160— el último día de julio Franco acordó con Italia y Alemania la entrega de nueve Savoias 81 y veinte Junkers. <<
[20] Todo lo relativo al llamado «Convoy de la victoria» ha estado envuelto en la mayor confusión. Dada la importancia que se ha querido dar a la operación ha habido interés en elevar el número de hombres trasladados y de minimizar la ayuda alemana. Viñas, por ejemplo, mantiene que el día cinco de agosto pasaron a la península entre 1600 y 2000 hombres, y que otros catorce mil se trasladaron en los meses siguientes ya con los aviones alemanes. Véase Ángel Viñas, Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil, Alianza, 2001, p. 450. Por su parte, Juan José Calleja mantiene en Yagüe, un corazón al rojo (Juventud, Barcelona, 1963, p. 92), que fueron 2500 hombres: la I bandera del Tercio (cte. Álvarez Entrena), el II tabor de regulares de Tetuán (cte. Del Oro), el III tabor de regulares de Melilla (cte. López Guerrero), la I y IV baterías de Artillería de Montaña (cap. Ruiz Mateos y cap. Agustín Planells), y elementos de automovilismo (cap. Correa Véglison). Hay una descripción de la llegada del convoy a Algeciras —tres barcos, un torpedero y el cañonero Dato— en Rafael González Toro, Páginas del Movimiento Nacional. De Madrid a Extremadura pasando por el Marruecos español, Imprenta Imperio, Ceuta, s. f., p. 30. <<
[21] José Augusto, Jornal de um correspondente da guerra em Espanha, Empresa Nacional de Publicidade, Lisboa, 1936, pp. 39-41. <<
[22] Sobre las importantes consecuencias de la aplicación de la «ley de fugas» en julio de 1931 y del golpe de Sanjurjo en agosto de 1932, ocurridos ambos en Sevilla, véase Francisco Espinosa, La justicia de Queipo, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2000, pp. 32-42. <<
[23] SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, 1982, p. 129, nota 121. <<
[24] Rafael Medina Villalonga, Tiempo pasado, Ayuntamiento de Sevilla, 1971. <<
[25] Puede verse un relato hagiográfico de estos hechos en Cándido García Ortiz de Villajos, De Sevilla a Madrid, ruta liberadora de la Columna Castejón, Editorial Imperio, Granada, 1937; en tono similar, pero de más interés, Manuel Sánchez del Arco, El sur de España en la reconquista de Madrid (Diario de operaciones glosado por un testigo), Editorial Sevillana, Sevilla, 1937. <<
[26] AGMA, CGG, A. 7, L. 363, C. 41, D. 1. <<
[27] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 14, D. 29-31. <<
[28] Todas las referencias proceden de SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, 1982. El texto cercenado puede verse en las páginas 356-358; la tesis de que la toma de Badajoz se decidió sobre la marcha en la página 141; la cita se encuentra en la página 131. <<
[29] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 91. <<
[30] Paul Preston, «La guerra de aniquilación de Franco», en La política de la venganza, Península, Barcelona, 1997, pp. 57-81. <<
[31] Mohammad Ibn Azzuz Hakin, La actitud de los moros ante el alzamiento, Marruecos, 1936, Algazara, 1997, p. 102. <<
[32] Tanto la cita como los mensajes mencionados en el párrafo se encuentran en AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 25, D. 12, 13, 16, 17 y 18. <<
[33] Véase La marcha sobre Madrid, p. 131. <<
[34] El relato del propio Asensio se encuentra en Carlos Asensio Cabanillas, «El avance sobre Madrid», pp. 160-166, en VV. AA., La guerra de liberación nacional, Universidad de Zaragoza, 1961. <<
[35] Curiosamente es un libro interesado en limpiar la memoria de «los moros» —Azzuz Hakin, La actitud de los moros ante el alzamiento, Marruecos, 1936— el que nos cuenta las ventajas de alistarse en aquella «guerra santa» organizada por Franco. Los voluntarios marroquíes recibían un paquete de té, azúcar, una lata de cinco litros de aceite «La Giralda», la paga de dos meses por anticipado y el uniforme. Para muchos, que caerían antes de llegar a los 60 días cobrados, éste sería el precio de la vida. El tres de septiembre en Talavera, por ejemplo, perdieron la vida más de cien y fueron heridos más de trescientos. <<
[36] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 35, D. 14-15. <<
[37] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 35, D. 10. <<
[38] AGMA, CGG, A. 22, L. 2, C. 16, D. 4. <<
[39] AHN, CG, Caja 1055-1 y 2. <<
[40] Según Siul de la Montaña (Luis Martínez Terrón), «La Guardia Civil en Extremadura. Una gran zanja sobre la piel de España», Mando, junio 1999, Remafa, p. 81, el grupo que intentó el asalto del cuartel de Monesterio fue el mismo que protagonizó los hechos violentos que tuvieron lugar en Fuente de Cantos. <<
[41] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5, D. 110 y ss. <<
[42] Badajoz, 1907. Graduado como teniente en 1930 en la Academia de Toledo. Cinco años después pasó a la Guardia Civil, fue destinado en marzo del 36 a la Comandancia de Badajoz y se incorporó a la línea de Azuaga. Ante el temor del ataque de los mineros de la zona la Guardia Civil de Azuaga, Berlanga, Maguilla y Zafra se concentra en Llerena, desde donde se une a la columna de Castejón. En los años 40 participa en la lucha antiguerrillera en Badajoz y Ciudad Real. Murió en enero de 1965 con el grado de coronel (estos datos proceden de la semblanza biográfica enviada por Rafael Moreno Tena para la Revista de Fiestas de Reina de agosto del 2000). <<
[43] Después de jugar un importante papel en las tareas represivas, López Verdasco encontraría la muerte el cinco de julio de 1938 en lucha con los huidos de la Sierra de Monsalud. Este encuentro se debió a que algunos de estos llegaron en sus incursiones hasta Almendralejo, en cuyas cercanías dieron muerte a un hombre, por lo que se ordenó la salida de fuerzas para reducirlos. Los informes de la Guardia Civil, probablemente exagerando, hablaban de un grupo de 180 guerrilleros armados de fusiles ametralladores (AGMS, L. L-157). Según testimonio personal de Francisco Marín Torrado, juez de Paz de Salvaleón, en venganza por la muerte del «Mocoso», apodo por el que se conocía al teniente, se seleccionó a 80 o 90 vecinos de los pueblos de la zona de Monsalud, que fueron asesinados en la finca Contadero, en término de Almendral, donde se les enterró. Durante varios años la Guardia Civil controló que esa zona no fuese labrada. Cincuenta años después se abrió la fosa y se llevaron los restos al cementerio de Almendral. <<
[44] Rodrigo González Ortín, Extremadura bajo la influencia soviética, Badajoz, 1937, p. 61. <<
[45] Sánchez del Arco, El sur de España en la reconquista de Madrid, p. 66. <<
[46] AFMTS, Sum. 10/37, Contra Eduardo Rodríguez Martínez (Izquierda Republicana), recaudador de impuestos, por rebelión militar. <<
[47] Según el «Historial del 2.º Tabor de Ceuta», los moros estaban tan sorprendidos de la resistencia que les habían opuesto «los obstinados engelianos», que decían: «Estos no estar como hebreos», a lo que añade el anónimo autor recurriendo a uno de los tópicos más manidos: «Y es que la alcurnia siempre puede mucho y “éstos” se llamaron antes Cárdenas y Zapata». El hecho de que en ocasiones la canalla marxista, la chusma, sea humanizada —en este caso a costa de los hebreos— no parece tener otro objetivo que el de realzar el perfil de los ahora conquistadores. Las posibilidades, además, son infinitas: cuando la muerte del teniente coronel Luis Hernández Pinzón en Moguer (Huelva) se dijo que habían sido los descendientes de los indios traídos de América los que habían acabado con el último de los Pinzones. Así pues, el límite entre descender de los indios, como los milicianos de Moguer, o de los conquistadores, como los milicianos de Llerena, era un tanto caprichoso. <<
[48] La Causa General, además de algunos de los que cayeron en acción de guerra en el contraataque del 31 de agosto, incluye indebidamente varias víctimas del día cinco, como los citados, muertos en lugares públicos con motivo de la entrada de Castejón. Paralelamente, otros documentos aportan otras víctimas supuestamente de derechas y también del día cinco, que, sin embargo, no constan en la Causa General: es el caso de Cándido Rodrigo Vaquera, 42, tablajero; Lorenzo Rubias Guecema, 55, ferroviario; Miguel Ruibérriz de Torre Herrera, 51, jefe de estación y José Veinteño Monte, 26, empleado. <<
[49] Manuel Martín Burgueño, «Llerena y la guerra civil española», en Torre Túrdula, 3, p. 26. <<
[50] ATMTS/DSC amplía notablemente la lista de «dirigentes»: Juan Simeón Vidarte Sánchez-Romero (diputado y subsecretario de las Cortes), Santiago Chabarri Montero (forense del Partido), Pablo Fernández Grandizo (abogado y exalcalde), Zacarías Laguna Fernández-Mogena (abogado), Eduardo Mauricio Ortiz (oficial del Juzgado), Antonio Alonso Martínez (oficial del Juzgado), Julián Gómez Sánchez, Sebastián González Palacios, Felipe Galán Rodríguez, Manuel Álvarez Buiza, Antonio Murillo Murillo, Francisco Algarra Fuentes, Rafael Gutiérrez Rodríguez, Justo Alcalde Echabarría, Rafael Álvarez Buiza, Antonio Castilla Jiménez, Manuel Vela González, Luis Aragón Marín, José Martín Galán, Manuel Valencia Cortés y Manuel Díaz Díaz. También relaciona este documento —un informe de la Guardia Civil para el tribunal de noviembre de 1938— los componentes del Ayuntamiento: el alcalde Agustín Rafael Rando y los concejales Graciano Herrera Díaz (exalcalde), David Enamorado Durán, Antonio Raya Álvarez, Zacarías Lancharro Muñoz, Nicolás Esmeralda Chávez, Rufino Jiménez Morales, Sandalio Chacón García y José Fuentes Rodríguez, todos «huidos» salvo el último; y otros miembros del Comité: Julián Gómez Sánchez, Rafael Enamorado Benito, Lucrecio Gómez Lobo-Muela, Isidro Esmeralda Chávez, Eduardo Rodríguez Pedra, José Pimentel Cano, Antonio Castilla Jiménez y Faustino Rodríguez Fuentes. <<
[51] Victorio C. Rafael Quintana, Memorias de un superviviente de la Guerra Civil Española y de la II Guerra Mundial, Llerena, s. f., p. 31. <<
[52] El cronista de la Columna Castejón fue el periodista del ABC de Sevilla Manuel Sánchez del Arco. Sus crónicas tenían fama de ofrecer mucha información, incluso más de la conveniente; así se consideró erróneamente que la censura militar no se empleó a fondo hasta que las columnas llegaron a las cercanías de Madrid, es decir, entre julio y noviembre del 36, la llamada por algunos «etapa marroquí» de la guerra civil. Las «Instrucciones para la censura de prensa» de Cuesta (véase nota 464), por el contrario, demuestran que ya en septiembre el control era muy rígido. <<
[53] González Toro, Páginas del Movimiento Nacional, pp. 70-71. <<
[54] Ibid., p. 78. <<
[55] Todos los documentos referidos a esto se encuentran en AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 8; CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 75, 78 y 80. Este último se trata de un comunicado a Franco fechado el mismo 15 de agosto donde se dice que «ha dicho aviación que ha visto concentración enemiga [en Llerena] y que la ha bombardeado». <<
[56] Francisco Delgado Serrano había llegado a Sevilla procedente de Tetuán el día 14 de agosto. Dos días después partió hacia Los Santos y el 17 tomaba el mando de la cuarta columna, formada por dos tabores, una batería, una estación óptica, una sección de zapadores y servicios de Intendencia y Sanidad. Esta columna entró en acción el día 20 con la toma de Fuente del Maestre, Feria, Villalba y Santa Marta (AGMS, CG2, Caja 359/1). <<
[57] Tanto Llera como Valencia de las Torres serían ocupadas definitivamente el 24 de septiembre por el capitán Ernesto Navarrete Alcal. El Ayuntamiento de Llera estaba formado por Miguel Torrejón León (alcalde), Antonio Flores Gutiérrez, José Barrero Calurano, José María Torrejón Calurano, Manuel Pina Barrero, Diego A. Ortiz Castro, Alfonso Macias Díez, Segundo Ponce Salgado y Agustín Barrero García. Fueron acusados de maltrato a los presos Isidro Torrejón Peña, José Moreno Chaparro, Antonio Moriano Macías, José González Gutiérrez, Manuel Rajo Calurano, Silverio Macias Adame, Antonio González Gutiérrez, Manuel Vidarte Burguillo, Manuel Díaz Muñoz, Juan Pina Barrero, Ángel Gutiérrez Fontecha, Isaac Cordero García, Ángel Cordero García, Gabriel Ortiz Bautista, José Castilla Fontecha y Felipe Gutiérrez Fontecha. Las milicias estuvieron a cargo, entre otros, de Julio Chaparro Salgado, Manuel Barrero Carrasco y Francisco Ortiz Durán. Constituían el Ayuntamiento de Valencia de las Torres Francisco Campos Castaño (alcalde), Antonio Fernández Merchán, Juan Pizarro Cachadiña, Celestino Cabanillas Guardado, Antonio González Martínez, José Guillén y Juan Blanco Morlesín. Por malos tratos a los presos fueron acusados José Maestre Nevado, Juan Acedo Barragán, Antonio Abad López, Ángel Durán, Vicente Rodríguez Barragán y José Romero Rodríguez. <<
[58] El falangista Rogelio Delgado Álvarez, el cabo José Sánchez Prieto y el soldado Abdón Ballesteros Jiménez. La Causa General también recoge el caso de Antonio Morales Cantero, industrial de cuarenta y ocho años, muerto por arma de fuego y cuyo cadáver apareció destrozado. Según la misma fuente se culpó a los hermanos Antonio y Pedro F. Núñez y a Ignacio Esteban Villegas («fallecido»), a quienes también se atribuyó el asesinato de Horacio Domínguez Pacheco, labrador de Valencia de las Torres, cuyo cadáver apareció en el lugar conocido por el Canchal. No obstante, según Rodrigo González Ortín, Domínguez Pacheco fue un falangista que «encontró gloriosa muerte en la defensa de Llerena» (Extremadura…, p. 64). La Causa General también recoge el caso de Rafael Isla Romero, de cincuenta y dos años, propietario y concejal de Acción Popular, asesinado el 24 de octubre del 36 en Ciudad Real. Como suele suceder en estos casos la leyenda se ha impuesto a la realidad y al igual que en Sevilla sigue circulando la patraña de Queipo haciendo circular a los moros por la ciudad para que parecieran más; en Llerena se dice que los rojos huyeron presa del pánico cuando uno de los defensores llamó en su ayuda a unos moros inexistentes (véase Martín Burgueño, «Llerena y la guerra…», p. 26, nota 16). <<
[59] En memoria de Pedro Rubio Heredia (Ribas de Campos, Palencia, 1909). Auxiliar de Obras Públicas afincado en Badajoz desde muy joven. Diputado por Badajoz en 1933. Director de La Verdad Social. Secretario de la Federación Provincial Socialista y vocal en el Comité Nacional de las Juventudes Socialistas. Expulsado de la provincia en junio de 1934 con motivo de la huelga campesina y detenido el 15 de octubre de 1934. Agredido por la policía en febrero de 1935 y finalmente asesinado el once de junio de ese mismo año en el restaurante «La Mezquita» de Badajoz (datos procedentes de Aurelio Martín Nájera, de la Fundación Pablo Iglesias). <<
[60] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 112. En telegrama posterior (documento siguiente) matiza que «entre los muertos figuraba un asimilado a Oficinas de la Marina de Guerra, un cabo de Carabineros, un guardia civil apellidado Salguero y dos guardias de Asalto, un sargento, dos cabos y dos milicianos rojos pertenecientes a los batallones de choque de las milicias rojas». <<
[61] Páginas del Movimiento Nacional…, p. 44. <<
[62] AGMA, ZR, A. 6, L. 344, C. 5, D. 124. <<
[63] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 3. <<
[64] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 1. <<
[65] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 5-6. <<
[66] José Iglesias Vicente, Lectura General de Fuente de Cantos, Ayuntamiento de Fuente de Cantos, 1996, pp. 68 y ss. <<
[67] La Historia de la Cruzada mencionará al farmacéutico Alfredo H. Sánchez y, en el tono despectivo habitual de la historiografía franquista, al «Gallino», al «Cabezota», al relojero Leovigildo y al «Chato Macarro». La causa que juzgó estos hechos fue la 219/37. <<
[68] Todavía en informes de 1940 se remite a la lista de responsables en ignorado paradero aparecidos en el Boletín Oficial de la Provincia de nueve de septiembre de 1936: Modesto Macarro Parra, José Lorenzana Macarro, Teófilo García Rodríguez, Gregorio Lozano Barrientos, José Sanchís Novella, Luis Álvarez Berjano, Gabino Santos Parra, José Sánchez Santos, Cayetano Diosdado Pérez (hijo pequeño del Mellado), Julián Vargas Moñino, Cayetano Prímola Fernández, Antonio y Alberto Sánchez Boza, Antonio Macarro Barbosa «El de los periódicos», Florinda Seoane Vicito «La Condesa», Manuel González Antúnez, Manuel Pizarro Murillo, Juan Verjano Lorenzana «Mala Templa», Alfredo Hervia Sánchez, José Macarro Gala «El Chato Macarro», Juan Guareño Manzano, José Valiente Durán, Francisco Blasco Sánchez (hijo de Nicasia «La Ponta»), Baldomero Cordero Zambrano (pescadero), José Martínez Martín (primo de «Mala Templa»), Manuel Bernal Matamoros, Antonio y Bernando Goye Diosdado, Elías Lozano Moreno, Luis Flores Moro, Juan Girol Iglesias, Antonio Bernal Arteaga, Antonio López Carrasco, Francisco Vázquez Hernández, Cayetano Verjano Molina, Rafael Lobato Yerga, Antonio Bayón León «Bayoncino», Manuel Moñino Álvarez «Chato Pizarro el Cantaor», Manuel Fonseca Santos, Luciano Rosario Fabra, Fernando Cortés Osete, Nicolás Roanguez Girol «Candalija», Luis Moreno Hidalgo, Felipe Núñez Ramírez, Daniel Vázquez Yerga (nieto del Maestro Yerga), Antonio Rodríguez «El Barbero de Montemolín», José María San Vicente Rubio (vendedor de ABC), Valentín Iglesias Galván «Minero», Rafael Yerga Álvarez (hijo pequeño de Francisco Falona), Casilda Hernández González, Emilio Iglesias Alarcón, Cayetano Zapata Parra, Aniceto Delgado Toro, Manuel Gómez Borrego, Juan Martínez Ruiz, Manuel Abriol Mateos, Juan Miranda Duarte, Sebastián San Vicente Rodríguez, Macario Cruz Álvarez, José María Domínguez Izquierdo, Julián Domínguez Rubio «Margallo», Isidro Berjano Borrego, Manuel García Peña «El Tadeíno», Carlos Martínez «El Panchino», Julián Yerga Moñino (hijo de Yerga «El Granadino»), Sabino Sánchez-Moreno Carrasco «El de la Posada», Daniel Fonseca Bermejo «El Zapatero», Jacinto Ramos Gómez «El Gallego», Juan González Bernal «Lindonea», Tomás Barrientos García «Cuquelín», Modesto Hierro García, Casimiro Macarro Barbosa, Félix Rubio Capataz, Carmelo González Ronquillo «Macaire» y Antonio Martínez Delgado. <<
[69] La visión más objetiva de aquellos hechos, por más que se aprecie cierta tendencia a exonerar a la memoria colectiva de lo que sucedió, se debe a Cayetano Ibarra Barroso, «El 19 de julio del 36 en Fuente de Cantos. La quema de la Iglesia (Revivir una tragedia)», en Actas del I Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudía, Centro de Desarrollo Comarcal, Tentudía, 2001, pp. 537-563. El caso de Fuente de Cantos es también demostrativo de los límites de la historia oral. Partiendo de la carencia de fuentes válidas, diferenciar en un caso como éste entre lo vivido, lo imaginado, lo oído y lo leído requeriría un estudio específico que, más que tratar sobre los hechos ocurridos desde una óptica exclusivamente histórica, recogiese la memoria de la comunidad acerca del ciclo de violencia abierto en el pueblo el 19 de julio. <<
[70] ALMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 11. <<
[71] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5. <<
[72] San Fernando, 1895. Según se lee en Estado Mayor Central del Ejército, Servicio Histórico Militar, Galería Militar Contemporánea. Medalla Militar, t. II, 1.ª parte, Madrid, 1970, p. 260, tenía «gran espíritu militar, valor temerario y dotes de mando». Le fue concedida la Medalla Militar el 30 de septiembre de 1937 por hechos ocurridos en 1936, como fueron las ocupaciones de El Ronquillo, Santa Olalla, Monesterio, Fuente de Cantos, Montemolín, Calzadilla de los Barros, Bienvenida, Usagre, Villagarcía, Pallares, Puebla del Maestre, Medina de las Torres, Cabeza la Vaca, Segura de León, Valencia del Ventoso, Fuentes de León, Bodonal, Fregenal, Oliva, Llerena, Valencia de las Torres, Higuera de Llerena, Naguilla, Campillo de Llerena, Retamal, Puente Genil, Montellano, El Coronil, Coripe y La Campana. <<
[73] AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. <<
[74] ATMTS, Causa 693/37, Informe del comandante Salvador Ramón Benítez, dos de octubre de 1937. <<
[75] ATMTS, L. 174, Causa 23/37, «Conducta y actuación del Capitán Valeriano Lucenqui Pasalodos». <<
[76] ATMTS, S, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente de Infantería Patrocinio Carretero López, 19 de agosto de 1936. <<
[77] ATMTS, Causa 693/37, declaración del brigada José Menor Barriga, ocho de abril de 1937. <<
[78] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del comandante Fernando Ramos, 23 de agosto de 1936. <<
[79] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán José Almansa Díaz, 25 de agosto de 1936. <<
[80] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del alférez Domingo Mejías Rivera, s. f. <<
[81] ATMTS, L. 163, n.º 6677, quinta declaración del capitán Valeriano Lucenqui Pasalodos, 29 de octubre de 1936. <<
[82] ATMTS, L. 115, S. 3449/36, «Actuación del carabinero Diego González Carmona durante los sucesos revolucionarios», y L. 114, S. 3396/36, «Actuación del carabinero Antonio Fernández Simoes», que cuenta con la declaración del capitán José Gata Igartua. <<
[83] Páginas del Movimiento nacional…, p. 83. <<
[84] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5, D. 143-144. <<
[85] AHN, CG, Caja 1055-1. <<
[86] Todos los mensajes del día seis pertenecen a AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5, D. 59 y 62. <<
[87] SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, 1982, p. 134, nota 127. También puede verse en Hoy, 17 de agosto de 1936, p. 2, «La verdad acerca de la sublevación de la Guardia Civil en Badajoz». <<
[88] A fines de septiembre del 36 apareció una requisitoria en el BOP a cargo del juez instructor militar José F. Hernando por la que se llamaba a comparecer a Manuel Flecha Rodríguez, Antonio Benítez Cano, Rafael Salcedo Gago, Pedro Cienfuegos Bravo, Gregorio Sáez, Juan Moreno González, Sebastián Bas Perera y Obdulio Pérez Rodríguez. <<
[89] AGMA, CGG, A. 6, C. 337, C. 35, D. 11; y C. 1, D. 12. <<
[90] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 1, D. 13. <<
[91] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5, D. 3-5. <<
[92] ALMA, CGG, A. 6, L. 377, C. 1, D. 16. <<
[93] Siul de la Montaña (Luis Martínez Terrón), «La Guardia Civil en Extremadura. Una gran zanja sobre la piel de España», en Mando, junio 1999, Remata, p. 100. Según este mismo autor, que se basa en un artículo del corresponsal de La Unión de Sevilla de 17 de diciembre de 1936 titulado «La odisea de 73 guardias civiles», la rendición se precipitó por la decisión de un capitán de liberar a los rehenes. <<
[94] Chaves Palacios mantiene por error que el comandante José Vega Cornejo, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz, se sumó a la sublevación del seis de agosto. Hay que decir, mientras no se demuestre lo contrario, que Vega Cornejo (lejos de las conclusiones a que llega Chaves, que al creer que se subleva y luego es fusilado por los de Yagüe habla de «lo cruel que podía ser el destino en un conflicto armado de las características del que estamos analizando») se mantuvo en todo momento fiel a la legalidad republicana, lo que le costó la vida a los tres días de la entrada de las fuerzas de Yagüe. Véase Julián Chaves Palacios, La guerra civil en Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1997, P. 95. <<
[95] Debemos la identidad de este misterioso miliciano, citado en algunos documentos, a Francisco Pilo Ortiz, según el cual sería Leandro Gómez Canchales, un carpintero sevillano llegado a Badajoz en los primeros días de agosto y que por su capacidad sería uno de los más activos participantes en la defensa de la ciudad (véase Ellos lo vivieron, Ed. del autor, 2001, p. 85). <<
[96] Sobre su conducta se abrió un expediente: ATMTS, L. 132, n.º 4609/1936. <<
[97] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Miguel Valaer. <<
[98] ATMTS, L. 114, S. 3396/36, declaración del capitán de Carabineros José Gata Igartua. <<
[99] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 13 y 14. <<
[100] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 27, D. 28. <<
[101] Esta memoria anónima, así como otros documentos relativos a Zafra y otros pueblos de Badajoz, me fueron proporcionados por José María Lama Hernández, sin cuya ayuda este trabajo no sería el mismo. Para los hechos estudiados resulta de consulta obligada su obra Una biografía frente al olvido: José González Barrero, alcalde de Zafra en la II República (Conmemoración del sesenta y un aniversario de su muerte), Diputación de Badajoz, 2000. También he contado con buena parte del borrador de su próximo trabajo, titulado La amargura de la memoria. República y Guerra Civil en Zafra (1931-1936). <<
[102] Ibid., pp. 237-238. <<
[103] Sobre el escandaloso proceso abierto al falangista Agustín Carande Uribe por venta de alhajas procedentes de la ocupación de Ronda véase Francisco Espinosa Maestre, La justicia de Queipo, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2000, pp. 223-231. <<
[104] Antonio Bahamonde Sánchez de Castro, Un año con Queipo. Memorias de un nacionalista, Ediciones Republicanas, Buenos Aires, s. f., p. 108. <<
[105] AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. <<
[106] AHN, CG, Caja 1056-1. <<
[107] La teoría del «no les dio tiempo» fue comentada por Antonio Bahamonde en su Un año con Queipo como una de las argucias utilizadas por los sublevados para justificar la represión propia frente a otra anterior que en la mayoría de los casos no llegó a existir salvo en su imaginación. Buena prueba de ello sería el libro de Rodrigo González Ortín, Extremadura bajo la influencia soviética, realizado cuando ya tocaba a su fin la primera etapa represiva, publicado a finales de 1937 y en el que se recurriría varias veces a la mencionada teoría, caso de Ribera del Fresno, Villafranca y Monesterio, unas veces con petróleo y otras con gasolina. Por supuesto siempre llegaba a tiempo de evitar la matanza la columna de turno. <<
[108] La Causa General contiene también los nombres de personas denunciadas por acusaciones concretas de presos, caso de Francisco Brajones Morales, Antonio Fernández Brajones (guardia municipal), José Álvarez Coleto y Obdulio Murillo (guardia municipal). De los disparos contra la sacristía con el fuego por única luz fueron acusados Manuel Borrego Pérez y Manuel Pardo Cuesta «Cano Pardo». <<
[109] Informe municipal sin fecha ni firma, pero que probablemente debe corresponder al alcalde Diego García Cortés. Debo agradecer una copia de este informe, que no se encuentra en el Archivo Municipal, a Pedro Vargas. <<
[110] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 5, D. 403. <<
[111] Asensio Cabanillas, «El avance sobre Madrid», p. 163. <<
[112] Manuel Rubio Díaz y Silvestre Gómez Zafra, Almendralejo (1930-1941). Doce años intensos, Ed. de los Autores, 1987, p. 215 y ss. <<
[113] «Historial del 2.º Tabor de Ceuta 3», cap. IV, sin numerar. <<
[114] Rubio Díaz y Gómez Zafra, Almendralejo (1930-1941), p. 259. <<
[115] AGN1A, ZN, A. 22, L. 2, C. 16, D. 12. <<
[116] AGMA, CGG, A. 6, L. 33, C. 35, D. 21-23. <<
[117] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 27, D. 11. <<
[118] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 20, D. 13. <<
[119] Los estractos del Informe de Yagüe proceden de AGMA, CGG, A. 6, L. 344 C. 5, D. 16-17. <<
[120] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 18. <<
[121] Asensio Cabanillas, «El avance sobre Madrid», p. 164. <<
[122] ATMTS/DSC, «Resumen histórico sobre situación de esta villa a partir del 16 de febrero de 1936 hasta 18 de julio del mismo año, y desde dicha fecha hasta el 9 de agosto siguiente, día de su liberación». Lo firma el alcalde Manuel Ponce en Ribera del Fresno el día tres de enero de 1939. <<
[123] Esta información procede de «¿Cómo vivieron los mozos de Reina la guerra de España?», de Rafael Moreno Tena, publicado en la Revista de Fiestas de Reina, agosto de 1999, pp. 36-38. <<
[124] Fueron acusados de todo esto José García Prior, Joaquín Estirado Prior, Toribio Hernández Nevado, Antonio García Menor, Aniceto Prior Tinoco, Julián García Ortiz, Manuel Espada Carretero, Rafael Tret (?) Chacón, Tomás Escudero Vicente, José Rocha Galdámez, José Romero Tejada, Antonio Mimbrero Nevado, Antonio Cabanillas Ortiz, Ángel Saucedo Aranda, Ángel Martínez Platero, Rafael Estirado Prior, Amador Estirado Prior, Julio Calvete Rodríguez, Marcelino Vizuete Zambrano y Arturo Rocha Candalija. <<
[125] El Ayuntamiento lo componían Manuel Corvo Acedo (alcalde), Antonio Godoy Delgado, Joaquín Sayavera Aguilar, Antonio Lena Ortas, Joaquín Sánchez Orozco, José Expósito Calurano, Enrique Ponce Abasolo, Gabriel Gómez Gómez, José Valdés Fortaleza, Francisco Orozco Caballero y Manuel Acedo Rangel. La Guardia Municipal, cuyo cabo era Francisco Delgado Machío, estaba formada por Ángel García Cabezas, Antonio Sánchez Rodríguez, Lázaro Acedo Delgado, Eugenio Delgado Ortiz y Cesáreo Villena Cáceres. Actuaron en servicios de guardia Ricardo Pérez Calero, Juan Carreras Calzado, Rafael Villena Granados «El Duque», José Rodríguez Acedo y Fernando Florido Caballero. <<
[126] ATMTS/DSC; AIHN, CG, C. 1056/2. <<
[127] AHN, CG, caja 1055-1. Se trata de dos informes, uno de agosto de 1941y otro de marzo de 1943, enviados desde el Ayuntamiento al fiscal instructor de la Causa General de Badajoz. El Registro Civil recoge el caso del joven de dieciseis años Antonio Molina Puertas, muerto el 13 de agosto a las cuatro horas, y del que se lee que fue «asesinado por los rojos marxistas», lo cual no tiene sentido si tenemos en cuenta que el pueblo fue ocupado tres días antes. <<
[128] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 7, D. 148. <<
[129] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 35, D. 24-26. <<
[130] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 20. <<
[131] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 23. <<
[132] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 16, D. 16-17. <<
[133] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 10. <<
[134] Tomo este dato, procedente del Servicio Histórico Militar (Z. N., A. 1, L. 40, C. 37), de Iva Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, Publicaçoes Europa-América, Lisboa, 1980, pp. 95-96. <<
[135] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 14, D. 37-39. <<
[136] ALMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 14. <<
[137] La interpretación más plausible, la de Paul Preston, en el sentido de que Yagüe fue cesado por problemas de salud —véase Franco, Caudillo de España, pp. 224-225— se ve confirmada por su hoja de servicios: «Por enfermedad contraída por el exceso de fatiga en esta dura campaña se hace cargo del mando de la columna el teniente coronel don Carlos Asensio Cabanillas» (AGMS, CG2, LL. 30). Ese mismo día 20 de septiembre Yagüe se trasladó a Cáceres y tres días después a Ceuta. Regresó a España el día siete de octubre y se incorporó a la columna —ya al mando de Varela— el día 12 en Talavera, precisamente el día en que le fue concedida la medalla militar. Desde esa fecha y hasta los últimos días del 36 actuaría como jefe de la columna del frente de Madrid bajo el mando de Varela. No obstante, no hay que descartar que en la sustitución de Yagüe también influyeran posibles desavenencias con Mola, como comenta Preston basándose en el testimonio de Ramón Salas Larrazábal, e incluso con sus compañeros Asensio y Castejón. En la misma línea propuesta por Preston, también hay que pensar que Yagüe —desde mucho tiempo antes pero especialmente desde que la represión de la revolución asturiana los unió en octubre de 1934— era un hombre de Franco, y que a éste, en pleno proceso de acaparación del poder, desde el momento en que decidió frenar el avance hacia Madrid y dirigirse a Toledo, operación que cortaba de manera incomprensible el proceso iniciado en Sevilla a comienzos de agosto, le interesaba reservarlo para sí y para su nueva estrategia. <<
[138] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 96; Alberto Oliart, Contra el olvido, Tusquets, 1998, p. 135. <<
[139] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 16, D. 18-20. Otras fuentes, caso de los anónimos «Recuerdos de un cabo de regulares», aumentan el número a 36. <<
[140] AGMA, 7N, A. 18, L. 18, C. 27, D. 9. <<
[141] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 7, D. 1-3. <<
[142] AHN, CG, Caja 1054-2. La Causa General también incluye a Carlos Pacheco Lerdo de Tejada, propietario de sesenta y ocho años, exalcalde y diputado a Cortes, asesinado en Madrid en agosto de 1936. También en Mérida fueron hallados los cadáveres de Antonio Rodríguez Olivera, de 29 años, dependiente, vecino de Llerena; Toribio Macías Dorado, 22, labrador; José Tabares Gragera, 33, industrial; Camilo Agudo Cortés, 20, dependiente y falangista; y Antonio Vizcaíno Carretero, 45, labrador. Los cuatro últimos vecinos de La Nava de Santiago. <<
[143] Fue acusado de haber pertenecido a la masonería (AHNS, L. 222, exp. 7). <<
[144] Debo esta información sobre el capitán Rodríguez Medina a la amabilidad de Carlos Engel Masoliver y a su obra El Cuerpo de Oficiales en la Guerra Civil, que por fin dejará de ser inédita próximamente. La costumbre de llamar capitán Medina al capitán Carlos Rodríguez Medina ha producido confusiones en cadena desde Martínez Bande hasta Chaves Palacios. <<
[145] «Historial del 2.º Tabor de Ceuta 3», cap. IV, sin numerar. <<
[146] Fue acusado de haber sido masón (AHNS, L. 385, exp. 36). <<
[147] Oliart, Contra el olvido, p. 75. Posteriormente, su padre, Antonio Oliart Ruiz, presionado por el delegado Gómez Cantos, se vería obligado a buscar ayuda en Burgos, donde se la proporcionaría Gual Villalbí, quien le aconsejó que no volviese a Mérida mientras Gómez Cantos, al amparo de Queipo, anduviese por allí (p. 82). <<
[148] AHNS, L. 377-B, exp. 9. <<
[149] Tella, que se incorporó a la columna Madrid antes de la ocupación de Mérida, había participado el día siete de agosto en la ocupación de Alcolea del Río y Lora del Río. <<
[150] AHN, CG, Caja 1054-1. El alcalde, Diego Cortés Alcón, logró pasar a Francia. <<
[151] Gabriel Fuentes Ferrer, capitán de equitación, se había unido a la columna en Sevilla, donde vivía, con su coche particular, chófer incluido. Véase testimonio de Fernando Fernández Albarrán en «La guerra civil en Extremadura», Hoy, 1986, p. 51. <<
[152] AGMA, ZR, A. 54, L. 478, C. 8, D. 1. <<
[153] AGMA, CGG, A. 7, L. 363, C. 42, D. 1-2. <<
[154] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 24. <<
[155] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 1, D. 20. <<
[156] AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 6. <<
[157] El esquema se acerca al ofrecido por Juan José Calleja en la página 97 de su obra sobre Yagüe, pero no es exactamente igual, pues Calleja coloca al I Tabor de Tetuán con Asensio y al II de Tetuán en la reserva. Es tal la falta de claridad de la documentación militar que no es de extrañar la confusión que siempre ha reinado en el papel jugado por cada fuerza en la operación. El problema afecta especialmente a los tabores, cuyas compañías —desperdigadas aquí y allá— nadie, empezando por la documentación oficial, parece saber realmente a qué tabor pertenecen. <<
[158] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 27, D. 3-6. <<
[159] AGMA, ZN, A. 18, L. 35, C. 17, D. 36-37, «Papeles de Cuesta». <<
[160] AHN, CG, Caja 1055-2. Las mayores responsabilidades recayeron sobre el Comité, formado por Valentín Fuella Casablanca (presidente), Juan Blanco Agudo, Joaquín Bautista García, Diego Sández Sánchez, Joaquín Iglesias López, Francisco Guerrero Poblador, Rafael Gutiérrez, Juan Paredes Muñoz y Alfonso Iglesias López. Como siempre todo lo relacionado con los presos recayó sobre Francisco Casablanca, Francisco Gutiérrez Cabañas, Miguel González Martínez, Modesto Román, Pedro Fuella, Diego Sández, Cristóbal Pérez, Pedro Carvajal, Jerónimo Sánchez, Blas Martín González, Alfonso Sánchez Sánchez, Jesús Agudo, Alonso Fuella Casablanca, Toribio Sánchez Sánchez, Francisco Carvajal Dorado, Pedro Fernández González, Bernardo Carranza, Alfonso Guerrero, Antonio Mata Dorado, Eduardo Gutiérrez, Pedro Agudo, Alfonso Iglesias López, Diego Martín, Eusebio Fuella, José Gallego, Toribio Gutiérrez y Adolfo Carranza Gutiérrez. También fueron señalados los guardias municipales Aquilino Guerrero Fernández y Bartolomé Fuella Casablanca, y dos mujeres: Basilisa Sánchez, esposa de Francisco Guerrero Poblador, y Florentina Iglesias. <<
[161] Este hecho fue reconocido en la Causa 693/37 por el mismo juez instructor Martínez Mediero, quien recogió los testimonios de varios vecinos. <<
[162] Juan Carlos Molano Gragera, Introducción a la historia del movimiento obrero en Montijo, Agrupación del Partido Comunista de España, Montijo, 1982; véase también Chaves Palacios, Julián, «Verano del 36: Control de Montijo por los sublevados», en Actas de las Jornadas de Historia de Montijo, Ayuntamiento de Montijo, 1996, pp. 59-63. <<
[163] AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. <<
[164] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 29. <<
[165] Los datos del Servicio Histórico Militar y de la Causa General se ven considerablemente ampliados en Leopoldo Río Lagrimal, Relato de los martirios y del fusilamiento de que fue víctima por los rojos desde el 19 de julio al 13 de agosto de 1936, Badajoz, 1938. El falangista Río Lagrimal, que escribió su relato en los últimos días del 36, también implica a mujeres en los malos tratos: María Dolores Núñez «La Nelken», de dieciocho años; Carmen Guerrero, Carmen Broncano y varias más. Véase también «Memoria de lo que pasé y vi que pasaron muchos de los que cayeron en manos de los rojos», de Avelino Villalobos Guerrero, el otro superviviente, en AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. <<
[166] Según la Causa General, Manuel Juez Andrino, médico de veintisiete años, que al parecer vivía en Salamanca, fue asesinado el día nueve de agosto. Ninguna otra fuente habla de ello. Otro caso particular, que la Causa no contempla, es el de José Tienza Tienza, un soldado que se encontraba de permiso en el pueblo y que por indicación del alcalde se incorporó al Regimiento Castilla y fue enviado al encuentro de Los Santos del cinco de agosto. Tienza murió ese día, pero nunca quedó claro si fue muerto por los milicianos de Talavera que participaron en esa acción o si le cogió algún disparo en su intento por pasarse a las fuerzas de Asensio. Véase AHN, CG, Caja 1052-2. <<
[167] ATMTS/DSC. <<
[168] Sobre el desenlace de Rivas y sus compañeros véase Francisco Espinosa Maestre, La justicia de Queipo, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2000, pp. 231 y ss. <<
[169] Sobre el estado y situación de las murallas en el 36, véase Alberto González Rodríguez, «La fortificación abaluartada de Badajoz», en Apuntes para la historia de Badajoz, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1999, pp. 13-22. <<
[170] Según declararía al periódico Hoy de dos de septiembre de 1936, orgulloso de ser el número uno de los fascistas extremeños y el 46.º de España desde 1932, fue detenido el 14 de abril del 36 y expulsado de la provincia por orden del gobernador civil. Logró pasar a Madrid, donde nuevamente fue detenido el cinco de mayo y consiguió escapar a un cortijo cordobés desde donde se unió a las columnas que iban hacia Badajoz. Sabemos por Extremadura bajo la influencia soviética, de Rodrigo González Ortín, que se sumó a las fuerzas de Castejón y que intervino en la toma de Llerena. Al final de esta obra se le anima «a seguir con ese espíritu tan tuyo luchando en el exterminio de incendiarios, saqueadores y criminales; no precisamente en venganza y persecución de los que vilmente asesinaron en la flor de su vida a tus tres hermanos (tú no eres capaz de albergar instintos vengativos), sino contra todos los que con su presencia y permanencia en España la ultrajan y desdoran» (p. 208). Los hermanos de Carrasco fueron asesinados en agosto del 36 en Castuera y Zalamea. <<
[171] Eduardo Ezquer había sido condenado durante el Bienio Negro a doce años por el asesinato de un obrero en Don Benito. Su defensor fue José Antonio Primo de Rivera. Entre los falangistas pacenses cabría destacar a Mariano Ramallo Thomas, Pablo y Felipe Moreno Damián, Félix Sardiña Peigneux, Antonio Gervás, Joaquín Murillo, Antonio Álvarez Espárrago, Antonio Almeida, Demetrio Pérez, Joaquín Tafur, Alfonso López-Lago, Cayetano Valero e Ildefonso Sánchez Redondo. Como dice Luis Pla Ortiz de Urbina los falangistas participaron en la represión «hasta donde el Ejército les permitió» (Carta personal, 26 de marzo de 2001). <<
[172] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Martín González Delgado, 19 de agosto de 1936. <<
[173] AHN, CG, Caja 1055-1. <<
[174] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente Pedro León Barquero, 19 de agosto de 1936. <<
[175] Ese capitán es confundido en dicha obra por el también capitán Emilio Medina Amplé. <<
[176] ATMTS, Causa 693/37, declaración del sargento José Méndez, diez de octubre de 1936. Afirmó que «aquí en Badajoz pueden acreditar su personalidad el capitán don Julián García Pumariño y don Guillermo Jorge Pinto, que habita en Arco Agüero, 13, 2.º, a los que sirvió de enlace llevando las cartas entre uno y otro hasta que marchó a Sevilla el citado capitán». A Méndez Hidalgo le trajo problemas su hermano Sinforiano, presidente de la Casa del Pueblo de Olivenza. Hasta tal punto que, en su declaración de octubre de 1937 en la Causa 693/37, afirmó que «hoy, para demostrar si es o no español, está dispuesto a marcharse a cualquiera de los frentes donde lo manden». <<
[177] ATMTS, Causa 693/37, informe del comandante Salvador Ramón Benítez, dos de octubre de 1937. <<
[178] Su hermano José María Carande Uribe, secretario de Ayuntamiento, fue asesinado en Ronda el 27 de julio del 36. El 19 de septiembre, tras participar en la ocupación de Fregenal, se trasladó con escolta personal a la ciudad malagueña y se vio implicado en un turbio asunto de desaparición de joyas que llegó a la Auditoría de Guerra de la II División, cuya historia puede verse en Francisco Espinosa Maestre, La justicia de Queipo, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2000, pp. 223-230. <<
[179] Según Luis Pla Ortiz de Urbina, Lomba «era un sacerdote de esta curia local que se distinguió por el entusiasmo con que participó en la represión, verdaderamente furibundo y fanático, era voz popular que a más de sus múltiples denuncias de gentes que por el mero hecho de ser señalados por él habrían de ser fusilados sin remisión, parece ser que intervino personalmente en las ejecuciones». (Carta personal, 26 de marzo de 2001). <<
[180] Según Juan José Calleja —Yagüe, un corazón el rojo, p. 100—, antes del 1 de julio, el coronel Cantero, un tanto remiso a sumarse al golpe, «reclamó la presencia de un emisario del general Queipo de Llano». Pero finalmente, como reconoce este mismo autor, «su sentido de la disciplina le aconsejaba servir exclusivamente a los poderes constitucionales» al igual que los otros Jefes de la Guardia Civil, Carabineros y Asalto. <<
[181] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del alférez Antonio González Dorado. 27 de agosto de 1936. <<
[182] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán José Almansa Díaz, 25 de agosto de 1936. <<
[183] Según el instructor, el capitán retirado Feliciano Ortega Pérez véase ATMTS, L. 163, n.º 6677, estuvieron a favor de la sublevación el teniente coronel Recio; los capitanes Otilio Fernández, Francisco Rodríguez y Leopoldo García; los tenientes Pedro León Barquero, Patrocinio Carretero y Jacinto Ruiz; y el alférez Diego Rodríguez Repiso. Se opusieron a ella los comandantes Farrona, Bertomeu y Alonso; los alféreces Benito Méndez, Borrego y Terrón; el maestro armero Salvador Márquez; y los sargentos Méndez Penco, los hermanos Blázquez, Mota, Joaquín Sancho Trujillo, Balas, Marco, Falconet, Collado y Rubio. También sobre esto véase AHN, CG, Caja 1055-1, Informe del Agente Rodríguez Naranjo, de la Comisaría de Investigación y Vigilancia. <<
[184] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán José Almansa Díaz, 29 de octubre de 1936. <<
[185] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente Pedro León Barquero, 19 de agosto de 1936. <<
[186] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente Adolfo Ten Turón, dos de agosto de 1936. <<
[187] Las dos compañías iban al mando del comandante Ruiz Farrona, que llevaba como ayudante al teniente Sánchez Arellano. Como responsables de las compañías iban los capitanes Ruiz de la Puente y Alvarado Pascasio, y como subalternos los tenientes Fernández Gragera, Rodríguez Rodríguez, Pizarro García; los alféreces León Carlos y Torrado Bermejo; el teniente Martínez Touriño con las ametralladoras, y el capitán médico Jiménez Andrade. Algunos de estos hombres fueron enviados al llegar a Madrid a Guadarrama y a Carabanchel. Debido a la vigilancia de los milicianos, varios de ellos (Ruiz de la Puente, Sánchez Arellano, Alvarado, el sargento Vinagre, un cuñado de Arcadio Carrasco) no pudieron pasarse a los sublevados hasta que a comienzos de septiembre las fuerzas de Yagüe llegaron a Talavera. Uno de los que se pasó fue el sargento Juan de Dios Gómez López, quien contó al instructor que en la zona republicana en vez de llamarlo Juan de Dios los llamaban Juan Salud. <<
[188] Del teniente coronel Valeriano Furundarena Pérez, que no figuraba en la causa 397/36, se informó posteriormente en el sentido de que «no tuvo decisión para hacerse cargo del Regimiento y proclamar el estado de guerra y permitió con su lenidad que sucumbiera la guarnición acatando más tarde la orden del Gobierno Rojo de Madrid de marchar conducido a aquella plaza en unión del teniente coronel sr. Recio» (ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y Oficiales que componían el Regimiento de Infantería de Castilla n.º 3 y Guarnición de Badajoz y sanciones que les han sido impuestas»). Furundarena, tal como vimos, llegó a Madrid el 27 de julio. Veamos su historia. Estuvo en casa de su hermano, en la calle San Bernardo, desde entonces al 31 de agosto, en que fue detenido por la FAI, que lo liberó al día siguiente. Tres días después lo detuvieron las milicias comunistas del Puente de Vallecas y lo condujeron a la checa de Valentín González «El Campesino», desde donde, tras ser maltratado, fue trasladado el 12 de septiembre a la Dirección General de Seguridad y a la Cárcel Modelo, en la que permaneció hasta el 16 de noviembre de ese año 36. Entonces lo llevaron a la Cárcel de Ventas hasta el ocho de marzo de 1937, en que lo trasladaron a la Prisión de San Antón, de donde sería liberado el 23 de abril de ese mismo año. Temiendo que lo detuvieran de nuevo escapó a Alcudia de Caslet (Valencia del Cid), donde estuvo hasta febrero de 1938, en que fue detenido por la policía gubernativa por espionaje y alta traición. Pasó a la Cárcel de Valencia hasta finales de agosto, en que lo llevaron a la prisión de Gandía, y fue puesto en libertad en octubre de ese año, cuando pasó de nuevo a Valencia del Cid, en cuya prisión estuvo incomunicado hasta la llegada de las fuerzas franquistas. Depurada su conducta fue ascendido a coronel con antigüedad de 20 de marzo de 1937. Luego, lo destinaron al Centro de Reclutamiento, Movilización y Reserva de Cáceres (AGMS, L. F-2034). <<
[189] Para los sublevados el teniente coronel Emilio Recio Andreu (Burgos, 1893) «tampoco quiso afrontar la responsabilidad que les correspondía en aquellos momentos ya que el coronel no tuvo ánimos para hacerlo y permitió como los demás jefes que la Guarnición cayese en poder de los rojos». (ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y Oficiales…»). <<
[190] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del alférez Antonio González Dorado, 27 de agosto de 1936. <<
[191] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente coronel Manuel Pereira Vela, siete de septiembre de 1936. <<
[192] ATMTS, Causa 693/37, declaración del brigada Santiago Agujetas García, diez de octubre de 1936. En su favor este brigada declararía que él hizo cuanto pudo para desmoralizar a los milicianos en calles y tabernas, y que no se cansaba de repetir a todo el que podía cosas como: «Estamos defendiendo un gobierno que nos tiene abandonados» o «nos están engañando con que nos van a mandar aparatos y cañones y no los tienen». <<
[193] San Fernando, 1892. Ingresó en la Guardia Civil en 1920 procedente de infantería. Su historial, caracterizado por el uso de métodos violentos, era muy conflictivo. En febrero de 1936, después de una tensa estancia en Marbella durante el Bienio Negro, las autoridades de Málaga lograron que fuera trasladado a Villanueva de la Serena (Badajoz), donde se sublevó el 20 de julio en unión de un grupo de falangistas. Abandonó la provincia a finales de ese mes cuando se enviaron contra él fuerzas desde Mérida. Luego intervino en diversas operaciones por la zona hasta que en noviembre del 36, en plena ofensiva sobre la capital, tomó a setenta guardias civiles y se plantó en Leganés sin comunicarlo a sus superiores, hecho que fue denunciado y considerado como falta grave. Mas no debió de ser muy mal visto por Queipo, que sentía especial predilección por estos perturbados, cuando a fines del 36, en fecha imprecisa, lo enviaron a Badajoz como delegado de Orden Público en sustitución del guardia civil Manuel Pereita Vela. No obstante, muy pronto, en febrero de 1937, ya aparece por Málaga y por su viejo feudo marbellí, donde llevará a cabo una salvaje represión. A lo largo de 1937 se especializará con su Brigada Móvil en «limpieza de huidos» por diversas provincias andaluzas. Es en esa época, en mayo de 1937, cuando Queipo, su protector, inicia un expediente de ascenso por méritos de guerra. La respuesta inicial de Franco, a través del teniente coronel Antonio Barroso, fue que había otros militares que reunían mayores méritos, pero varios meses después, por mediación de su primo Francisco Franco Salgado-Araujo, cambió de opinión. De este modo, en diciembre de 1938, le sería concedida la Medalla Militar individual por haber demostrado «un gran espíritu militar y un valor, energía y dotes de mando excepcionales». Como ejemplo de ello se mencionaba el hecho de haber sido el «iniciador del Movimiento Nacional en Villanueva de la Serena», consideración con la que durante la elaboración del expediente mostraron su desacuerdo otros militares como el comandante Mariano Lobo Navascues, el capitán Antonio Velasco Crespo o el teniente Federico Vila, que pensaban que los méritos pertenecían a la guarnición. Tuvo sin embargo el más firme apoyo de varios, entre los que destacaría Castejón. El ascenso le llegaría finalmente en febrero de 1939 (AGMS, L. G-2566). <<
[194] Este hecho sería comentado por el cónsul portugués en Badajoz, Vasco Manuel Sousa Pereira, en los siguientes términos: «El gesto es propio de los españoles, de los cuales nunca nos podemos fiar, sean de la ideología que fueren, mas en esta ocasión no podrá ser más útil a la causa del orden, …» (Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Rev. Estudios Regionales, n.º 15/16, Málaga, 1985-86, p. 475). <<
[195] AGMS, División CG, L. M-1. <<
[196] Ildefonso Puigdengolas Ponce de León (Girona, 1876). La proclamación de la República le cogió como coronel de Infantería en Sevilla, donde mandaba la Guardia de Seguridad. En 1932 se encontraba en Cádiz. En marzo de 1934 dimitió como inspector del cuerpo de Seguridad y en noviembre de ese mismo año, estando destinado en Málaga, un grupo de militares derechistas consiguió desplazarlo a Madrid (AGMS, P-3017). <<
[197] Esto no pasó desapercibido a los sublevados, que más tarde lo harían constar en sus informes, así como la entrega de un número indeterminado de pistolas al comunista Almarza. <<
[198] ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y oficiales…». <<
[199] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Otilio Fernández, ocho de septiembre de 1936. Aparte de actuar gustosamente a las órdenes de Puigdengolas y de ser felicitado por su actuación en el combate de Los Santos, Otilio Fernández fue acusado de disparar desde las murallas y de falsificar un carné de Falange para aparecer como «camisa vieja». Por si fuera poco, uno de los que volvieron más tarde de Portugal contó que Puigdengolas había lamentado la ausencia de Otilio Fernández, dudando del destino que le reservarían los ocupantes cuando conociesen su comportamiento. Según parece el gobernador militar Cañizares lo utilizó como asesor durante varios días, tras lo cual le aconsejó que marchara al Tercio o a Regulares, cosa que hizo. El instructor Membrillera se lamentó de que todos parecían querer favorecerle (ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y Oficiales…»). <<
[200] A favor de Macarro Peña actuaron dos hechos: delatar a dos que habían sido milicianos armados en San Roque y «habérsele escuchado decir en sus consejos a la tropa que tuvieran mucho cuidado con los elementos civiles, dada la tirantez en que se habían colocado en contra del Ejército; que siempre se ganaría más matando a un individuo y de esa manera quedaría mejor la Corporación y se daría honra al uniforme», véase ATMTS, Causa 693/37, Informe del comandante Rafael Ramón Benítez, dos de octubre de 1937. <<
[201] Zafra Mill (Manilva, 1908) será un caso particular. Aunque se ofreció para instruir milicias, poco después se arrepintió; se ocultó por temor a represalias, y huyó a Portugal el día 13. Luego, a su regreso el nueve de octubre, pasó información a los sublevados, que también valoraron sus contactos con miembros de Falange, como los hermanos Emilio y Miguel Alba, pero Ceballos, Carmona, Richardson, Tienza o el comerciante Hermenegildo Roldán. El mismo Enrique Sardiña Peigneux declaró a su favor que lo conocía desde que se organizó la Falange en Badajoz y que su conducta era «de derechista acérrimo, un entusiasta de la idea y hasta el 19 de julio, fecha en que al declarante lo entraron en la cárcel, responde de que su actuación no podía ser más inmejorable», en ATMTS, Causa 693/37, declaración de E. Sardiña Peigneux, diez de diciembre de 1936. <<
[202] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente de Infantería Patrocinio Carretero Polo (Montijo, 1890). En declaración efectuada el 13 de diciembre de 1936 el teniente Carretero afirmó haber estado desde el principio «al lado del movimiento del Ejército salvador», haber sido declarado en situación de disponible «por el Coronel rojo Puigdengolas» y haberse unido el mismo día 14 de agosto a las fuerzas ocupantes (AGMS, L. C-220). <<
[203] Ávila, 1897. Agente comercial. Al ser desterrado a Olivenza tras la huelga general de 1917, decidió vivir en Badajoz. En mayo de 1932 sufrió un gravísimo atentado del que salió ileso. A consecuencia de los sucesos de octubre de 1934 emigró a Belgica y a Rusia, de donde regresó en febrero del 36, en que salió elegido diputado por Badajoz. Poco después fue nombrado secretario provincial de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra y miembro de la dirección de la Federación Socialista de Badajoz (debo estos datos a la amabilidad de Aurelio Martín Nájera, de la Fundación Pablo Iglesias). <<
[204] Juan Simeón Vidarte, Todos fuimos culpables, Tezontle, México, 1973, p. 363. <<
[205] La peripecia del gobernador Granados Ruiz está narrada en ese extraño libro —poblado de historias y datos que conviene contrastar— de E. Santos titulado El Secretario. Revelaciones sobre la Guerra Civil en Badajoz, Imprenta Campini, Badajoz, 1984,2 obra basada en los recuerdos del que fue secretario de Granados y en la que éste no sale precisamente bien parado. Sabemos por Juan Simeón Vidarte que Miguel Granados acabó sus días en México. <<
[206] Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Estudios Regionales, 15/16, Málaga, 1985-1986, p. 474. <<
[207] ATMTS, Causa 632/37. Eduardo Fernández Arlazón fue uno más de los alcaldes socialistas que pasaron el Bienio Negro en prisión. Considerado hombre moderado, tras las elecciones de febrero, fue llamado por Madroñero para hacerse cargo de la Policía Municipal de Badajoz, donde le fue reconocida la sensatez con que actuó en todo momento y la protección que prestó a numerosas personas. Entre la condena a muerte, en marzo, y la conmutación, en septiembre, transcurrieron seis meses. El defensor, el alférez Antonio Martínez Martínez, además de recordar que ya en la sentencia se había aludido a la atenuante de «menor perversidad», solicitó la conmutación de pena «dentro únicamente del campo de la caridad cristiana que anima al verdadero español y lleva en lo más íntimo del corazón todo católico». <<
[208] ATMTS, Causa 567/36, Declaración del depositario Juan Alba Burgos, 28 de agosto de 1936. <<
[209] Según Luis Pla, el maestro albañil Lorenzo Sotoca, cuyo padre y hermano fueron asesinados, se escondió durante el día en una oculta galería del pozo de su patio, y así durante años. Un buen día, cuando todavía se le daba por huido a zona republicana, su mujer quedó embarazada en medio del escándalo más absoluto (Carta personal, 26 de marzo de 2001). <<
[210] ATMTS, Causa 567/36. <<
[211] Vicente López de Haro Rodado fue acusado de haber pertenecido al Partido Radical y de estar muy relacionado con el gobernador civil Vicente Sol Sánchez y su secretario particular Maroto (ATMTS, L. 160, s. 5811/37). <<
[212] AHN, CG, Caja 1055-1. <<
[213] Badajoz, 1883. Odontólogo. Miembro del PSOE desde 1913. Director de La Verdad Social, concejal de Badajoz en varias ocasiones y diputado en 1931. Fue detenido el 14 de agosto y puesto en libertad once días después, pasando a Elvas, a Lisboa, a Francia y a Barcelona. Se exilió a Francia y luego a México. En noviembre de 1941 fue condenado a la pérdida total de sus bienes al ser acusado de haber sido organizador, dirigente y presidente del PSOE, miembro del Ayuntamiento, presidente de Diputación, diputado a Cortes en 1931, compromisario en el 36, y de oponerse al triunfo del Movimiento Nacional, hacer propaganda de izquierdas y huir al extranjero. Fue indultado en diciembre de 1960. Murió en octubre de 1952 en Dun-Sur-Meuse (Francia). Estos datos proceden de Aurelio Martín Nájera, de la Fundación Pablo Iglesias y del AGA (Caja 75/19, Indultos). <<
[214] Mérida, 1900. Vecino de Badajoz. Perteneció al triángulo masónico Renovación. Fue vicepresidente de Acción Republicana desde 1934. Los informes de Salamanca reconocen que aunque «hacía alardes públicos de izquierdismo, durante el dominio rojo no tuvo actuación con armas». Robles Macías pasó a Portugal y más tarde a América (AHNS, L. 333, exp. 8). <<
[215] Denunciaron el robo de sus vehículos Juan Álvarez Nieto, Matías Fernández Mediero, Gregorio Muñoz Casillas, Ángel Gragera Verjano, Ángela González (viuda de Galache), Jesús Lopo, Magdalena Gómez, Francisco Jiménez Cáceres, Antonio Zambrano Gordillo, Alonso Saavedra Acosta, Julio Sánchez Barriga y Jacinto Ruiz González (AHN, CG, Caja 1052-1). <<
[216] ATMTS, Causa 1042/37, «Instruida en averiguación de las causas que hayan motivado el incendio del Teatro López de Ayala». El valor del teatro era de 538 862 pesetas y los daños fueron tasados en 165 074 pesetas, a lo que habría que añadir la máquina de cine, valorada en 53 000 pesetas. <<
[217] Carta personal de Luis Pla Ortiz de Urbina, 26 de marzo de 2001. <<
[218] La muerte de Sánchez Barriga es la más confusa de todas. Incluso la fecha varía de una fuente a otra. Según la propia prensa falangista —véase Afan, Badajoz, 16 de agosto de 1937—, Feliciano Sánchez Barriga iba armado y respondió a la agresión hiriendo a alguno de sus atacantes. El periódico falangista responsabiliza de su muerte a un tal Eladio Martínez Pérez «El Torusio», que ni siquiera aparece en los informes policiales recogidos en la Causa General. <<
[219] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 101. <<
[220] Don Benito, 1903. Maestro e inspector de Primera Enseñanza. Licenciado en Derecho. Diputado en febrero del 36. Durante la guerra fue director general de Propiedades y Contribución Territorial y vicepresidente del Banco Hipotecario. Se exilió a México en 1940 y fue fundador y propietario de las Farmacias Madrid. Falleció en 1964 (debo estos datos a la amabilidad de Aurelio Martín Nájera, de la Fundación Pablo Iglesias). El cuidadoso trato que recibió el obispo fue reconocido por la propia prensa falangista un año después (véase Afan, 7, 16 de agosto de 1936, pp. 9-10). Su hermano Pablo alcanzó el grado de capitán de milicias. <<
[221] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración de Manuel Álvarez Pizarro, 22 de agoto de 1936. <<
[222] Testimonio de Agustín Carande Uribe, «La guerra civil en Extremadura», Hoy, 1986, p. 68. <<
[223] A este primer bombardeo del siete de agosto se alude en el informe del comandante Salvador Ramón Benítez, véase ATMTS, Causa 693/37, informe final, y en ATMTS, L. 115, S. 3449/36, «Actuación del carabinero Diego González Carmona durante los sucesos revolucionarios». De epopeya cabe calificar la huida protagonizada por los soldados gaditanos Juan Real Sánchez y Antonio Pérez Morales, naturales de Bornos y Torre Alhaquime respectivamente, a consecuencia de ese bombardeo. Un primer intento de fuga fue cortado por un grupo de milicianos, que los devolvieron al cuartel diciéndoles que eran unos indeseables. En la segunda ocasión salieron de noche campo a través y se orientaron preguntando a los cortijeros la ruta para Sevilla. En Feria fueron apresados por milicianos y obligados a sumarse a una columna que debía recuperar Zafra, de la que lograron escabullirse y seguir la marcha hasta llegar a Villanueva de las Minas. Ya en Sevilla, fueron detenidos por la Guardia Civil y trasladados a los calabozos de uno de sus cuarteles. Finalmente, el día primero de diciembre de 1936, fueron conducidos a Badajoz, donde se les abrió una información que concluyó en agosto de 1937 sin declaración de responsabilidad. Uno de los que declararon en esta información era otro fugado, el soldado Antonio Martínez Santaella, quien afirmó haber tenido peor suerte, ya que en el primer pueblo que entró fue detenido por las milicias y enviado al cuartel. Todos ellos eran considerados en los informes de la Guardia Civil de sus respectivos pueblos como «individuos de dudosa conducta social» por haber pertenecido al partido socialista (ATMTS, L. 117, n.º 3647). <<
[224] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 1, D. 19-20. <<
[225] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 24-25. <<
[226] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 35, D. 36. <<
[227] Reproduzco el texto de la proclama de Alberto Reig Tapia, Memoria de la guerra civil. Los mitos de la tribu, Alianza, 1999, pp. 146-147. <<
[228] Iva Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, Publicaçoes Europa-América, Lisboa, 1980, p. 84. <<
[229] En el Cuaderno de Navegación del teniente G. D. A. se lee simplemente «bombardeo de Badajoz, tomando tierra en Elvas por hacerse de noche». Al día siguiente efectuó un reconocimiento sobre la ciudad y volvió a Sevilla. <<
[230] El pabellón del coronel Cantero fue asaltado por una sección de la V bandera al mando del teniente Francisco de Miguel Clemente. Una versión carente de interés —salvo para el encuadre psicológico del personaje— de las actividades de Castejón puede verse en Cándido García Ortiz de Villajos, De Sevilla a Madrid, ruta libertadora de la columna Castejón, Librería Prieto, Granada, 1937, pp. 92-98. <<
[231] AGMA, ZN, A. 22, L. 247, C. 2, D. 16. <<
[232] ATMTS, Causa 693/37, declaración del brigada José Cano Pulido, 23 de agosto de 1936. <<
[233] ATMTS, Causa 693/37, declaración del brigada Luciano Carrasco, 23 de agosto de 1936. <<
[234] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Martín González Delgado, 19 de agosto de 1936. Pese a todo, los informes posteriores serán muy duros con él: «Era el Capitán Cajero y facilitó todo el dinero que hizo falta para los rojos» (ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y Oficiales…»). <<
[235] Según algunos testimonios de los que se pasaron a los ocupantes, caso del teniente Eleuterio Cernuda, cuando ellos llegaron a Menacho el comandante Castejón todavía se encontraba en el Cortijo de Lopo, donde había pasado la noche. Véase ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente E. Cernuda, 28 de agosto de 1936. Uno de los acompañantes de Castejón era Henrique Galvâo, el director de la Emisora Nacional portuguesa, quien pidió integrarse en la V Bandera (Alberto Pena Rodríguez, El gran aliado de Franco, Edición do Castro, A Coruña, 1998, p. 283). <<
[236] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Luis Romero Andreu, 18 de agosto de 1936. <<
[237] ATMTS, L. 40, n.º 1226. Sumarísimo de urgencia a Luis Andreu Romero. Andreu insistiría en que con su actitud no favoreció a la «causa marxista, aunque ciertamente, al igual que sus compañeros de regimiento, tampoco conquistó laureles de los que registra la historia». <<
[238] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del capitán Leopoldo García Rodríguez, 22 de agosto de 1936. <<
[239] Después pasó a reorganizar la compañía de ametralladoras hasta el día 22 de agosto, cuando al tomar posesión el comandante militar Cañizares se quedó en el castillo de San Cristóbal a disposición del instructor Membrillera. El primero de septiembre se le permitió trasladarse a su domicilio en calidad de arrestado hasta el siete de diciembre. Como sus solicitudes de incorporación al servicio fueron rechazadas se dedicó a dar conferencias a los instructores de centurias de Flechas de Falange. Desde su primera declaración adujo como mérito que, además de descubrir un complot de seis cabos en su compañía en 1930, fue uno de los encargados de reprimir la «rebelión comunista» del sargento Pío Sopena en la Caja de Reclutas de Villanueva de la Serena en diciembre de 1933, acto por el que mereció la felicitación del teniente coronel Pereita Vela y del capitán Marzal Albarrán. Según Lucenqui por estos hechos se le quiso apartar del ejército tras las elecciones de febrero del 36. En julio de 1937 pasó a situación de disponible y fue destinado al Regimiento Pavía de Ronda. Finalmente, el 23 de febrero de 1938 se acordó el sobreseimiento provisional del caso (ATMTS, L. 174, n.º 7470, Causa 23/37, «Conducta y actuación del Capitán Valeriano Lucenqui Pasalodos»). <<
[240] César Oliveira, Salazar e a guerra civil de Espanha, O Jornal, Lisboa, 1988, p. 170. <<
[241] Al general golpista se debe la historia de que presionó a los guardias civiles sublevados con la vida de sus familiares, que aún circula por libros recientes como el de Francisco Pilo. <<
[242] ATMTS, L. 163, n.º 6677, «Averiguaciones de las responsabilidades a que haya lugar por las fuerzas militares de Badajoz». <<
[243] SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982, p. 148. <<
[244] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 104. <<
[245] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del teniente de Infantería Patrocinio Carretero Polo, 19 de agosto de 1936. Según varios testimonios había sido visto vestido con mono y participar en el desarme de varios puestos de la Guardia Civil. <<
[246] Testimonio de Modesto González Jorge, cuyo hermano fue uno de ellos, en Justo Vila, «Represión en Badajoz y su provincia», Historia y Memoria de la Guerra Civil, Salamanca, 1986 (copia mecanografiada). <<
[247] Serrano Montaner, Alberto, «El asalto a Badajoz», Tierra, Mar y Aire diciembre de 1980, pp. 50-51. <<
[248] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 105. <<
[249] «Historial del 2.º Tabor de Ceuta 3», sin numerar. No obstante hay que decir que, dada la escasez y contusión de la documentación que se conserva, recomponer la ocupación de Badajoz se asemeja a la solución de un rompecabezas. <<
[250] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 104. <<
[251] Véase un buen relato de estos hechos en Peter Wyden, La guerra apasionada, Circulo de Lectores, 1984, cap. 11, «Las matanzas», pp. 129-136. <<
[252] Manuel Sánchez del Arco, El Sur de España en la reconquista de Madrid, Sevilla, 1937, p. 90. <<
[253] Manuel Muñiz Cárdenas, Al cielo por el martirio, Ed. del autor, 1998, p. 35. <<
[254] Véase Francisco Pilo Ortiz, Ellos lo vivieron, Ed. del autor, Badajoz, 2001, p. 133. <<
[255] Las memorias de Bahamonde tuvieron al menos dos ediciones, una primera en Barcelona en 1938 a cargo de la Ediciones Españolas, y otra posterior en Buenos Aires, que es la que aquí se ha utilizado, a la que se añadió a modo de ilustración algunos de los aguafuertes que Castelao había realizado sobre la represión en Galicia. Salvo que logró pasar de Barcelona a Cuba, desconocemos casi todo de este peculiar sevillano. <<
[256] La frase para la historia, entendida hasta ahora como que, hecho lo anterior, se bastaba con pocos para acabar él sólo de conquistar la ciudad, sería aquella en la que el capitán Rafael González Pérez-Caballero comunica a Yagüe: «Atravesé la brecha. Tengo catorce hombres. No necesito refuerzos». En el contexto de la realidad de la operación dicha frase carece totalmente de sentido y no representa más que otro aspecto de la leyenda de Badajoz. <<
[257] Testimonio de Fernando Fernández Albarrán, «La guerra civil en Extremadura», Hoy, 1986, p. 51. <<
[258] Según algunas fuentes —véase La Legión española. Cincuenta años de Historia, Subinspección de la Legión, Leganés, Madrid, 1970, p. 29— también llegaron guardias civiles y fuerzas de Asalto, e incluso un grupo de periodistas que acompañaban a Margarita Nelken como representante oficial del Gobierno. Según estas mismas fuentes, sería el fracaso de esta operación lo que llevaría al bombardeo de la ciudad durante mucho tiempo. <<
[259] Emilio Berrocal, Memorias. Se trata de una copia que pude consultar gracias al interés que se tomó Antonio Orihuela y a la amabilidad de Joxé Izquierdo. <<
[260] ALMA, CGG, A. 54, L. 475, C. 2, D. 3. <<
[261] «Relato de los acontecimientos acaecidos por ocasión de la toma de Badajoz por las fuerzas sublevadas. Datos facilitados por (nombre tachado) de Badajoz», en José Luis Martín (coord.), Claudio Sánchez Albornoz. Embajador de España en Portugal (mayo-octubre de 1936), Fundación Sánchez-Albornoz, Ávila, 1995, pp. 197-198. <<
[262] El testimonio del doctor Francisco Riudavetz fue recogido por el Diari de Tarragona de 16 de octubre de 1936, p. 1, bajo el epígrafe «Manifestacions del Dr. Riudavetz. Els fets de Badajoz». <<
[263] ATMTS, L. 160, s. 5811/37, «Contra D. Ricardo Castaño Suero, Oficial de Prisiones por supuesto delito de rebelión». <<
[264] Testimonio procedente del diario de la familia Pinna, que me fue proporcionado por Luis Pla Ortiz de Urbina. El propio Pla me decía en la carta que, por los contactos con otras personas a lo largo del tiempo, podía garantizar que todo lo referente a las matanzas acaecidas en la ciudad tras su ocupación era cierto (Carta personal, 26 de enero de 2001). <<
[265] El fascismo sobre Extremadura, Publicaciones de la Federación Socialista de Badajoz, Madrid, 1938, p. 23. <<
[266] ATMTS, sin catalogar, «Información instruida en averiguación del paradero de todos los géneros, piezas de tela, muebles y demás efectos que se depositaron en la Casa Cuartel de esta Capital, con motivo de un Bando publicado por el entonces teniente coronel don Juan Yagüe, y que no fueron devueltos a sus propietarios, cuyos hechos se denuncian, ocurrido esto en el mes de agosto de mil novecientos treinta y seis». <<
[267] Las bajas de Asensio pueden verse en AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 16y en CGG, A. 6, L. 346, C. 12, D. 10-16; también se han tenido en cuenta las de los «Diarios de Operaciones», documentos que, con su amabilidad habitual, me fueron proporcionados por Carlos Engel Masoliver. No obstante hay que decir que no todas las fuentes coinciden: por ejemplo, las bajas del 2.º Tabor de Ceuta varían según se obtengan del «Diario de Operaciones» o del «Historial». Curiosamente estas bajas, aunque utilizadas con otro fin, fueron va expuestas por Ángel David Martín Rubio en Salvad la memoria. Una reflexión sobre las víctimas de la guerra civil, Fondo de Estudios Sociales, Badajoz, 1999, p. 153. <<
[268] Francisco Pilo Ortiz —véase Ellos lo vivieron, Ed. del autor, 2001, p. 109 v. ss.— mantiene (sin citar las fuentes) que la 16.ª compañía estaba formada por 158 hombres, de los que resultaron 20 muertos, 22 heridos y dos desaparecidos; los 61 casos restantes hasta los 105 que él totaliza corresponderían a las otras tres compañías de la IV Bandera. <<
[269] Sería el caso de Julián Chaves Palacios, La guerra civil en Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1997, p. 107, donde se lee «en cuanto a las bajas en uno y otro bando, las tropas de Yagüe perdieron a 285 hombres, de los cuales 37 perecieron a causa de los bombardeos republicanos y el resto en el asalto, resultando significativo que entre éstos un total de 106 muertos pertenecían a la IV Bandera». También habría que mencionar —aunque sólo fuera por tratarse del cronista oficial de la ciudad— a Alberto González Rodríguez, quien en su Historia de Badajoz (Universitas, 1999, p. 425) nos explico una vez más el cuento de los 90 muertos y de los 16 supervivientes. <<
[270] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 16, D. 24. Curiosamente el número de bajas se acerca a las cifras manejadas por Mario Neves en su despacho del 15 de agosto, donde habla de que la compañía más afectada tuvo «más de 25 muertos». Véase Mario Neves, La matanza…, p. 46. <<
[271] Ibid., pp. 46 y 61. <<
[272] Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Estudios Regionales, Málaga, 1985/86, 15-16, p. 485. <<
[273] Asensio Cabanillas, «El avance sobre Madrid», p. 166. En este laconismo también influye que en la época en la que escribe esto, 1961, para el franquismo lo de Badajoz era una cuestión tabú. <<
[274] BOP (Badajoz), 22 de septiembre de 1936. <<
[275] García Ortiz de Villajos, De Sevilla a Madrid, p. 95. <<
[276] ALMA, ZN, A. 18, L. 6, C. 5, D. 46. Se trata de las «Instrucciones para la censura de prensa», realizadas por el comandante José Cuesta Monereo, del E. M. de la II División, en Sevilla el siete de septiembre de 1936. <<
[277] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 69. <<
[278] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 105. <<
[279] García Ortiz de Villajos, De Sevilla a Madrid, p. 99. <<
[280] Reig Tapia, Memoria de la guerra civil, p. 123. <<
[281] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 68. <<
[282] AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 7; y CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 61. <<
[283] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 60-61. <<
[284] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 69. <<
[285] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 71. <<
[286] Esta información procede de «Recuerdos de un cabo de regulares», trabajo inédito que me fue proporcionado por Carlos Engel. El juicio fue abierto para ver si Amador de los Ríos era merecedor de ascenso por méritos de guerra. <<
[287] SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982, p. 148. <<
[288] No es gratuita esta duda. Hay que recordar el ridículo contencioso —que llegó al enfrentamiento personal— que Castejón mantuvo durante años con Ramón de Carranza (organizador de una de las primeras columnas que se movieron por Sevilla y Huelva y primer alcalde fascista de Sevilla) por conseguir el puesto de «liberador» de La Palma del Condado (Huelva). Ambos, uno por un lado y otro por otro, habían entrado en el pueblo al mismo tiempo. Véase Francisco Espinosa Maestre, La guerra civil en Huelva, Diputación Provincial de Huelva, 1997, pp. 126-127. <<
[289] García Ortiz de Villajos, De Sevilla a Madrid, p. 95. <<
[290] Puede verse el documento, procedente del AGMA, en Iva Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, Publicaçoes Europa-América, Lisboa, 1980, pp. 9596. <<
[291] Ian Gibson, Queipo de Llano, Grijalbo, Barcelona, 1986, p. 346. <<
[292] Véase Paulo Barriga, «Campos de Concentraçao. O envolvimento português na guerra civil de Espanha», Cadernos do Museu, 2, Barrancos (Portugal), noviembre de 1999, pp. 22-23. <<
[293] Ibid., p. 26. El texto procede de un informe del comandante de la Sección de Safara (localidad situada entre Barrancos y Mourn) a sus superiores. <<
[294] Ibid., p. 28. <<
[295] Martín (coord.), Claudio Sánchez Albornoz, p. 214. <<
[296] Neves, La matanza de Badajoz, pp. 35-36. <<
[297] Julián Márquez Villafaina, Aquellos días de agosto, Diputación Provincial de Badajoz, 1999, p. 212. <<
[298] El texto procede de Martín (coord.), Claudio Sánchez Albornoz, pp. 136-137. <<
[299] El trabajo de María Ruipérez, titulado «Un historiador republicano en la Embajada de Lisboa, se encuentra en Martín (coord.), Claudio Sánchez Albornoz, pp. 63-87. <<
[300] César Oliveira, Salazar e a guerra civil de Espanha, O Jornal, Lisboa, 1988, p. 169. <<
[301] Ibid., p. 170. <<
[302] Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, p. 94. <<
[303] Véase Barriga, Campos de Concentraçao», p. 23. <<
[304] Hoy, tres de septiembre de 1936, entrevista con Arcadio Carrasco. <<
[305] Alfonso Vargas Rendón llegó a Badajoz desde Huelva, de donde tuvo que salir huyendo a finales de julio. Era funcionario (cesado en octubre de 1934) de la Diputación Provincial, presidente del Partido Republicano Federal de Huelva, vicepresidente del Ateneo Popular y masón de la principal logia de Huelva. Quizá para evitar problemas burocráticos o simplemente porque la familia ignorara su final, fue inscrito en el Registro Civil de Huelva en 1941 como fallecido en esa misma ciudad en agosto del 36. <<
[306] Martín (coord.), Claudio Sánchez Albornoz, p. 216. <<
[307] Ibid., pp. 207 y 208. <<
[308] Ibid., p. 218. <<
[309] Véase «Manifestations d’un camperol estremeny», en Diari de Tarragona, 16 de octubre de 1936, p. 1. <<
[310] Neves, La matanza de Badajoz, p. 34. <<
[311] AHNS, L. 352, exp. 29. Díaz Quirós, miembro de la logia Renovación, alcanzó el grado 2.º en 1932. <<
[312] Testimonio de Francisco Porta Agudo, de noventa y un años, tomado de Manuel Tapada Pérez, Guerra y posguerra en Encinasola, Ed. del autor, Sevilla, 1999, p. 320, y procedente del trabajo realizado por F. E. Rodrigues Ferreira para la revista História (véase Bibliografía). <<
[313] Toda esta información sobre los campos procede de «Campos de concentraçao no país dos brandos costumes», en Paulo Barriga, «Campos de Concentraçao. O envolvimento português na guerra civil de Espanha», Cadernos do Museu, 2, Barrancos (Portugal), noviembre de 1999, pp. 24-33. Estos hechos quedaron reflejados en el Jornal de Moura y en el Archivo de la Cámara Municipal de Barrancos. El artículo de Paulo Barriga sobre la historia de los refugiados españoles fue publicado también en una revista portuguesa con el acertado título de «A lista de Seixas». Mi amigo Manolo Tapada me dio las páginas donde aparecía, sin que constase el nombre de la revista (¿Reportajem?) ni la fecha en que apareció. También pueden consultarse las actas del encuentro celebrado en Barrancos sobre A guerra civil de Espanha na raia portuguesa en noviembre de 2000, editado al año siguiente por la Cámara Municipal de Barrancos y dentro de ellas el artículo de Manuel Tapada Pérez («Barrancos, Encinasola, unidos por una guerra») y de Francisco Espinosa Maestre («Historias fronterizas del 36»). <<
[314] Debo el testimonio de Manuela Martín Martín a Laureano Rodríguez Liáñez y, especialmente, a Gabrielle García Le Ber, que amablemente grabó sus declaraciones en Rennes para que yo pudiera utilizarlas. <<
[315] El testimonio de Rafael Caraballo Cumplido procede de Ortiz, Pablo y Antonia González, «Memoria y testimonio del campo de concentración de Castuera», comunicación presentada en el congreso de octubre de 2002 de Barcelona, una copia de la cual me fue facilitada por Cecilio Gordillo. <<
[316] Testimonios de Antonio Charrama Lopes, de setenta y dos años, y de José Leal Pinto, de 74, en F. E. Rodrigues Ferreira, «Testemunhos da guerra civil de Espanha: Os barranquenhos e a memória da guerra civil», en História, Curso de Patrimonio Cultural-CEE, Barrancos-Portugal, 1994, pp. 41-42 y 46. <<
[317] Enrique Santos, El Secretario, Imprenta Campini, 1984, pp. 271-274. La historia de la furgoneta de la campanilla fue también referida por Celestino Camacho Castaño, vecino de La Codosera, que se sumó a la primera guerrilla extremeña (véase testimonio personal en «La guerra civil en Extremadura» Hoy, 1986, p. 127). <<
[318] Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Estudios Regionales, 15/16, Málaga, 1988-1986, p. 476. <<
[319] Véase documento, procedente del AGMA, en Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, p. 96. <<
[320] Esta información procede del Diari de Tarragona de los días 15 y 16 de octubre de 1936. La debo a la amabilidad de Carlos Engel Masoliver y de su amigo Francisco González Huix, que fue testigo de la llegada del Nyassa. <<
[321] El día siete de agosto del 36 un grupo de huidos de Puebla de Guzmán (Huelva) pidió al embajador Sánchez Albornoz que se les permitiese pasar a Francia. Los 17 componentes eran Miguel Redondo González, Juan, Diego y José Rubio López, Francisco Rubio Barrera, José González Jiménez, Juan Guevara Meden, Juan González Carrasco, José Vázquez Domínguez, Francisco Monterilla González, Juan Gómez Martín, Manuel Núñez Suárez, José Núñez Paz, F. Gómez Frigolet, Juan Lanuza González, Marcos Rodríguez y un tal Ramírez [véase Martín (coord.)], Claudio Sánchez Albornoz, pp. 199-2001. <<
[322] Riudavetz era especialista en el tratamiento del cáncer y se encontraba en Valencia de Alcántara por existir allí un foco de dicha enfermedad. Según declaró a la prensa, cuando estalló la sublevación se unió como médico a una columna de milicianos y, deshecha la columna, huyó a Portugal (Diari de Tarragona, 16 de octubre de 1936, p. 1). <<
[323] Otra fuente nos confirma este caso. Entre los testimonios recogidos por F. F. Rodrigues Ferreira para su trabajo de historia oral sobre la memoria de la guerra civil en la raya portuguesa, realizado con vecinos de Barrancos (Portugal), pueblo cercano a la esquina donde se unen Huelva y Badajoz, puede leerse el siguiente: «Inácio Oliveira, 80 años. En Barrancos apareció un español herido que fue ayudado por personas de aquí y cuando se recuperó contó su historia, que comenzaba así: La noche en que me mataron a mí, mataron a más de diecisiete… Aludiendo a una noche en que un teniente falangista mandó colocar a los prisioneros en la pared y los fusiló. A los que no murieron les acercó el arma a la oreja y les dio el tiro de gracia. Este hombre resultó herido pero no murió, pasando por muerto y cuando los falangistas se fueron huyó y vino hasta Coitadinha, donde fue tratado por los médicos, sabiéndose que después fue para Tarragona» (véase F. E. Rodrigues Ferreira, «Testemunhos da guerra civil de Espanha: Os barranquenhos e a memória da guerra civil», en História, Curso de Patrimonio Cultural-CEE, Barrancos-Portugal, 1994, pp. 40-51). <<
[324] El coronel Ildefonso Puigdengolas Ponce de León, cuyas declaraciones a la Agencia Fehus a su llegada a Barcelona fueron reproducidas en diferentes medios como Mundo Obrero, encontraría la muerte pocos días después cerca de Parla (Madrid) por disparos de sus propios hombres cuando intentaba controlar una desbandada. Véase Julián Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, Crítica, Barcelona, 1977, p. 126 y Ángel Lamas Arroyo, Unos y otros, Luis de Caralt, Barcelona, 1972, pp. 90-93. Sin embargo, según datos que obran en su expediente, Puigdengolas murió en Illescas (Toledo) el día 30 de octubre de 1936 (AGMS, P-3017). <<
[325] Sobre la llegada del Nyassa a Tarragona y la forma en que se abordó el problema, véase Jordi Piqué i Padró, La crisi de la rereguarda. Revolució i guerra civil a Tarragona (1936-1939), Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Barcelona, 1998, pp. 610-613. <<
[326] Todas las declaraciones de los militares que regresaron de Lisboa a Badajoz se encuentran en ATMTS, Causa 693/37. <<
[327] Este tipo de asertos, que muestran con claridad el arraigo de los lugares comunes y el peso de los vencedores, puede verse en trabajos que, como los de Francisco Pilo Ortiz, incorporan sin criba previa ambas memorias, la de la matanza y la de la leyenda. <<
[328] ATMTS, L. 163, n.º 6677, informe del comandante Fernando Ramos Díaz de Vila, 23 de agosto de 1936. Ramos (La Habana, 1906) se encontraba en Portugal desde el primero de agosto a causa de licencia por enfermedad. Se incorporó al día siguiente de la ocupación e intervino en las operaciones realizadas al sur de la provincia. Tras pasar todo 1937 en diversos frentes del sur fue destinado a Huelva como delegado de Orden Público a comienzos de 1938. En 1941 sería nombrado gobernador militar de dicha provincia (AGMS, L. R-27). <<
[329] En uno de los informes de la Causa 397/36 se leía que el comandante Enrique Alonso García era «de ideología francamente izquierdista pero parece ser que lo ocultaba … En el Movimiento se puso al lado de los rojos abiertamente» (ATMTS, Causa 397/36, «Actuación del personal de Jefes y Oficiales…»). <<
[330] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración de Pilar Olea Cortés, 28 de noviembre de 1936. <<
[331] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración del sargento Luis Cantero, dos de noviembre de 1936. <<
[332] ATMTS, L. 163, n.º 6677, declaración de América Gil de Furundarena, tres de noviembre de 1936. Existe también confirmación de estos hechos por la propia viuda de Cantero, Pilar Prat quien, al intentar mucho tiempo después mejorar la situación económica en que quedó, expuso a través de un sobrino que su marido «y los Oficiales adictos a él, salieron desarmados a la puerta del Regimiento para recibirlos y sin mediar palabra alguna los masacraron» (AGM-S, Sección 1.ª, L. C-1012). <<
[333] ATMTS, sentencia de la Causa 397/36. <<
[334] Rafael González Toro, Páginas del Movimiento Nacional. De Madrid a Extremadura pasando por el Marruecos español, Imprenta Imperio, Ceuta, s. f., p. 38. <<
[335] ATMTS, L. 40, n.º 1226. Sumarísimo de urgencia contra Luis Andreu Romero. <<
[336] En febrero de 1939, el entonces comandante habilitado Gregorio Martíinez Mediero, en unión del capitán Patrocinio Carretero Polo y del soldado Antonio Hernández Guisado, serían juzgados en consejo de guerra en Sevilla. Según parece el 24 de agosto de 1938, en medio de una arrolladora ofensiva republicana a la zona comprendida entre los ríos Guadiana y Zújar, el comandante Martínez Mediero se sintió repentinamente aquejado de «su habitual padecimiento de úlcera estomacal» y entregó el mando del batallón al capitán Carretero Polo, quien casualmente —según declaró—, por haberse tragado un clavo de manera accidental, se vio obligado a abandonar el servicio. A los pocos días, uno de los soldados, Antonio Hernández Guisado, apareció por su pueblo onubense, a más de cien kilómetros, y fue detenido y enviado de vuelta. El fiscal pidió dos penas de muerte por abandono de servicio y veintiún días de reclusión mayor para el soldado. Luego se solicitó rebaja de pena por tratarse de un oficial retirado y de otro procedente de la escala de reserva, y respecto al soldado, por La nula trascendencia que tuvo el hecho. Finalmente Franco accedió a conmutar las penas de muerte por veinte años de reclusión menor y los veinte años del soldado por quince de la misma pena (AGMS, L, C-220). Martínez Mediero era hermano del que ocupó la Jefatura Provincial de Industria antes y después del 18 de julio, Aureliano Martínez Mediero. <<
[337] José Balas López, de treinta y tres años, fue asesinado en Paterna (Valencia) tras pasar por consejo de guerra el 20 de mayo de 1940 [véase Vicent Gabarda, Els afusellaments al País Valencià (1938-1956), Edicions Alfons El Magnànim, Valencia, 1993, p. 375]. <<
[338] Fueron vocales los capitanes Agapito Rodríguez Cuerva, Lázaro Moreno Bonilla y Francisco Moreno Muñoz; suplente, el capitán José Olivera Trejo; ponente, el capitán José Fernández Hernando; fiscal, el teniente Manuel Jiménez Cierva; defensor, teniente Rufino Gutiérrez Gutiérrez, y secretario el alférez Francisco Esteban Gozalo. Las actuaciones de algunos de estos jurídicos —si bien con algunos errores de grado— también llegaron a El fascismo sobre Extremadura, donde se leía: «Este Consejo lo preside el teniente coronel Mernbrillera. Actúa como fiscal Manuel Jiménez Cierva, y como vocales, el teniente coronel retirado de la Guardia Civil Carrillo y el capitán en igual situación Trigueros. Como defensores informan los abogados Cuéllar y Rincón» (p. 31). <<
[339] Los informes sobre él eran contradictorios, pues si por un lado se decía que pertenecía al grupo de suboficiales «marxistas», por otro se le consideró confidente de la oficialidad. Intervino en el choque de Los Santos —sin disparar— y en la defensa de la ciudad desde el edificio de Correos, pero antes de que entraran las fuerzas de Yagüe se fue de allí a escondidas y se presentó en el Hospital Militar. <<
[340] Según los informes era «amante de la Religión y respetuoso con sus superiores». Participó, sin que su unidad llegara a intervenir, en Los Santos. El 13 de agosto desobedeció la orden de uno de los comandantes y se refugió con sus familiares en el sótano de la Escuela Normal de Magisterio. El 15 se presentó en el cuartel de la Bomba. <<
[341] «Izquierdista, aunque no de los más exaltados», decía un informe. Fue de los suboficiales favorables a la declaración del estado de guerra. En la madrugada del 14 de agosto fue destinado al baluarte del Grupo Escolar, donde estuvo hasta la hora de comer, en que se acercó a su casa y no volvió más. El 15 se presentó en la Comandancia Militar. <<
[342] «Simpatizante con la causa marxista si bien con tendencia moderada», se decía de él en uno de los resultandos. Perteneciente al grupo de suboficiales favorables a la sublevación. Huyó a Portugal el 12 de agosto y regresó a Badajoz el ocho de octubre. <<
[343] García Puerto e Hidalgo Carrillo acataron desde el primer momento las órdenes de su teniente de no hacer fuego y ni siquiera montar las ametralladoras en las acciones en que hubieron de intervenir. Florencio García Puerto «regresó enfermo» de una de estas acciones (Fregenal, Fuente de Cantos y Los Santos) y a partir del día ocho de agosto se quitó del medio hasta que después de la ocupación se presentó en la Bomba. Julián Hidalgo Carrillo tuvo que incorporarse el 12 a la defensa de la muralla e hizo fuego de ametralladora en la madrugada del 14 contra el cuartel de Menacho al ser obligado, pistola en mano, por el capitán Guillermo de Miguel y por uno de los dirigentes izquierdistas. Una vez ocupada la ciudad se presentó en la Comandancia Militar. <<
[344] Se incorporó desde Olivenza, su pueblo, el 28 de julio y se ofreció voluntario para la instrucción de milicias. Participó en el choque de Los Santos y, pese a ser invitado, se negó a sumarse a la sublevación de la Guardia Civil. Fue acusado por la Guardia Civil de Olivenza de haber viajado allí para recoger milicianos con los que hacerles frente. Además, un hermano suyo era presidente de la Casa del Pueblo de Olivenza. En su favor influyó —por contradictorio que parezca— haber actuado de enlace antes del 18 de julio entre dos significadas personalidades derechistas de Badajoz. Méndez Hidalgo se fugó el 13 de agosto a Portugal, desde donde regresó a Badajoz el ocho de octubre del 36. <<
[345] Fue acusado de haberse relacionado con la Casa del Pueblo y con el Centro Comunista, aunque el mismo instructor reconocía que «no se concretan ni prueban los hechos». Los informes de su actuación a partir del 18 de julio le fueron favorables. A comienzos de agosto eludió todo tipo de servicios y entró en cocina y a partir del día 13, con el pretexto de estar enfermo, ingresó en el Hospital, donde permaneció hasta después de la ocupación. <<
[346] «Uno de los más exaltados marxistas del Regimiento», se lee en la sentencia. Fue también de los que conocían la llegada de Puigdengolas con anterioridad al 26 de julio. Después de tomar parte como voluntario en las acciones de San Vicente y Los Santos, huyó el día nueve de agosto a Portugal y estuvo allí hasta el ocho de octubre. <<
[347] A pesar de su «marcada tendencia izquierdista, no se significó». El día 13 actuó en el baluarte de los Pinos y en San Francisco «simulando tiros de mortero», si bien les quitó el suplemento para reducir su alcance y escondió las granadas después de inutilizar los cebos. Antes de que penetraran en la ciudad las fuerzas de Yagüe «acudió espontáneamente a la cárcel Provincial a fin de proteger a los presos en el caso de que fuera necesario». <<
[348] Otro «elemento izquierdista significado» que en la reunión del día 21 se opone a la salida de las compañías para Madrid. Rubio Lozano perteneció al pequeño grupo de militares que fue destinado al fuerte de San Cristóbal, donde permaneció «refugiado» entre el nueve y el 15 de agosto, fecha en que se entregó en unión de sus compañeros a una compañía de Regulares. <<
[349] Aunque se le acusó de cooperar con «los elementos extremistas», fue considerado «sin gran firmeza» y «falto de carácter». Intervino en las acciones de San Vicente y Los Santos, donde su teniente resultó herido por disparo de cañón. El 12 de agosto entró de guardia en la prisión Provincial, de la que a petición propia no saldría hasta el 16. <<
[350] Se incorporó a la sublevación en Palma de Mallorca. Allí se encontraba con licencia por enfermedad desde el seis de julio. Sirvió en el regimiento de Infantería de Palma hasta que en junio de 1937, va como alférez, pasó a prisión preventiva por la instrucción de la Causa 706/37. Pese a su pasado izquierdista, los informes reconocían los servicios prestados «en favor de la causa Nacional». <<
[351] Florencio García Suárez y Juan de Dios Gómez López, catalogados como izquierdistas, cuentan entre los que salieron a Madrid el 22 de julio. Luego fueron destinados a Guadarrama, Extremadura y Talavera, y desde aquí el 17 de septiembre, en compañía de otros oficiales, clases e incluso del capitán de la Compañía, se pasaron a los sublevados. Los informes posteriores eran favorables para ambos, pues no volvieron a mostrar ninguno de los dos «su adhesión al régimen marxista». <<
[352] José Díaz Navarro, otro de los suboficiales catalogados de extremistas, huyó a Portugal el nueve de agosto y permaneció allí hasta el día ocho de octubre del 36. <<
[353] Fueron sobreseídos los casos de Santiago Agujetas García, Antonio Macarro García, Joaquín Zafra Mill, Gervasio Santos Naharro, Manuel García Pérez, Enrique Delgado Gallardo, Juan García Carrasco, José Díez Navarro, Miguel Fernández Boza, Juan Rubio Lozano, Juan de Dios Gómez López, Eladio Frutos Moreno, José Menor Barriga, Orencio Cerrato Mansilla, Florencio García Puerto y Tomás Estévez Sánchez. <<
[354] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 107. <<
[355] ATMTS, L. 134, Causa 2113/37, «Averiguación de la procedencia de dos relojes encontrados a Francisca Aguza Lozano». <<
[356] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 107. <<
[357] AGMA, CGG, A. 1, L. 46 bis, C. 11, plano del campo de concentración de Badajoz. <<
[358] ¿Qué decir de aquel repetido discurso de Yagüe?: «¡Hijos míos, qué buenos sois! ¡Qué pocos habéis quedado…! ¡Legionarios…! Merecéis el triunfo porque, frente a los que sólo saben odiar, vosotros sabéis amar, reír y cantar». ¿Qué decir de esta mística legionaria, militarista y sensiblera en medio de uno de los peores actos de barbarie de nuestra historia contemporánea, en medio de la destrucción y pase a cuchillo de una pequeña capital de provincias? El origen de estas historias creo que se encuentra en Sánchez del Arco, que primero las expande desde el ABC de Sevilla y poco después a través de su libro El Sur de España en la reconquista de Madrid, publicado en 1937. <<
[359] AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 8. <<
[360] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 74. <<
[361] Tras su frustrada sublevación en Villanueva de la Serena, andaba por Miajadas en esos días un personaje que llegará a ser muy conocido en Badajoz, el comandante de la Guardia Civil Manuel Gómez Cantos. Ya se apreciaba su estilo en los mensajes que hacía llegar a Franco a través de la II División: «Fuerza mi gloriosa quinta compañía única de Badajoz entró en Alia auxiliada Falange muy contento no puedo ausentarme Miajadas aparatitos rojos me visitan son cobardes un abrazo, 15 de agosto de 1936», véase AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C, 27, D. 23. <<
[362] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 76. <<
[363] AGMA, CGG, A. 6, L. 337, C. 35, D. 37 y AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 10. <<
[364] AGMA, ZN, A. 22, L. 2, C. 16, D. 26-41 (relación detallada de los movimientos del grupo de Asensio). <<
[365] AGMA, ZR, A. 6, L. 344, C. 6, D. 17, 18 y 32. <<
[366] AGMA, ZN, A. 15, L. 17, C. 26, D. 9 (radiograma de Franco a Mola). <<
[367] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 87. <<
[368] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 91. En Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, p. 106, se lee que el mismo día 14 de agosto fuerzas de Castejón localizaron a la esposa y a las dos hijas del general Castelló en el domicilio de unos amigos, donde fueron detenidas. Vale la pena reproducir el texto de Calleja: «Madre e hijas estaban ocultas en el domicilio de unos amigos, y su escondite fue descubierto por Castejón, que ordenó se les guardase el máximo respeto hasta su traslado a Sevilla». <<
[369] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 27, D. 24. <<
[370] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 105-107. <<
[371] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 1-5. <<
[372] AGMA, CGG, A. 2, L. 147, C. 2, D. 8. El documento, realizado en Oropesa, consta de un anexo con los nombres de los prisioneros, 64 hombres y diez mujeres, de las que se dice que algunas «no han negado su participación decidida en el movimiento; otras por el contrario manifiestan haber prestado servicios como enfermeras en Madrid, de donde fueron sacadas para venir al frente a desempeñar los mismos servicios». Todos fueron enviados a Cáceres. <<
[373] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 14. <<
[374] La marcha sobre Madrid, Servicio Histórico Militar, San Martín, Madrid, 1982, pp. 151-152. Para esta etapa sigue siendo imprescindible el capítulo 7 —«La forja de un Caudillo: agosto-noviembre 1936»— de Franco, «Caudillo de España», de Paul Preston. <<
[375] La cita, originaria de O. Conforti, Guadalajara: la prima sconfitta del fascismo (p. 33) procede de Preston, «La guerra de aniquilación de Franco», en La política de la venganza, Península, Barcelona, 1997, p. 71. Para esta misma obra, Paul Preston tomó de un trabajo de J. A. Vaca de Osma —La larga guerra de Francisco Franco, Madrid, 1991— las siguientes declaraciones de Franco a Manuel Aznar: «Al entrar en el Alcázar tuve la convicción de que había ganado la guerra. A partir de aquel momento era sólo cuestión de tiempo. No me interesaba ya una victoria fulminante, sino que la victoria total viniese por la consunción del enemigo» (Preston, p. 68). <<
[376] Jerez de los Caballeros, 1878. Hijo de un sargento de la Guardia Civil. Se retiró como comandante el 28 de agosto de 1931. Pereita, emparentado con los Sayago Romero, propietarios de Monesterio, había sido jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz. Según Barragán Lancharro, en 1932, cuando residía en Llerena, su actuación con los obreros del laboreo forzoso era la de un propietario más (véase A. M. Barragán Lancharro, «Breves pinceladas sobre la vida política y social en Monesterio durante los años 1930 y 31», en Actas del 1 Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudía, Centro de Desarrollo Comarcal, Tentudía, 2001, p. 532). Antonio Bahamonde lo retrata en sus memorias como un individuo sin escrúpulos encargado de recoger las recaudaciones voluntarias en los pueblos, en donde tanto él como un sargento que actuaba a su servicio, que no debe ser otro que Piña, hacían lo que les venía en gana (véase Un año con Queipo, pp. 98 y ss.). <<
[377] Queipo, Yagüe y Cañizares serán declarados «Hijos adoptivos de la Ciudad» en la sesión de 21 de julio de 1937: «… al Excmo. sr. general d. Gonzalo Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur, al Excmo. sr. general Juan Yagüe, que entró en la ciudad el 14 de agosto rescatándola de las hordas marxistas, y al coronel d. Eduardo Cañizares Navarro, que desde dicha fecha se hizo cargo del Gobierno Militar de la Plaza y provincia, y desde el que tanto bien ha proporcionado a la ciudad» (AMB, Actas, Libro 247). <<
[378] Ocupando aún dicho cargo, en noviembre de 1936, fue ascendido a teniente coronel. Permaneciendo en funciones de gobernador militar hasta noviembre de 1937, cuando fue sustituido por el general de brigada Jesualdo de la Iglesia Rosillo mientras Cañizares quedó al mando del regimiento Castilla. Hasta el final de la guerra estuvo en el trente de Extremadura. En febrero de 1939, y en causa instruida por el propio gobernador Jesualdo de la Iglesia, fue juzgado en Sevilla por su actuación al mando de la 21 División en los últimos días de agosto de 1938, en torno a Castuera. Desbordado por las fuerzas republicanas, se replegó de manera caótica y sin obedecer las disposiciones del mando. Acusado de negligencia por no haber ni siquiera visitado sus posiciones antes del ataque —a pesar del informe favorable del instructor— fue condenado a dos años de prisión militar correccional con la accesoria de suspensión de empleo y abono de la totalidad del tiempo de prisión preventiva sufrida, como autor del delito de negligencia. El auditor Bohórquez y el general Queipo dieron el visto bueno a la condena. Sin embargo, unos meses después, en mayo de 1939, por considerar que lo ocurrido fue «un accidente desgraciado» y que, dadas las circunstancias, era preciso sancionar el hecho por razones de disciplina, y, sobre todo, en razón a la «brillante vida» del acusado, se le conmutó la pena por la de ocho meses de prisión menor, condena que al mes siguiente se redujo a seis de arresto menor por expreso deseo de Franco (AGMS, S. 1.ª, L. C-1093). <<
[379] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 94-97. <<
[380] Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Estudios Regionales, 15/16, Málaga, 1985-1986, pp. 485-486. <<
[381] «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil…», p. 488. <<
[382] Ambas cartas se encuentran en AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 94-99. <<
[383] Siul de la Montaña (Luis Martínez Terrón), «La Guardia Civil…», pp. 92-93. Según este mismo autor, el sargento Ramos fue expulsado del cuerpo tras la guerra y «terminó haciendo un nuevo hogar de mancebía y regentando una vieja taberna». La fama de Ramos llegó a Madrid: «En San Vicente de Alcántara se distingue como uno de los mayores verdugos un antiguo guardia civil llamado Antonio Ramos, conocido por “El Rubio”. “Los jóvenes falangistas y de Acción Popular” rivalizan en martirizar a los detenidos, destacándose en su trágica labor Isidro Uñas y Alejandro Rubio Gómez» (El Socialista, Madrid, 22 de enero de 1937). También en la memoria oral que recogió Eduardo Pons Prades por tierras extremeñas en los años setenta para sus Guerrillas españolas (1936-1960) (Planeta, 1977) salió a relucir el sargento Ramos, sinónimo de Doval (p. 316). <<
[384] Ninguna de estas víctimas aparece reflejada en Julián Chaves Palacios, La represión en la provincia de Cáceres durante la guerra civil (1936-1939), Universidad de Extremadura, Cáceres, 1995, pp. 141-142, que se limita a señalar para esos días el asesinato de Ramón Camisón y para días posteriores unos cuantos casos de lo que el autor llama paseos. <<
[385] ATMTS, L. 155, Causa 552/37, «Con motivo de la muerte de varias personas ocurridas en el pueblo de San Vicente de Alcántara, al entrar en dicho pueblo las Fuerzas Nacionales en acción de Guerra». <<
[386] Santos, El secretario, pp. 214-215 y 269-270. <<
[387] ATMTS, Informe para la Auditoría de Guerra del Ejército del Sur. Documentación sin catalogar. <<
[388] ATMTS, Causa 710/36. <<
[389] Jaime Ozores Marquina estuvo preso en la prisión de Almendralejo. <<
[390] AGMA, ZR, A. 6, L. 344, C. 6, D. 37. <<
[391] AHNS, DPS, L. 24. <<
[392] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 26, D. 6. <<
[393] AHNS, DPS, L. 24. Pese a que estos asesinatos ocurrieron entre el ocho y nueve de agosto, en la Causa General puede leerse que se produjeron el nueve de octubre del 36, salvo en el caso de Adolfo Calles Guijo, que tuvo lugar una semana después en el campo. Por otra parte en los «Papeles de Cuesta», que ofrecen información procedente de la Guardia Civil, se mantiene erróneamente que el número de víctimas fue de 14 o 16, cifra que finalmente se tuvo en cuenta para el informe sobre el terror rojo. <<
[394] Manuel Quiterio Gil, Santos Pérez Barneto, Lorenzo Guerrero Andrino, Wenceslao Cerezo Vera, Manuel Blanco Galván, Rosario Salido Ramos, Enrique González Cáceres, Manuel González Cáceres, Adolfo Ambrioso Torres, José Corbacho Sánchez, Agustín Sánchez Chamorro, José López Gómez, Mauro Alfonso Núñez, Santos Merino González, Félix Domínguez Rosales, José Domínguez Rosales, Ventura Pérez Méndez, Juan Montes Montero, Norberto Silvero Rubio, Manuel Sánchez Yébenes, Agustín Estrecha Madrigal, Francisco Hellín Zamora, Joaquín Megías Alcaraz, Antonio Silvero Barquero, Miguel Pérez García, Francisco Flores Díez, Ignacio Flores Amado, Fernando Moro Mulero, José y Ramón Verdasco Momo, Francisco Cortes Domínguez, José Marín González, Luciano Núñez Marín, José y Antonio Vázquez Gordillo, José Sánchez Toro, Juan Gómez García, Juan Morel del Val, Juan Morel Asuar, Florencio Flores Rodríguez, Ignacio Guerrero León, Indalecio Sánchez Mitarte, Luis Sánchez Silvero, Donato Álvarez Mulero, Manuel Pérez Torrescusa, José Pérez Vega, Juan Sánchez Gutiérrez, Emilio Barneto Torrado, Francisco Sánchez Corbacho, Emilio Tercero Torrado, Isidro Soto Giménez, Agustín Franco Seco, Vicente Barriga Rodríguez, Francisco Ramos Álvarez, Francisco Andrino Pérez, Manuel Alvez Romero, Juan José Molano Yuste, Bartolomé Salas Sosa, Ramón Flores Gil, José Fernández Fernández, Julio López Sánchez, Miguel Carballo Molina, Severiano Romero Fernández, Ramón Martínez Méndez, Alfredo Cierva Nieves, Aquilino y Juan Bocho Marín, Antonio Andrino Durán, Celestino Corbacho Sánchez, Andrés Tejeda Torvisco, Antonio Sánchez Chamorro, Baldomero Marín López, Juan Ramos Romero, Juan Guerra Carrasco, Francisco Pardo Domínguez, Ciriaco Pilo Rodríguez, Felipe Pilo Molina, Anselmo Sánchez Cumplido, Manuel Salido Ramos, Juan González Gallego, Ramón Márquez Barquero, José Andrino Muñoz, Eulalio Panduro González, Diego Pérez González, Emilio García Ontiveros, Manuel Verdasco Estrecha, Fermín Caballero Moreno, Julio Flores Verdasco, Inocente Torrescusa López, José García Guerrero y Joaquín García Ontiveros (AHN CG, Caja 1055/2). <<
[395] En ATMTS, Causa 903/37 «Contra Antonio o Alfonso Villarroel Villarroel 14 más por rebelión y sedición con asesinatos y saqueos», se consideran aiusentes y en ignorado paradero a Pedro Ventura Zambrano, Gerardo Rojas Rodríguez, Eloy Rojas Franco, Manuel Ordóñez Escaso, Alfonso Zambrano López, Juan Antonio Godillo Cumplido, Anselmo Vidal Zambrano, José Aragón Falcón, Carmelo Hernández Zambrano, Alfonso Sayago Sánchez, Diego de la Cruz Romeo, Joaquín Miranda Quiñones, José Zambrano García, Manuel Utrero Romero y Alfonso o Antonio Villarroel Villarroel, Aunque se repiten nombres, otros informes locales, ya de los años cuarenta, responsabilizan de los hechos al alcalde y presidente de la Casa del Pueblo Alfonso Zambrano López, al inspector de los municipales Alfonso Ramírez Zambrano y a Gerardo Rojas, acusado de informar y orientar a los milicianos. También fueron acusados y finalmente ejecutados como responsables Mercedes Vázquez, Celedonio Guerrero Juncal, Antonio Luján Luján, Vicente de la Villa, José Aragón Falcón, Pedro Pecero Baños, Diego Pachón García, Antonio Zambrano López, Antonio Ramírez Corvo y Eloy Rojas Duel. Lograron pasar a zona republicana Diego de la Cruz Romero «El Gato», Emilio Broncano Arrobas y Antonio Zambrano García. Otros informes de 1942, aunque vuelven a repetir nombres, mencionan también a Manuel Utrero Romero, Andrés Zambrano García, Ángel Zambrano Zambrano, Prudencio Ventura Zambrano, Juan Ventura Zambrano y Francisco González Ramos, todos ellos ya «hoy difuntos», se aclara. González Ortín se limitó a mencionar a José Aragón Falcón, Gerardo Rojas Rodríguez «El Lento», el alcalde Alfonso Zambrano, Emilio Broncano, Juan Zambrano Pámpano y Alfonso Ramírez. <<
[396] AHN, CG, Caja 1054-2. El mismo informe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Badajoz de donde proceden estos datos añade que Antonio ViIlarroel acabó en la prisión de Cabeza del Buey por un delito de malversación, y desde aquí pasó poco después a una oficina de Migración allí radicada. El informe, elaborado a finales de 1941, lo situaba en México. <<
[397] Mercedes Almoril Calero, «Estancamiento y crisis de un gran núcleo rural del sur pacense durante el siglo XX. Fuente del Maestre, 1900-1970», Memoria de Licenciatura, Universidad de Extremadura, Cáceres, 1989, p. 371. <<
[398] Ibid., p. 373, testimonio de Diego Zambrano Chaves. <<
[399] Ibid., pp. 389-391, testimonio cíe José Gómez Rosa. Esta elección entre el Tercio y el cementerio aparece también reflejada en el folleto «El fascismo sobre Extremadura», Publicaciones de la Federación Provincial Socialista de Badajoz, Madrid, 1938, p. 19. <<
[400] Mercedes Almoril Calero, pp. 376-381, testimonio de Santiago Ramírez Chaves. <<
[401] Ibid., p. 375, testimonio de Paula Blanco Zambrano. <<
[402] Ibid., p. 375, testimonio de José Gómez Rosa. <<
[403] Ibid., p. 411, testimonio de Diego Zambrano Chaves. <<
[404] Según los «Papeles de Cuesta» (ALMA), el guardia municipal Manuel Gil Portero dio muerte al concejal Agustín Jaramillo Gamito por negarse este a entregar los fondos municipales. Ningún documento más, ni siquiera la Causa General, confirma esta historia. <<
[405] Así constan inscritos en abril de 1937: Pío Franco Noriega y Serafín Noriega Noriega, ambos alcaldes republicanos de Feria y fallecidos de muerte natural muchos años después; Maximino Noriega Bernal, Felipe González Muñoz, Vicente González Najarro, José Antonio Flores Muñoz, Francisco Mendoza Guzmán, Antonio Zambrano Muñoz, Alfonso Pérez Sayago, Rafael y Rufino Rodríguez Pereira, Juan Cortés Franco, Valentín Guzmán González, Luis Gómez Bernal, Pedro Montero Salguero, Miguel Flores Portero, Valentín Bravo Becerra; Antonio, Vicente y Sabino Tejada Flores, Segundo González Ramírez, Antonio y Valentín Franco Martín, José Vera Bernal, Juan Guzmán Picón, Manuel Gil Portero, Manuela Noriega Recio hila del alcalde), Crisanto Cortés Galindo, Antonio Cortés Guzmán, Joaquín Pérez Caba, Domingo Guillén Najarro, Sebastián Cortés Guzmán, Francisco Guzmán García y la maestra Mariana Merino González, asesinada en Badajoz al igual que su compañero el boticario Bartolomé Leal Sánchez. Un buen número de estos huidos serían más tarde obligados a trabajar en el Valle de los Caídos. <<
[406] José Augusto, Jornal de um correspondente da guerra em Espanha, Empresa Nacional de Publicidade, Lisboa, 1936, p. 95. Augusto habla de «un grande almoço» de bravos milicianos «servidos por lindas raparigas completamente nuas». <<
[407] Estos informes proceden de ATMTS, Servicios de Justicia del Gobierno Militar de Badajoz, doc. s. c. <<
[408] Los principales elementos de Falange eran Francisco Marroquín Sanguino, Isidro Moreno Núñez, Enrique Cano Rodríguez, Antonio Moreno Ramos, Antonio Moreno Fernández, Paulino y Manuel Cárdenas Álvarez, Antonio Rodríguez Nieto, Alejandro Giraldo Planz, Ricardo Lencero Santos y Nicolás Navarro Cuendas. <<
[409] Fueron acusados Antonio Luengo Sánchez, Julián Trejo Andújar, Casimiro Sánchez Casado, Francisco Rodríguez Rodríguez, Juan Fernández Ortiz, Julián Sánchez Díaz, Casimiro Chávez Casado y Pablo Jiménez Barrena, todos desaparecidos menos el último, que fue apresado. <<
[410] Testimonio de Basilio González Bueno, «La guerra civil en Extremadura», Hoy, 1986, p. 101. <<
[411] Fueron acusados del control de los presos Carlos Caramelo de los Santos, Emilio Pitera González, Miguel Aragüete Rodríguez, Antonio Ferrera González, Marcelo Contador Cordero, Miguel Rangel Núñez, Sixto Sánchez Nolasco, Alfonso y Manuel de los Santos Contador, Manuel Rodríguez Marín, Adolfo Rosado Mayorga, José Núñez Durán, Foribio Leal del Carmen, José Botello Bermejo, Antonio Mayorga Valencia, Claudia Sánchez Nolasco, Eduardo Contador Cordero, Horacio Torrado del Barco, Cristóbal Aragüete Rodríguez, José Sosa de los Santos, Justo Contador López y Florentino Rosado Mayorga. <<
[412] ATMTS, Informes locales, doc. s. c. <<
[413] Fue Solís Galán quien firmó todos los informes enviados desde La Nava entre 1937 y 1943: los que actualmente se encuentran en Salamanca, véase AHNS, DPS, Leg. 24, exp. s. c., los estados de la Causa General de 1940, y el informe utilizado, elaborado para el fiscal instructor de Badajoz, que se encuentran respectivamente en AHNM, CG, Caja 1054-1 y 1055-1. <<
[414] Según el informe de 1937, las preguntas fueron otras: ¿Tienes armas de fuego? ¿Has sido jefe de algún partido político de derechas? ¿Eres propietario o hijo de propietario rico? ¿Eres fascista o simpatizante de esa política y crees que España no se ha de salvar más que con los postulados dados a conocer por Primo de Rivera? <<
[415] Fue el mismo Jorge Solís Galán quien en uno de los informes para la Causa General elaboró el siguiente listado: Directivos: Pedro Flores Valhondo, Jacinto Benítez Santos, Fernando Rueda Romero, Francisco Agudo Quintana, Juan López Corzo, Juan Corchos Nevado, Tomás Palomo Martín y Pedro Benítez Garrido. Vigilantes: Miguel y Manuel Rosado Alfonso; Antonio, Alfonso y Florencio Ruiz Agudo, Feliciano Gragera Quintana, Francisco Campos Carreto, Juan A. Rodríguez Chamizo, Rufino y Diego Rodríguez García, Diego y Joaquín Barril Sánchez, Luis Moreno Romano; Avelino, Julián y Alfonso Carrasco Piñero; Mariano y Lorenzo Vizcaíno Vizcaíno, Pedro Corchos Nevado, José Flores Rosco, Juan Rincón Fernández, Juan Palomo Carrozas, Juan Mateos Ramos, Antonio Galeano Pérez, Alfonso Jiménez Martínez, Vicente Bazaga Caballero, Salomón Bote Polo, Juan Alhajas Ceballos, Julián García Sánchez, José Torres Ardila, Juan Grande Nevado; Francisco, Antonio y Manuel Agudo Serván, Manuel y Alfonso Carreto, Marcelino Sánchez Muro, Juan Broncano Mendoza, Álvaro Barril Blanco, Miguel Villarreal Sánchez y Cristóbal Villarreal Barril. <<
[416] AHNM, C. 1055-1. <<
[417] AHNS, L. 377-B, exp. 9. <<
[418] Fueron acusados de estos hechos Pablo Amarilla Argüello, Juan Antonio Lagar Perero, Ignacio Royán Prieto, Melitón Gallardo Delgado, Isidro Cuéllar Peláez, Salvador Acedo Delgado y José Silva. <<
[419] Como encargados de los presos fueron mencionados Fermín Ruedas Álvarez. Juan Antonio Rastrollo Ramos, Luis González Vázquez «El Botas», Fernando González Gutiérrez «Piraña», Justo Sánchez Acevedo «Justicia», Gabriel Moreno Martínez, Juan Romero González «El de las cantinas», Juan Manuel Silva Macías, Luis Roja Becerra, Antonio Cáceres Rodríguez y Antonio Ortiz Ortiz. <<
[420] ATMTS, Causa 961/37. Este caso ya fue tratado con más extensión en mi trabajo La justicia de Queipo, Centro Andaluz del Libro, Sevilla, 2000, pp. 180-184. <<
[421] Testimonio personal de Francisco Marín Torrado, juez de Paz de Salvaleón, y de Alfonso García Romo, nieto de Luis García Román. La familia, que ya no vive en el pueblo, conserva aún el recibo. Un vecino, Blas Contreras Pereira, que habló con él en la puerta del cuartel de la Guardia Civil de Almendral cuando ya había entregado el dinero, le aconsejó que se ocultara, a lo que García Román le respondió que pensaba que ya había pagado con creces su libertad. En 1951 la familia, con el recibo como prueba, intentó recuperar el dinero de los ayuntamientos de Salvaleón y Nogales, obteniendo por respuesta que lo solicitaran al Ejército del Sur, que fue quien se lo llevó. <<
[422] AGMS, L. R-27. <<
[423] Barcarrota, 1901. Comenzó a trabajar de jornalero con catorce años. Poco después, el primero de mayo de 1915 ingresó en la Sociedad Campesina «El Renacimiento de Barcarrota», de la UGT, y en la Agrupación Socialista local. A consecuencia de la huelga general de 1917 pasó tres meses en prisión. Entre 1923 y 1931 fue secretario de la Agrupación Socialista; concejal entre 1931 y 1934 y de nuevo, a partir de febrero del 36, diputado por Badajoz. Durante la guerra fue secretario general de la Federación Provincial Socialista, presidente del Consejo Provincial de Badajoz y comandante del Batallón «Pedro Rubio». Se exilió a México, donde con otros refugiados creó la fábrica de persianas «La Nueva Ideal». Allí murió el diez de septiembre de 1977 (debo estos datos a la amabilidad de Aurelio Martín Nájera, archivero de la Fundación Pablo Iglesias). <<
[424] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 77, D. 4. <<
[425] Según los «Papeles de Cuesta» (AGMA) en Higuera fue asesinado el falangista Ramón Alvano Torrado, hecho del que no existe ninguna otra referencia. <<
[426] Los restantes concejales eran José Lima Felipe «Mascajabas», Laureano Tinoco Fernández «Porrino», José Sánchez Larios «José Motor», Juan Bernáldez Díaz «Sarasa», José Felipe Torrado «El de Elia», Manuel León Solís «El del Caballo», Marcelino León Torrado «El de Florinda», Francisco Salguero Pintor y Valeriano Carretero Charncco «Joroba». El secretario era Agustín Carretero Romo. <<
[427] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 5, D. 118. Meses después aparecería el cadáver del vecino Ramón Albano Torrado, labrador de cuarenta y siete años, muerto según la Causa General a manos de los huidos en las cercanías de la localidad, en un lugar llamado Dehesa del Rey, cuando se dirigía a echar de comer a los cerdos. Se culpó a Eloy González León, Laureano Guerrero Larios y Eloy Felipe Adame. <<
[428] AHNM, C. 1056-2. <<
[429] Tras su huida precipitada, el alcalde sería protegido en su casa por doña Pilar Guijarro, madre del que luego sería párroco. Pero el asunto llegó a oídos de Francisco Méndez Utrera quien, al enterarse de que en la casa también se halla alojado el sargento al mando de las fuerzas dejadas en el pueblo, se presenta en ella y le dice: «¿Vd. no sabe que hay orden del gobernador de que a todos los alcaldes socialistas hay que fusilarlos?». Merchán Vaquerizo fue detenido ese día y asesinado al siguiente. Su muerte nunca se inscribió en el Registro Civil. <<
[430] Cuando se realiza la Causa General, Flores Sanabria estaba en el Penal del Puerto; Tomás Mangas y Pedro Serrano Moreno, desaparecidos; los hermanos Antonio y Benito Ledesma, uno en el Puerto y otro en un Batallón de Trabajo, y Ramón Pereira detenido. <<
[431] Según testimonio de Francisco Marín Torrado, fue el mismo López Verdasco quien dio la orden de que se eliminase a los presos de Torre de Miguel Sesmero por encontrarse entre ellos su hermano Ildefonso, de ideología izquierdista. Esta orden la dio después de haber hecho creer a su cuñada que iba a ayudarle. Dos años después, por algún roce entre ambos, el entonces delegado gubernativo Manuel Gómez Cantos dijo a López Verdasco que ya estaba bien «de matar a los rojos cogidos en las cárceles», que ahora acabara con los de la Sierra de Monsalud. Fue su final, pues encontró la muerte en choque con los de la sierra en julio de 1938, lo que provocó una gran matanza en la zona. Este López Verdasco «El Mocoso» es el que aparece por error en Guerrillas españolas (1936-1960) (Planeta, 1977) de Eduardo Pons Prades con el nombre de Moscoso (pp. 316-317). <<
[432] Otros afectados fueron Dolores Sayago Magdaleno, José Antonio Bernáldez, Antonio Guillén Fernández, José Alvarado García-Calvo, Dolores Muro (Zafra), Jesús Santos Toro, Rogelio Adame Vélez, Sabino García Molero y los hermanos Victoriano Romero Moreno. <<
[433] AGMA, CGG, A. 6, L. 344, C. 6, D. 30. <<
[434] AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. <<
[435] Otros afectados fueron la viuda de Guillén, Demetrio Rodríguez, Andrés Lozano Galán, Aurelia Carvajal Sánchez, Francisco Godoy Suárez. Félix C Francisco Vivas, Felipe Terrones, Mariano Moreno, José Mancha, Isidoro Fuentes y José Casablanca. <<
[436] Todos estos hechos —salvo un motín de noviembre de 1933 del que se responsabilizó a Francisco Lino Espinosa Puerto, Emilio Donoso Carmona y Miguel Durán Carroza— fueron achacados a Pedro María Fernández Montero, Agustín Gutiérrez González, Francisco Espinosa Puerto, Antonio Peña Casablanca y Modesto Fernández Mora; como autores de las detenciones fueron acusados José Prieto Reyes, Víctor Durán Carroza, Antonio García Frutos, Juan Pedro Liviano, Moisés Ruiz Hurtado y Francisco Solís González. <<
[437] AGMA, A. 6, L. 344, C. 6, D. 35. <<
[438] AHNS, DPS, L. 24, exp. s. c. Este hecho fue también reconocido por González Ortín, Extremadura bajo la influencia soviética, p. 117. <<
[439] En el «Estado 2» de la Causa General de Burguillos se incluyó también al teniente coronel de la zona de Villanueva de la Serena al que antes vimos en Santa Marta. Según parece su cadáver fue llevado a Burguillos. <<
[440] En relación a los presos, fueron acusados como vigilantes, Manuel Márquez Macías, José Moriche Lozano, Juan Miranda Pozón, Sebastián Cerrajero Rocha, Galo Parra Jaramillo, Antonio Barrera Cerrajero, Félix Alejo Naharro, Nicolás Gallardo Chávez, Manuel y Juan Prudencio Rivero, Jesús González Cepeda y Justo Gil Naya; por practicar malos tratos, lo fueron Ángel Melo Rodríguez, Benito Lima Picón, Felipe Hermoso Aguilares, Antonio Rocha Calderón, Andrés Paquico Cansado, Juan José Grugera Asensio, Pedro Naharro Flores, Fabián Gómez García. Francisco Chávez Cordón, Manuel Márquez M., Tiburcio Roblas Castilla, Florián Cerrajero Gómez y Marciano Alejo Barriga. González Ortín mantiene que Eduardo Pacheco (¿Paquico?) Cansado y José Merino González eran la misma persona y menciona además a Mariana y María Merino González, ambas maestras; Luis Doncel Moriche, jefe de Telégrafos; Secundino Miranda Vázquez, secretario del Ayuntamiento; Benito Lima Picón, Francisco Gómez Cordón «Guarranza», Manuel Márquez Macías «Gorvane», Domingo Escaso Coronel, Antonio Rocha Calderón «Bacalón» y José Díaz «Josela». <<
[441] Navarrete estuvo al mando de esta columna hasta que a comienzos de octubre Franco disolvió las milicias que no tenían carácter oficial. Entonces fue puesto al mando de la segunda compañía del segundo batallón de Milicias Nacionales de Sevilla. Su cometido en los meses siguientes —tomando por base inicial Almendral— serían los huidos de la Sierra de Monsalud (AGNMS. CG2, N-3). Al término de la guerra fue designado jefe del campo de concentración de Castuera (véase Pablo Ortiz Romero y Antonia González Sánchez, «Memoria y testimonio del campo de concentración de Castuera)». <<
[442] Un vecino de Segura, el abogado Francisco Sánchez Miranda, fue asesinado el diez de agosto en Madrid, donde se encontraba accidentalmente. El día siete de noviembre fue asesinado en Paracuellos José Díaz Cardenal, también relacionado con Segura. <<
[443] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 77, D. 1. <<
[444] ATMTS, L. 108, diligencias previas 500/36, «Juan Antonio Delgado, músico militar retirado. Fregenal de la Sierra». <<
[445] Fueron acusados de estos hechos Juan y Gonzalo Delgado Montero, Juan Sánchez Nieto; José, Indalecio y Cándido Chacón García, José Villar García, Juan Sánchez Nieto, Cándido Sánchez Delgado y Felipe Hidalgo Ruiz. <<
[446] Sigo un pequeño trabajo titulado «La guerra civil en un pequeño pueblo llamado Palomas», sin autor ni fecha pero publicado en la revista Apuntes del Instituto Meléndez Valdés de Villatranca de los Barros, en los años ochenta. <<
[447] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 48, D. 12. <<
[448] AHN, CG, Caja 1053-1. <<
[449] A. D. Martín Rubio sitúa el 16 de septiembre la muerte de Manuel Muñoz Fernández, jornalero de treinta y seis años, hecho del que no existe ninguna otra referencia. <<
[450] FE, dos de octubre de 1936 (Sevilla). <<
[451] Fueron objeto de registros y requisas los cortijos Olivar de Catalina, La Cuesta, La Dueña, La Pizarra, La Gineta, Los Quiñones, Los Jarales, Valera, Pedro Gómez, La Toleda, Carbajito de Camacho, Carbajito de Arjona, Culebreras, El Coto, Molsalves, La Retama, Cegón, Las Mimbres, Casa Alta, La Cabra, El Chaparral, Cabrito y Rocón. <<
[452] Los encargados de la vigilancia de los presos fueron Antonio Barroso Arteaga, Gonzalo Granado Treviño, Indalecio Megías Velarde, Benito García Gómez, Ángel Domínguez Bermúdez, Manuel Márquez Cantador, Ángel Peanilla Labrador, José Blanco Hernández, Antonio Sánchez Sequedo, Antonio Sánchez Jiménez, Francisco Rosa González, Francisco Flores Cardenal, Francisco Suárez López, José Granado Regalado, José Rangel Sánchez, Ricarda Hernández Calzado, Antonio Flores Cardenal, Manuel Martínez Barrientos, Antonio Barroso Macarro, Antonio Ribera, Juan Díaz Marín, Manuel Romero Barragán, Manuel Torrado Fuentes, Manuel Flores Cardenal, Miguel Mogío Crespo, Ramón Hernández Blanco, Rafael Torvisco Vázquez, Serafín Cantador Barroso, Sebastián Conejo Gordillo, Urbano Rangel Gallardo y Vicente Gómez Galván. <<
[453] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 77, D. 3. <<
[454] González Toro, Páginas del Movimiento nacional, p. 53. De la entrada de los sublevados en Jerez y de los asaltos y saqueos consiguientes sabemos algo más por José Luis Escaso García, «El Jerez de nuestros abuelos (1895-1905)», Libretillas Jerezanas, 9, Badajoz, 2000, p. 39, donde se nos cuenta cómo fue destruido el bazar «El 95», de Anastasio Escaso Jaramillo. Cuando las fuerzas llegaron a la plaza el que estaba al mando preguntó quién era el dueño, a lo que alguien respondió: «De un rojo», dicho lo cual destrozaron la puerta y cada uno tomó lo que quiso. <<
[455] Tapada Pérez, Guerra y posguerra en Encinasola, pp. 60-61. <<
[456] AHN, CG, C. 1055-1. Este informe municipal —donde al contrario que en otros del mismo tipo, no se especifica qué ha sido de los relacionados— es de agosto de 1941. <<
[457] AHN, CG, C. 1005-1. <<
[458] Una primera versión de este apartado realizada en colaboración con José María Lama Hernández fue publicada en la Revista de Fiestas de Reina, agosto de 2000. <<
[459] AGMA, ZN, A. 18, L. 6, C. 5, D. 92. <<
[460] Pons Prades, Guerrillas españolas, p. 318. <<
[461] ATMTS, doc. s. c. Informe de la Guardia Civil de Llerena de 8 de noviembre de 1938. <<
[462] Testimonio escrito y oral de Antonio Calvo Muñoz (Castaño de Robledo), diez de mayo de 1990. <<
[463] Victorio C. Rafael Quintana, Memorias de un superviviente de la guerra civil española y de la II Guerra Mundial, copia sin datos de edición, pp. 44-45. <<
[464] Rafael Medina, Tiempo pasado, Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 1971, pp. 89-90. <<
[465] Según testimonio recogido por Antonio Gálvez (Llerena, agosto de 2001) a un testigo, yendo éste de niño con un familiar por aquel terreno y antes de que lo apartara del camino que llevaban para evitarle su visión, llegó a presenciar cómo unos cerdos sacaban y devoraban un pie humano. <<
[466] Testimonio de Miguel Santana Sánchez (Segura de León, 18 de agosto de 1999), que formaba parte de la columna y consiguió llegar a zona republicana. <<
[467] Debo estos datos de onubenses capturados en Llerena a Manuel Tapada Pérez. <<
[468] Una versión literaria de estos hechos en Manuel Vilches, La tierra de Jayona, Diputación Provincial de Badajoz, 2000, pp. 75-98. <<
[469] Fueron acusados de «principales actuantes en contra del Alzamiento»: José Montalvo Durán, José Jiménez Gallo «Chavarra», Rafael Vizuete Prieto, Eugenio Vizuete Olmedo, Alberto Ortiz Sancho «Alpiste», Carlos Ortiz Sancho, José Ortiz Hernica, Francisco Ortiz Morillo, José Antonio Prieto Pérez «Cojo Batato», José Manuel Prieto Gómez, Andrés Gallardo Rivera «Chato Maguilla», Manuel Monterrubio Cabezas «Fraguita», Francisco Monterrubio Cabezas, Manuel Sevillano Alexandre, Manuel Cordero Domínguez «El Chacho», Vicente Hidalgo Sánchez «Chulo de la Carretera», Pedro Fernández Sánchez, Obdulia Moruno «La Liebra» y dos hijos (López Moruno), Antonio Chacón Rudilla «Corchón», Diego Guerrero Castillo, José Manuel Guerrero Merino, Alejo «El Cazador», Amadora Guerra Blázquez «La Galga», José Gordón Domínguez, Emilio Martos Cuenca, Francisco Campos Bustamante, Manuel Alcalde Alfaro, Francisco Hidalgo Gómez, Víctor Alejandre Trenado, Antonio Cuenca «Bonito Pascualo», María Vera y sus hijos José, Eulogio y Juan Cuenca Vera; Emilio Ortiz Jiménez, Antonio Casado Romero, Eloy Expósito «Vaca Flaca», Jorge Pulgarín Gala, Francisco González Morillo «El Curita», Antonio Hidalgo Gallardo, «Galgo», Miguel Gumiel Rivera, Juan Ortiz Jiménez, Wenceslao Fernández Martínez «Campillo», Cipriano Dieguez Bella «El Perrero», José Antonio Prieto Gala «Montero», Aquilino Carrizosa, Manuel Gómez Gómez, Ignacio Ortiz Aldana, Luis Vázquez Rengifo, Eulogio Vázquez Rengifo, José Vázquez Rengifo, Juan Vázquez Rengito, José Antonio Sevillano «Pozo», Daniel Arenas Serrano, Manuel Durán Blázquez «Pichito», Francisco Molina Vizuete «Currito», Víctor Izquierdo Morales, Miguel Muñoz Morillo «Almeito», Serafín Muñoz Morillo, Pedro Muñoz Morillo, José Muñoz Naranjo, Antonio Pulgarín Naranjo «Ruiso», Manuel Manchón Martín «Pajarito Frito», Manuel Rodríguez Sanabria, Manuel Montalbo Diaz, Faustino Grueso Gómez-Álvarez, Justino Gutiérrez Garrido, Alfredo Rocafull Diestro, Rafael Racafull Gómez, Rafael Fuentes Castillo, José Fuentes Barragán, Juan González Vaquera, Francisco Morro Redondo, José María Morro Redondo, Manuel Marcos Calzado, Fernando Esquivel Alejandre. «Culantro», José Lobo Minuesa, Antonio Zapata Carrizosa, Antonio Zapata Gómez, Juan Guerrero Moruno, Agustín Lobo del Campo, Francisco Lobato Asencio, Manuel Tena del Pozo, Manuel Prieto Alcalde, Diego Ojeda Prieto, Rafael Castillo Domínguez, Ernesto Durán Alejandre, Rafael Márquez, Juan Jiménez Moruno «Cazalla», José Antonio Ortiz Prieto «El Bueno», Paulino Cano García, José Nicomedes Manso Ruiz, Juan Romero Sánchez, Juan Antonio Prieto Gala, Félix Gómez Molina, Demetrio Moreno Rudilla, Pedro Moreno Rudilla, Antonio Moreno Vizuete «Cagalera», Modesto Blanco Gordon, Cándido Blanco Gordon, Nemesio Blanco Gordon, Julián Blanco Gordon, Nicolás Mimbrero Blanco, Daniel Sánchez Morillo, Pedro Sánchez Morillo y Manuel Sánchez Morillo. <<
[470] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 59, D. 6. <<
[471] Dos días después caerían sobre la aldea Cardenchosa la llamada «Policía Montada» y un grupo de Falange. Huyeron el alcalde pedáneo, Modesto Ortega Sevillano, y los miembros del Comité: Secundino Ortega Sevillano, Hermenegildo Gordillo Sevillano, Demetrio Ramos Redondo, Joaquín Romero Sandesidia, Emilio Vega Sevillano, Antonio Rincón Salvador, Máximo Mateos López y Manuel Guisado López. <<
[472] Gracias a la amabilidad de José Hinojosa Durán he podido contar con un trabajo universitario inédito realizado por él y por María Elvira Luján Espinal titulado «Una primera aproximación al estudio de la represión en Granja de Torrehermosa en la Guerra Civil» (Universidad de Extremadura, 1988-1989), resumen del cual fue publicado por la Revista de Fiestas Mayores de ese pueblo en agosto de 1989. Dicho trabajo, además de confirmar la fuerte represión republicana que allí tuvo lugar —unas cuarenta personas, entre ellas varios menores de edad— confirma la complejidad de la represión fascista en estos pueblos cercanos al frente. Bastará con decir que sólo constan once víctimas a consecuencia del consabido «choque con la fuerza pública». He podido contrastar y completar los datos de José Hinojosa con un listado que me proporcionó Francisco Moreno Gómez extraído igualmente de los Libros de Defunciones del Juzgado. <<
[473] González Toro, Páginas del Movimiento Nacional, p. 70. Sobre el desarrollo de estos hechos en Azuaga puede verse una versión bastante fiel a la memoria franquista en Manuel Martín Burgueño, «La guerra civil española en la comarca de Llerena (I)», Torre Túrdula, 5, Llerena, 2002, pp. 31-35. <<
[474] Muy diferente sería el bombardeo republicano realizado el 19 de octubre de 1937, que además de producir graves daños materiales provocó la muerte a veintisiete personas y heridas a otras veinticinco. <<
[475] ALMA, CGG, A. 7, L. 363, C. 10. <<
[476] AGMA, ZN, A. 18, L. 18, C. 72. <<
[477] El punto número 7 de las «Instrucciones para la censura de prensa» —elaboradas por el comandante José Cuesta Monereo en Sevilla en los primeros días de septiembre del 36— no hizo sino poner por escrito lo que ya se venía practicando. Otras instrucciones curiosas eran la número 12: «Se sustituirá la palabra NACIONALISTA por NACIONALES, especialmente al referirse al frente Vasco, para evitar confusiones a lectores extranjeros», y la número 13. «No se hablará en la prensa nada referente a bautizos de moros, en evitación de descontento en la Zona de Marruecos». Se encuentran en AGMA, ZN, A. 1, L. 6, C. 5, D. 46-47. <<
[478] Entre los días 15 y 17 Neves mandó cuatro despachos, uno del día 15 (enviado esa tarde desde Caya), dos del 16 (enviados igualmente desde Caya por la tarde) y uno del día 17 (aunque enviado ese día desde Badajoz parece escrito con observaciones del día anterior). Tras ofrecer una primera aproximación y algunos detalles importantes en su despacho del 15 de agosto, como el conocido «no deben ser tantos» de Yagüe al comentario de que se hablaba ya de unos dos mil fusilamientos, Neves entró a fondo en el asunto al día siguiente: «Fuera de la ciudad se yergue una columna de humo blanco de más de cincuenta metros de altura que gente conocedora de la topografía de la zona localiza en el cementerio, que queda cerca de kilómetro y medio de la ciudad. ¿Qué será? Imposible saberlo. Nadie me logra explicar el fenómeno. Desde ayer, han perdido la vida en la capital centenares de personas. Y no hay tiempo para darles sepultura. El ejército ocupante tiene, en este momento, otras preocupaciones más urgentes que pensar en dar sepultura a los muertos». En esa misma crónica aludió a algunos cadáveres vistos en la plaza de toros, a los que vuelve a mencionar en otro despacho donde ya se refiere a «algunas decenas de prisioneros» que aguardan su destino en la plaza y en el que recorre los escenarios de la lucha describiendo el panorama: el cuartel de la Bomba, los fosos, el cuartel de Menacho, Correos, las calles céntricas, etc. De algunos lugares ya habían sido recogidos los cadáveres que aún se veían el día anterior. El despacho más importante, el último, titulado «No volver nunca», lo escribió con vivencias del día 16 y lo envió desde Badajoz al día siguiente. Este fue el que prohibió la censura portuguesa y que vio la luz por vez primera en 1964, gracias a Herbert Southworth. Allí se leía: «Voy a marcharme. Quiero dejar Badajoz, cueste lo que cueste, lo más rápido posible y prometiéndome solemnemente a mí mismo que no volveré nunca. Por muchos años que me mantenga en la vida periodística, jamás se me presentará, realmente, acontecimiento tan impresionante como el que me ha traído a estas tierras ardientes de España y que ha logrado destemplar completamente mis nervios. No se trata de una extravagancia ridícula, de un sentimentalismo excesivo. Basta con tener una mediana formación moral y estar al margen de las pasiones enfrentadas para que no se pueda presenciar fríamente las escenas horribles de esta tremenda guerra civil que amenaza con devorar a España, destruyendo para siempre el amor y sembrando odios bien profundos entre la población. Sin embargo, antes de abandonar esta ciudad, donde, ciertamente, la paz tardará en reinar —digo paz y no calma— deseo abordar todavía un aspecto de este extraordinario acontecimiento. Entré aquí ayer (día 15) a las 10 de la mañana. Los cadáveres que vi no son los mismos que hoy me encuentro, en diferentes sitios. Las autoridades son las primeras en divulgar que las ejecuciones son muy numerosas para que se pueda apreciar la inflexibilidad de la justicia. ¿Qué hacen entonces con los cuerpos? ¿Dónde pueden enterrarlos en tan corto plazo de tiempo? ¿Quién dispone de tiempo para hacerlo? Seguramente el mando de este ejército que ahora ocupa la ciudad no ha dejado de pensar en una solución. Varias personas a las que me dirijo, para tratar de satisfacer mi curiosidad, parecen temer darme una respuesta. El azar, el puro azar, me pone en contacto con un sacerdote, que al saberme portugués me acoge maravillosamente y soluciona mi incógnita: los muertos son tantos que no es posible darles sepultura inmediata. Sólo la incineración masiva conseguirá evitar que los cuerpos, apilados, se pudran, con gran peligro para la salud pública. Y esa operación macabra es la que ha comenzado a realizarse hoy a las seis de la mañana, provocando la gran humareda que, cuando venía de Caya, vi sobre un lugar que me señalaron como el cementerio. Gracias a la compañía de este cura de apariencia amable, junto al que no he tenido dificultades, puedo llegar hasta el cementerio de la ciudad, que queda casi a dos kilómetros, cerca de la carretera de Olivenza. Es un cementerio sencillo de provincia con el clásico muro blanco y un portón de hierro, en donde la vigilancia de los guardias es hoy bastante estricta. Pero ninguna puerta se cierra hoy ante nosotros con este salvoconducto humano, que providencialmente se nos ofreció. Hace diez horas que la hoguera arde. Un terrible hedor penetra por nuestras fosas nasales, hasta el punto que hasta casi nos revuelve el estómago. De vez en cuando se oye una especie de crepitar siniestro de madera. Ningún artista, por genial que fuera, sería capaz de reproducir esta impresionante visión dantesca. Al fondo, en un escalón cavado aprovechando un desnivel del terreno, se encuentran, sobre vigas de madera transversales, parecidas a las que se utilizan en las vías del ferrocarril, sobre una superficie de más de cuarenta metros, más de 300 cadáveres, en su mayoría carbonizados. Algunos cuerpos, colocados precipitadamente, están totalmente negros, pero hay otros cuyos brazos y piernas han escapado a las llamas provocadas por la gasolina derramada sobre ellos». El sacerdote que nos acompaña comprende que el espectáculo nos desagrada y trata de explicarnos: «Merecían esto. Además, es una medida de higiene indispensable…». El humo que se levanta de este montón informe ya no es denso. Tan sólo aquí y allá se yerguen pequeñas columnas blancas que se van esparciendo por el cielo, en un ambiente frenético de calor, un olor indescriptible. Tenemos que salir. A un lado, 30 cadáveres de paisano aguardan su turno, enfrente, 23 cuerpos de legionarios, los que cayeron bajo el fuego intenso de las ametralladoras en la brecha de la Puerta de la Trinidad, esperan que les llegue asimismo la hora de su solemne enterramiento. En la puerta del cementerio, un camión descarga otros cuatro cuerpos que han sido recogidos en alguna parte y que, transportados por los guardias en carretillas, se van a sumar a los treinta que serán más tarde «incinerados». Todos los textos proceden de Mário Neves, La matanza de Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 1986, pp. 43-61. <<
[479] A él se debe la crónica aparecida en Le Populaire (16 de agosto de 1936) en la que se leía: «En la Plaza del Ayuntamiento, especialmente, aparecen tendidos numerosos partidarios del Gobierno, que fueron alineados y ejecutados contra la pared de la catedral. La sangre corría por las aceras como riachuelos. Por todos los sitios se ven charcos coagulados. En uno de ellos, junto al palacio de las autoridades militares, se ven gorras y tarjetas de identificación de miembros de partidos de izquierdas» (reproducida en Neves, La matanza de Badajoz, pp. 76 y 90). Este es el mismo despacho que apareció en la edición parisina de New York Herald Tribune firmado por Reynolds Packard y que dio lugar a tanta controversia (véase nota 472). Dany, que también se vio afectado por la censura portuguesa, envió en total cuatro telegramas entre el 14 y el 17 de agosto. <<
[480] Varias de las crónicas enviadas al diario Le Temps se encuentran reproducidas en el folleto titulado «Les atrocités des rebelles en Espagne», editado por Le Comité Mondial de Lutte contra la Guerre et le Fascisme y en el que se dedica un apartado a «Le carnage de Badajoz» («La matanza de Badajoz») pp. 25-31, que carece de fecha de edición. La primera noticia enviada por Marcel Dany fue: «La ciudad de Badajoz ha caído esta noche enteramente en poder de las tropas rebeldes. Ha habido ejecuciones masivas. Los combates callejeros han sido encarnizados». (Agencia Havas, 15 de agosto de 1936). Otra noticia de ese mismo día también en Le Temps ofrece más detalles: «Las tropas sublevadas, … que cercaban Badajoz desde la tarde del jueves y que habían ocupado el fuerte de San Cristóbal, dominan la ciudad desde la mañana del viernes. Estaban constituidas por tres columnas bajo el mando del teniente coronel Yagüe, compuestas por una bandera del Tercio de 800 hombres, un tabor de regulares de 600 indígenas marroquíes, más algunos carlistas y numerosos falangistas que constituían la policía de los pueblos. Después de una preparación de artillería, varias columnas atacaron Badajoz el viernes a las 16 horas. Una, al mando del comandante Castejón, penetró sin demasiadas dificultades por el cuartel de Menacho, donde la ciudad no tenía murallas; otra, a las órdenes del teniente coronel Asensio, trató de forzar la puerta de la Trinidad, en la ruta de Mérida; pero, enfilada por las ametralladoras gubernamentales, tuvo que recular. Un segundo asalto realizado por el Tercio, con su coraje habitual, a la bayoneta y puñal, venció la resistencia de los gubernamentales después de una verdadera carnicería. La 16.ª Compañía del Tercio tuvo treinta muertos y cincuenta heridos sobre unos efectivos de 120 hombres. A las 18 horas, la ciudad estaba tomada, pero la lucha continuó, desesperada, casa por casa, durante parte de la tarde. Los leales dispusieron de dos morteros, un blindado, algunas ametralladoras, 800 soldados, y unos 4000 milicianos armados de máusers y de escopetas de caza. Los rebeldes, en número de 3000, dispusieron de una batería de artillería de campaña y de una gran superioridad en armamento de último modelo. Según las estimaciones de los sublevados, puede estimarse las pérdidas de regulares y de legionarios en unos 60 muertos y 150 heridos, y las de los leales entre 600 y 800 muertos. Tras la victoria, 380 prisioneros políticos fueron liberados sanos y salvos. Los milicianos y los sospechosos arrestados por los golpistas han sido pasados inmediatamente por las armas. Hasta este momento, alrededor de 1200 han sido fusilados bajo la inculpación de resistencia armada o de graves crímenes. Nosotros hemos visto la acera de la Comandancia militar cubierta de sangre de los ajusticiados, en la que se encontraban aún sus gorras y objetos personales. La catedral, en la que se habían refugiado numerosas familias, estaba desordenada pero no dañada. Los milicianos capturados en el coro han sido ejecutados … Los arrestos y ejecuciones en masa, en la Plaza de Toros, continúan. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de trozos de cristales, de tejas, de cadáveres abandonados. Sólamente en la calle San Juan hay trescientos cuerpos. Enfebrecidamente circula una masa abigarrada, de uniformes caquis, con los que se mezclan las camisas azules de los falangistas y las boinas rojas de los requetés, todos portando sobre el pecho un escapulario y una medalla del Sagrado Corazón de Jesús, y esto sin hablar de las chéchias de los regulares y de los brazaletes blancos de los simpatizantes de derechas. Durante los bombardeos aéreos de los tres últimos días, numerosas bombas han dañado o destruido casas; la enfermería del Hospital Provincial está destruida. La artillería de los sublevados ha demolido parcialmente casas de las calles Martín Cansado y Zorza, pero, en conjunto, Badajoz está intacta, aunque en un indescriptible desorden. Del teatro López de Ayala, incendiado, solamente sus muros permanecen en pie. El teniente coronel Yagüe, comandante en jefe de las tropas nacionalistas, ha declarado al corresponsal del Le Temps: Es una espléndida victoria. Antes de seguir adelante nosotros, con la ayuda de los falangistas, vamos a acabar de limpiar Extremadura. El fin de la campaña es cuestión de días. Al mediodía, tres aviones gubernamentales han arrojado seis bombas sobre Badajoz, sin causar daños notables».
El panorama se completa con otra noticia del 17 de agosto de 1936 también en Le Temps: «Badajoz está tranquila. Poco a poco, los escombros, los muertos son retirados. Se ha limpiado la sangre, pero todavía en las calles quedan manchas oscuras. Las detenciones y ejecuciones en masa continúan; pasan ya de 1500. Los paisanos que presentan un desgaste especial en el hombro derecho de su vestimenta, provocado por el retroceso de la culata del fusil, son pasados por las armas. Muchas personas relevantes han sido fusiladas en la caserna de la Bomba, concretamente el coronel de Carabineros [sic] Cantero, el comandante Enrique Alonzo [sic], del 3.º de infantería, el oficial de carabineros Benito Mendez, el capitáné de la guardia civil Almendro; delante de la caserna hay una larga fila de mujeres esperando la salida de sus familiares arrestados». Los autores de «Les atrocités des rebelles en Espagne» añaden: «La cifra de 1500 muertos ha sido en efecto sobrepasada, y en mucho». El periodista español radical de derechas Arthuro Portella, evaluaba triunfalmente en el «Diario de Lisboa» el número de fusilados en Badajoz en 4000». (Artur Portela era un periodista portugués que posteriormente publicaría un libro sobre su experiencia en España). <<
[481] Del mismo folleto «Les atrocités…»: «Las ejecuciones masivas han continuado, estos últimos días, en Badajoz. Se estima que el número de personas ejecutadas rebasa ya los 1500. Entre las víctimas de estas ejecuciones figuran especialmente numerosos oficiales que defendieron la ciudad contra la entrada de los rebeldes … Al mismo tiempo, por docenas, los civiles han sido fusilados junto a la plaza de toros» (Jean d’Esme, L’Intransigeant, 18 de agosto de 1936). <<
[482] Las impresionantes imágenes tomadas por Brut —no sabemos si todas— pueden verse en la historia de la guerra civil que realizó la Granada TV y en alguno de los capítulos de la historia de la guerra civil que se emitió por TVE en 1986. Brut tuvo que volver a Sevilla el día 18 y tras algunas salidas más fue detenido finalmente por orden de Bolín el día ocho de septiembre. Al cabo de varios días, después de temer por su vida, fue puesto en libertad y expulsado del país, al igual que sus compañeros Marcel Dany y Jean d’Esme. A cambio, la casa Pathé devolvió la película a Sevilla convenientemente retocada. Por su parte, Jacques Berthet también tuvo problemas en Portugal hasta el extremo de ser encarcelado y expulsado de allí por un despacho enviado a Le Temps de 19 de agosto de 1936, donde narraba la entrega de 59 civiles españoles por las autoridades portuguesas a los regulares de Yagüe en el puesto fronterizo de Caya. La noticia de Berthet, según Alberto Pena (El gran aliado de Franco, p 287), se basaba en una fotografía del periodista portugués Ferreira da Cunha, del Diario de Noticias, quien se vio obligado a declarar que los 59 prisioneros habían sido capturados en suelo español y que las autoridades portuguesas acogían y protegían a los fugitivos españoles. Finalmente, también Mario Neves fue detenido e interrogado por la policía salazarista el día nueve de septiembre del 36, viéndose obligado a responder a todo tipo de preguntas sobre sus visitas a Badajoz. Las represalias por lo de Badajoz también afectaron a Arthur Koestler (véase nota 477), quien en 1937 defendió la información ofrecida por Neves frente a las insidias de MacNeill Moss. Sobre las consecuencias que estos hechos acarrearon a la prensa extranjera en meses sucesivos, que incluían la pérdida de la corresponsalía para el periódico al que perteneciera el periodista indeseable, véase Herbert R. Southworth, La destrucción de Guernica, Ruedo Ibérico, 1977, pp. 65 y ss.; sobre la repercusión en Portugal de estos hechos véase Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, pp. 158 y ss. <<
[483] Uno de los artículos más importantes de Jay Allen —el publicado el 30 de agosto del 36 en el Chicago Daily Tribune— titulado originariamente «Slaughther of 4000 at Badajoz, City of horrors», se encuentra traducido íntegramente en Justo Vila Izquierdo, Extremadura: la guerra civil, Universitas, Badajoz, 1983, pp. 85-94. El mismo periódico había publicado dos días antes otra crónica de Allen en la que se incluye el conocido diálogo con Franco en el que, al comentario del periodista de que para llevar a cabo sus objetivos tendría que fusilar a media España, se podía leer: «El [Franco] meneó la cabeza, sonrió y después, mirándome con firmeza, dijo: sé perfectamente el costo». El artículo del día 30, fechado en Elvas el 25, comenzaba: «Esta es la historia más dolorosa que por mi azar me tocó realizar», y entraban luego directamente en los hechos: «Hubo fuego. Hay cuerpos quemados. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que los legionarios extranjeros del general Francisco Franco … Diez días es bastante tiempo en el trabajo de un periódico; Badajoz prácticamente es Una vieja historia. Pero Badajoz es una de esas malditas manchas de verdad de las cuales tardaremos en salir. Por eso a mí no me importa ir con diez días de retraso si a mi periódico no le importa … Miles de milicianos y milicianas republicanos, socialistas, comunistas, fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de Badajoz, por el crimen de defender la República contra el ataque furioso de los generales y terratenientes. Desde entonces entre 50 y 100 personas han sido ejecutadas cada día … Aquí, ayer, hubo un ceremonial y simbólico fusilamiento. Siete líderes republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3000 personas… Nos detuvimos en una esquina de la estrecha calle de San Juan … Todas las demás tiendas parecen haber sido destruidas. Los conquistadores saquearon según llegaron. Toda esta semana los portugueses han comprado relojes y joyería en Badajoz prácticamente por nada. La mayor parte de las tiendas pertenecen a los derechistas. Es la tasa que pagan por salvarse, me dijo descaradamente un oficial rebelde…». <<
[484] Las crónicas de John T. Whitaker, con la famosa respuesta de Yagüe acerca de si había eliminado a los milicianos detenidos —«Of course we shot them, he said to me— What do you spect? Was I supposed to take 4000 reds with me as my column advance, racing against time? Was I expected to turn them loose in my rear and let them make Badajoz red again?» («Naturalmente que los hemos fusilado —me dijo—. ¿Qué se podría esperar? ¿Pensaban que me llevaría conmigo a cuatro mil rojos mientras mi columna avanzaba luchando contra reloj? ¿Debería dejarlos en libertad a mis espaldas, permitiéndoles que hicieran nuevamente de Badajoz una ciudad roja?» Traducción de Herbert R. Southworth), se encuentran en We Cannot Escape History, The Macmillan Company, New York, 1943, pp. 113-115. He podido contar con buena parte de estos originales gracias a la amabilidad de Alberto Reig Tapia. <<
[485] Como demostró Herbert R. Southworth en La destrucción de Guernica, Ruedo Ibérico, París, 1977, pp. 69 y 70, al contrario de lo que se ha mantenido en ocasiones —véase Juan García Pérez y Fernando Sánchez Marroyo, «La guerra civil en Extremadura, 1936-1939», Hoy, 1986, p. 71— no existe un octavo corresponsal que ha quedado en el anonimato oculto tras la firma del periodista norteamericano Reynolds Packard. El autor de ese famoso telegrama publicado en la edición parisina del New York Herald Tribune del 16 de agosto de 1936 —que tanto enervó a Bolín cuando se enteró en enero de 1937— no fue otro que Marcel Dany, el jefe de la Agencia Havas en Lisboa, al que su propia agencia —sin nombrar y con la idea de restar importancia al caso— calificaría ante Bolín de «un corresponsal de guerra ocasional que visitó efectivamente Badajoz tras la entrada de las tropas nacionales, que más tarde abandonó España, vía Portugal, sin volver nunca». Puede verse un fragmento del telegrama en nota 466. Curiosamente, el hecho de que apareciera firmado por Packard, que no pisó Badajoz, sería luego la prueba base de la «leyenda de Badajoz» tanto para MacNeill-Moss como para otro inglés favorable a los golpistas, Douglas Jerrold, de quien en 1937 se distribuye gratuitamente un folleto sin datos de edición titulado «Propaganda roja en España». Este folleto —en cuyas 20 páginas se mantenía entre otras cosas que Guernica no fue bombardeada y que la matanza de Badajoz fue un invento de Packard— era traducción a su vez de otro titulado «The issues in Spain: Two articles reprinted from The American Review» The American Review, New York, 1937. Tampoco estará de más señalar que fue este Jerrold el que animó a Hugh Thomas a investigar la guerra civil española. <<
[486] Peter Wyden, La guerra apasionada, Círculo de Lectores, 1984, p. 134. <<
[487] AGMA, ZN, A. 18, L. 6, C. 2, D. 190. Efectivamente, en el Segundo Avance del Informe Oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y demás depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del mediodía de España por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid; julio, agosto y septiembre, MCMXXXVI, Sevilla, 1936, se incluyen, entre otros, los siguientes pueblos de Badajoz: Aljucén, Almendralejo, Azuaga, Burguillos del Cerro, Fuente de Cantos, Granja de Torrehermosa, Mérida, Santa Marta y Talavera la Real. El título honorífico de capitán de la Legión le fue concedido a Bolín por Millán Astray, jefe de Prensa y Propaganda de Franco y responsable de su ascenso como encargado de dichas tareas en el sur. Según Preston, de quien tomo estos datos sobre Bolín (véase Franco, «Caudillo de España», p. 221), éste cayó en desgracia tras la publicación en 1937 del Spanish Testament, Londres, 1937, de Koestler. <<
[488] Sobre esta cuestión véase Francisco Espinosa Maestre, «Agosto del 36. Terror y propaganda: los orígenes de la causa General», un resumen del cual puede consultarse en http://www.uia.es/artpen/ezine/jun06.htm <<
[489] AGMA, ZN, A. 18, L. 6, C. 5, D. 45-46. <<
[490] Estos episodios se narran en Koestler, Spanish Testament, pp. 143-145. Su experiencia carcelaria de Sevilla quedó plasmada en La escritura invisible, editada hace poco dentro de la Autobiografía, vol. 2, Debate, Madrid, 2000, pp. 369-400. Actualmente la leyenda de MacNeill-Moss sólo tiene cabida en obras como las de A. D. Martín Rubio, quien en un «más difícil todavía» llega a utilizar a Neves para negar la matanza: «Mário Neves no niega el hecho de la represión pero lo despoja de añadidos legendarios…». (Paz, piedad, perdón… y verdad, Fénix, Madridejos, Toledo, 1997, p. 242). <<
[491] Mário Neves, La matanza de Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 1986, pp. 18-19. <<
[492] La crónica, del Diário de Noticias de 16 de agosto de 1936, procede de Pena Rodríguez, El gran aliado de Franco, p. 286. La traducción es mía. <<
[493] Ibid., p. 286. Los propios periodistas portugueses se verían en la obligación en los días siguientes de minimizar la matanza, asegurando que lejos de cualquier exageración se mantenía en las normas habituales de la justicia militar española. <<
[494] La noticia de Berthet sobre las entregas de presos por la frontera, según Pena (Ibid., p. 287), se basaba en una fotografía del periodista portugués Ferreira da Cunha, del Diário de Noticias, quien se vio obligado a declarar que los 59 prisioneros habían sido capturados en suelo español y que las autoridades portuguesas acogían y protegían a los fugitivos españoles. Sobre las consecuencias que estos hechos acarrearon a la prensa extranjera véase Herbert R. Southworth, La destrucción de Guernica, pp. 65 y ss.; sobre la repercusión en Portugal de estos hechos ver Delgado, Portugal e a guerra civil de Espanha, pp. 158 y ss. <<
[495] Javier Cervera, Madrid en guerra. La ciudad clandestina, 1936-1939, Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 82. <<
[496] La Voz, Madrid, 17 de septiembre de 1936, «En la plaza de toros de Almendralejo fusilan a centenares de ciudadanos»; La Voz, Madrid, 22 de septiembre de 1936, p. 1: «DE BADAJOZ A GINEBRA… Sépase en Ginebra que la guerra entre el fascismo y la democracia, la guerra armada y a muerte, ha comenzado ya y que sólo podrá acabar cuando haya vencedores y vencidos. España, porque así lo quisieron los hados, es el primero de los campos de batalla de esa formidable contienda que ha de ser decisiva para el porvenir de Europa y del Mundo. El pueblo hispano y su Gobierno legítimo se baten no con Mola, Franco, Queipo, Cabanellas, Yagüe, Aranda y consortes, ni con sus muñecos vivos del fascio relativamente civil, ni siquiera con la Monarquía, la Iglesia y la Latifundia, no. Se baten con la reacción mundial toda entera, toda alineada, toda apercibida a la acción. Los Junkers alemanes, los Caproni italianos, los dichos y los hechos del portugués Oliveira, representan mucho más de lo que parece… En Badajoz, 1500 fugitivos que se refugiaron en territorio luso fueron empujados, con escarnio del Derecho de gentes, hacia el suelo español, donde les aguardaba el feroz Yagüe, bestia carnicera que diríase arrancada del Apocalipsis. Y allí los prendieron, los llevaron, como un rebaño destinado al macelo, a la plaza de toros, y les exterminaron con ametralladoras apostadas en los tendidos. Los echaron a la fuerza de los chiqueros, y no bien pasaban la arena amarilla caían en trágicos montones sangrientos, de los cuales salían alaridos extrahumanos más que gritos y ayes, bajo el fuego cruzado de las máquinas de matar manejadas por moros y mercenarios del Tercio. … Las tragedias de Badajoz, Almendralejo, Llerena, Córdoba, Sevilla, Granada, Irún, Zaragoza, etc., se repetirán —¡oh ciegas naciones democráticas!— sobre nuestras civilizadas provincias, condados y departamentos, si en España triunfara la insurrección militar. Los proletarios lo adivinan, tienen la intuición del peligro, pero el liberalismo burgués y los gobiernos constitucionales dicen que la táctica del avestruz es la única aplicable a la gravedad de la hora que atraviesa Europa. Se engañan… Y tal vez esa equivocación sea pagada por ellos con lágrimas de sangre». <<
[497] La Libertad, Madrid, 30 de septiembre de 1936: «Un terrible documento acusatorio. El Colegio de Abogados de Madrid denuncia al mundo civilizado la serie interminable de crímenes y barbaries cometidas por los fascistas españoles». También puede verse en Solidaridad Obrera, Madrid, dos de octubre de 1936. <<
[498] La Voz, Madrid, 27 de octubre de 1936, p. 1: «EL PLAN DE LOS FACCIOSOS. Quieren repetir, ampliado, lo que hicieron en Badajoz. Cuando Yagüe se apoderó de Badajoz, utilizando para el ataque el territorio portugués, hizo concentrar en la plaza de toros a todos los prisioneros milicianos y a quienes, sin haber empuñado las armas, pasaban por gentes de izquierdas. Y organizó una fiesta. Y convidó a esa fiesta a los cavernícolas de la ciudad, cuyas vidas habían sido respetadas por el pueblo y las autoridades legítimas. Ocuparon los tendidos caballeros respetables, piadosas damas, lindas señoritas, jovencitos de San Luis y San Estanislao de Kotska, afiliados a Falange y Renovación, venerables eclesiásticos, virtuosos frailes y monjas de albas tocas y mirada humilde. Y entre la brillante concurrencia fueron montadas algunas ametralladoras. Dada la señal —suponemos que mediante clarines— se abrió [sic] los chiqueros y salieron a la arena, que abrasaba el sol de agosto, los humanos rebaños de los liberales, republicanos, socialistas, comunistas y sindicalistas de Badajoz. Confundíanse allí los viejos y los niños. También figuraban mujeres, jóvenes algunas, ancianas otras. Gritaban, gemían, maldecían, increpaban, miraban con terror y odio hacia las gradas repletas de espectadores. ¿Qué iban a hacer con ellos? ¿Exhibirlos? ¿Contarlos? ¿Vejarlos? Pero pronto, al ver las máquinas de matar con los servidores al lado, comprendieron. Iban a ametrallarlos. Quisieron retroceder, penetrar nuevamente en los chiqueros. Pero fueron rechazados, a golpes de bayoneta y de gumía, por los legionarios y cabileños que estaban a su espalda. Y se apelotonaron, lívidos, espantados, esperando la muerte… Yagüe estaba en el palco, acompañado de su segundo Castejón. Le rodeaban, obsequiosos y rendidos, terratenientes, presidentes de cofradías, religiosos, canónigos, señoras y damiselas, vestidas con provinciana elegancia. Levantó un brazo y flameó su pañuelo. Y las ametralladoras comenzaron a disparar. Caían por docenas, a centenares, los hombres, las mujeres, los niños. Veíase a padres que intentaban cubrir con sus cuerpos a sus hijos. A hijos que procuraban hacer lo propio con sus padres. Montones de muertos y moribundos, en trágicas posturas, cubrieron el ruedo. Y de entre ellos se elevaron, alzándose sobre un clamor de horror infinito, los acentos viriles de La Internacional y La Marsellesa. ¿Cuántos miles de disparos hicieron las ametralladoras de los tendidos? No se sabe. Es lo cierto que los servidores de ellas fueron cambiados varias veces, que se encasquillaron algunas y hubo que reemplazarlas y que no cesó el fuego hasta que no quedó, dentro del anillo, nadie en pie. ¿Creéis lectores que se desmayaron damas y damitas, que intercedieron los sacerdotes, que pidieron piedad las monjas, que palidecieron los graves varones del patriciado extremeño? Pues si lo creéis, sufrís una completa equivocación. El ametrallamiento de la democracia republicana y obrera de Badajoz fue acogido con risas y aplausos. Se vitoreaba a Yagüe por su feliz idea, digna de tan bravo e ilustre caudillo. Se pedía a grandes gritos que la música —porque habían llevado una música— tocara la Marcha Real y el himno de falange. Y fueron tocados. Las últimas víctimas expiraron a los acordes que no oye, desde 1931, el pueblo de Madrid, seguidos del canto que anima las energías de los jóvenes asesinos del Fascio… Y cuentan que Yagüe, respondiendo a quienes le daban la enhorabuena por su iniciativa, dijo: —En Almendralejo hicimos ya un ensayo, pero no salió tan bien como hoy. Cuando lleguemos a Madrid lo repetiremos en la plaza Monumental. ¿Que se trata de invenciones? No, sino de hechos absolutamente comprobados, de que fueron testigos los periodistas extranjeros que acompañaban a la columna Yagüe desde que salió de Sevilla. Esos periodistas extranjeros han narrado el monstruoso y jamás visto suceso en la prensa de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Portugal. Y todos sus relatos coinciden. Y en todos ellos figura un mismo detalle. Cierto corresponsal luso, que presenciaba el ametrallamiento desde una grada, sufrió un ataque al corazón y hubo que sacarlo de la plaza. No se sabe que ocurriera algo análogo a las damas y a los caballeros y a los curas, canónigos, frailes y monjas que con él ocupaban las localidades del circo. Ya lo sabéis, madrileños. Yagüe, delegado de Mola, Franco, Queipo, Cabanellas y demás generales sublevados contra España, se propone repetir en Madrid, en mucha mayor escala, lo que ya hizo en Almendralejo y Badajoz. Según las radios facciosas y según la prensa intervenida por el llamado Gobierno de Burgos, el consorcio de traidores qué March subvenciona y que está vendiendo la patria a pedazos, abriga el propósito de fusilar o ametrallar en montón, si los moros, legionarios, civiles, requetés y falangistas entran victoriosos en la capital de la República, a todos los que se han alistado en las milicias, a todos los que ocupan o han ocupado puestos, por insignificantes que sean, en centros, sociedades, círculos, comités, instituciones benéficas, etc., de los partidos del Frente Popular, de la UGT y de la CNT, a todos los que han desempeñado o desempeñen ahora cargos políticos, militares y administrativos, a todos los que hayan escrito o escriban actualmente en la Prensa de izquierdas, a todos los que figuren en los llamados comités de casa, a todos, en suma, los que de algún modo hayan demostrado adhesión, bien activa, y pasiva, al régimen legal de España. Quieren matar a cien mil madrileños, cifra que, según sus cálculos, es la más aproximada a lo que pide su plan de exterminio. Por otra parte han prometido a los moros y a los del Tercio dos días completos de saqueo para indemnizarles de sus fatigas y peligros actuales. En el botín, como es natural, entran las mujeres … Ya sabe el pueblo de Madrid lo que le aguarda, si no quisiera defenderse, lo que no creemos en modo alguno. La muerte para muchos. La esclavitud para los demás. Los que vienen contra él sedientos de sangre y anhelosos de saqueo son los de Badajoz. Y ya dejaron allí las pruebas sangrientas de que sus amenazas no son vanas».
Sobre las exageraciones de un relato no exento de estilo aunque ya de por sí cargado, bastará con decir que hay quien ha comentado que a algunos de los que iban a morir se les puso antes banderillas, caso de Luis Bazal, ¡Ay de los vencidos!, Tarayre, Toulouse, 1966. El espaldarazo definitivo a la historia de la fiesta vino, en plena transición, de Tiempo de Historia, que en su número 56 de julio de 1979 publicó un artículo de Rafael Tenorio sobre «Las matanzas de Badajoz» (pp. 4-11) que afirmó estos hechos en la memoria de la izquierda. Este trabajo tuvo una réplica por parte de un lector llamado Abel Santamaría en el número 57 de agosto, que ponía en duda la fiesta, y una contrarréplica de Tenorio en el número 60 de noviembre de ese año en la que el autor, sin llegar a documentar la fiesta, exponía sus fuentes. A su vez, el artículo de Rafael Tenorio influyó en otros dos aparecidos en la revista Interviu un año después —José Luis Morales y Rotha Mackay, «Las matanzas franquistas en Badajoz», n.º 233 («Un genocidio que aterró al mundo») y 234 («El ruedo se tiñó de sangre»), de octubre y noviembre de 1980, pp. 46-50 y 34-36, respectivamente— dentro de una larga serie que la revista dedicó al terror franquista durante los primeros tiempos del golpe militar. Estos textos, aun conteniendo nombres y datos reales, son un puro disparate. El que esto sucediera, que hechos históricos de tal importancia acabaran en una revista como Interviu, que imponía su estilo a todo lo que tocaba, es la prueba de lo ocurrido hasta ese momento —en parte lógico teniendo en cuenta la larga dictadura— y de la absurda situación creada con la decisión política de actuar como si el pasado reciente no hubiera existido. Mucha gente quería recordar y en muchos lugares se abrieron fosas comunes y se erigieron lápidas en recuerdo de las víctimas del fascismo, pero los medios oficiales actuaron como si nada de eso ocurriera o —en el caso de los partidos de izquierda— como si fueran actos privados. Desgraciadamente, este acuerdo político, comprensible hasta cierto punto entre partidos si tenemos en cuenta las características del proceso de transición, se extendió al terreno de la investigación histórica. <<
[499] La Causa General demuestra la implicación de huidos procedentes de provincias ya ocupadas en la violencia incontrolada que se apodera de Madrid en esos meses. Esto es algo que yo he podido comprobar tanto en el caso de Huelva como en el de Badajoz: hay quien se venga en Madrid de la violencia recibida en sus lugares de procedencia. Algunos de los cientos de personas que venían huyendo del terror fascista desde el sur llegan a Madrid ansiosos de que alguien pague por aquello. <<
[500] Sobre las posibles exageraciones acerca de los presos a los que se puso banderillas o se asesinó a estocadas, hay que decir que cuentan con antecedentes, como el caso del torero fascista onubense Lainez, quien se jactaba públicamente de haber eliminado a estocadas a más de un rojo, comentando a quien quería oírlo: «¿Qué más me da matar toros que hombres?» (Testimonio oral de José Muiño, Huelva). <<
[501] Militante número cuatro de la Agrupación Socialista de Badajoz, a la que contribuía con tres pesetas mensuales. Había sido candidato a compromisario en las elecciones para elegir la presidencia de la República. <<
[502] Manuel Burgos Madroñero, «Crónicas portuguesas de la Guerra Civil 1936. Los informes consulares de Andalucía y Extremadura», Estudios Regionales, Málaga, 1985/1986, 15-16, p. 487. <<
[503] Sobre esto véase Luis Pla Ortiz de Urbina, «Testimonio y puntualizaciones», en Badajoz, agosto del 36, Federación Socialista de Badajoz, Badajoz, 1997, pp. 93-105. Además cuento con el testimonio personal de Luis Pla en carta de 26 de marzo de 2001. El asesinato de las autoridades también fue mencionado por Jay Allen, quien al llegar a Badajoz el 24 de agosto pudo escuchar que unos días antes habían sido asesinados «siete líderes republicanos» ante unas tres mil personas —muchas portuguesas— y con la Marcha Real y el himno de Falange de fondo. «Las víctimas eran eliminadas una a una y se lanzaba una ovación cada vez que caía un cuerpo», dice Peter Wyden (La guerra apasionada, p. 135). El mismo Mário Neves declaró en 1984 al Jornal de Letras —véase el correspondiente al año IV, julio-agosto, 108, p. 3— «havia gente que tentava por todas as formas atingir Badajoz apenas para assistir aos fuzilamentos». <<
[504] La mejor edición es la que Plaza&Janés realizó en 1986, más cercana a la edición francesa del 1964 que a la que publicó Ruedo Ibérico en castellano en 1963, ya que aún no contaba con la información completa sobre el caso de Badajoz, y que sí fue incluida en Le mythe de la Croisade de Franco, pp. 179-188, editado igualmente por Ruedo Ibérico. <<
[505] Calleja, Yagüe, un corazón al rojo. <<
[506] Es importante la carta de Marcel Dany de febrero de 1964 en la que le dice: «… el señor Mário Neves estuvo realmente en Badajoz con Berthet y conmigo en las primeras horas de la madrugada que siguió al día de la toma de la ciudad (aunque hubiera combates esporádicos durante toda la noche), es decir, mientras la tropa limpiaba todavía el barrio alto, mientras se efectuaban registros domiciliarios y arrestos, mientras se fusilaba en la arena de la plaza de toros y en las calles y dentro de la catedral aún había cadáveres de civiles y militares republicanos». La carta concluía: «En mi relato de entonces no dije sino lo que vi y oí de testimonios directos, bien de los presos que iban a ser fusilados, bien del propio comandante Yagüe, que no ocultaba cuáles eran sus órdenes y el estado de la ciudad. Actué como un periodista que respeta la verdad, sin intenciones partidistas. La guerra civil es atroz, cosa bien conocida desde hace tiempo y, desgraciadamente, siempre es posible en cualquier parte» (reproducida en Mário Neves, La matanza…, pp. 115-116). También son interesantes las declaraciones hechas en París por Dany a Rafael Tenorio en junio de 1979: «En la Plaza de Toros estaban concentrando a mucha gente. En el fondo del toril había guardias civiles que fusilaban a los presos. Yo no pude ver los fusilamientos, pero escuchaba las descargas y oía los lamentos y los gritos de las víctimas. Además tuve tiempo de ver lo que sucedía y escuché los testimonios de la gente. Entre los prisioneros había muchas mujeres … La Plaza de Toros sirvió de prisión durante los primeros momentos … Había varios centenares de prisioneros … No cesaban de traer nuevos presos en camiones. Yo los vi llegar acompañados de los camisas azules de Falange … Vi cómo los llevaban dentro de la Plaza de Toros, escuché las descargas … Luego vi cómo sacaban los cadáveres. Muchas mujeres de Badajoz podrían testimoniar lo mismo que yo, ya que se habían congregado alrededor de la Plaza de Toros grupos de mujeres desesperadas que lloraban y gritaban, agarrándose a los falangistas y diciéndoles que sus maridos, padres o hermanos eran hombres buenos, que no los mataran … Allí ocurrieron escenas terribles. Los presos eran introducidos en el toril y allí sonaban las descargas. Luego sacaban los cadáveres…». (Véase contrarréplica ya citada en Tiempo de Historia, 60, de noviembre de 1979, pp. 128-129). <<
[507] Herbert Southworth recoge en El mito…, los casos de Hugh Thomas, James Cleugh, Broué y Témine, Dahms y Georges Roux. <<
[508] El franquismo no sólo conservó Belchite o el Alcázar de Toledo, sino que dejó intactas hasta no hace mucho tiempo huellas como las fachadas tiroteadas de varias calles de Toledo o las bóvedas acribilladas de las puertas de Badajoz. El caso del Alcázar es el más espectacular y escandaloso: continúa siendo uno de los lugares claves de la memoria del fascismo español, conservado por la democracia hasta nuestros días. Un curioso retrato del Badajoz de 1949 se encuentra en Gerald Brenan, La faz de España, Plaza&Janés, 1985, pp. 155-166. <<
[509] Véase Historia de la Cruzada, tomo IV, Madrid, 1941, p. 28. <<
[510] Hugh Thomas, La guerra civil española, Ruedo Ibérico, París, 1961; Gerald Brenan, El laberinto español, Ruedo Ibérico, París, 1962, y Calleja, Yagüe, un corazón al rojo. <<
[511] Gerald Brenan, El laberinto…, p. 241. Según Southworth —véase Mario Neves, La matanza…, p. 82— Hugh Thomas, «por alguna oculta razón», mantuvo en su primera versión de La guerra civil española que las víctimas sacrificadas en la plaza de toros de Badajoz estaban más cerca de las doscientas que de las dos mil. Para Gerald Brenan estaba claro que «el problema de Badajoz» sólo había existido por un error de los golpistas, que confiaban plenamente en las autoridades portuguesas, error que no volvería a repetirse. <<
[512] Hugh Thomas, La guerra civil española, Urbión, 1979, t. II, p. 249. <<
[513] Sin duda, el más llamativo de los defensores de Yagüe fue Julián Zugazagoitia, quien escribió: «A la rendición de los republicanos siguió una represalia colectiva de la que se hizo personalmente responsable, no sé bien con qué fundamento, al general Yagüe. Dudo mucho, conociendo la posición política de Yagüe, que le alcance responsabilidad en semejante carnicería humana. Ella pudo haber sido obra de la exclusiva iniciativa de algunos jefes de la Guardia Civil que, derrotados por los republicanos y perdonadas sus vidas, se dedicaron a madurar un odio monstruoso que había de fructificar en las matanzas del coso taurino» (Julián Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, Crítica, Barcelona, 1977, p. 124). Es posible que la clave de este texto se encuentre en la página 447 de la misma obra, en la que Zugazagoitia reproduce un supuesto informe sobre un plan de la oposición falangista contra Franco en el que el general Yagüe jugaba un papel relevante: nada menos que el representante por parte de los vencedores, junto con Indalecio Prieto u Ortega y Gasset, en el consejo asesor del infante Don Juan. Desde este punto de vista, políticamente, no era conveniente en ese momento (1939) destruir a un personaje que podía ser útil. <<
[514] La cita, sacada del Diario de Burgos, ocho de octubre de 1937, procede de un trabajo inédito de Luis Castro, quien la reprodujo parcialmente en la lista GCE el once de noviembre de 2002 en el mensaje titulado «Discurso de Yagüe» y que más tarde tuvo la amabilidad de proporcionarme íntegra. El discurso seguía: «Y cuando estén vencidos no saciaremos contra ellos nuestra sed de odios y venganzas; al contrario, les daremos una enorme cantidad de cariño, cariño con promesas de pan a los obreros que, si alguna vez se convirtieron en bestias, fue acuciados por la espuela hiriente del hambre y del abandono. Amor, mucho amor para todos y ya veréis como así serán ellos los que vienen a nosotros y los que vestirán la camisa azul, no porque nosotros se la impongamos sino porque ellos la pedirán…». <<
[515] Es sabido que tras la imagen de beodo que el militar golpista adquirió gracias a un conocido poema de Rafael Alberti, imagen acorde con el estilo de sus charlas —muy «divertidas» según Rafael Medina, duque de Medinaceli, dejó escrito en sus memorias— se estableció que en realidad era un abstemio total. Desde cierto punto de vista esto hasta lo dejó peor, ya que restaba una posible atenuante. Sin embargo, hay un curioso testimonio de su fiel Cuesta Monereo que nos devuelve la duda inicial. «¿En cuántas ocasiones, yo, que no bebo, le quité la copa de la mano, a punto de brindar, por saber el daño que le producía?» Esto es lo que dejó escrito Cuesta. Es decir, no es que no bebiera sino que no debía beber, que no es lo mismo. ¿Qué pasaría cuando faltaba Cuesta? El texto se encuentra en el folleto titulado «Una figura para la historia». El general Queipo de Llano, primer locutor de radio en la guerra de liberación, sin datos de edición y que recoge una conferencia pronunciada por Cuesta Monereo en el Estudio Toreski de la SER de Barcelona, en el curso 1967-1968 de la cátedra «Virgilio Oñate», el 7 de mayo de 1968. Junto a su faceta de locutor se destacaba el «prototipo de figura humana» que representaba, «dificilísimo de reproducir en la historia». <<
[516] Con motivo de los sucesos de Castilblanco, Sanjurjo realizó las siguientes declaraciones a la prensa extremeña: «—¿Otra vez de operaciones? —Eso parece. En un rincón de la provincia de Badajoz hay un foco rifeño … —¿Su impresión de la visita a Castilblanco, don José? —Figúresela, lo más deplorable posible. Yo no sabía que quedaban en España pueblos salvajes. Es un caso típico de inconsciencia colectiva. —¿Se procederá con energía para poner coto a estas cosas? —Es preciso dar otra orientación a la pregunta» (La Libertad, Badajoz, cinco de enero de 1932, p. 1). En ningún momento el periodista, que no deja de referirse al «Caudillo africano» o al «Héroe de África», menciona que la primera víctima fue un vecino. En las semanas siguientes hubo una oleada de homenajes a la Guardia Civil; sólo el Ayuntamiento de Fuente de Cantos abrió una suscripción a favor del obrero muerto. <<
[517] Alberto Reig Tapia, Memoria de la guerra civil, pp. 116-117. El artículo citado del hijo de Yagüe apareció en Hoja del Lunes de Madrid, dos de julio de 1979. Este hecho recuerda mucho a lo ocurrido varios años después con motivo de la publicación del Queipo de Llano de Ian Gibson. En la sección de cartas del ABC de Sevilla de 15 de junio de 1986, su nieta, Genoveva García Queipo de Llano, mostró su desacuerdo con ese «personaje cruelísimo» descrito por Gibson y recordó al final la «buena obra» de su abuelo, su «discurso del 38», que no es otra que su archisabida intervención en la salvación del ministro Giménez Fernández. Pero la cosa no acabó ahí. Poco después, a consecuencia de la emisión de la serie de TVE de Juan Antonio Bardén sobre el asesinato de Lorca, fue el hijo de Queipo, Gonzalo Queipo de Llano Martí, quien negó cualquier intervención de su padre en la muerte del poeta. «En aquellas fechas críticas, el general Queipo de Llano tenía unas preocupaciones militares que excedían de los asuntos locales de Granada», dijo antes de calificar el trabajo de Bardén de calumnia y difamación (véase sección de cartas de ABC de Sevilla, 20 de enero de 1988). La teoría del hijo de Yagüe ha sido utilizada no hace mucho por A. D. Martín Rubio, quien mantiene que «atribuir a Yagüe una matanza masiva y brutal sería tan injusto como olvidar la responsabilidad directa de los que, tras su marcha, quedaron encargados del orden público en Badajoz» (Paz, piedad, perdón… y verdad, p. 244). Sin embargo Martín Rubio, como el objetivo no es otro que sacar a Yagüe de la escena del crimen, se cuida mucho de decirnos quiénes fueron esos otros con cuya responsabilidad carga Yagüe. <<
[518] AGMS, CG2, LL-30. <<
[519] Según Luis Pla Ortiz de Urbina estas declaraciones las realizó Yagüe años después ante militares durante un concurso hípico celebrado en Cáceres. Fue el coronel Juan José Botana Rose quien se lo contó a Pla. Otra fuente que confirma dicho diálogo es el diario de la familia Pinna, proporcionado por Matías Pinna a Luis Pla en septiembre de 2000. Yagüe se alojó en Badajoz en la casa de doña Magdalena Gómez, viuda de Lopo —en la calle Menéndez Valdés—, que era suegra del doctor Fernando Pinna (Carta personal, 26 de marzo de 2001). <<
[520] Todos los textos proceden de Juan José Calleja, Yagüe, un corazón al rojo, pp. 108-109. Sobre Yagüe merecerá alguna vez la pena profundizar en el tratamiento al que se sometió su figura y su hazaña en libros y periódicos a partir de agosto del 36. Resulta que los hagiógrafos del golpe del 36, como era habitual, practicaron todo tipo de manipulaciones y deformaciones históricas para acercar la figura de Yagüe a la del general Menacho, el héroe de 1811, sin entrar en ningún momento en que si alguien podía ocupar el lugar de Menacho entonces —por más que a diferencia de aquel hubiera escapado a Portugal— no podía ser otro que Puigdengolas, que los bravos defensores de la ciudad-fortaleza contra los franceses no eran otros que los milicianos y las fuerzas militares fieles a la República y que Yagüe y sus tropas africanas, de representar a alguien, no podía ser a otros que a los invasores franceses. A pesar de lo evidente del caso prefirieron pensar que «1808» y «1936» eran dos situaciones históricas concordantes y que donde antes había franceses ahora había rusos (esta delirante visión se plasmó finalmente en Chamorro Martínez, Manuel, 1808-1936. Dos situaciones históricas concordantes, Madrid, 1973). <<
[521] Robert Brasillach y Maurice Bardèche, Historia de la guerra de España, Valencia, 1966. Esta obra fue editada inicialmente en 1939, entre el final de la guerra española y el inicio de la guerra mundial, por la editorial francesa Plon, que ya en 1936 había publicado otra obra de propaganda de Brasillach: Los Cadetes del Alcázar. <<
[522] Historia de la guerra…, p. VIII. <<
[523] Ibid., pp. 105-106. <<
[524] Ibid., p. 106. <<
[525] Esta cita procede de Herbert R. Southworth, El mito de la cruzada de Franco, Ruedo Ibérico, París, 1963, p. 139. <<
[526] Historia de la guerra…, p. 335. <<
[527] Ramón Salas Larrazábal, Pérdidas de guerra, Planeta, Barcelona, 1977, pp. 177-180. <<
[528] Joseph Paul Goebbels, La verdad sobre España, edición e introducción de Xavier Aguirre Aramburu, Iralka, Bilbao, 1998, p. 35. <<
[529] Según la Causa General, en la provincia de Badajoz «las víctimas de la dominación roja» fueron 1526 personas (Caja 1062-1). Pero, como es sabido, estas cifras estaban infladas, de manera que en su momento el general Salas las redujo a 1466 y posteriormente Martín Rubio —en Salvar la memoria…, p. 91— las ha bajado a 1370. Desgraciadamente, el listado de víctimas que este autor ofreció en La represión roja en Badajoz, cuajado de erratas y confusiones, no es fiable. <<
[530] Esto va a ser difícil porque la historiografía profranquista carece de argumentos. Las investigaciones provinciales realizadas en los últimos veinte años han invalidado provincia a provincia las cifras exactas de Salas, pero como falta por investigar medio país, esta gente —ciega ante la evidencia de que los métodos del general quedaron en entredicho desde el momento en que se investigó la primera provincia— tiene todavía cuerda para rato. Así, el sacerdote falangista A. D. Martín Rubio mantiene aún que «de todos estos trabajos [sobre víctimas de la represión] sin duda el más interesante sigue siendo el de Ramón Salas Larrazábal» (Salvar la memoria…, p. 7). <<
[531] Ello se hizo cediéndole una amplia sección en el sexto y último tomo titulada «El mito del millón de muertos. Demografía contra leyenda», en Hugh Thomas, La guerra civil española, pp. 256-289. Isaac Díaz Pardo, amigo de José Martínez, el creador de Ruedo Ibérico, escribiría poco después: «Pero Thomas, una vez muerto Franco, no va a tener en cuenta el colosal esfuerzo que había hecho Ruedo y entregaría su obra a los grandes negocios editoriales (que al venir la democracia reportaba el ansia de conocer la historia enterrada de la guerra civil) de quienes podían permitirse alardes financieros con dineros ganados adulando al franquismo» («Rememoración de José Martínez, fundador de Ruedo Ibérico», Cuadernos do Seminario de Sargadelos, 49, nota preliminar de Isaac Díaz Pardo, A Coruña, 1987, p. 8). No es de extrañar que ahora, más de veinte años después, con motivo de la reedición de su obra, declare bajo el titular «Hugh Thomas afirma que los orígenes de la guerra civil son difíciles de entender», «cada vez más complicados»: «Debo admitir que ahora no entiendo bien cómo ha ocurrido la guerra civil española» (El País, 22 de noviembre de 2001). <<
[532] SHM, La marcha sobre Madrid, San Martín, Madrid, 1982, p. 149. Puede ser interesante recordar lo que se leía en la primera edición: «… la cuestión de la ocupación subsiguiente a la ocupación de la ciudad extremeña excede los límites puestos a nuestro trabajo, centrado exclusivamente sobre las operaciones militares; no obstante, no hemos querido eludirla, ya que el hacerlo pudiera ser interpretado como una aprobación tácita de la famosa “leyenda”, tan triste y pintorescamente descrita por La Voz en su versión más aguda». Finalmente concluía: «La justicia era, pues, rígida e inflexible, pero justicia». Las citas, que no aparecen en la edición de 1982, proceden de Alberto Reig Tapia, Memoria…, p. 121. <<
[533] Justo Vila Izquierdo, Extremadura: la guerra civil, Universitas, Badajoz, 1983; y Juan García Pérez y Fernando Sánchez Marroyo, «La guerra civil en Extremadura», en Historia de Extremadura, t. IV: Los tiempos actuales, Universitas, Badajoz, 1985, pp. 1019-1034 y «La guerra civil en Extremadura (1936-1939)», Hoy, Badajoz, 1986. <<
[534] Todavía no hace mucho, Luis García Iglesias —autor de Los jesuitas en Badajoz (1871-1996), Universitas, Badajoz, 1996, p. 106— recomendaba a sus lectores para la toma de Badajoz los libros de Ortiz de Villajos, Martínez Bande, Ricardo de la Cierva y, «aunque requiere esfuerzo prescindir en este libro de su carácter de propaganda republicana y ultraizquierdista más bien extemporánea», el de Justo Vila. <<
[535] Mário Neves no había vuelto a Badajoz desde 1936. Con motivo de la aparición en Portugal de su obra declaró que «o renovado interesse pela Guerra Civil de Espanha justificava que rompesse o relativo silencio a que se remeteu: “Nunca quis publicar as minhas reportagens, embora muitos amigos, … me tivessem encorajado a isso. Até que finalmente penso que tornar públicos esses trabalhos, bem como pecas do dossier sobre as chacinas de Badajoz, podem ser de interesse para muita gente”. É esse dossier, reunido num volume, que Mário Neves gostaria de ver publicado hoje. “Convém que os que viveram esses tempos nao se esqueçam. Mas, sobretudo, é preciso contar esses coisas aos que nunca ouviram falar dellas”» (JL, Año IV, 108, julio-agosto de 1984, p. 3). <<
[536] Hoy, 14 de agosto de 1937, p. 4. Hasta tal punto de que en la actualidad no hay forma posible en Badajoz de consultar otro periódico del período crítico de febrero a agosto del 36 que no sea el Hoy; los demás, especialmente Vanguardia, el periódico que acabaría representando a Izquierda Republicana, es como si nunca hubieran existido. Para colmo, la Hemeroteca Municipal de Madrid, que sí cuenta con algunos números de febrero, marzo y abril de 1931, tampoco conserva esta época del periódico republicano. El director de Hoy en julio del 36 era el navarro Juan Miguel Seminario de Rojas, quien de inmediato partió hacia su tierra para unirse al Requeté, y no volvió a ocupar la dirección del periódico hasta finales de 1937 (véase Francisco Pilo Ortiz, La represión en Badajoz, Ed. del autor, 2001, p. 52). <<
[537] Juan García Pérez y Fernando Sánchez Marroyo, La guerra civil…, pp. 2 y 67 respectivamente. <<
[538] Josefina Becerra Santos y Pilar Guerrero Ruiz, «Estudio de la mortalidad en Badajoz durante la Guerra Civil», en Cuadernos de INICE (Instituto Nacional de Investigaciones Científicas y Ecológicas), II Encuentro de Jóvenes Investigadores, Salamanca, 1986, pp. 51-62. Debo este hallazgo a Antonio Miguel Bernal. <<
[539] Francisca Rosique Navarro, «La Baja Extremadura desde 1900 a 1936. Historia civil y procesos económicos», en Historia de la Baja Extremadura, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, I. II, Los Santos de Maimona, Badajoz, 1986, p. 1292. <<
[540] Ángel David Martín Rubio, La represión roja en Badajoz, TARFE, Oviedo, 1995. También de este autor: «Represión republicana en Badajoz», en Razón Española, 67 (1994); «Persecución religiosa y represión sociopolítica en la provincia de Badajoz durante la guerra civil», en Hispania Sacra, 95 (1995), y La persecución religiosa en Extremadura durante la guerra civil (1936-1939), Fondo de Estudios Sociales, Badajoz, 1977. También en 1997 publicó Paz, piedad, perdón… y verdad. La represión en la guerra civil: una síntesis definitiva, Fénix, Madridejos (Toledo), 1997, obra relacionada —como bien muestra la parte final del título— con Ricardo de la Cierva y que representa una de las más vastas imposturas de la reciente historiografía neofranquista. Finalmente publicará Salvad la memoria. Una reflexión sobre las víctimas de la guerra civil, Fondo de Estudios Sociales, Badajoz, 1999, un libro evidentemente dirigido contra Víctimas de la guerra civil, la obra coordinada por Santos Juliá y publicada por Temas de Hoy ese mismo año, y muy especialmente contra uno de los autores, Francisco Moreno Gómez. Fondo de Estudios Sociales es la editorial de Falange Española Independiente. <<
[541] Martín Rubio —véase Paz, piedad, perdón…, pp. 239-243 y Salvar la memoria, pp. 147-149— mantiene que entre agosto y diciembre de 1936 la represión acabó en la ciudad de Badajoz con la vida de 494 personas. Dice basarse en el Registro Civil. Pero ocurre que si se revisan los Libros de Defunciones entre 1936 y 1990 el número resultante de personas asesinadas en el 36 no es 494 sino 663, como se demuestra en el presente trabajo. Otro tanto le ocurre con Almendralejo, donde según él desaparecen 90 personas entre 1936 y 1938 cuando en realidad son 291, y con las otras tres localidades que supuestamente ha investigado (Villalba, Santa Marta y Solana). Esto quita toda credibilidad a los datos que maneja sobre los 22 pueblos del este de la provincia que dice haber investigado. ¿Qué se podía esperar, por otra parte, de quién habiendo investigado a su manera solamente la capital y 25 pueblos —22 de la parte oriental y 3 de la occidental— de una provincia con más de 160, entre ellos algunos muy importantes, dijo ofrecernos la «síntesis definitiva»? A los trabajos del sacerdote falangista hay que añadir el del canónigo carlista Manuel Muñiz Cárdenas sobre el martirologio pacense, titulado Al cielo por el martirio, editado por el autor en 1988. <<
[542] Julián Chaves Palacios, La guerra civil en Extremadura. Operaciones militares (1936-1939), en medio queda la obra de Jacinta Gallardo Moreno, La guerra civil en La Serena, Diputación Provincial de Badajoz, 1994, un trabajo en la línea de las investigaciones que se estaban realizando entonces en diversas provincias y que desgraciadamente no tuvo continuidad. <<
[543] Gabriel Cardona y Fernando Fernández Basterreche, «España 1936-1939. La guerra militar. I. La guerra de las columnas, julio-noviembre 1936», Historia 16, 1996, p. 53. Según Cardona los militares africanos repitieron en el sur las mismas tácticas de combate que habían practicado en Marruecos tras el desembarco de Alhucemas en 1926 y 1927, tácticas copiadas del ejército colonial francés. <<
[544] De esta norma hay que salvar el trabajo de Francisca Rosique Navarro, La reforma agraria en Badajoz durante la II República, Diputación Provincial de Badajoz, 1988, orientado desde la Universidad de Salamanca; el de Jacinta Gallardo sobre la guerra en La Serena, el de la represión en Cáceres de Chaves Palacios y el ya aludido de La represión roja en Badajoz de Martín Rubio, dirigidos por el profesor Fernando Sánchez Marroyo. Más recientemente es el libro de José Luis Gutiérrez Casalá, La Segunda República en Badajoz, Universitas, 1998, título bajo el que se oculta un primer acercamiento a las elecciones celebradas durante la República en la provincia de Badajoz. Atrás quedó el proyecto de investigación iniciado por Fernando Sánchez Marroyo con un grupo de alumnos/as en torno a seis focos: Cáceres, Plasencia, Badajoz, Mérida, Alconchel y Oliva de la Frontera y cuyos primeros resultados pudimos atisbar en Fernando Sánchez Marroyo, Charo Calvo García, Juan José Mendoza Ruano, Francisca Corrella Rosado, Yolanda Bessa Menacho, Josefina Becerra Santos, Carmen Massot Gómez-Landero, María del Mar Román Álvarez, Antonio J. López Leitón, Francisca Galván y Teresa García Hernández, «Aproximación a la represión nacionalista en Extremadura (algunos núcleos significativos)», en Alcántara, 17, Institución Cultural «El Brocense», Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, mayo-agosto 1989, pp. 175-195. De este proyecto sólo el trabajo de María del Mar Román Álvarez sobre la represión nacionalista en Mérida y su partido judicial llegó a memoria de licenciatura [«Aproximación a la represión nacionalista en la comarca de Mérida (1936-1943)», Cáceres, 1988]. Sin embargo, a pesar de la novedad que representaba un trabajo como éste a fines de los ochenta en el panorama extremeño, no se preparó una edición que divulgara su contenido. <<
[545] Anónimo, El fascismo sobre Extremadura, Publicaciones de la Federación Provincial Socialista de Badajoz, Madrid, 1938, incluido en Badajoz, agosto de 1936, Federación Socialista de Badajoz, Badajoz, 1997, donde hay que destacar las aportaciones de Luis Pla y de Justo Vila. Esta publicación fue anticipada a su estilo por el ABC con el titular: «El PSOE de Badajoz amenaza con narrar “con nombres y apellidos” hechos de la guerra civil» (ABC, 16 de agosto de 1996). La noticia, muy breve, concluía anunciando que según Francisco Fuentes, secretario de la Ejecutiva Provincial, el PSOE pensaba becar a un alumno de posgraduado para que hiciera una tesis «sobre lo que ocurrió en las fuerzas de izquierda de esta provincia desde el año 1931 hasta 1939». El Hoy de la misma fecha informaba, sin embargo, de que con esa beca lo que se quería recuperar era la historia del PSOE. Se ignora qué fue de esa prometedora tesis. Sin embargo, conviene señalar que todos los años sin falta, el día 15 de agosto, tiene lugar en el cementerio de Badajoz un acto (organizado por PSOE y UGT) en recuerdo y homenaje a las víctimas de la represión en Badajoz. <<
[546] Alberto González Rodríguez, Historia de Badajoz, Universitas, Badajoz, 1999, pp. 428-430. <<
[547] El artículo de Fernando Sánchez Marroyo se encuentra en Miguel Alonso Baquer (director), La guerra civil española (sesenta años después), Actas, Madrid, 1999, pp. 137-155. <<
[548] Francisco Pilo Ortiz, La represión en Badajoz, Ed. del autor, Badajoz, 2001. Se está a la espera de la tesis doctoral de José Luis Gutiérrez Casalá sobre la represión judicial en la provincia de Badajoz. <<
[549] Alberto Reig Tapia, Memoria de la guerra civil. El primer trabajo de Reig sobre represión —con los historiadores franquistas todavía moviéndose a sus anchas al monopolizar la documentación— fue «En torno al estudio de la represión franquista», publicado en el número 58, septiembre de 1979, de Tiempo de Historia. <<
[550] Ibid., pp. 141-143. <<
[551] Justo Vila Izquierdo, Extremadura: la guerra civil, p. 58. <<
[552] Testimonio de Agustín Carande Uribe, «La guerra civil en Extremadura», Hoy, 1986, p. 68. <<
[553] Testimonio personal de Berta Rodríguez Campins. <<
[554] La Orden, de diez de noviembre de 1936, y publicada en el BOE. del día siguiente, decía: «Consecuencia natural de toda guerra es la desaparición de personas, combatientes o no, víctimas de bombardeos, incendios u otras causas con la lucha relacionadas …». <<
[555] La no percepción de este hecho convierte en un puro disparate el análisis realizado sobre la matanza de Badajoz por A. D. Martín Rubio en la ya mencionada Salvad la memoria, pp. 148 y ss. ¿Cómo no se van a obtener «valores muy semejantes» de ambas fuentes —cementerio y registro— si una recoge, un año después y casi en el mismo orden, todo lo que se había asentado en la otra? De creer a este autor, en la ciudad de Badajoz no sólo no hubo matanza alguna, sino que se trataría de uno de los pocos lugares donde el número de los inscritos en el Registro Civil supera a los que constan en el cementerio. Un caso único. Claro que ya tuvo cuidado Martín Rubio en advertir de la posibilidad de «errores de diversa naturaleza, ya sea al efectuarse las inscripciones o en nuestro propio trabajo de recogida y recuento de datos» (p. 148). El «error» es notable: ateniéndonos sólo al Registro Civil de Badajoz, los 1080 registrados de su trabajo para el período 1936-1945 se convierten según mi investigación en 1243, una diferencia de 163 casos, casi todos relativos a 1936; y frente a sus 493 casos —simples números— contamos realmente con 663, que ahora se ofrecen por primera vez con sus datos personales y fecha de muerte. Naturalmente todas esas cifras aumentarían si tuviéramos en cuenta a los que habiendo sido asesinados en Badajoz fueron inscritos fuera de ella o a los que proceden de fuentes distintas al Registro de Defunciones, ninguno de los cuales fueron tenidos en cuenta en ese trabajo. <<
[556] Archivo Municipal de Badajoz, Sección Cementerio, Libro de Registro n.º 3 (1932-1944), t. 159, n.º 583 y 605, f. 2 y 24. <<
[557] El capellán castrense Jaime Tovar, teniente vicario de Madrid tras largos años con la Legión, ha escrito recientemente sobre la matanza de Badajoz: «Hay que reconocer que se cometieron abusos principalmente por parte de los moros, menos propensos al perdón que los cristianos y por muchos otros que, borrachos de sangre, se dieron al pillaje y toda clase de bajezas. ¡Esto en el día de la Asunción de Nuestra Señora!» (Jaime Tovar Patrón, Los curas de la ultima Cruzada, Fuerza Nueva, 2001, p. 21). <<
[558] Los datos de Huelva y del cementerio de Sevilla proceden de Francisco Espinosa Maestre, La guerra civil en Huelva, Diputación Provincial de Huelva, 1997 y Sevilla, 1936. Sublevación y represión, en AA. VV., Sevilla, 1936; Sublevación fascista y represión, Muñoz Moya, Brenes (Sevilla), 1990; los del Registro Civil de Sevilla me fueron proporcionados amablemente por Juan Ortiz para la elaboración de la segunda de las obras citadas y han sido analizados en profundidad en Juan Ortiz Villalba, Sevilla 1936. Del golpe militar a la guerra civil, Imp. Vistalegre, Córdoba, 1997. <<
[559] El dato procede de Conxita Mir, en J. Casanova (coord.), Morir, matar, sobrevivir, p. 324, nota 65. <<
[560] La cita, en portugués en el original, procede de Alberto Pena Rodríguez, El gran aliado de Franco, Ediciós do Castro, A Coruña, 1998, p. 271. <<
[561] Aceuchal/Alange/La Albuera/Alconchel/Alconera/Aljucén/Almendral/Almendralejo/Arroyo de San Serván/Atalaya/Azuaga/Badajoz/Barcarrota/Bienvenida/Bodonal de la Sierra/Burguillos del Cerro/Cabeza la Vaca/Calamonte/Calera de León/Calzadilla de los Barros/Carmonita/Casas de Reina/Cheles/Corte de Peleas/Don Álvaro/Entrín Bajo/Esparragalejo/Feria/Fregenal de la Sierra/Fuente de Cantos/Fuente del Maestre /Fuentes de León/La Garrovilla/Higuera de Vargas/Higuera la Real/Hinojosa del Valle/Hornachos/Jerez de los Caballeros/La Lapa/Llerena/Lobón/Medina de las Torres /Mérida/Monesterio/Montemolín/Montijo/La Morera/La Nava de Santiago/Nogales/Oliva de la Frontera/Olivenza/Palomas/La Parra/Puebla de la Calzada/Puebla de la Reina/ Puebla de Sancho Pérez/Puebla del Prior/Reina/Ribera del Fresno/Salvaleón/ Salvatierra/Santa Marta/Los Santos de Maimona/Segura de León/Solana de los Barros/Talavera la Real/Táliga/Torre de Miguel Sesmero /Torremayor/Torremejía/Trujillanos /Usagre /Valencia del Ventoso/Valverde de Burguillos/ Valverde de Leganés/Valverde de Mérida/Villafranca de los Barros/Villagarcía de la Torre/Villagonzalo/Villalba de los Barros/Villanueva del Fresno/Zafra/Zahínos/Zarza de Alange. <<
[562] La recogida de datos de los Registros Civiles se llevó a cabo entre 1997 y 2002. Hay que decir que salvo algunos casos aislados —siempre funcionarios municipales de la vieja escuela que de entrada se negaban a facilitar la consulta «por lo delicado del asunto»— no hubo ninguna pega. Desde luego muchas menos que las que se me plantearon a finales de los ochenta cuando investigué la provincia de Huelva. Los problemas insalvables a los que aludo son, por ejemplo, las vacaciones del encargado, la incompatibilidad de horarios para poder acceder a los libros, los casos en que los registros los llevaba alguien de fuera de la localidad, etc. <<
[563] Véase Francisco Moreno Gómez, «El terrible secreto del franquismo», en La Aventura de la Historia, 3, enero de 1999, pp. 12-25. <<
[564] AHN, CG, C. 1054-1. <<
[565] Los libros de gastos proporcionan una pista que podría haber sido interesante. Con fecha 31 de agosto de 1936, 12 de septiembre de 1936 y 30 de septiembre de 1936 se aprueban partidas relativas al cementerio por valor de unas dos mil pesetas, la primera de las cuales cubría simplemente lo pagado al chófer Luis Rojas por llevar a los concejales al cementerio para una misión no especificada; pero desgraciadamente las siete listas con el detalle de las obras realizadas no existen (AMB, Cuentas Municipales, Gastos). <<
[566] BOP, n.º 219, 17/11/1936 y n.º 14, 19 de enero de 1937. <<
[567] Este bando estaba en sintonía con el decreto 191 (BOE n.º 99 de 27 de enero de 1937) por el que Franco hizo extensivo el decreto 51 (reforma procesal castrense) a las zonas ya ocupadas y las que lo fueran a partir de ese momento (BOP Badajoz, seis de febrero de 1937). <<
[568] Debo esta información a Aristides Méndez Sánchez y a Aristides Méndez Redondo, con quienes contacté en octubre de 2002 gracias a Fernando Magán. <<
[569] Bastará recordar las anotaciones del párroco de Rosal de la Frontera (Huelva), Edesio Cano, en su listado particular de víctimas locales: «Era marica, hermano del Cristeto, soltero liquidado en 1936 en el cementerio»; o «se dice que fue obligada a cantar una saeta antes de ser fusilada y… algo peor, un mayor y nefasto ultraje, ya muerta». En este caso aludía a una mujer soltera, de treinta y dos años, asesinada en octubre del 36. Véase Francisco Espinosa Maestre, La guerra civil en Huelva, Diputación Provincial de Badajoz, 1997, pp. 689-690. <<
[570] Alconchel, 1; Almendralejo, 2; Badajoz, 3; Bienvenida, 2; Calamonte, 1; Feria, 1; Fuente de cantos, 1; Fuente del Maestre, 3; Jerez de los Caballeros, 1; Mérida, 2; Monesterio, 1; Montijo, 1; Oliva de la Frontera, 1; Olivenza, 1; Puebla de Alcocer, 2; Salvaleón, 1; Salvatierra, 1; Santa Marta, 1; Sevilla, 1; Torremayor, 1; Villafranca de los Barros, 1; Villanueva del Fresno, 1; Zarza, 1. <<
[571] Olegario Pachón Núñez, Recuerdos y consideraciones de los tiempos heroicos, Ed. del autor, Barcelona, 1979, p. 172. <<
[572] Testimonio personal de Fernando Barrero Arzak, cuyo abuelo, Andrés Barrero Rodríguez, fue una de las víctimas. <<
[573] Carlos Elordi, Antes de que el tiempo muera en nuestros brazos, Grijalbo, 1996, p. 89. <<
[574] Testimonio de Remedios Ramos, reproducido por Manuel Tapada en Guerra y posguerra en Encinasola, p. 328 y procedente del trabajo sobre memoria oral realizado por F. E. Rodrigues Ferreira para la revista História (véase Bibliografía). <<
[575] AHN, CG, C. 1054-1. <<
[576] AHN, CG, C. 1053-1. <<
[577] AHN, CG, C. 1054-2. <<
[578] AHN, CG, C. 1052-1. Esta información se vería confirmada en octubre de 2001 cuando, con motivo de una ampliación del cementerio, familiares de los represaliados solicitaron que se excavase antes en la zona por creer que contenía restos humanos. Lo mejor sin duda fue la intervención de Julia Ferreira, responsable municipal del cementerio, quien declaró a la prensa que «Mérida fue una ciudad muy castigada durante la guerra civil y que hubo numerosos asesinatos y desmanes por ambas partes» (véase Hoy, 19 de enero de 2001). Finalmente, después de años de silencio sólo roto por la voz solitaria de Pedro Camons, el PSOE local ha pedido que se localice la fosa común y se trasladen los restos a un lugar apropiado (véase El Periódico de Extremadura, 15 de agosto de 2002). <<
[579] AHN, CG, C. 1052-2. <<
[580] El primer caso conocido de exhumación de restos relacionados con la represión fascista tuvo lugar en noviembre de 1971 en Bayubas de Abajo (Soria), como puede verse en Herrero Balsa, Gregorio y Hernández García, Antonio, La represión en Soria durante la guerra civil, Ed. de los autores, Soria, 1982, pp. 97-110. <<
[581] Documentación proporcionada por Francisco Marín Torrado, juez de Paz de Salvaleón. <<
[582] El artículo sobre José Muñoz Roblas, firmado por José Santos Rincón, se encuentra en la última página de El eco de Zafra de noviembre de 1984. <<
[583] El 20 de agosto de 2002 la ARMH presentó ante el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la ONU una reclamación con objeto de que se obligara a España a abrir las fosas comunes y honrar a los desaparecidos del franquismo (El País, 22 de agosto de 2002). Al día siguiente, frente a todo pronóstico, el Partido Popular declaraba a través de su coordinador de Comunicación, Rafael Hernando, que el Gobierno «recibirá bien» cualquier decisión de la ONU sobre la iniciativa de la ARMH y añadió: «Cualquier cosa que sirva para que cualquier persona que todavía sufre por cuestiones que afectan a la guerra civil española, para superar su dolor o recuperar su pasado, tiene que ser bien recibida por parte de cualquier Gobierno», lo que no es poco viniendo de un partido que se ha negado a condenar la sublevación del 18 de julio o a reconocer su carácter fascista. Por su parte, el PSOE, adelantado por la derecha en un terreno que rehuyó de manera permanente durante sus catorce años de gobierno, afirmó por medio de su portavoz parlamentario Jesús Caldera que estaba a favor de la propuesta y que «todos los testimonios que den fe de esa tragedia deben ser recuperados por la dignidad de las víctimas y de todos nosotros». Finalmente Caldera, como si no tuviese nada que ver con el partido que mientras conservó el poder decidió «no mirar atrás» (palabras de Felipe González), afirmó que «la memoria no ha de perderse nunca» (El Periódico de Extremadura, 22 de agosto de 2002). <<
[584] AHNS, DPS, L. 27, exp. 17. <<
[585] Me refiero a La amargura de la memoria. República y guerra civil en Zafra (1931-1936), de próxima publicación. Entre los documentos localizados por José María Lama se encuentra una circular de la Comandancia Militar de Badajoz, ya con Cañizares a su cargo, en la que se solicita información sobre la conducta y actuación de todo el personal relacionado con la enseñanza local. Esto en sí no tendría nada de especial, lo asombroso es que la fecha en que se elabora sea el 25 de agosto del 36, once días después de la toma de la ciudad, lo que vendría a indicar que esto estaba en el programa. El primer párrafo del documento dice: «Por los sagrados intereses de la Patria y por la vida misma de nuestra querida ESPAÑA, puesta en peligro, constituye imperativo necesario proceder rápidamente a discriminar haciendo destacar de modo brillante, aquellos valores puros y positivos, de aquellos otros, dudosos o francamente peligrosos, que deben permanecer alejados de la alta y noble misión de formar el corazón y el alma de las generaciones futuras, a fin de que sean dignas depositarias y recias continuadoras de la cultura y gloriosas tradiciones Hispanas». <<
[586] Augusto, Jornal de um correspondente da Guerra em Espanha, p. 77. <<
[587] He podido consultar la hoja de servicios de López-Pinto Berizo gracias a la amabilidad de Luis Castro. <<
[588] Paul Preston, La política de la venganza, p. 68. Preston tomó esta cita de J. A. Vaca de Osma, La larga guerra de Francisco Franco, Madrid, 1991, p. 209. <<
[589] Unos días después, el diez de noviembre, en una editorial titulada «Meditación de los preludios de la victoria», se podía leer: «Los hechos que se vienen desarrollando … se caracterizan fundamentalmente por dos conductas distintas que responden, la nuestra a una moral inspirada en elevados principios de justicia y dignidad; la de ellos a un criterio irresponsable que tiene como base la crueldad y la destrucción. Decimos dos conductas distintas, que no es lo mismo, naturalmente, que dos maneras distintas de pensar» (FE, diez de noviembre de 1936). <<
[590] Julián Casanova, «Guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones en Finlandia, España y Grecia (1928-1949): un análisis comparado», en Julián Casanova (comp.), Guerras civiles en el siglo XX, Editorial Pablo Iglesias, 2001, pp. 1-28. <<
[591] El documento, que debió llegar a todos los puestos de la Guardia Civil del país, procede del legajo 99 del Archivo Municipal de Moguer (Huelva). <<
[592] Sobre franquismo, guerra fría y Latinoamérica sigue siendo de consulta imprescindible Joan Garcés, Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles, Siglo XXI, Madrid, 1996. También me resultó muy sugerente el artículo inédito «La voz oculta del silencio o las armas de la guerra» (2002), del historiador colombiano Hermes Tovar Pinzón, al que agradezco su amabilidad al proporcionármelo. <<