Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

En cualquier trabajo de investigación se contraen deudas que es preciso recordar y agradecer. Éste sería el caso de Alberto Reig Tapia, Francisco Moreno Gómez, Antonio Gálvez, Luis Pla Ortiz de Urbina, Diego Monge Ruiz, Paul Preston, Juan Ortiz Villalba, Luis Castro, Antonio Miguel Bernal, Miguel Ángel Lama Hernández, Antonio Orihuela, Jaume Claret, Fernando Romero, Cayetano Ibarra Barroso y Fernando Barrero Arzak. En este mismo sentido merecen mención aparte Carlos Engel Masoliver, que puso a mi disposición lo mucho que sabe sobre el cuerpo de oficiales durante la guerra civil y varios artículos de complicada localización; Francisco Marín Torrado, al que conocí como Juez de Paz de Salvaleón y que me ha ayudado más de lo que él probablemente imagine, y Manuela Martín, memoria viva de ese desconocido exilio republicano extremeño que pasando por Portugal llevó a muchos primero a Cataluña y luego a Francia. La posibilidad de llegar a ella la debo a Laureano Rodríguez Liáñez y a Gabrielle García Le Ber. En el caso de José María Lama —uno de esos buenos encuentros que la suerte depara a los investigadores— su colaboración ha sido tan intensa y constante que llamarla ayuda sería quedarse corto.

Tampoco sería justo olvidar, porque es más importante de lo que pueda parecer, el cobijo y compañía que siempre que pasé por Madrid de visita archivera me prestaron Maricarmen Zaro, Jesús Bornao y sus hijas Ana y Silvia. Por otra parte, manejar la documentación del Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla, cuyo estado cuando accedimos a él no es para contarlo, fue posible sólo gracias a la ayuda de mi amigo Manolo Tapada, que desgraciadamente ya no podrá ver este libro, y a la atención del teniente jurídico Rodrigo de Lorenzo Ponce de León. Tampoco lo podrá ver Mateo Moreno Requejo, de cuya buena memoria e ilimitada curiosidad sobre estas cuestiones disfruté durante mucho tiempo. También debo decir que una investigación en la que ha habido que recorrer docenas de Juzgados de Paz nunca hubiera podido realizarse sin la buena voluntad de las personas encargadas de ellos, la mayoría mujeres, que me dedicaron parte de su tiempo aun fuera de su horario de trabajo. Entre las labores más ingratas de un trabajo de este tipo se encuentran sin duda las de corrección, verdadera pesadilla del investigador, aligeradas en este caso en grado sumo gracias a la inestimable colaboración de Carmen Anisa Prieto y Manuel Huertas Molina, que revisaron pacientemente todo el documento. También debo mencionar al personal del archivo fotográfico de la Hemeroteca Municipal de Sevilla, que me proporcionó todo tipo de facilidades cuantas veces allí acudí. Finalmente debo agradecer al profesor Josep Fontana su interés por este trabajo, que condujo a que el proyecto recalara finalmente en la editorial Crítica, cuyos responsables, Gonzalo Pontón y Carmen Esteban, lo apoyaron sin reservas desde el principio.