24.

—Nena, ¿corrés la mochila y me hacés un lugarcito?

—…

—Gracias.

—…

Atención… por favor, por el andén 6 sale el micro de la empresa Río de la Plata de la hora 22.30, con destino a Mar del Plata

—¿Cómo el de las 22.30? ¡Qué guachada, salen todos menos el mío!

—…

—Yo hace año, año y medio, que viajo todas las semanas. Por el laburo, ¿viste? ¿Podés creer que nunca salí en horario?

—…

—No importa a dónde vaya. Mi bondi, posta que se atrasa.

—Ah…

Atención, por favor, por el andén 18 sale el micro de las 22.40 de la empresa Micromar, con destino a San Nicolás.

—No ves, no te digo.

—…

—¿Vos también esperás el de Rosario?

—No.

—¿Y para dónde vas?

—No, no voy.

—Viniste a buscar a alguien…

—…

—Che, nena, te encanta hablar a vos, ¿no?

—…

—¿Qué pasa?

—…

—Pará, pará, no me pongás esa cara que yo no te hice nada malo.

—…

—Ah, no, lo único que me falta es que me hagás una pobrecita y te pongás a llorar. ¿Si yo qué te hice? Te hablé nomás.

—…

—No, pará, ahora no te rajés. ¿Te falté el respeto, yo, te hice algo?

—…

—Cortala, nena, no llorés que me hacés quedar como la mona, ¿la gente qué va a pensar?

—…

—Nena, estás jodida vos, ¿no? ¿Se puede saber qué te pasa?

—…

—Con esa carita y a tu edad, ¡qué te puede pasar! ¡Dejate de joder!

—Estoy embarazada, mi novio se borró, mi viejo y mi vieja no saben nada, mi viejo le mete los cuernos a mi vieja y se fue de viaje con la mina, mi vieja sabe todo lo de mi viejo pero se hace la boluda…

—¡A la pelota!

—¿Ves?

—…

—…

—Disculpame, che…

—…

—Disculpame.

—Está.

—¿Y qué hacés acá en la terminal?

—Borrarme de mi casa. Mi vieja es la peor. Si tengo que pasar el fin de semana sola con ella, me muero.

—¿Qué, pensás pasar la noche acá?

—Sí. De día ando por ahí, me voy a un shopping o a una plaza, nada. Pero de noche me da miedo, acá es más seguro, hay luz, policía, esas cosas.

—¿Y no le hará mal al pibe?

—¿A qué pibe?

—Al que tenés en la panza, nena.

—Ah.

—…

—No sé.

—Mirá que cuando estás gruesa tenés que descansar y alimentarte bien. Por dos, decía mi mujer cuando esperaba a Leo. ¡Veintipico de kilos se terminó echando encima la gorda!

—…

—Leo es mi hijo, Leonardo, pero le decimos Leo.

—…

—Tiene seis añitos.

—…

—¿Patea ya?

—Sí, bastante.

—Te va a salir goleador entonces.

—…

—A ver… ¿puedo?

—Sí.

—No siento nada.

—Tenés que esperar.

—Hasta que salga el micro tengo tiempo para que me baile un malambo.

—Vas a ser la primera persona que lo siente.

—¡Qué grande! Le vas a tener que poner mi nombre…

—¿Cómo te llamás?

—Guillermo… ¡Uy, me pateó! Me pateó, ¿lo sentiste?

—Sí, lo sentí.

—Guillermo, y si es mujer Guillermina, ¿hecho?

—Lo voy a pensar. A mí me gustaba Lucas.

—Ponele Guillermo. Lucas es medio fifí, medio trolín, ¿viste?

—Lo voy a pensar.

—…

—Che, ¿no tenés una amiga que te banque un par de noches?

—Tengo una, pero se fue a una quinta con los padres.

—…

—…

—Si querés la llamo a mi mujer y le digo…

—No, no, está todo bien, la verdad es que quiero estar sola.

—Otra que sola, si acá hay como un millón de personas.

—…

—Bah, por la bola que te van a dar…

—…

—…

Atención, sale por el andén 9 el micro de la empresa El Águila de las 22 horas, con destino a Rosario.

—Uy, ¿justo ahora tiene que salir?

—…

—Me da no sé qué dejarte así. ¿Seguro que no querés ir a mi casa? Mi mujer es de primera, no va a tener problema.

—No, seguro, estoy bien.

—No me mintás, caradura, ¿con el quilombo en el que estás metida vas a estar bien?

Último aviso para el micro de la empresa El Águila.

—Ya voy, ya voy. ¡Qué manga de hijos de puta! ¡Te hacen esperar como dos horas y después te terminan apurando!

—…

—…

—Gracias.

—Guillermo o Guillermina, acordate.

—Lo voy a pensar.

—Y dale con lo voy a pensar. ¿Vos pensás tanto todo, nena?

—Si pensara todo tanto no estaría así.

—Ves, eso es bueno, te reís de vos misma. Eso es muy bueno.

—…

—Me voy.

—Chau.

—Chau. Suerte.

—…

—Chau.

—Chau.

—Che, nena, te anoto acá mi teléfono. Yo en dos o tres días estoy de vuelta, cualquier cosita que necesités, llamame, ¿eh? ¡Qué letra de mierda que tengo! ¿Me entendés los números?

—Ocho dos cinco, ocho tres ocho tres.

—Ocho tres, ocho tres, eso. Con el cuatro adelante, ¿viste?

—Sí, sí.

—Bueno, listo. ¿Y cómo es que te llamás vos, che?

—Lali, bah, Laura, pero me dicen Lali.

—Chau, Lali.

—Chau.

—Llamame.

—Chau.