—Te voy a extrañar, hijita.
—Está bien, papá. Dejame subir que se va el micro.
—Cuidate, Lali. Abrigate y comé bien.
—…
—Mamá va a rezar por vos para que salga todo bien.
—¿Y vos desde cuándo rezás?
—…
—Cualquier problema, nos llamás enseguida. A casa o a mi oficina, donde vos quieras.
—Okey, chau.
—Esperá, ¿no me das un beso, hija?
—…
—Chau, mamá te quiere, ¿sí?
—Cuidate, por favor, hijita. Y mucho juicio.
—¿Qué querés decir con «mucho juicio», papá?
—Que te portes bien…
—A vos no te pregunté.
—Nada, hija, que no hagas locuras, que no corras riesgos, no sé, no sé qué quise decir.
—Entonces la próxima vez no digas nada.
—…
—…
—Otro besito a papá, ¿sí?
—…
—Chau, Lali.
—Chau, mi amor.
—…
—…
—…
—¡Qué amarga es, por Dios!
—Está nerviosa, Inés, es eso.
—Es una amarga. No sé cómo me puede haber salido así.
—Saludá, haceme el favor, y cambiá esa cara que está mirando por la ventanilla.
—Chau, querida, que lo pases lindo.
—Chau, hijita, cuidate.