En primer lugar a mis padres, por estar siempre ahí. A mi familia en general, carnal y política, y en especial a los pequeños que me dan alegría y vida. Al final todos son sangre de mi sangre.

A Alfonso y Leticia por su ayuda. Imprescindibles. Sin ellos nada de esto sería realidad.

A José, por las gestiones y su providencial última lectura.

A todos los que quiero, porque vivís en la ciudad que es mi vida.

A Sofía, Gonzalo e Irene. Los auténticos cimientos de mi mundo.

A Elena.

Gracias.