Después de aproximadamente treinta años de preparación, en septiembre de 1986 apareció en Alemania el primer volumen de Kriminalgeschichte des Christentums (Historia criminal del cristianismo) de Karlheinz Deschner, concebida en diez volúmenes. En octubre de 1988 se publicó el segundo volumen y en octubre de 1990 el tercero. Con ello se cerraba la época primera, la Antigüedad.
Tres volúmenes imponentes, que representan cerca de 1.600 páginas, con unas 350 de notas científicas, alrededor de medio millar de personajes y otros tantos topónimos y miles de citas de fuentes primarias y secundarias. En total una verdadera vía láctea de nombres, fechas, dogmas, títulos y datos.
Una acusación tan fundada y tan fundamental contra el cristianismo (y no sólo contra la Iglesia) jamás se había formulado. En cualquier caso, la parte atacada se atuvo en principio a la regla de Oggersheim: aguardar.
Cuando los cristianos competentes y profesionales no consiguieron ignorarlo, cuando decenas de miles de lectores devoraban cada dos años un nuevo volumen del «Krimi» histórico de Deschner, cuando el número de las salidas anuales de la Iglesia se multiplicaba rápidamente por seis y muchos de los disidentes aducían razones históricas en apoyo de su decisión, y concretamente las crueldades que Deschner airea, entonces a los ministeriales atacados del cristianismo organizado les pareció que aquello pasaba de castaño oscuro. Y en 1992 pasaron al contraataque.
Hans Reinhard Seeliger, profesor de Teología Histórica en la Universitat-Gesamthochschule Siegen, organizó, bajo el título de ¿Criminalización del cristianismo? La historia de la Iglesia de Deschner en el banco de prueba, un simposio de tres días en la Katholische Akademie Schwerte am Nordrand des Sauerlandes.
Entre los días 1 y 3 de octubre de 1992 se pronunciaron conferencias, que de un modo general o particular versaron sobre los 23 capítulos de los tres volúmenes aparecidos hasta la fecha. La mayor parte de los conferenciantes eran profesores de Alemania y de Austria: ordinarios, extraordinarios, supernumerarios, eméritos, además de un catedrático y de un honorario. Dos pertenecen a la orden de los dominicos y uno es franciscano. El espectro de las especialidades se extiende desde la historia antigua de la Iglesia, la patrología, la arqueología cristiana, la historia antigua, la filología antigua y la judaística hasta la teología histórica y sistemática. Al grupo se sumaron un catedrático de derecho penal, de derecho procesal y de criminología (¡pues se trata de una historia criminal!), así como un doctor recién titulado en medicina de Friburgo.
También fue invitado Karlheinz Deschner —un gesto caballeresco— para que expusiese «la concepción básica y general de su obra». Uno solo contra veintidós, un desafío muy tentador para un espíritu combativo como Deschner. Pese a lo cual rehusó la invitación. Acerca del tema propuesto ya había él disertado ampliamente en la introducción general a su obra: Sobre la temática, la metodología, la cuestión de la objetividad y los problemas de la historiografía en general (60 páginas impresas). A lo cual nada tenía que añadir, como escribió el propio Deschner a los organizadores.
El conjunto de las conferencias apareció en forma de libro en la católica Traditionsverlag Herder de Friburgo, editadas por el iniciador Hans Reinhard Seeliger, con un total de 320 páginas. En la cubierta, «La quema por hereje del dominico Savonarola en Florencia» de Fra Bartolommeo. ¿Una broma? ¿Una aspiración? Como quiera que sea, el editor escribe en su introducción que «una “degollación” del autor habría sido fácil de ejecutar» (11).
Naturalmente que el libro aparecido en Herder, bastante caro por cierto, no ha sido un bestseller. Pero aun con un pequeño número de ejemplares cumplió su función de pantalla, cuando en adelante con la referencia tan erudita a dicho volumen colectivo se entrelaza el veredicto de que allí más de veinte expertos han demostrado que Deschner trabaja de una forma nada científica y que escribe con parcialidad. Cuando ahora alguien remitiéndose a Deschner formula a la Iglesia preguntas dolorosas, el iniciado sólo necesita sonreír con expresión compasiva y remitir a dicho volumen —naturalmente sin haberlo leído— y con ese truco mágico de la autoridad todo el mosaico histórico de la Historia criminal se diluye en una complacencia, y el alma seducida por Deschner debe seguir creyendo que el cristianismo y su(s) Iglesia(s) jamás han tenido una historia criminal, sino única y exclusivamente una historia sacra.
El filósofo Hermann Josef Schmidt, profesor en Dortmund, ha analizado a fondo el volumen editado por Seeliger en Herder y ha publicado su dictamen catastrófico bajo el título Das «einhellige» oder scheinheilige «Urteil der Wissenschaft»? Nachdenkliches zur katholischen Kritik an Karlheinz Deschners «Kriminalgeschichte des Christentums».[1]
Deschner partía del supuesto de que el lector interesado puede juzgar por sí mismo qué punto de vista resulta más convincente, qué autor está más cerca de la «verdad» crítica e histórica. Deschner, que de continuo recomienda a su público que examine lo que él dice, no que le «crea», cree por su parte en la resaca de la razón.
Pero callar en este caso sería autolesivo y ajeno a la realidad. Calumniare audacter, semper aliquid haeret: ¡No seas tímido en calumniar! ¡Siempre queda algo! Un científico extranjero recordaba con especial énfasis ese viejo (y verdadero) cinismo: Deschner debería tomar posiciones tajantes, inmediatas y claras frente a sus críticos de Schwerte.
Una gripe maligna en el invierno de 1996 dificultó a Deschner la redacción del quinto volumen de la Historia criminal. Entonces tomó de nuevo el volumen de Herder, como una especie de gimnasia espiritual para convalecientes, y buscó un modus operandi. ¿Analizar críticamente todo el largo texto de trescientas páginas? Imposible. Sólo cabía proceder en forma selectiva: escoger un artículo y analizarlo a fondo.
Deschner se decidió por la ponencia Kaiser Konstantin: ein Grosser der Geschichte?, de Maria R.-Alföldi (la única mujer en el corro de Schwerte). Bien mirado, dicha conferencia responde al nivel medio del volumen. Algunos textos ceden a todo tipo de crítica. Unos pocos se abstienen al menos de la difamación personal e intentan hacer justicia a las peculiaridades y la aportación de Deschner.[2] Maria R.-Alföldi ocupa un punto medio, siendo por tanto representativa de la obra.
Maria Radnóti-Alföldi, nacida en 1926 en Budapest, se doctoró en 1949, en 1961 fue nombrada profesora en Munich y trabajó desde entonces como consejera científica y más tarde como profesora en el seminario de Historia griega y romana de la Universidad de Frankfurt del Main en ciencias auxiliares para la arqueología y para la historia y cultura de las provincias romanas. Entre las disciplinas auxiliares de la historia se cuentan la epigrafía, la papirología, la gliptografía y la sigilografía. Maria Radnóti-Alföldi ha publicado sobre todo obras de numismática, como Die constantinische Goldpragung: Untersuchungen zu ihrer Bedeutung für Kaiserpolitik und Hofkunst (1963) y Antike Numismatik: Theorie, Praxis, Bibliographie (1978).
La profesora Radnóti-Alfóldi es miembro correspondiente de la Academia de Ciencias y Literatura de Maguncia. Seeliger, el iniciador Schwerte, la presenta como una «investigadora de Constantino de prestigio internacional» (148). Su conferencia fue acogida con especial simpatía en Schwerte; pero aquí parecía un corifeo para torpedear como historiadora la fiabilidad de Deschner. ¿Cuántos blancos hizo realmente? Eso es lo que Karlheinz Deschner analiza en la réplica siguiente.
Hermann Gieselbusch
Reinbek 23 de agosto de 1996 Sachbuchlektorat Rowohlt Verlag