Ante la abundancia de materiales relativos a la evolución y desarrollo de las relaciones entre Iglesia e Imperio durante los siglos IX-X (correspondientes a los volúmenes 8 y 9 de la versión castellana), el autor no ha podido prestar la atención debida a los acontecimientos de la Iglesia hispana. Consciente de la involuntaria laguna, promete llenarla de manera adecuada en próximos volúmenes de esta Historia criminal del cristianismo.