He descrito aquí algunas armas y tácticas del juego de la guerra. Armas que cambian la conciencia podrían cuestionar la guerra. Todos los juegos son hostiles. Básicamente hay un solo juego de aquí a la eternidad. Mr. Hubbard dice que la cienciología es un juego en el que todos ganan. No hay juegos en los que todos ganen. De eso tratan los juegos, de ganar y perder… El Tratado de Versalles… Hitler baila la giga de la Ocupación… Criminales de guerra colgados en Nuremberg… Es una regla de este juego que no puede haber victoria final en la medida en que esto significa el final del juego de la guerra. Sin embargo, cada jugador debe creer en la victoria final y luchar por ella con todas sus fuerzas. Enfrentado a la pesadilla de la derrota final, no tiene alternativas. Así que todas las tecnologías cada vez más eficientes producen más y más armas de destrucción masiva hasta que tenemos la bomba atómica que podría terminar el juego destruyendo a todos los jugadores. Ahora imaginemos un milagro. Los jugadores demasiado estúpidos deciden salvar el juego. Se sientan alrededor de una mesa y bosquejan un plan para la inmediata desactivación y eventual destrucción de todas las armas atómicas. ¿Por qué detenerse ahí? ¿Las bombas convencionales son innecesariamente destructivas si nadie las tiene? Retrocedamos el reloj de la guerra a 1917:

Mantengan los fuegos de los hogares encendidos

Aunque los corazones sigan anhelando

Hay un largo, largo sendero serpenteando…

Hacia atrás, hacia la Guerra Civil Americana…

«Él ha disparado el rayo fatal de esta terrible espada veloz». Su rayo fatal no costaba mucho en esos días. Se ahorra mucho en el presupuesto de defensa volviendo a los mosquetes, trabucos, espadas, armaduras, lanzas, arcos y flechas, hachas de piedra y garrotes. ¿Por qué detenerse ahí? ¿Por qué no criar dientes y zarpas, colmillos con veneno, aguijones, espinas, púas, picos y ventosas y glándulas de olores pestilentes y luchar en el barro?

De esto trata esta revolución. Final del juego. ¿Nuevos juegos? No hay nuevos juegos de aquí a la eternidad.

FINAL DEL JUEGO DE GUERRA.

William S. Burroughs.