Proyecto de investigación: averiguar en qué medida los mensajes codificados son decodificados, es decir examinados por sujetos experimentales. Los experimentos más simples consisten en reproducir un mensaje codificado ante un sujeto. El mensaje podría contener órdenes simples. ¿Tiene el mensaje codificado algún valor con respecto a las órdenes comparable a la sugestión posthipnótica? ¿Se recibe el contenido real del mensaje? ¿Qué drogas, si las hay, incrementan la capacidad para descifrar mensajes? ¿Esta capacidad varía mucho en sujetos distintos? ¿Los mensajes codificados con la propia voz del sujeto son más efectivos que los mensajes con otras voces? ¿Los mensajes codificados en ciertas voces son decodificados con mayor facilidad por sujetos específicos? ¿El mensaje es más potente con palabra e imagen codificadas en una cinta de video? Usar, por ejemplo, un mensaje con un contenido emocional uniforme en una cinta de video. Digamos que el mensaje es miedo. Para esto tomamos todos los planos que podamos recoger o evocar del sujeto con miedo. Les insertamos palabras y fotos de miedo, y amenazas, etc. Todo esto es representado y será perturbador. Ahora intentemos codificarlo y veamos si podemos conseguir un efecto incluso más fuerte. La presión sanguínea del sujeto, ritmo cardíaco y ondas cerebrales son grabadas mientras reproducimos la cinta codificada.
Su rostro es fotografiado y visible para él en pantalla de video en todo momento. La codificación real de la cinta puede hacerse de dos maneras. Puede ser una operación completamente aleatoria como sacar piezas de adentro de un sombrero y, si esto se hace, varias unidades consecutivas se producirán juntas dando lugar a la foto identificable de una palabra comprensible. Los dos métodos pueden ser usados por supuesto a intervalos variables. Grabaciones de la presión sanguínea, ritmo cardíaco y ondas cerebrales le mostrarán al operador qué material está produciendo la reacción más fuerte, y él por supuesto se focalizará en eso. Y recordemos que el sujeto puede ver su rostro en todo momento y su rostro es filmado. Como dice Peeping Tom, la cosa más aterradora es el miedo en tu propia cara. Si el sujeto se trastorna demasiado tenemos preparadas cintas pacíficas y tranquilizadoras.
Ahora tenemos aquí una cinta porno: consiste en una escena sexual representada por el objeto sexual ideal del sujeto y la imagen ideal de sí mismo. Mostrada directamente debería ser lo suficientemente excitante, ahora la codificamos. Lleva unos pocos segundos tramar cintas codificadas, ¿y luego? ¿Pueden las cintas sexuales codificadas, focalizadas en las reacciones del sujeto y en las ondas cerebrales, producir un orgasmo espontáneo? ¿Podría esto extenderse a otras funciones del cuerpo? Un micrófono oculto en el inodoro y toda su mierda y sus pedos grabados y codificados con voces severas de niñeras ordenándole cagar, y el joven liberal se caga encima en el estrado justo debajo de la Old Glory[6]. ¿Pueden las cintas con risas, con estornudos, con hipo, con tos, producir risas, estornudos, hipo y tos?
¿En qué medida una enfermedad física puede ser inducida por cintas codificadas? Tomemos por ejemplo una imagen en colores y con sonido de un sujeto resfriado. Luego, cuando el sujeto se ha recuperado completamente, filmamos en colores y con sonido al sujeto recuperado. Ahora codificamos las imágenes y la banda sonora del resfrío con las imágenes presentes. También proyectamos las imágenes del resfriado en las imágenes presentes. Ahora intentamos usar algunas de las reactivas frases mentales de Mr. Hubbard que, supuestamente, en sí mismas producen enfermedad. Ser yo, ser tú, permanecer aquí, permanecer allí, ser un cuerpo, ser cuerpos, permanecer en el presente, permanecer en el pasado. Ahora codificamos todo esto junto y se lo mostramos al sujeto. ¿Es posible que viendo y escuchando esta cinta con imagen y sonido, codificada en unidades muy pequeñas, pueda uno sufrir un ataque del virus del resfrío? Si una cinta de resfrío como ésta puede producir un ataque del virus del resfrío, quizás hemos activado simplemente un virus latente. Muchas virosis, como se sabe, están latentes en el cuerpo y pueden ser activadas. Podemos probar lo mismo con el herpes, con la hepatitis, siempre recordando que podríamos estar activando un virus latente y de ninguna manera creando un virus de laboratorio. Sin embargo, podríamos estar en la situación de hacer esto. ¿Podría un virus ser simplemente una unidad muy pequeña de imagen y sonido? Recordemos que la única imagen que tiene un virus es la imagen y banda sonora que te puede imponer. Los ojos amarillos de ictericia, las pústulas de viruela, etc., son impuestos contra tu voluntad. Lo mismo es indudablemente cierto para la palabra y la imagen codificadas, su existencia es la palabra y la imagen que te puede hacer decodificar. Tomen una carta, cualquier carta. Esto no significa que sea realmente un virus. Quizás para construir un virus de laboratorio necesitemos de un equipo de cámara y sonido así como de un bioquímico. Cito un artículo del International Paris Tribune sobre el gen sintético: «Dr. Har Johrd Khorama ha hecho un gen sintético».
«Es el comienzo del fin», ésta fue la reacción inmediata a las noticias del agregado científico de una de las embajadas mayores de Washington. «Si se pueden producir genes, a la larga se podrán producir nuevas virosis para las que no haya cura. Y pequeños países con buenos bioquímicos podrían generar armas biológicas de esa índole. Sólo se necesitaría un pequeño laboratorio. Si se puede hacer, alguien lo hará». Por ejemplo, podría crearse un virus mortal que contenga el mensaje codificado de la muerte. Una cinta mortal, de hecho. Sin dudas los detalles técnicos son complejos y quizás un equipo de sonidistas y camarógrafos trabajando con bioquímicos nos daría las respuestas.
Y ahora la pregunta es si las técnicas de codificación podrían ser utilizadas para esparcir mensajes útiles y agradables. Quizás. Por otro lado, las palabras y cintas codificadas actúan como un virus en la medida en que obligan al sujeto a hacer algo contra su voluntad. Más concretamente, descubrir cómo los viejos patrones de escaneo podrían alterarse de modo que el sujeto libere sus propios patrones espontáneos de escaneo.
New Scientist, 2 de julio de 1970… La actual teoría de la memoria establece una «memoria intermedia» temporaria de siete segundos que precede a la principal: un golpe en la cabeza borra la memoria de este tiempo precedente porque borra los contenidos de la memoria intermedia. Daedalus observa que el sentido del presente también cubre apenas este rango y entonces sugiere que nuestro input sensorial es grabado en un interminable loop de tiempo, proveyendo un lapso de siete segundos para escanear antes del borrado. En este tiempo el cerebro edita, da sentido, y selecciona las características clave del almacenamiento. La sensación extraña de déjà-vu, de que «ahora» ha sucedido antes, se debe claramente al breve defecto de borrado, de modo que nos encontramos con memoria ya almacenada que vuelve a aparecer. El tiempo que se arrastra o el tiempo que corre deben reflejar la velocidad de la cinta. Un simple experimento mostrará esta operación de borrado en funcionamiento. Haciendo grabaciones callejeras y reproduciéndolas, escucharás cosas que no recuerdas, a veces dichas en voz alta y clara, que deben haber estado relativamente cerca tuyo, porque si no, no necesariamente las recordarás cuando escuches la reproducción de la cinta. El sonido ha sido borrado de acuerdo a un patrón de escaneo que es automático. Esto significa que lo que uno percibe y almacena como memoria mientras camina por la calle es extraído de un recorte mucho más grande de información que luego es borrado de la memoria. Para el caminante los signos que deja en el camino, las personas que deja en el camino, son borrados de su mente y dejan de existir para él. Ahora, para hacer consciente y controlable este proceso de escaneo, probemos lo siguiente:
Camina a lo largo de una cuadra con una cámara en la mano y registra lo que veas moviendo la cámara lo más cerca posible para seguir la dirección de tus ojos. La idea es hacer de la cámara tus ojos y registrar lo que tus ojos escanean del cuadro más grande. Al mismo tiempo registra la calle en diferentes ángulos amplios desde una serie de posiciones fijas. La calle del operador es, por supuesto, la calle como la ve el operador. Es diferente de la calle vista desde un ángulo amplio. Gran parte de ella está de hecho ausente. Ahora puedes hacer patrones de escaneo arbitrarios, es decir, cubrir primero un lado de la calle y luego el otro de acuerdo a un plan preconcebido. De este modo estás desarmando los patrones de escaneo automático. Podrías hacer también patrones de escaneo en colores, es decir, escanear verde, azul, rojo, etc., todo lo que puedas con tu cámara. Es decir, estás usando un patrón de escaneo preconcebido y arbitrario, con el fin de desarticular los patrones de escaneo automático. Varios operadores hacen esto y luego codifican sus planos todos juntos y con cintas en gran angular. Esto podría enseñarle al sujeto a ver con un ángulo más amplio y también a ignorar y borrar a voluntad.
Ahora todo esto está fácilmente supeditado a verificación experimental en sujetos controlados. No es necesario que todo el equipo sea utilizado en sujetos controlados. Tampoco es necesario que el equipo sea tan complicado. He mostrado cómo podría funcionar con retroalimentación de ondas cerebrales y reacciones viscerales e imágenes de video del sujeto registradas mientras éste está viendo y escuchando la cinta, simplemente para mostrar una óptima efectividad.
Se puede comenzar con dos grabadores. El dispositivo codificador más simple son las tijeras y los elementos de costura. Se puede comenzar codificando palabras, hacer cualquier tipo de cintas, codificarlas y observar los efectos en amigos y en uno mismo. El paso siguiente es una película sonora y luego cámara de video. Por supuesto que los resultados de experimentos individuales podrían conducir a experimentos masivos, cintas de pánico de masas, de disturbios, etc. Las posibilidades para investigar y experimentar son virtualmente ilimitadas, y lo que yo he dado son unas pocas y simples sugerencias.
«Un virus se caracteriza y está limitado por un obligado parasitismo celular. Todos los virus deben parasitar células vivas para su replicación. Para todos los virus el ciclo infeccioso comprende el ingreso al huésped, la replicación intracelular y la huida del cuerpo del huésped para iniciar un nuevo ciclo en un nuevo huésped». Estoy citando de Mechanisms of Virus Infection del doctor Wilson Smith. En estado salvaje el virus no ha demostrado ser un organismo muy adaptable. Algunos virus han desaparecido desde el momento en que eran cien por ciento mortales y no había receptáculos. Cada cepa viral está rígidamente programada para cierto ataque en ciertos tejidos. Si el ataque falla, el virus no consigue un nuevo huésped. Hay, por supuesto, mutaciones virales, y el virus de la gripe ha demostrado ser bastante versátil en este sentido. Generalmente repite el mismo método de ingreso, y si ese método es bloqueado por cualquier cuerpo u otro agente como el interferón, el ataque falla. Por lo general, el virus es un organismo estúpido. Entonces podemos pensar por el virus, idear algunos métodos alternativos de ingreso. Por ejemplo, el huésped es simultáneamente atacado por un virus aliado que le dice que está todo bien y por un virus de miedo y dolor. Así que ahora el virus está usando un viejo método de entrada, a saber, el policía bueno y el policía malo.
Hemos considerado la posibilidad de que un virus pueda ser activado e incluso creado por pequeñísimas unidades de imagen y sonido. Una vez desarrollado, el virus puede ser fabricado a pedido en el laboratorio. Ah, pero para que las tomas sean efectivas, hay que tener también el virus real, y ¿cuál es el virus real? Nuevos virus aparecen de tanto en tanto pero ¿de dónde vienen? Bueno, veamos cómo podríamos hacer aparecer un virus. Planificamos nuestros síntomas virales y hacemos una cinta codificada. Los temas susceptibles, es decir aquellos que reproducen algunos de los síntomas deseados, serán luego codificados en más cintas hasta que codifiquemos nuestro virus y le demos existencia. El nacimiento de un virus ocurre cuando nuestro virus es capaz de reproducirse por sí mismo en un huésped y pasar por sí mismo a otro huésped. Quizás, también, con el virus bajo control en el laboratorio, podría éste ser domesticado con fines útiles. Imaginemos, por ejemplo, un virus sexual. Enardece tanto los centros sexuales del cerebro posterior que el huésped se vuelve loco por el sexo y todos los demás pensamientos son borrados. Parques llenos de gente desnuda, frenética, cagando, meando, eyaculando y gritando. De manera que el virus puede ser maligno, eliminar todas las regulaciones y producir finalmente agotamiento, convulsiones y muerte.
Ahora intentemos lo mismo con cintas. Organizamos un festival con películas de sexo. 100.000 personas traen sus cintas de sexo codificadas, así como otras cintas para codificarlas con ellas. Proyectadas en pantallas gigantes, murmuradas sobre la multitud, a veces en cámara lenta, para poder ver sólo unos segundos, luego vueltas a codificar, luego cámara lenta, recodificar. Enseguida se los codificará a todos desnudos. Los policías y la Guardia Nacional se desnudan. CONSIGÁMONOS UNOS CIVILES. Ahora, una cosa así podría ser confusa, pero aquellos que sobreviven se recobran de la locura. O un pequeño grupo selecto de personas con ideas muy afines se junta con sus cintas sexuales, vemos que ahora el proceso está bajo control. Y el hecho de que cualquiera pueda hacerlo es en sí mismo un factor limitante.
Aquí está Mr. Hart, que quiere infectar a todo el mundo con su propia imagen y convertirlos a todos en él mismo, así que se codifica y se vierte a sí mismo en busca de recipientes respetables. Si nadie más conoce las técnicas de codificación podría codificarse él mismo un buen número de réplicas. Pero cualquiera puede hacerlo. Así que sigamos, codifiquen sus palabras sexuales y encuentren compañeros adecuados.
Si quieres, codifícate tú mismo, chistes malos, pedos, ruidos al masticar, de tripas y estornudos. Si el truco no funciona, mejor salir corriendo. Todo el mundo lo hace, todos codifican juntos y la población de la Tierra adquirirá un lindo y parejo color moreno. La codificación es el modo democrático, el modo de la representación celular. La codificación es el modo americano.
He sugerido que un virus puede ser creado por encargo en el laboratorio a partir de pequeñas unidades de imagen y sonido. Una preparación tal no es en sí misma biológicamente activa pero podría activar o incluso crear virus en sujetos susceptibles. Una cinta de ictericia cuidadosamente preparada podría activar o crear el virus de la ictericia en células del hígado, especialmente en casos en los que el hígado ya está dañado. El operador está en efecto dirigiendo una revolución viral de células. Ya que el DOR[7] parece atacar a los sujetos expuestos a él en el punto más débil, la liberación de esta fuerza podría coincidir con el ataque de un virus. Frases mentales reactivas podrían servir para el mismo propósito de volver a los sujetos más susceptibles al ataque de un virus.
Se verá que el discurso codificado ya tiene muchas de las características del virus. Cuando el discurso empieza y se decodifica, esto ocurre compulsivamente y contra la voluntad del sujeto. Un virus debe recordarte su presencia. Ya sea una charla sobre el herpes o los espasmos torturantes de la rabia, el virus te recuerda su indeseada presencia. «AQUÍ ESTOY YO».
Así lo hacen la palabra y la imagen codificadas. Las unidades están decodificando compulsivamente, presentando ciertas palabras e imágenes al sujeto y esta repetitiva presentación está irritando ciertas áreas corporales y neuronales. Las células irritadas pueden producir después de un período de tiempo las unidades biológicas virales. Ahora tenemos un nuevo virus que puede ser comunicado, e incluso el sujeto puede estar desesperado por comunicar esta cosa que está explotando dentro de él. La carga le pesa. ¿Puede esta carga ser buena y bella? ¿Es posible crear un virus que comunique razonamientos calmos y dulces? Un virus debe parasitar a un huésped para sobrevivir. Utiliza el material celular del huésped para hacer copias de sí mismo. En la mayoría de los casos esto es dañino para el huésped. El virus consigue entrar a través del fraude y se mantiene a través de la fuerza. Un invitado no deseado que te enferma de sólo verlo nunca es bueno o bello. Es más bien un invitado que siempre repite por sí mismo palabra por palabra, toma por toma.
Recordemos el ciclo vital de un virus… Penetración de una célula o activación dentro de la célula, replicación dentro de la célula, huida de la célula para invadir otras células, huida del huésped para infectar a otro huésped. Esta infección puede tener lugar de muchas maneras y aquellos a los que les cuesta sobrellevar la carga de un nuevo virus generalmente utilizan una técnica en abanico para cubrir un amplio rango de rutas infecciosas… Tos, estornudos, expectoraciones y pedos a toda hora, aguantar la mierda, el pis, mocos, ronchas, ropa manchada con sudoraciones y secreciones corporales por deshidratación. El polvo compuesto puede ser discretamente insuflado con un fuelle para cucarachas en subtes, volcado desde ventanas en bolsos o esparcido con un avión fumigador… Llevando contigo permanentemente una provisión de vectores… piojos, pulgas, chinches y pequeñas jaulas con mosquitos y moscas picadoras llenas de tu sangre… No veo belleza en eso.
Hay un solo caso de virus favorable que influencia benéficamente a una oscura especie de ratón australiano. Por otro lado, si un virus no produce síntomas dañinos, no tenemos modo de determinar su existencia y esto sucede con infecciones virales latentes. Se ha sugerido que las razas amarillas surgieron de un virus parecido al de la ictericia que produjo una mutación permanente no necesariamente dañina, que se pasó genéticamente. Lo mismo puede ser cierto para la palabra. La palabra en sí misma puede ser un virus que ha logrado un estatus permanente con el huésped. Sin embargo, ningún virus existente hasta el momento actúa de esta manera, así que la pregunta sobre un virus benéfico permanece abierta. Parece aconsejable concentrarse en una defensa general contra todos los virus.
Ron Hubbard, fundador de la Cienciología, dice que ciertas palabras y combinaciones de palabras pueden producir enfermedades graves y disturbios mentales. Puedo alegar cierta habilidad en el oficio de los escribientes, pero no puedo garantizar escribir algo que enferme a alguien. Si la afirmación de Mr. Hubbard es correcta, éste es ciertamente un tema para investigar con detenimiento, y podemos averiguar fácilmente de forma experimental si esta afirmación es justificada o no. Mr. Hubbard fundamenta el poder que les atribuye a las palabras en su teoría de los engramas. Un engrama es una palabra, sonido o imagen grabado por el sujeto en un período de dolor e inconciencia. Parte de su material puede ser tranquilizador: «Pienso que va a estar todo bien». El material tranquilizador es un engrama aliado. Los engramas aliados, según Mr. Hubbard, son tan malos como los engramas hostiles de dolor. Cualquier parte de esta grabación reproducida más tarde al sujeto reactivará el dolor de la operación, puede realmente activarle un dolor de cabeza y hacer que se sienta deprimido, ansioso o tenso. Bueno, la teoría de los engramas de Mr. Hubbard puede someterse fácilmente a una verificación experimental. Tomen diez voluntarios, expónganlos a un estímulo doloroso acompañado de ciertas palabras y sonidos e imágenes. Se pueden interpretar pequeños números satíricos.
«Rápido, enfermera, antes de que perdamos al negrito», grita el cirujano sureño, y ahora una mano fornida cae en el frágil hombro negro. «Sí, va a estar bien. Se va a reponer».
«Si dependiera de mí, dejaría que estos animales se murieran en la mesa de operaciones».
«No depende de usted, tiene una obligación como doctor, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para salvar vidas humanas».
Etcétera.
Es el policía bueno y el policía malo. El engrama aliado no es efectivo sin el engrama doloroso, así como el brazo del policía bueno alrededor de tu hombro, su voz suave y persuasiva en tu oído, son inútiles sin la cachiporra del policía malo. Ahora, ¿en qué medida las palabras grabadas durante la inconciencia médica pueden ser recordadas durante hipnosis o tratamiento cienciológico? ¿En qué medida la reproducción de este material afecta al sujeto de manera desagradable? ¿El efecto se realza al codificar el material, doloroso y aliado, en breves intervalos? Pareciera ser que una imagen codificada de un engrama podría casi ponerle al sujeto una escena operativa justo delante de sus narices. Mr. Hubbard ha diseñado su versión de lo que él llama la mente reactiva. Ésta es bastante similar al ELLO de Freud, una suerte de mecanismo intrínseco de autoderrota. Según lo expuesto por Mr. Hubbard, consiste en algunas frases totalmente comunes y corrientes. Afirma que leer estas frases, o escucharlas, puede provocar enfermedades, y ésa es la razón que esgrime para no publicar el material. ¿Está quizás diciendo que éstas son palabras mágicas? ¿Hechizos, de hecho? Si es así, podrían ser un arma poderosa si se las codifica con imaginativas cintas de imagen y sonido. Aquí tenemos lo mágico que convierte a los hombres en cerdos. Ser un animal: gruñidos solitarios de cerdo, bosta, chillidos y baba en el estiércol. Ser animales: un coro de mil cerdos. Empalmemos eso con cintas de video de policías y reproduzcámoselas y veamos si obtenemos una reacción de esta mente tan reactiva.
Aquí tenemos otro. Ser un cuerpo, claro que un cuerpo atractivo, captemos los rasgos. Y una linda sinfonía corporal que lo acompaña, latidos rítmicos del corazón, ruidos de estómago lleno. Ser cuerpos: grabaciones y películas de cuerpos horribles, viejos, enfermos, tirándose pedos, meando, cagando, gimiendo, muriendo. Hacer todo: hombre en un departamento roñoso rodeado de facturas impagas, cartas sin responder, se para de golpe y comienza a lavar los platos y a responder cartas. No hacer nada: se desploma en una silla, se para de un salto, se desploma en una silla, se para de un salto. Por último, se desploma en una silla babeando con una impotencia idiota mientras mira el desorden que se apila a su alrededor. Las órdenes de la mente reactiva pueden usarse también para potenciar las cintas de enfermedad. Mientras se proyectan herpes anteriores en la cara del sujeto y se le reproduce una cinta de una enfermedad pasada, se le puede decir: ser yo, ser tú, permanecer aquí, permanecer allí, ser un cuerpo, ser cuerpos, permanecer adentro, permanecer afuera, permanecer en el presente, permanecer en el pasado. ¿En qué medida estas frases, cuando son codificadas, son efectivas para provocar síntomas desagradables en sujetos voluntarios controlados? Como afirma Mr. Hubbard sobre la mente reactiva, sólo la investigación puede darnos la respuesta.
La MR [Mente Reactiva] es un artefacto diseñado para limitar y embrutecer a gran escala. Para obtener este efecto debe estar ampliamente inculcada. Esto se puede realizar fácilmente con equipos electrónicos modernos y técnicas descritas en este tratado. La MR consiste en órdenes que parecen inofensivas y de hecho inevitables… Ser un cuerpo… pero que tienen las más horrorosas consecuencias.