Hubo un tiempo, a finales del siglo III en el que una bellísima mujer —se dijo de ella que fue la más hermosa que había existido— desafió al poder de Roma. Esa mujer, descendiente del linaje de Cleopatra, se llamó Zenobia y fue señora de Palmira, reina de Egipto y emperatriz de Oriente. Gobernó un imperio sobre la mitad del mundo conocido desde una ciudad de leyenda, y soñó con construir un mundo nuevo.

Esta es su historia.