Entre bastidores daba órdenes Manuel y los artistas se apresuraban para salir a saludar desde el escenario. El público enfervorizado gritaba y aplaudía y hasta las almas en pena vagaban por el cine Musical como si hubieran resucitado milagrosamente con las palabras de don Juan Tenorio

—Usted sale conmigo al final, don Abelardo, y nos situamos en el centro, entre Lino y Clotilde

le había dicho al maestro, que hacía de ayudante de dirección y regidor y pintaba las figuras de algunos decorados.

Y salieron los artistas para agradecer los aplausos del público. Y en un extremo del escenario esperaba don Abelardo y en el otro Manuel vestido de don Juan. Y de la oscuridad ha salido Sebas y ha buscado la nuca del maestro con la boca negra de su pistola. Y se ha adelantado Manuel al escenario justo en el momento en que las sombras de Sebas y el maestro escapaban por la puerta trasera del cine Musical.

Los artistas miraban extrañados el lugar por donde debía de aparecer don Abelardo para saludar a la concurrencia. Entonces se escuchó el disparo y desde la primera fila salieron pitando dos números de los civiles y el cabo Bustamante, que miraba al mundo con el ojo ciego y se cagaba en Dios y en la Virgen entre los gritos del público asistente a la representación.