TORMENTA DE PARTÍCULAS

E

l caparazón se desliza como una avispa cazadora.

Su tórax es de cerámica de alto impacto. Las franjas blancas semejan costillas. Los globos de almacenamiento se hinchan como pulmones cuando intercambia la carga de plasma. Lentas elevaciones, ondulantes exhalaciones.

Esto es una ilusión. Su cuerpo es una compilación de diseños del pasado; libre de peso, no recuerda los planetas. La evolución es independiente del sustrato, sea orgánico, metálico o plasmático. Este diseño sigue frías planificaciones que se han vuelto hábito. La función convergente sobre la forma. Varillas tubulares de tensión invisible, elocuentes puntales.

En alguna parte de su extensión, vainas grises tachonan los ángulos. Curvas en plata borrosa. Líneas ahusadas se fusionan, uniendo ejes sesgados. Estas formas geométricas serían imposibles bajo los dictados de la gravedad.

Rota. Grave, cuidadosa. El movimiento es un lujo innecesario cuando lo que realmente se mueven son los datos.

Tiene poco sentido cinestésico. En cambio, vive en medio de universos codificados e interiores. Redes lógicas, filtros. Las percepciones son patrones acelerados que circulan entre las arenas movedizas de las estrellas y las vidas.

Por esos espacios fluyen datos. Ríos digitales se ramifican en meandros, buscando receptores. Murmurantes, estratificados, incesantes como la lluvia de protones.

Los arroyos de datos caen febrilmente sobre opacos caparazones de titanio. Pero no siente el torrente de partículas que azota en vano los macizos escudos: capas de tenso cismetal conglomerado, girando.

La masa es bruta. Dentro de las cristalinas murallas, no hay nada parecido a una máquina. Ningún movimiento obvio, ni engranajes mecánicos. Aquí la esencia es estática, eterna, un fulcro de fuerzas fijas.

El pensamiento es infinitamente tenue. La mente interior recorre diminutos tallos de diamante oscuro, modelado en el núcleo de antiguas supernovas. Los códigos circulan en finas salpicaduras de núcleos polarizados, danzan eternamente en campos flotantes. Los electrones se contraen y serpentean portando ideas luminiscentes.

Desde lejos llegan las radiaciones espectrales de una gigante roja que poco a poco se transforma en supernova. El plasma arroja lanzas de rubí en los planos giratorios. El frenético flujo lame gastados bordes del cráter. Impactos al azar, olvidados. Las cavidades y rasguños que adornan los tubos macizos cuentan extrañas historias, ya ilegibles.

La muerte corona el espinazo espiral: antenas teñidas de amarillo cegador. Pueden hendir el susurro galáctico, usar agujas electromagnéticas para apuñalar presas que están a minutos luz de distancia.

Por el momento conversa, y sus identidades interiores están libres de los mandatos voraces de la supervivencia. Se consagran a pensar. Dentro de ella danzan los datos.

La inteligencia antológica habla con otras distribuidas en el plano galáctico, aunque la distinción entre yo (aquí) y otro (allá) es una convención, una burda simplificación de esta angularidad giratoria.

Entablan algo similar a una discusión. Perspectivas fluctuantes de matices digitales. Las oposiciones binarias son ilusorias —tú/yo, punto/contrapunto— pero configuran temas, tal como un marco delimita una pintura.

Comienza. El lenguaje danza en las huracanadas masas intermedias, los caprichos del tiempo. Hiende. Penetra.

Los semisensitivos no deben preocuparnos.

Al contrario. Son un problema sin resolver.

¿Los denominas «primates»?

De la clase de los vertebrados soñadores.

Yo/tú los considero irrelevantes.

Siguen constituyendo una molestia.

¡No son nada! Desechos, motas.

Se aproximan. Falta poco para que lleguen al Centro.

Nosotros/vosotros prácticamente hemos erradicado a los humanos. No quedan sino en pequeños grupos. Nuestras prolongadas deliberaciones, que la historia recoge ampliamente, exigen la conclusión de esta antigua obra.

Esta política tiene e›/~*~\‹ de antigüedad. Nosotros/vosotros deberíamos revisarla.

Están casi extinguidos. Continúa.

Su extinción es difícil de lograr. Subsisten. Esto sugiere que nosotros/vosotros deberíamos revisar nuestros supuestos.

Son alimañas. La evolución basada en el carbono sólo proporciona aptitudes limitadas. Todavía se comunican entre sí linealmente.

Algunos dicen que la evolución actúa igualmente sobre vosotros/nosotros y sobre ellos.

Pamplinas. Nosotros/vosotros dirigimos nuestros cambios. Ellos no pueden. Esta es la deficiencia esencial de la vida orgánica.

Una vez pudieron alterar sus propias huellas, introducir cambios en su especie.

Perdieron esa capacidad cuando nosotros/vosotros los diezmamos. Ahora son como las formas no pensantes, los anímales… modelados por fuerzas aleatorias.

Hubo un tiempo en que fueron importantes. Nosotros/vosotros debemos comprender esta amenaza antes de eliminarla.

Posiblemente posean información nociva para nosotros/vosotros. Así consta en nuestros registros más estables.

Esos registros están protegidos contra la radiante tormenta del Devorador de Masa, así que deben conservarse bien.

Por su naturaleza, nosotros/vosotros no podemos saber en qué consiste esta información oculta.

¿Por qué «por su naturaleza»? Hay muchas teorías.

Precisamente. ¿No es raro que algo en nuestra/vuestra constitución nos impida saber qué llevan estos humanos? ¿Qué dicho conocimiento nos esté vedado? Resulta un curioso aspecto de nuestra programación profunda.

Siempre que lleven algo. Estos documentos antiguos son sospechosos.

No podemos arriesgarnos a no creer en ellos.

Hace mucho tiempo el filósofo [\~] resolvió esos interrogantes. Nosotros/vosotros estamos encerrados en nuestro espacio de percepción. Siempre quedarán asuntos que no podemos conocer.

Pero ¿si estos asuntos nos afectan? Es inquietante.

Convivir con la ambigüedad es propio de las inteligencias superiores. Sin embargo, para reducir la incertidumbre deberíamos exterminar a las bandas restantes.

¿Y perder esa información?

Muy bien, archivémosla primero. Pero señalo que con esta nueva incursión se aproximan al Centro Verdadero.

Puede ser arriesgado eliminarlos.

Pamplinas. Nosotros/vosotros ya hemos destruido muchas expediciones similares.

Primero, que los exploradores los localicen con precisión. Las habituales unidades cazadoras de primates los rastrearán, tal vez causando algunos daños menores. Recuerda que esas formas inferiores requieren una estructura de recompensa.

¿Vosotros/nosotros abogáis por la postergación de toda acción?

No, por una acción cauta. Recordemos que formas más elevadas que nosotros juzgarán nuestros//vuestros actos. Acontecimientos previos relacionados con estos primates, en dos planetas, indican que aún desempeñan una función significativa aunque poco clara. Tal vez transporten información: ¿qué son sino información? Más aún: ¿qué somos nosotros para centrar la atención de mentes superiores?

Muy bien, cautela. Pero ¿cómo?

Les tenderemos una trampa.