Epílogo

Los daños sufridos por el jardín en el curso de la batalla fueron reparados sin tardanza. Los Viajeros trabajaron en él durante las horas de sol y los trogloditas durante las horas de oscuridad. Entretanto se propaló la buena nueva: ¡ya no había wamphyri! Llegaban cuadrillas de Viajeros, tribus enteras, que venían a celebrarlo y a rendirse ante los pies de su salvador. Jazz, Zek y Lobo habían vuelto a casa, trasladados a tan distante lugar por el Habitante, que regresó después.

Y considerándolo todo, el Habitante acabó por sentirse satisfecho con su obra.

De pronto… sintiendo una quemazón en el cuello, Harry hijo dejó de supervisar la reconstrucción de un muro y se volvió para observar un montoncito de tierra que iba elevándose por momentos a cierta distancia del sitio donde se encontraba. Había alguien al lado del mismo, alguien que lo observaba fijamente y en silencio, alguien cuya mente era tan hermética como la lapa adherida a la roca. Harry hijo frunció el entrecejo y miró fijamente a través de los agujeros de su máscara dorada y sonrió al momento. No era más que su padre.

Agitó el brazo para saludarlo y volvió a su trabajo…